Cacería del gato y la asesina [Priv. Kurami]
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Última modificación: 30-11-2023, 01:59 AM por Yukine.
--Flashback, una semana atrás--

La oscuridad siempre fue una excelente herramienta. Aunque admitía que tenía preferencia por los lugares vivaces, rebosantes de color e iluminación, era imposible para él negar que los terrenos oscuros le habían resultado tremendamente útiles cuando las ocasiones correctas se presentaban. Concretamente, siempre que contara con la ventaja del factor sorpresa y conocimiento sobre su objetivo, los contratos que consistían en eliminar o capturar objetivos de importancia se convertían en una sencilla lista de pasos a seguir que rara vez le hacían mala cara. Entrar, avanzar a través de cada punto ciego para evadir escoltas, tratar con el cazado, salir. Era favorable saber que más de la mitad eran lo suficiente vanidosos como para no mantener guardias activos en sus habitaciones. 

Ojalá hubiera sido igual esta vez, a cambio siendo recibido por un final diferente. El sistema de túneles en el que se había infiltrado esta vez era una de las muchas arquitecturas complicadas de las que tanto se enorgullecía el País de la Tierra, un lugar en el que toda mano armada local jugaba con una ventaja palpable en contra de un extranjero que careciera de experiencia en el ámbito de asesinar. O que no tuviera la capacidad de obtener planos del lugar, algo que Yukine si podía permitirse gracias a los contactos que había cosechado a lo largo de los años, convenientes pequeñas minas de oro que compartirían cuanta información quisiera el cliente siempre y cuando estuvieran dispuestos a partir de una mínima, para nada módica suma de dinero.

No era práctico para él quemar dinero en algo que no podía garantizarle un reintegro, mas aún cuando velaba por dos cabezas para llegar a fin de mes... La medicina no era particularmente económica cuando era tan especializada, pero no podía poner excusas. La enfermedad de Hanako tampoco las pondría, ni tenía miramientos o dudas con destrozarla desde dentro cada día que no pudiera proveérsela. La información comprada, bajo esa luz, era tan solo una inversión que le garantizaba un premio en metálico mucho mas grande y un seguro que en su mínima expresión le garantizaba un porcentaje de supervivencia mas alto de lo normal. Júbilo para su alma, tranquilidad para su mente. 

Lo que inició como un plan sigiloso tardó poco en mutar a una masacre. Cuerpos de guardaespaldas dispersos a lo largo del recinto, el objetivo del contrato con un Shuriken justo en su entrecejo, rastros de sangre en cada pared que el ojo difícilmente podía cubrir y llamas temblorosas sobre múltiples velas que intentaban débiles iluminar el lugar sin éxito alguno. Después de todo, la gran mayoría de éstas ya habían perdido su cabeza a armas arrojadizas perdidas o técnicas que se perdieron en el altercado imprevisto con una desconocida que le había arrebatado su objetivo por pocos segundos.  

El manto de oscuridad que resultó de todo lo anterior era perfecto para ocultar impecablemente la identidad de los dos presentes, pero esto también significaba que jugaba a favor de la asaltante sin rostro tanto como para Yukine. Solo consiguió sonsacar su género gracias a la silueta femenina que escasamente se mostraba a través de la ausencia de color, y el hecho de que llevaba un vestido por las porciones de tela que se arrastraban en cada movimiento que hacía, nada suficiente para apuntar un nombre u origen. 

En su mano derecha sujetaba un Kunai con fuerza, el instrumento que había usado para bloquear las múltiples estocadas que ella había utilizado en un intento de cincelar su cuerpo; su Wakizashi -y con mayor razón Beastlord- estaban completamente fuera de la ecuación, pues los pasillos estrechos impedían usar efectivamente cualquier arma mas larga que un Tanto. La falta de información sensorial nuevamente jugaba en su contra: Sin poder descartar que utilizara veneno o algún tipo de mejora elemental en su inapreciable arma de filo, incluso un único golpe que conectara en él podía considerarse letal en su mente. Aunque sin poder ver mas allá de un brazo de distancia, necesitaría revisarse de pies a la cabeza al primer instante que pudiera ocultarse y mantener un perfil bajo, sin riesgo a ser detectado, para intentar tratar cualquier laceración que pudiera pasar desapercibida y sus posibles consecuencias.

