Las profundidades de la cueva helada se extendían en una oscuridad casi tangible. Cada paso que daba resonaba en el silencio, mezclándose con el suave crujir de la nieve bajo mis botas. El aire se volvía más frío a medida que avanzaba, y las paredes de hielo parecían cerrarse a mi alrededor, creando un laberinto en el que me sumergía.
A medida que avanzaba, la cueva se volvía cada vez más intrincada, con pasadizos estrechos y bifurcaciones confusas que desafiaban mi sentido de la orientación. Cristales de hielo colgaban del techo como estalactitas afiladas, y en algunos puntos, tenían la apariencia de hojas de cristal que crujían peligrosamente con el movimiento del viento. Casi parecía que en cualquier instante uno de estos cristales saldría disparado para clavarse en mí, o que incluso los muros de roca helada alrededor se cerrarían en un segundo, dejando a una joven Yuki en el olvido dentro de esa gélida cueva.
Mis sentidos se agudizaban a medida que avanzaba, tratando de discernir la dirección correcta. La luz azulada que se filtraba entre las grietas de hielo me guiaba, pero también generaba sombras que parecían danzar en las paredes. En varios momentos, me encontré con tramos que se sumergían en completa oscuridad, obligándome a confiar en mi intuición y en el suave brillo de mi chakra. Y era normal, ya me había adentrado bastante dentro de la misma, y en algún momento la luz del exterior se terminaría. Así que me tocó encender una pequeña bombilla de luz de aceite que traía conmigo para esta situación.
La temperatura descendía, y la humedad del aire se congelaba en pequeños cristales que flotaban en el ambiente. Aunque siendo una Yuki, sentía la presión del frío extremo, mantenía mi determinación inquebrantable. Y en este punto, se estaría preguntando el lector... ¿Qué hace Sayuri metida en esa cueva? Creo que ni yo misma lo sabría explicar... pero algo me atraía a ella, no era la primera vez que la recorría, aunque cada vez que entraba siempre parecía distinta, como si tuviese vida propia y por cada intención que tuviera la persona que ingresara, esta te pondría a prueba. O solo quizás era cosa mía para darle más epicidad al momento, y tan solo eran pequeños derrumbes por aquí y por allá por ya sea movimiento de la tierra o los deshielos.
La travesía se volvía más desafiante a medida que encontraba bloques de hielo que bloqueaban mi camino. Utilicé mis habilidades para manipular el hielo, creando pasadizos temporales y despejando el camino. Sin embargo, en ciertos puntos, enormes pilares de hielo caído bloqueaban la ruta, y tuve que demostrar paciencia y habilidad para sortearlos sin causar un derrumbe.
Después de superar cada obstáculo y sortear los desafíos de la cueva, llegué a una cámara central iluminada por una luz misteriosa. Mi mente bullía de asombro y perplejidad. 'Esto sí que es algo nuevo...' Reflexioné, cautivada por la maravilla del lugar. En el centro de la cámara, una presencia ancestral aguardaba, no como una figura imponente y desconocida, sino como un ser que, de alguna manera, parecía reconocer mi presencia y que, de hecho, esperaba mi llegada en aquel remoto lugar del País de las Nieves.
La voz resonó en mi mente, su tono profundo y sereno susurró palabras que se dispersaron como el viento helado. 'Portadora de la sangre helada', anunció, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. 'Tus padres, Hiroshi y Kaori, en su tiempo, también buscaron esta conexión.' Entonces, mencionó los nombres de mis padres, palabras que no había escuchado en mucho tiempo. Mis emociones se convirtieron en un torbellino. La mención de Hiroshi y Kaori, mis padres, desató una mezcla de nostalgia y tristeza. Un cálido escalofrío recorrió mi piel al escuchar sus nombres después de tanto tiempo. ¿Cómo conocía el espíritu a mis padres? ¿Qué conexión habían buscado? Antes de que pudiera articular una pregunta, la respuesta resonó en mi mente. 'Hace mucho tiempo, ambos también vinieron aquí buscando ayuda, y se las dimos', comunicó la figura misteriosa. ‘Papa… mama…’ Entre la sorpresa y la conmoción, mi corazón latía con fuerza. ¿Eran reales las palabras del espíritu o solo una manifestación de mi anhelo por conocer el paradero de mis padres? La incertidumbre se apoderó de mí mientras intentaba procesar la revelación. ¿Podría, finalmente, obtener respuestas sobre mi pasado y el destino de ambos?
