No salió como se esperaba
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En lo profundo del bosque, al este de la aldea oculta de la Roca, la joven shinobi Yuta se encontraba haciendo una pequeña escapada sin avisar a nadie para llevar a cabo un plan. Hacía poco, en una misión en el País de las Aguas Termales, pudo observar a su maestra en acción, la cual llevó a cabo un pequeño despliegue de jutsus. Entre ellos, uno llamó la atención de la pequeña oni, dado que la matriarca invocó un hermoso lobo vivo, no era como sus dibujos de tinta que eran simplemente tinta animada con chakra, eso era un animal real muy hermoso.

Yuta había entrenado incansablemente para perfeccionar sus habilidades como shinobi, pero la idea de tener un compañero invocable aumentaba aún más su motivación. Con un corazón lleno de determinación, se adentró en el denso bosque en busca de la mítica criatura. Sería más fácil preguntar a Akami por el jutsu y todo eso, pero Yuta había memorizado el patrón de sellos que utilizó y todos los gestos, incluyendo el hacerse sangre en un dedo. Por eso estaba segura de que era un ser vivo porque todo el proceso sonaba a un ritual de invocación, algo que solo había escuchado, más nunca lo vio. Y pretendía sorprender a su maestra enseñando sus progresos de forma autodidacta.

Yuta se dedicó a concentrarse durante un rato para recordar el proceso de sellos que hizo Akami, mirando de reproducirlos lentamente con sus manos para asegurarse cómo era el patrón. Lo cierto es que la chica era bastante talentosa, aunque sea un poco arrogante que ella misma lo pensara y dijera algo así, pero no era el caso porque ni ella misma era consciente de tal talento. Pero era una realidad, desde el primer entrenamiento a la que su maestra la sometió tan solo enseñándole un jutsu que jamás había visto una vez y logró con un poco de tiempo reproducirlo con éxito.

Esta vez no sería diferente la verdad. Apenas había visto a Akami ejecutar el sello una vez y de hecho ni siquiera buscaba enseñarle el jutsu. Pero la pequeña memorizó el patrón y quedó fascinada por el resultado del mismo. Ella también quería poder llamar a ese bonito lobo como su maestra y volver con él a casa para sorprenderla y que la felicitara. Estaba francamente emocionada.

— ¡Bien, vamos a ello, ahora no haremos simulacros! — Reflejaría con entusiasmo y emoción.

Yuta sabía que un jutsu, incluso sabiendo los sellos, no tenía por qué salir a la primera. En sus entrenamientos, siguiendo los pergaminos de la academia, ya se encontró con eso algunas veces. Pero nunca dudaba en darlo todo al intentarlo. Yuta mordería su dedo pulgar haciendo un poco de sangre, tras lo cual ejecutaría la cadena de sellos rápidamente, pero a un ritmo que sabía que no fallaría ninguno después de la práctica. Para finalmente posar su mano en el suelo.

Kuchiyose no Jutsu

— ¡Vamos! — No sabía ni el nombre del jutsu.

Y entonces unos kanjis se formarían en el suelo, expandiéndose desde su mano, haciendo que la pequeña oni abriera los ojos de par en par, muy sorprendida y al igual que con su maestra, una explosión de humo blanco sucedería de la nada, llenando el lugar. Aun recordaba perfectamente cómo cuando Akami hizo eso, de entre el humo se reveló una figura majestuosa y elegante de un cánido. Aunque cuando el humo se iría dispersando, lo que aparecería frente a Yuta sería una masa gelatinosa azul inerte en el suelo.

Gelatina

— ¿Un moco? — La cara de poker de Yuta lo decía todo.

En su mente pasaron varios pensamientos rápidos de qué habría podido hacer mal en el jutsu. Igual no recordó del todo bien un sello o tal vez no dio la suficiente sangre. Igual había invocado mal al pobre lobo y por eso ahora tenía ese horrible aspecto y cuando Akami lo superara, la mataría. Pero entonces una voz llamó su atención.

— ¿¡Cómo que moco!? — Exclamaría aquella masa azulada.

La masa de gelatina parecía girarse hacia ella y se podía llegar a intuir una cara en su fisonomía, aunque era complicado, había que intuir que estaba allí.

— ¡Más respeto, enana, no soy un moco, soy una noble babosa! — Exclamó con un tono enardecido.

A pesar de todo, no es que quedara mucho más digno que se presentara como una babosa corrigiendo lo del moco. De hecho, Yuta estaba un poco estupefacta ante el hecho de que aquella criatura hablara.

