Última modificación: 19-12-2023, 10:23 PM por Shin.
13 de Septiembre 14 D.K.
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La luna llena de otoño. Deambuló toda la noche alrededor de la laguna.Ya era medianoche. El clima era frío en aquel lugar en aquella época del año, no obstante, el firmamento estaba precioso, razón más que suficiente para abandonar el calor del brasero y disfrutar de un paseo nocturno bajo el rocío.
Había decidido cambiar de aires durante una temporada porque necesitaba despejar la mente y aclarar las ideas. Su vida se desmoronaba por momentos y lo que había entendido hasta entonces como su particular forma de sobrevivir en aquel cruel e inhóspito mundo a su miserable existencia había dejado de tener sentido cuando comenzó a hacerse todas aquellas preguntas tan existenciales. No tenía ningún tipo de sentimiento de pertenencia a ningún sitio ni nadie que considerase lo suficientemente importante como para profesar algún tipo de sentimiento o mostrar apego, no obstante, le había quedado claro algo en aquel viaje de revelador: el destino le tenía reservado algo mucho más grande, aunque todavía no comprendiese el qué.
En aquel lugar casi legendario se respiraba paz y tranquilidad, algo que estaba en total contraposición con los sucesos que habían tenido lugar en aquel emplazamiento en donde se habían llevado a cabo confrontaciones de gran magnitud y derramamiento de sangre antaño. La atmósfera era extraña, pesada y a la vez ligera, tranquilizadora y amenazante. Era un lugar en el que si uno cerraba los ojos y se concentraba lo suficiente logrando aislarse de todo lo demás, logrando armonía de cuerpo y mente con el momento y el lugar podía descubrir cosas tan importantes como su lugar en la vida. Sabía que había perdido cosas en el pasado porque así se lo habían hecho saber, aunque no tuviese ningún tipo de noción sobre su auténtica identidad o la gravedad de los acontecimientos que habían sucedido antes de que perdiese la memoria y se convirtiese en un nuevo ser, un cascarón carente de identidad. También era consciente de que había algo que le faltaba en su vida y aunque no supiese de que se trataba pensaba descubrirlo.
Sus pasos se volvieron cada vez más lentos hasta que se detuvo en un claro en medio de un pequeño bosque, desde el cual se podía escuchar el ruido de una fuente de agua cercana y el sonido de las hojas mecidas por la suave brisa del viento. Decidió que aquel sería un lugar perfecto para una pequeña sesión de meditación, así que se sentó sobre sus rodillas y cerró los ojos, dispuesto a alejarse de todo lo que le rodeaba, centrado en la reflexión y la introspección.