Era un día de júbilo. Chicas de anime, curiosidad entre los curiosos entre los que había tanto chicos como grandes, andaban entre los presentes, vestidas como santa claus, ofreciendo comics, galletas y folletos.
Los juegos y zonas temáticas comenzaban a ser llenadas por los visitantes, y los sirvientes de tinta trabajaban a su máxima potencia, mientras que los otros sirvientes, infelices víctimas retorcidas tanto en cuerpo como en mente, yacían en puntos clave gracias a sus capacidades de tomar decisiones, cosa que los sirvientes regulares no tenían.
Sin embargo, autoridades del País seguían rondando por ahí, tanto afuera como por dentro del parque, tratando de conseguir cualquier pista o elemento sospechoso. Interrogaban a los sirvientes de tinta, pero era inútil, no hablaban ni tenían iniciativa, y en cuanto a los Emaki Tensei... no poseían memorias reales y su personalidad era completamente diferente a lo que alguna vez habían sido.
Un agente del País de las Olas, un oficial a cargo de investigar algunas desapariciones, llegó hasta donde yo estaba, en un puesto de comida rápida dentro de una palapa en el parque.
-No tengo pruebas, pero tampoco dudas, señor Emaki- dijo el oficial, un hombre rudo con una pañoleta en la cabeza y una bandana del País en su frente.
-Le digo que la carne es de cerdo- le respondí.
-No hablo de eso. Las desapariciones, ya sabe, quizás las autoridades no hagan caso a unos delincuentes que desaparecen, pero gente honrada y honesta que trabaja en el campo, eso es algo que no pasaremos por alto- dijo el oficial.
Un sirviente de tinta trajo a la mesa un corte de chuletón navideño, envinado con vino blanco con piña y horneado con una salsa de almendra. También trajo un tarro con vino caliente.
-Respecto a los delincuentes, ya he hablado con los nobles y las autoridades. Soy un ninja de Konoha y como protectores del país, se me permitieron ciertos privilegios... respecto a los civiles desaparecidos, yo no ando vigilando todo el territorio para saber que sucede. Podrían ser sectarios, traficantes o una banda... sin embargo, si lo desea, puedo ayudar a vigilar la zona- le respondí. Noté el enfado en su rostro.
Comí del chuletón y bebí del vino caliente. Un grupo de Emaki Tensei comenzó a cantar villancicos navideños, mientras otros servían platillos navideños a los otros comensales de la palapa. Cerdo envinado, pavo en salsa agridulce, papas horneadas con queso y jamón, vino caliente y "cerveza" de mantequilla.
El oficial me mostró la fotografía de un chico, el cual se me hacía conocido, y luego señaló a los Emaki Tensei.
-Ese chico tenía esposa, hijas y mantenía a sus padres ancianos, ahora mismo puede estar cantando villancicos o sirviendo comida, o manejar las atracciones- dijo el oficial, aún molesto.
-¿Puede? Acusarme sin pruebas es muy arriesgado- le respondí.
-¿Acusarlo? Sólo solté la posibilidad al aire- me respondió- aún eres un niño, Nagato, y por lo mismo eres un peligro en potencia.
-Soy un chunnin de Konoha, no se supone que sea indefenso. Y respecto a sus sospechas, ya ha recorrido mi parque y mi casa de arriba hacia abajo en dos ocasiones, junto a otros oficiales del país, y no encontraron nada. Si quiere revisar una tercera vez, traiga su orden, y con gusto volveré a demostrar mi inocencia... y le repito, si necesita ayuda, se la ofrezco, sino, puede dejarme comer en paz- le respondí sonriendo, comiendo otro poco de mi chuleta de cerdo.
-Esta será una navidad muy amarga para muchas familias- dijo el oficial, levantándose de su asiento.
-No lo dudo, en todo el mundo es igual-le respondí.
Tras colocarse su chaqueta y dirigirse a la salida, los primeros copos de nieve comenzaron a caer. Las campanadas navideñas sonaron junto con las campanas de la iglesia del pueblo cercano, indicando que ya casi eran las seis de la tarde.
Bajo un enorme árbol, había creado varios regalos de tinta, y dentro, varios sirvientes de tinta en forma de juguetes vivientes y mascotas aguardaban.
-Chicos, ya es hora de que tomen el regalo que santa les trae- dijo un altavoz en todo el parque- vengan al árbol central y se les dará uno.
Una hermosa, alta y fuerte chica de anime vestida de santa claus ya estaba bajo el árbol. Tras dar los regalos, los niños los abrían y dentro, sirvientes de tinta diminutos aparecían para jugar con los niños. Se movían y jugaban, pues esa era su orden, pero nada más eso podían hacer debido a su falta de inteligencia y carencia de iniciativa.
No era prudente, pero igual ellos disfrutaban de tales regalos vivientes. Eso traería fama al parque, pues muñequitos vivientes serían una sensación.
Sin embargo, entre los árboles cercanos a las afueras del parque, una figura femenina y extraña observaba todo lo que sucedía.
Quería participar, pero tampoco quería acercarse para no ser descubierta. Veía a los niños y a sus juguetes "vivientes", y luego a los Emaki Tensei.