— ¡¿Puedes hablar?! — Exclamaría con sorpresa la oni.

— ¡¿Y por qué no debería?! — Le respondería la babosa.

— ¿Entonces eres una babosa? Pero yo pensé que este jutsu era para invocar un lobo... — Yuta estaba confusa.

— ¿Lo dices en serio? ¿No sabes ni el jutsu que acabas de usar? ¿Insinúas que me has invocado por accidente? — El tono se le había calmado un poco.

— Pues... Sí, la verdad es que vi a mi maestra hacer el jutsu el otro día y lo imité — Le contestaría de forma casual.

En ese caso, la babosa se giraría un poco dejando de lado a Yuta mientras una pequeña patita se formaba con su cuerpo gelatinoso como si frotara su cabeza ante la incredulidad y buscando reunir paciencia.

— Me has invocado sin querer solo habiendo visto el jutsu una vez y de pasada... No sé si eres una idiota o un genio — Le contestaría la babosita.

— Un poco de esto y un poco de lo otro — Contestaría Yuta.

La babosa por un momento haría un amago de risa, aunque era difícil percibir su expresión facial. Pero rápidamente sacudiría su cabeza intentando no dejarse llevar por la sinceridad de la oni y se giraría hacia ella poniéndose seria.

— ¡Mira, escúchame con atención! — Buscaría llamar su atención.

— ¡Aye! — Contestaría Yuta sentándose de rodillas para atender.

— ¡Has utilizado el Kuchiyose no jutsu, una técnica que permite invocar a un compañero con el que has firmado un pacto de sangre! — Le comentaría.

— Pero yo no firmé ningún pacto, creo — Yuta evidentemente no sabía nada.

— ¡Efectivamente, no lo has hecho! — La babosa haría una pausa dramática — Aunque eso no es un problema del todo, puesto que es lo más común. Cuando has hecho un pacto de sangre, siempre podrás traer a tu compañero, pero cuando no hay ningún pacto forzado, la técnica acude al clan más afín al shinobi ejecutor y ya es cuestión nuestra si alguno queremos acudir al llamado para informar — Le explicaría de forma metódica.

— Mmmm... Entiendo, es decir, mi maestra tiene un pacto de sangre con aquel lobo y como yo no tengo ningún pacto fuisteis llamadas las babosas porque sois compatibles conmigo — Sacaría en claro la pequeña oni.

Tras lo cual se haría bolita a un lado con un rostro bajo y triste, adquiriendo un tono sombrío ante la realidad.

— Eso significa que aún soy tan débil que solo soy digna de invocar a una babosa... — Estaba deprimida.

— ¡CÓMO TE ATREVES! — Exclamaría dando un brinco enfurecida la babosa — ¡NO SUBESTIMES AL CLAN NAMEKUJI, SOMOS UN NOBLE Y PODEROSO CLAN DESDE LA ANTIGÜEDAD, PROTAGONIZAMOS ALGUNAS DE LAS GRANDES GUERRAS SHINOBI DE LA HISTORIA Y DURANTE MUCHOS AÑOS ÉRAMOS RECONOCIDOS COMO UNO DE LOS TRES MAYORES CLANES ENTRE LAS INVOCACIONES! — La babosa se había ofendido bastante.

Entonces Yuta se giraría un poco hacia él manteniendo su compostura, sin mostrar que se dejaba amedrentar por la furia del pequeño ser, pero aún algo tristona.

— Entonces... ¿Sois fuertes? ¿No significa que yo sea muy débil? — Le preguntaría Yuta calmada.

— ¡CLARO QUE SOMOS FUERTES Y DEBERÍAS SENTIRTE MUY HONRADA DE SER AFINA A NOSOTROS! — Se notaba el orgullo por su linaje en sus palabras.

— ¿Entonces podré hacerme más fuerte si hago un pacto de sangre con vosotros? — Preguntaría Yuta.

— ¡DESDE LUEGO QUE TE VOLVERÍAS MUCHO MÁS FUERTE! — Se dejaría llevar por su furia y emoción y ante la calma de Yuta no pensó la respuesta.

— Entonces acepto — Diría más animada.

Para ese entonces, Yuta ya volvía a estar de rodillas frente a la babosa, que se había puesto muy alterada y exaltada sin percibir por dónde estaba fluyendo la conversación al enfurecerse tantísimo.