Ni siquiera intercambió palabra alguna con la intrusa, un acto preventivo que buscaba no darle el mas mínimo rastro que pudiera permitirle a ella rastrearlo hasta crear una oportunidad de venganza. Peor aún, no se permitía hacerlo para no poner en la línea de tiro a su hermanita. Esperó paciente su próximo movimiento, mientras intentaba dar con una manera de cegarla, salir de su rango visual y desaparecer sin permitirle posibilidad de persecución alguna.
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En una pequeña mansión dentro de la Zona exclusiva del Clan Origami, una pequeña fiesta familiar se estaba llevando a cabo, el hijo mayor (Primo de Kurami) del patriarca de esa rama del Clan había sido ascendido no hace mucho a Jounin. Por eso la familia se encontraba celebrando con algo de alcohol y comida refinada el gran logro del próximo líder de la rama.

Kurami como siempre, se encontraba aburrida y molesta por tener que participar en dichos eventos, usando su clásico vestido negro elegante para mostrar su imagen noble al resto de la familia noble de los Origami. La chica se encontraba alejada del resto, en un pequeño sofá de una sola persona, sentada, pensando en sus padres, porqué claro, el ver como su tío y padre adoptivo, festejaba con orgullo y amor a su hijo recién ascendido le causaba un dolor profundo en su corazón al saber que ella no podría nuca vivir esa experiencia.

Mientras el padre bebía un poco de vino junto a su esposa, un Ninja de Iwagakure ingresó al lugar de forma sigilosa y se acercó al hombre para decirle unas cuantas palabras al oído. El hombre sonrió mientras asentía con la cabeza para después comenzar a caminar hacía Kurami, se acercó a su oído y habló con ella. Kurami se levantó y abandonó la fiesta por una puerta trasera de la mansión comenzando su camino hacia la salida de Iwagakure, tanta fue su urgencia que ni si quiera tuvo tiempo de cambiarse, pero que más daba, todo con tal de no escucharle el hocico a su tío.

La situación era sencilla, un contrabandista menor buscado por las autoridades se encontraba cerca de Iwagakure, dentro del País de la Tierra, se estaba reuniendo con algunos otros hombres para realizar un intercambio de armas ilegales, y obvio que, al ser un criminal, no faltaba quien de su mismo mundo quisiera verlo muerto. Kurami se apresuró lo más que pudo, sabía que la misión que le había encomendado su tío era importante (No para ella) pero tenía que cumplir y mantener a su tío contento, al menos hasta que pudiera deshacerse de él.

No pasó mucho para que Kurami ingresara a un sistema de cuevas en el suelo del País de la Tierra. Kurami conocía muy bien el lugar debido a que su larga estadía ahí la había obligado de cierta forma a tener que conocer el país al derecho y al revés, sumado a que en sus misiones ninja le era muy útil el conocer ese tipo de complejos. Una vez dentro, pudo observar como el contrabandista se reunía con varios hombres corpulentos, entregando las armas y esperando su paga.

Se trataba de criminales de poca monta, así que no eran tan fuertes, pero siempre se debe tener cuidado. Kurami tenía la sangre fría y estaba decidida a cumplir con la misión, por suerte, siempre cargaba con ella sus bolsillos ninja a pesar de mantener su vestido de gala, tomó un Shuriken y desde su posición, lanzó la poderosa arma arrojadiza hacía el contrabandista, logrando darle de lleno en su entrecejo. Rápidamente, el resto de hombres presentes se pusieron alerta, Kurami bajó de su zona alta y comenzó a apuñalar y cortar a los hombres que tenía cerca, no le importaba nada, solo le interesaba acabar con ellos.

Obvio no acabó con todos, algunos aún quedaban vivos, pero agonizando, sus súplicas y agonía eran como música para los oídos de Kurami, disfrutaba ver el dolor de aquellos criminales con una gran sonrisa en su rostro. Manchas de sangre por doquier y las velas que iluminaban el lugar, pocas quedaban encendidas, dándole al lugar un ambiente más lúgubre y terrorífico, Kurami solo sonreía hasta que se giró y lanzó un Shuriken hacía la oscuridad, obvio no dio en el blanco, pero si reveló a un último sujeto, Kurami no alcanzaba a ver el rostro del hombre frente a ella, pero sabía que debía acabar con él.