Fue en ese momento cuando la figura del oso en la luz misteriosa comenzó a hablarme con voz propia y ya no en mi mente. -Portadora de la sangre helada, a través de generaciones, nuestro pacto ha sido forjado. Los Yuki, con su linaje de hielo, han buscado nuestra conexión para fortalecer su vínculo con la esencia fría que corre por sus venas. Invocamos a los osos polares, guardianes de la tundra helada, en momentos cruciales, y así ha sido desde tiempos inmemoriales.- ‘Invocaciones, osos…’ Si, algo sobre eso había escuchado de las palabras de mis progenitores, pero pensaba que era algo exclusivo para ninjas de alto rango; yo todavía seguía siendo una simple genin.
Sus palabras resonaron con la sabiduría de la antigüedad, y pude sentir la conexión intrínseca entre mi clan y los nobles osos polares. La figura del oso continuó, revelando historias de valentía y lealtad, destacando cómo mis padres, Hiroshi y Kaori, buscaron este pacto en su momento de necesidad. Ahora, esa misma conexión ancestral se extendía hacia mí, ofreciéndome la oportunidad de abrazar la herencia de mi linaje y la ayuda incondicional de los osos polares. -¡Eso, mis padres! ¿Qué sabes de ellos, dónde están?- Grité totalmente desesperada a la figura. Sí, esas historias están bien, pero me preocupaban eran mis padres…
Y entonces desperté... entre las sombras de la cueva helada, una penumbra donde la luz de los cristales de hielo parpadeaba en destellos titilantes provocados por la lámpara que había traído conmigo. La transición entre el sueño y la realidad se volvía borrosa, dejándome en un estado de confusión mientras intentaba discernir dónde terminaba la fantasía y dónde comenzaba la verdad. ¿Estaba de nuevo en la enigmática caverna del País de las Nieves, o todo había sido un capricho de mi mente? ‘Era todo un sueño… mierda’ pensé furiosa.
A pesar de la extrañeza que me envolvía, fragmentos fugaces del sueño persistían en mi memoria como ecos lejanos. El pacto de invocación, los sellos dibujados en la oscuridad, y la conexión con los osos polares. Inspiré profundamente, sintiendo el frescor del aire gélido, y decidí poner a prueba la autenticidad de esos recuerdos. Un impulso guio mis movimientos mientras mis manos se movían instintivamente realizando los sellos necesarios. La sangre, siempre aliada y testigo en los rituales shinobi, demandó su participación. Sin dudarlo, mordisquee un dedo, sintiendo la pizca de dolor que siempre acompañaba ese gesto. La sangre manó, teñida por la luz parpadeante de los cristales de hielo. Incliné la mano hacia el suelo de la cueva y, y fue entonces cuando un círculo con runas y kanjis se empezaba a materializar al rededor. Entonces, ahí estaba… un oso polar de tamaño medio acudía a mis necesidades.
El pequeño oso polar, con su pelaje blanco brillante, me observó con ojos curiosos y una expresión amigable. Mis ojos se encontraron con los suyos, y no pude resistir la tentación de volver a plantear la pregunta que resonaba en mi mente.
-¿Mis padres, tienes algún conocimiento sobre ellos?- Mi voz vibró en la caverna helada, pero el oso, a pesar de su capacidad para hablar, solo inclinó la cabeza con una expresión de desconcierto. Su respuesta resonó en mi mente de manera clara y amistosa. -Mil disculpas, joven ama Sayuri, pero desconozco en su totalidad cualquier información que le sea relevante en ese sentido.- Era evidente que mi invocación, aunque encantadora, no poseía el conocimiento que ansiosamente buscaba.
-Ya veo...- Murmuré, aceptando la realidad de la situación. -Me disculpo también por lo abrupto de mi pregunta. No era mi intención ponerle en una situación incómoda. Pero, ¿hay algo más que puedas decirme sobre el pacto entre nosotros y la conexión con mi clan?- Curiosidad brilló en mis ojos mientras aguardaba la respuesta del pequeño oso.
La criatura, ahora más relajada, se acomodó sobre sus patas traseras y comenzó a explicar, compartiendo historias de generaciones pasadas y la colaboración entre los Yuki y los osos polares. Habló sobre el propósito del pacto y cómo, a lo largo de la historia, los osos polares habían sido guardianes leales, invocados en momentos cruciales para proteger y servir a los miembros del clan Yuki.
-Incluso si no tienes información sobre mis padres, aprecio la conexión y la sabiduría que compartes-, expresé sinceramente. -Acepto este pacto con gratitud y determinación. Que esta alianza sea testigo de la fuerza y la lealtad, y que podamos avanzar juntos en los desafíos que el destino nos depare.-
En ese momento, un brillo etéreo se desplegó en la cueva helada, sellando el pacto entre la sangre helada de mi clan y los nobles osos polares. El pequeño oso polar asintió con aprobación, y sentí cómo la conexión entre nosotros se volvía más sólida. La incertidumbre sobre mis padres podría persistir, pero ahora, con esta nueva alianza, me enfrentaría al futuro con una fuerza renovada y la compañía de un aliado leal.