— Espera... ¡EHH NO NO NO NO...! — Intentaría corregir la babosa.

— Muchas gracias, estaré a vuestro cuidado — Diría Yuta agachando la cabeza agradecida.

— Espera, has ofendido a mi linaje, ¿cómo pretendes ahora que formemos un pacto? — Le respondería la babosa, que estaba perdiendo el control de la situación.

— Pero ya acepté y fue un malentendido, tengo mucho que aprender, así que... ¡Esforcémonos juntos! — Le contestaría con entusiasmo.

— Esto... Eh... — Se quedó sin argumentos.

Yuta tomaría la especie de patita de gelatina que tenía la babosa como si le diera la mano, cerrando el trato mientras la babosa había perdido completamente el enfado y estaba más bien confundida. Sin saber cómo revertir esa situación.

— Y cómo se forma el pacto de sangre... Esto... Perdón, no me presenté. Soy Yuta — La pequeña oni sonreiría de todo corazón.

— En fin... Yo soy Momonosuke Chikaranmasei... Y para el pacto de sangre... — Contestaría la babosa.

En lo que la misma tomaba una pequeña pausa desde su pequeño cuerpo gelatinoso, emergería una especie de gran pergamino, que iría brotando como si saliera de un pozo sin fondo y claramente el pergamino que estaba siendo liberado era mucho más grande de lo que aparentaba.

— Un gusto, Mochi — Contestaría Yuta alegremente.

— Sí, sí, mira ver... ¡¿Cómo que Mochi?! — Exclamaría la pequeña babosa — Bueno, mira, en fin... — Respiró para calmarse — Este es el pergamino del clan Namekuji, para formar el pacto de sangre deberías firmar en él — Le explicaría.

La pequeña babosa dejaría el pergamino frente a la chica mientras lo iba abriendo poco a poco. En su interior se mostraban reflejadas varias columnas con nombres escritos y unas cinco marcas oscuras en la parte inferior de cada uno de ellos. La escritura de los primeros ya era indistinguible respecto al alfabeto moderno. Y evidentemente, no conocía ninguno de los nombres ahí escritos, salvo uno: "Senju Tsunade", la shinobi legendaria de las leyendas.

— Ahora debes escribir tu nombre con tu propia sangre y con la mano dominante dejar la marca de tus cinco dedos con esa misma sangre — Mochi explicaría el proceso.

— ¿Eso es todo? — Preguntaría Yuta.

El pequeño ser azul no diría palabra, solo asentiría un poco, que en su caso sería con todo su cuerpo. Tras lo cual, la oni volvería a morder un poco con sus colmillos el mismo dedo pulgar que antes y con él escribiría su nombre en el papiro "Shiga Yuta". Para finalmente bañar con esa sangre todos sus dedos y dejar la marca fijada en el pergamino, apareciendo su nombre ahora en el último lugar.

— Y con esto, ahora eres oficialmente miembro del clan, formas parte del pacto — Le comentaría a la oni.

— ¿Entonces ahora siempre que ejecute el jutsu, te podré invocar? — Necesitaba la confirmación.

— Sí, y si realizas el jutsu invirtiendo los sellos, serás tú la que será invocada en mi hogar, el Bosque Shikkotsu. De hecho, hagámoslo ahora así te presento en sociedad como debe ser — Diría la pequeña babosa.

— ¿No puede ser en otro momento? — Le contestaría de forma tajante.

— ¡¿Cómo!? — Se alarmaría de nuevo Mochi.

— Es que... Se hizo un poco tarde y si me retraso mucho más, mamá Akami se preocupará y seguramente me regañará — Una explicación sincera.

Mochi entendía un poco aquella situación y optó por no presionar más a la chica. Al fin y al cabo, era una niña.

— Bueno, está bien. Pero recuerda que ahora eres parte de nuestra gente, asegúrate de no tardar en pasar a saludar. Hasta la vista — Se despediría.

— Hasta pronto — Se despediría amablemente con una sonrisa Yuta.

La pequeña babosa azulada desaparecería en una explosión de humo de la misma forma en que vino, dejando completamente sola a Yuta. La chica estaba muy contenta, mirando ahora su mano y las marcas aún rojizas en las yemas de sus dedos por haber firmado. Se quedó un rato reflexiva sobre lo que acababa de ocurrir, hasta que volvió en sí misma, acordándose de la hora con la caída del sol y comenzaría a regresar rápidamente a casa.
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