Entre sombras y sonrisas.
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Última modificación: 10-12-2023, 01:58 AM por Sayuri.
No había transcurrido mucho tiempo desde el día en que crucé las puertas de la Academia Ninja de la Aldea. No es que me desagradara la idea de convertirme en una shinobi de la villa; lo que me inquietaba era la perspectiva de seguir al pie de la letra las directrices impuestas por aquellos del Imperio.

Fue en uno de esos días que se perdían en la rutina cuando nuestros destinos se entrelazaron en la Academia. Hana, una recién llegada como yo, compartía mi estatura, pero nuestras diferencias radicaban en los matices que nos hacían únicas: sus ojos avellana contrastaban con los míos, y su cabello castaño tenía ese tono mostaza que lo hacía inconfundible. A pesar de estas peculiaridades, una conexión instantánea nos unió como amigas en ese mundo de aprendizaje ninja.

Una sonrisa ilumina el rostro de Hana mientras me observa con atención. "Veo que te estás enfrentando a algunos problemas con la técnica. Soy Hana", dice con amabilidad.
Agotada después de varios intentos de controlar el chakra, la escuché a medias, pero dirigí mi mirada hacia la suya, capturada por su sonrisa. "Hana, ¿verdad? Sí, sí, eres muy perceptiva."


Había ofrecido amablemente su ayuda para perfeccionar la técnica. Aunque mi confianza se vio ligeramente afectada, ya que solía considerarme bastante competente en lo que hacía y no creía necesitar ayuda, sobre todo de alguien que tenía la misma cantidad de experiencia que yo. Sin embargo, siempre me enseñaron a ser educada y amable, así que acepté su generosa oferta.


Hana y yo nos convertimos en compañeras de entrenamiento, desafiándonos mutuamente para perfeccionar la técnica. Nos adaptamos a diferentes entornos, cambiando la estrategia de nuestros clones según las circunstancias. Era como bailar con sombras, una danza de chakra que nos llevaba más allá de nuestras habilidades iniciales.
Pasivas
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Con el tiempo, Hana y yo nos convertimos en compañeras hábiles. Después de dominar la técnica de los clones, decidimos enfrentarnos a un nuevo desafío: un jutsu que cambiaría nuestra apariencia de manera ilusoria. Un día, durante una lección especial en la Academia, nos intrigó un jutsu que permitía engañar la percepción visual de los demás, transformándonos en diferentes personas, aun que solo fuese de manera visual.

Nos sumergimos en el entrenamiento, perfeccionando cada detalle de este arte ilusorio. Aprendimos a moldear nuestro chakra para recrear rasgos faciales, gestos y hasta la voz de personas específicas, aun que esto ultimo si se nos escapa de nuestro conocimiento. Cada sesión era una danza entre la realidad y la ilusión, donde nuestros cuerpos se convertían en lienzos para pintar cualquier identidad que eligiéramos.

A medida que avanzábamos en nuestro dominio de esta técnica, nos volvimos invisibles entre la multitud, cambiando nuestras apariencias para divertirnos un poco. Pero, a pesar de la diversión, siempre recordamos la responsabilidad que venía con el poder de estas habilidades. La línea entre la realidad y la ilusión se volvía cada vez más borrosa, pero Hana y yo entendíamos que el verdadero arte del ninja no solo radicaba en las habilidades, sino en el uso ético y sabio de ellas. Con cada transformación, nos acercábamos más al ideal de ser shinobis completas.
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Última modificación: 10-12-2023, 01:55 AM por Sayuri.
A medida que perfeccionábamos nuestra nueva técnica, encontramos momentos para compartir no solo habilidades, sino también historias. En una tranquila tarde, con el sol despidiéndose en el horizonte, Hana y yo nos sentamos en una formación de rocas. Mientras el crepúsculo iluminaba nuestras siluetas, decidí indagar sobre el pasado de Hana, y ella, a su vez, mostró interés en conocer el mío.

"Hana, siempre he sentido que las historias de todos tienen algo valioso. ¿Te gustaría compartir un poco sobre tu vida antes de la academia?", pregunté con curiosidad.

Hana asintió, sus ojos reflejando un matiz de melancolía. "Vengo de una familia de comerciantes. Mis padres tenían una tienda en una pequeña aldea, llena de especias y telas vibrantes. Pero un día, unos bandidos saquearon nuestro negocio. Fue devastador. Mis padres resistieron hasta el final, pero..." Hizo una pausa, lidiando con la carga de esos recuerdos. "Me encontraron entre los escombros, la única superviviente. Un bondadoso ninja me llevó a la aldea más cercana, y pues ahora estoy aquí hablando contigo".

Con empatía, compartí un poco de mi propia historia. "Yo también tuve un comienzo difícil. Mi familia nunca le fue del todo leal al imperio, lo que provocaría momentos de dolor y pérdida. Decidí que, en lugar de dejar que eso me consumiera, buscaría la fuerza y las habilidades para enfrentar lo que vendría". No quise indagarle mucho sobre la rebeldia de mis padres, y me sentia mal por dentro al no serle del todo sincera con las palabras. 

Nuestras historias se entrelazaron, y mientras el anochecer nos rodeaba, las risas se mezclaban con el susurro del viento, formando un lazo entre nosotras que desafiaba los desafíos del pasado.
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Un día, nuestra progresión no pasó desapercibida para el experimentado sensei de la academia. Takeshi, un maestro con mirada aguda y postura firme, se ofreció a orientarnos en nuestro entrenamiento. Su experiencia se convirtió en nuestra brújula, proporcionando perspectivas valiosas y refinando nuestra técnica.

"Veamos cómo manejan esta habilidad en situaciones más desafiantes", nos desafió Takeshi, instándonos a elevar el nivel de dificultad en nuestros entrenamientos. "He notado que hasta ahora se han enfocado en jutsus básicos de ilusión y confusión. Si desean engañar aún más a su rival, especialmente en combate, esta técnica es perfecta para jóvenes aprendices como ustedes".

Nos llevo a un lugar al aire libre donde cualquier cantidad de objetos estaban esparcidos por doquier, junto con algunos muñecos de prueba desgastados por el uso constante de jóvenes shinobis. "Bien, fíjense en los sellos que usaré y observen atentamente lo que sucederá", nos comentaba Takeshi mientras comenzaba a realizar el jutsu.

En un abrir y cerrar de ojos, su figura desapareció ante nosotros, dejando en su lugar un tablón de madera, al mismo tiempo que alguien tocaba mi hombro derecho. Sabía que Hana estaba a mi izquierda, por lo que ella no podría ser. Giré rápidamente y allí estaba Takeshi.

"Oh, un jutsu de intercambio", exclamaba Hana, quien también se había girado.

Nuestro lugar de entrenamiento se transformó en un campo de pruebas improvisado. Seleccionamos objetos de diversas formas y tamaños, desde rocas hasta barriles, perfeccionando la capacidad de cambiar nuestra posición en un abrir y cerrar de ojos.

El primer intento fue un poco torpe. Al intercambiar lugares con un barril, terminé rodando colina abajo, mientras Hana quedaba atrapada dentro de él. Después de algunas risas y ajustes, comenzamos a afinar la técnica. Aprendimos a sincronizar nuestros movimientos para hacer el intercambio casi instantáneo. Pronto, estábamos utilizando la técnica en combates simulados. Engañábamos a nuestros oponentes, haciéndolos atacar objetos inofensivos, mientras nosotros, rápidas como el viento, los enfrentábamos desde otra dirección.
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