[Rango C Autonarrada] Captura al Bandido
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Se habría paso entre toda la maleza que le rodeaba, árbol tras árbol mientras avanzaba por las ramas altas de cada uno, evitando cualquiera que pudiera llegar a cortar su camino con distintas maniobras las cuales buscaban conservar la velocidad que había obtenido. En la madrugada del mismo día había llegado una carta a su domicilio, una oferta de contrato con un contenido sorprendentemente directo y al punto, en el que se especificaba una petición para la captura de un bandido que había estado realizando sus actividades un pueblo cercano a los límites políticos del País del Fuego.

Si bien no significaba que se encontraran en una difícil situación política ni nada similar -porque seguía siendo mayormente jurisdicción de ellos-, la implicación de operativos portando representación de una aldea tan cerca de esa zona siempre suponía líneas pequeñas en las legislaciones, problemas y dilemas territoriales. Por ello, deliberaron que la mejor opción para todos sería la de contratar a una espada a sueldo que no estuviera anexada con nadie y estuviera dispuesto a tratar con el problema por la vía más discreta posible, entregando al habitante problema a las autoridades locales para que se procesara lo más rápido posible sin despertar miradas recelosas de naciones aledañas o de sus propios habitantes. Cuantos menos coros de protesta y acusaciones conspirativas, mejor.

En el mismo correo habrían anexado el mínimo necesario de documentos para que el mencionado mercenario, Yukine, fuera capaz de identificar al objetivo en cuestión y tratar con él como decidiera más adecuado siempre que evitara la mayor cantidad de violencia posible, y que no hubiese confusión alguna en medio. Una foto, una descripción simple de la persona y otra más detallada con respecto a lo que sabían de sus actividades. Un increíble gasto de papel que se resumía a un "No le rompas el cuello, no ha lastimado a nadie aún y queremos que así se mantenga arrojándolo a la prisión."

Con todo lo anterior en mente, el joven albo tomó rumbo al pueblo mencionado en la carta tan pronto como pudo vestirse para la ocasión y preparar su equipo, con su gigantesca espada Beastlord sellada dentro de un pergamino que cargaba a la altura de la cintura para disminuir el peso de carga a sus espaldas; siempre que la ocasión no ameritara su uso directo, o que su presencia pudiera favorecer al resultado de una misión, prefería mantenerla guardada en el mencionado pergamino.
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El viaje hasta el pequeño pueblo fronterizo había sido extenso, pero finalmente había arribado hasta el pequeño punto perdido en el mapa. La extensión del terreno era escasa y cada hogar guardaba una similitud con el resto que casi parecían haberse copiado a los diseños del otro sin miramiento alguno. Poco sorprendente, tratándose de un fenómeno que se veía comúnmente en los asentamientos de tan reducido tamaño y equivalente población, donde todos conocían el rostro de la persona viviendo inmediatamente a su lado y nada pasaba por debajo de la mesa. Una existencia tranquila que una parte de él podía llegar a envidiar si encargaba a su cabeza rondar el pensamiento lo suficiente, pero que entendía firme lo poco que podía permitírselo. Quizá un día podía permitirse dejar todo atrás, aunque sea por un par de días, y pensar en nadie más que él mismo con total abandono de preocupación.

Observó desde la distancia mientras sopesaba un plan, oculto entre la naturaleza justo antes de entrar al pueblo. Aunque usualmente preguntaría por todos los establecimientos del lugar en busca del bandido para facilitar la ejecución de su tarea, contaba con una ventaja técnica en esta ocasión: Tenía un retrato sorprendentemente detallado de la persona a capturar y la ruta que frecuentaba para apropiarse de las posesiones ajenas. Es decir, sabía quién era y dónde podría encontrarlo. La única interrogante que le faltaba solventar era... El cómo.

Se mantuvo pensativo por un tiempo, sopesando las posibilidades que existían; aunque podía tratar la aproximación mas directa, siempre existía la posibilidad de que el hombre intentara marcharse a hurtadillas del lugar o se ocultara en un punto estratégico, pues seguía siendo un pueblo que el implicado había frecuentado muchísimo mas tiempo que Yukine, un recién llegado. La peor posibilidad entre todas sería que intentara fugarse al limítrofe País del Rayo, donde podía complicar todavía más la única razón por la que lo habían contratado a él en primer lugar.

La respuesta llegaría eventualmente: No tenía que ir él, sino darle una razón al asaltante para que se acercara por su propia volición. Tenía que hacer uso de un señuelo que llamara su atención, y que buscara cerrar la distancia para retenerlo y restringir su movimiento, con ello su posibilidad de escapar. Para ello, haría uso de una de las artes más básicas que conocía, una aplicación casi cómica del Ninjutsu que hasta la fecha había recibido poca utilidad.

Henge no Jutsu


El Henge no Jutsu. Una técnica que utilizaría para asumir la apariencia de una mujer que ya había visto sus años mozos pasar. Vistiendo ropa holgada, una pequeña joroba y manos que amenazaban con desmoronarse ante la más ligera brisa, el joven albo imitó los manerismos de una mujer de edad mientras avanzaba por la ruta constantemente acechada por el bandido hasta que...

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-¡Suelta todo lo que llevas, vieja!- Una voz carrasposa, claramente desgastada y maltratada, anunció su demanda. El bandido en cuestión no tardó en presentarse con cimitarra en mano, dejando en claro cuán poco podía discriminaba de transeuntes y cuán dispuesto estaba de exhibir una falsa superioridad basada en estar armado. Siguiendo su papel actuado, el Shinobi asumiendo la forma femenina levantaría las manos tímido y balbucearía, dejándose caer hacia atrás sobre su propio trasero mientras que levantaba sus manos en busca de piedad. 

-¡Tch, ni mantenerse de pie sabe!- Claramente molesto, el asaltante se acercaría para intentar sacarle las pertenencias, sabiendo que seguramente perdería tiempo si esperaba a que la mujer se levantara. Una vez estuviera a suficiente distancia y una mano intentara llegar al cuerpo de la mujer, el albo actuó: Su zurda sujetó uno de los brazos del bandido mientras que la otra conectó un golpe directamente en el diafragma; aprovechando cualquier shock, se movería rápido hasta la espalda del bandido para rodear su cuello con un brazo y ahorcarlo, algo que aprovechó su falta de aire para moverlo pronto a un estado de inconsciencia. 

Deshizo su transformación en ese preciso instante, y de su portautensilios sacó una sustancial cantidad de hilo metálico, uno que usaría para atar las extremidades del hombre con sobrepeso tras su espalda, y sus piernas una junto a la otra para impedir que pudiera zafarse y echar a correr. Una vez asegurara que el hombre no tenía posibilidad de movimiento, suspiró tendido. -Va a ser un fastidio moverlo de aquí hasta Konoha...- Se rascó la cabeza, intentando no pensarlo de más. -¡Bueno! La parte más tediosa ya está, el resto es solo paciencia y unas cuantas paradas en el camino para descansar. ¡Misión completada! Ahora a ver si los locales pueden rentarme un transporte para cargar al hombre... O un animal de carga, como mínimo.- Comentó para si mismo, arrastrando al hombre inconsciente consigo para realizar las preparaciones necesarias en su viaje de vuelta.
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Última modificación: 18-12-2023, 01:22 AM por Staff.
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