Chakra: 328-35= 293
A medida que avanzaba, la cueva se volvía cada vez más intrincada, con pasadizos estrechos y bifurcaciones confusas que desafiaban mi sentido de la orientación. Cristales de hielo colgaban del techo como estalactitas afiladas, y en algunos puntos, tenían la apariencia de hojas de cristal que crujían peligrosamente con el movimiento del viento. Casi parecía que en cualquier instante uno de estos cristales saldría disparado para clavarse en mí, o que incluso los muros de roca helada alrededor se cerrarían en un segundo, dejando a una joven Yuki en el olvido dentro de esa gélida cueva.
Mis sentidos se agudizaban a medida que avanzaba, tratando de discernir la dirección correcta. La luz azulada que se filtraba entre las grietas de hielo me guiaba, pero también generaba sombras que parecían danzar en las paredes. En varios momentos, me encontré con tramos que se sumergían en completa oscuridad, obligándome a confiar en mi intuición y en el suave brillo de mi chakra. Y era normal, ya me había adentrado bastante dentro de la misma, y en algún momento la luz del exterior se terminaría. Así que me tocó encender una pequeña bombilla de luz de aceite que traía conmigo para esta situación.
La temperatura descendía, y la humedad del aire se congelaba en pequeños cristales que flotaban en el ambiente. Aunque siendo una Yuki, sentía la presión del frío extremo, mantenía mi determinación inquebrantable. Y en este punto, se estaría preguntando el lector... ¿Qué hace Sayuri metida en esa cueva? Creo que ni yo misma lo sabría explicar... pero algo me atraía a ella, no era la primera vez que la recorría, aunque cada vez que entraba siempre parecía distinta, como si tuviese vida propia y por cada intención que tuviera la persona que ingresara, esta te pondría a prueba. O solo quizás era cosa mía para darle más epicidad al momento, y tan solo eran pequeños derrumbes por aquí y por allá por ya sea movimiento de la tierra o los deshielos.
La travesía se volvía más desafiante a medida que encontraba bloques de hielo que bloqueaban mi camino. Utilicé mis habilidades para manipular el hielo, creando pasadizos temporales y despejando el camino. Sin embargo, en ciertos puntos, enormes pilares de hielo caído bloqueaban la ruta, y tuve que demostrar paciencia y habilidad para sortearlos sin causar un derrumbe.
Después de superar cada obstáculo y sortear los desafíos de la cueva, llegué a una cámara central iluminada por una luz misteriosa. Mi mente bullía de asombro y perplejidad. 'Esto sí que es algo nuevo...' Reflexioné, cautivada por la maravilla del lugar. En el centro de la cámara, una presencia ancestral aguardaba, no como una figura imponente y desconocida, sino como un ser que, de alguna manera, parecía reconocer mi presencia y que, de hecho, esperaba mi llegada en aquel remoto lugar del País de las Nieves.
La voz resonó en mi mente, su tono profundo y sereno susurró palabras que se dispersaron como el viento helado. 'Portadora de la sangre helada', anunció, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. 'Tus padres, Hiroshi y Kaori, en su tiempo, también buscaron esta conexión.' Entonces, mencionó los nombres de mis padres, palabras que no había escuchado en mucho tiempo. Mis emociones se convirtieron en un torbellino. La mención de Hiroshi y Kaori, mis padres, desató una mezcla de nostalgia y tristeza. Un cálido escalofrío recorrió mi piel al escuchar sus nombres después de tanto tiempo. ¿Cómo conocía el espíritu a mis padres? ¿Qué conexión habían buscado? Antes de que pudiera articular una pregunta, la respuesta resonó en mi mente. 'Hace mucho tiempo, ambos también vinieron aquí buscando ayuda, y se las dimos', comunicó la figura misteriosa. ‘Papa… mama…’ Entre la sorpresa y la conmoción, mi corazón latía con fuerza. ¿Eran reales las palabras del espíritu o solo una manifestación de mi anhelo por conocer el paradero de mis padres? La incertidumbre se apoderó de mí mientras intentaba procesar la revelación. ¿Podría, finalmente, obtener respuestas sobre mi pasado y el destino de ambos?
Fue en ese momento cuando la figura del oso en la luz misteriosa comenzó a hablarme con voz propia y ya no en mi mente. -Portadora de la sangre helada, a través de generaciones, nuestro pacto ha sido forjado. Los Yuki, con su linaje de hielo, han buscado nuestra conexión para fortalecer su vínculo con la esencia fría que corre por sus venas. Invocamos a los osos polares, guardianes de la tundra helada, en momentos cruciales, y así ha sido desde tiempos inmemoriales.- ‘Invocaciones, osos…’ Si, algo sobre eso había escuchado de las palabras de mis progenitores, pero pensaba que era algo exclusivo para ninjas de alto rango; yo todavía seguía siendo una simple genin.