-No eres muy diferente a Benji, me decepcionas, Nagato- dijo la chica, escurriendo como tinta para desaparecer entre los árboles.
Los juegos y zonas temáticas comenzaban a ser llenadas por los visitantes, y los sirvientes de tinta trabajaban a su máxima potencia, mientras que los otros sirvientes, infelices víctimas retorcidas tanto en cuerpo como en mente, yacían en puntos clave gracias a sus capacidades de tomar decisiones, cosa que los sirvientes regulares no tenían.
Sin embargo, autoridades del País seguían rondando por ahí, tanto afuera como por dentro del parque, tratando de conseguir cualquier pista o elemento sospechoso. Interrogaban a los sirvientes de tinta, pero era inútil, no hablaban ni tenían iniciativa, y en cuanto a los Emaki Tensei... no poseían memorias reales y su personalidad era completamente diferente a lo que alguna vez habían sido.
Un agente del País de las Olas, un oficial a cargo de investigar algunas desapariciones, llegó hasta donde yo estaba, en un puesto de comida rápida dentro de una palapa en el parque.
-No tengo pruebas, pero tampoco dudas, señor Emaki- dijo el oficial, un hombre rudo con una pañoleta en la cabeza y una bandana del País en su frente.
-Le digo que la carne es de cerdo- le respondí.
-No hablo de eso. Las desapariciones, ya sabe, quizás las autoridades no hagan caso a unos delincuentes que desaparecen, pero gente honrada y honesta que trabaja en el campo, eso es algo que no pasaremos por alto- dijo el oficial.
Un sirviente de tinta trajo a la mesa un corte de chuletón navideño, envinado con vino blanco con piña y horneado con una salsa de almendra. También trajo un tarro con vino caliente.
-Respecto a los delincuentes, ya he hablado con los nobles y las autoridades. Soy un ninja de Konoha y como protectores del país, se me permitieron ciertos privilegios... respecto a los civiles desaparecidos, yo no ando vigilando todo el territorio para saber que sucede. Podrían ser sectarios, traficantes o una banda... sin embargo, si lo desea, puedo ayudar a vigilar la zona- le respondí. Noté el enfado en su rostro.
Comí del chuletón y bebí del vino caliente. Un grupo de Emaki Tensei comenzó a cantar villancicos navideños, mientras otros servían platillos navideños a los otros comensales de la palapa. Cerdo envinado, pavo en salsa agridulce, papas horneadas con queso y jamón, vino caliente y "cerveza" de mantequilla.
El oficial me mostró la fotografía de un chico, el cual se me hacía conocido, y luego señaló a los Emaki Tensei.
-Ese chico tenía esposa, hijas y mantenía a sus padres ancianos, ahora mismo puede estar cantando villancicos o sirviendo comida, o manejar las atracciones- dijo el oficial, aún molesto.
-¿Puede? Acusarme sin pruebas es muy arriesgado- le respondí.
-¿Acusarlo? Sólo solté la posibilidad al aire- me respondió- aún eres un niño, Nagato, y por lo mismo eres un peligro en potencia.
-Soy un chunnin de Konoha, no se supone que sea indefenso. Y respecto a sus sospechas, ya ha recorrido mi parque y mi casa de arriba hacia abajo en dos ocasiones, junto a otros oficiales del país, y no encontraron nada. Si quiere revisar una tercera vez, traiga su orden, y con gusto volveré a demostrar mi inocencia... y le repito, si necesita ayuda, se la ofrezco, sino, puede dejarme comer en paz- le respondí sonriendo, comiendo otro poco de mi chuleta de cerdo.
-Esta será una navidad muy amarga para muchas familias- dijo el oficial, levantándose de su asiento.
-No lo dudo, en todo el mundo es igual-le respondí.
Tras colocarse su chaqueta y dirigirse a la salida, los primeros copos de nieve comenzaron a caer. Las campanadas navideñas sonaron junto con las campanas de la iglesia del pueblo cercano, indicando que ya casi eran las seis de la tarde.
Bajo un enorme árbol, había creado varios regalos de tinta, y dentro, varios sirvientes de tinta en forma de juguetes vivientes y mascotas aguardaban.
-Chicos, ya es hora de que tomen el regalo que santa les trae- dijo un altavoz en todo el parque- vengan al árbol central y se les dará uno.
Una hermosa, alta y fuerte chica de anime vestida de santa claus ya estaba bajo el árbol. Tras dar los regalos, los niños los abrían y dentro, sirvientes de tinta diminutos aparecían para jugar con los niños. Se movían y jugaban, pues esa era su orden, pero nada más eso podían hacer debido a su falta de inteligencia y carencia de iniciativa.
No era prudente, pero igual ellos disfrutaban de tales regalos vivientes. Eso traería fama al parque, pues muñequitos vivientes serían una sensación.
Sin embargo, entre los árboles cercanos a las afueras del parque, una figura femenina y extraña observaba todo lo que sucedía.
Quería participar, pero tampoco quería acercarse para no ser descubierta. Veía a los niños y a sus juguetes "vivientes", y luego a los Emaki Tensei.
-No eres muy diferente a Benji, me decepcionas, Nagato- dijo la chica, escurriendo como tinta para desaparecer entre los árboles.