Sus palabras resonaron con la sabiduría de la antigüedad, y pude sentir la conexión intrínseca entre mi clan y los nobles osos polares. La figura del oso continuó, revelando historias de valentía y lealtad, destacando cómo mis padres, Hiroshi y Kaori, buscaron este pacto en su momento de necesidad. Ahora, esa misma conexión ancestral se extendía hacia mí, ofreciéndome la oportunidad de abrazar la herencia de mi linaje y la ayuda incondicional de los osos polares. -¡Eso, mis padres! ¿Qué sabes de ellos, dónde están?- Grité totalmente desesperada a la figura. Sí, esas historias están bien, pero me preocupaban eran mis padres…
Y entonces desperté... entre las sombras de la cueva helada, una penumbra donde la luz de los cristales de hielo parpadeaba en destellos titilantes provocados por la lámpara que había traído conmigo. La transición entre el sueño y la realidad se volvía borrosa, dejándome en un estado de confusión mientras intentaba discernir dónde terminaba la fantasía y dónde comenzaba la verdad. ¿Estaba de nuevo en la enigmática caverna del País de las Nieves, o todo había sido un capricho de mi mente? ‘Era todo un sueño… mierda’ pensé furiosa.
A pesar de la extrañeza que me envolvía, fragmentos fugaces del sueño persistían en mi memoria como ecos lejanos. El pacto de invocación, los sellos dibujados en la oscuridad, y la conexión con los osos polares. Inspiré profundamente, sintiendo el frescor del aire gélido, y decidí poner a prueba la autenticidad de esos recuerdos. Un impulso guio mis movimientos mientras mis manos se movían instintivamente realizando los sellos necesarios. La sangre, siempre aliada y testigo en los rituales shinobi, demandó su participación. Sin dudarlo, mordisquee un dedo, sintiendo la pizca de dolor que siempre acompañaba ese gesto. La sangre manó, teñida por la luz parpadeante de los cristales de hielo. Incliné la mano hacia el suelo de la cueva y, y fue entonces cuando un círculo con runas y kanjis se empezaba a materializar al rededor. Entonces, ahí estaba… un oso polar de tamaño medio acudía a mis necesidades.
El pequeño oso polar, con su pelaje blanco brillante, me observó con ojos curiosos y una expresión amigable. Mis ojos se encontraron con los suyos, y no pude resistir la tentación de volver a plantear la pregunta que resonaba en mi mente.
-¿Mis padres, tienes algún conocimiento sobre ellos?- Mi voz vibró en la caverna helada, pero el oso, a pesar de su capacidad para hablar, solo inclinó la cabeza con una expresión de desconcierto. Su respuesta resonó en mi mente de manera clara y amistosa. -Mil disculpas, joven ama Sayuri, pero desconozco en su totalidad cualquier información que le sea relevante en ese sentido.- Era evidente que mi invocación, aunque encantadora, no poseía el conocimiento que ansiosamente buscaba.
-Ya veo...- Murmuré, aceptando la realidad de la situación. -Me disculpo también por lo abrupto de mi pregunta. No era mi intención ponerle en una situación incómoda. Pero, ¿hay algo más que puedas decirme sobre el pacto entre nosotros y la conexión con mi clan?- Curiosidad brilló en mis ojos mientras aguardaba la respuesta del pequeño oso.
La criatura, ahora más relajada, se acomodó sobre sus patas traseras y comenzó a explicar, compartiendo historias de generaciones pasadas y la colaboración entre los Yuki y los osos polares. Habló sobre el propósito del pacto y cómo, a lo largo de la historia, los osos polares habían sido guardianes leales, invocados en momentos cruciales para proteger y servir a los miembros del clan Yuki.
-Incluso si no tienes información sobre mis padres, aprecio la conexión y la sabiduría que compartes-, expresé sinceramente. -Acepto este pacto con gratitud y determinación. Que esta alianza sea testigo de la fuerza y la lealtad, y que podamos avanzar juntos en los desafíos que el destino nos depare.-
En ese momento, un brillo etéreo se desplegó en la cueva helada, sellando el pacto entre la sangre helada de mi clan y los nobles osos polares. El pequeño oso polar asintió con aprobación, y sentí cómo la conexión entre nosotros se volvía más sólida. La incertidumbre sobre mis padres podría persistir, pero ahora, con esta nueva alianza, me enfrentaría al futuro con una fuerza renovada y la compañía de un aliado leal.
Chakra: 328-35= 293