Sin mediar palabra, se lanzó con la mayor velocidad que pudo hacía el único sujeto que aún se encontraba sin herir en aquel lugar, buscando acertar un corte directamente en su cuello. El poco espacio dentro de las cuevas no le permitía ser tan hábil con su Kunai, pero tenía que intentarlo, estaba decidida a no dejar un alma viva en aquella cueva del País de la Tierra y para eso, debía acabar con el chico recién llegado
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Última modificación: 14-12-2023, 10:13 PM por Yukine.
El shuriken diestramente lanzado hacia sí mismo consiguió provocarle un sobresalto que delató su posición y un reflexivo movimiento de su Kunai que se interpuso entre el afilado metal y su propia carne, una acción completamente inesperada al asumir que su posición hasta el momento no había sido comprometida en ningún momento; gravísimo error que pagaría con creces al instante en que la intención asesina de la segunda infiltrada se hizo palpable en el aire. Una mirada asesina que brillaba por encima de la oscuridad, un sentimiento de querer acabar con toda vida que se cruzara en medio de su camino, no tardó mucho en entender que quienquiera a quien había conseguido hacer enojar se trataba de una persona peligrosa, a falta de decir que una persona sumamente problemática de lidiar. 

Abalanzándose hacia él con desenfreno y sin sopeso alguno de las consecuencias, la figura bañada en sombras no perdería instante ni oportunidad alguna y arremetería incansablemente, algo que le hizo retroceder en múltiples ocasiones mientras desviaba como mejor podía cada intento de lacerar su carne. Lejos de sentir un alivio de poder mantenerse a un nivel equivalente de la figura, la notable insistencia hacia clavar un corte directamente sobre su cuello reforzaba aquello que ya había deducido con anterioridad: Una sed de sangre demoniaca poseía a quien sujetaba el Kunai en su contra, apuntando cada intención dañina al cuello del joven albo.

De quien quiera que había provocado una ira latente no solo quería observarlo muerto en el suelo, sino desangrándose en el suelo mientras agonizaba bajo el ardor de sus músculos diseccionados y su sangre brotando de la herida susodicha. Era la esencia mas pura del desquiciado sadismo, y su experiencia personal le había enseñado cuán riesgoso era cada encuentro con individuos así; en cada pelea completa donde uno de los lados opositores concordaba con las características mencionadas siempre había perdida y nunca un verdadero ganador, pues siempre acababan dejando daños permanentes que el ganador cargaría por el resto de su vida consigo. 

Fue en una de estas arremetidas que, ante la falta de luz y un descuido en su agarre, el filo del Kunai contrario resbaló sobre el suyo y consiguió hacer una herida descendente que penetró en las vestimentas que llevaba, dejando una apertura que condujo a una herida a la altura del esternon, visible y lo suficientemente profunda para amenazar con convertirse en una futura cicatriz que solo con muchísima suerte se desvanecería con los años en el color natural de su pálida piel.

Pero no estaba tan desprotegido como parecía. Al contrario, fue la oportunidad perfecta para aprovechar la demostrada personalidad contraria a favor de sí mismo. Lejos de mostrarse desprotegido y recibir el daño sin repartir consecuencia alguna, su mano soltaría la empuñadura del Kunai y lo dejaría caer libremente, para usar la mano recientemente desocupada aún cercana al Kunai y agarrar firme la muñeca femenina. En un movimiento, tiraría de ella hacia él para propinar un rodillazo a la altura del vientre; si tenía suerte, el impacto no solo le sacaría el aire sino que además le dejaría un moretón con el que lo recordaría por semanas hasta que consiguiera sanar del todo.

Independiente de que el impacto fuese exitoso o no, en caso de que el agarre si hubiera conseguido conectar, utilizaría el susodicho para arrojarla en dirección a la espalda de él para hacer distancia entre ambos. Aún adolorido y con una molesta sensación de ardor en la zona afectada, su mano se hundiría en su portautensilios y, en un rápido movimiento, sacaría una bomba de humo que ubicaría en la unión del índice y el pulgar. Cauteloso, realizaría una cadena de sellos manuales que prepararían una técnica Fuuton para sacarle del aprieto, reventando la bomba de humo en la última de las señas de manos por el movimiento necesario y dispersando el humo en la ya reducida cueva con él como epicentro y opacando completamente la ejecución de su técnica si carecía de técnicas sensoriales. 

Tobidasu

Chakra: 366/396

Si la chica intentaba atacar el humo y conseguía dispersarlo, se encontraría con la ausencia total del albo en la escena, un juego mental que permanecía solo gracias a la ceguera artificial que proporcionaba la bomba de humo.

La realidad no podía ser mas alejada de la mentira que contaba a los sentidos de la mujer; usando la intención de mimetizarse con el ambiente gracias a su técnica, al momento de reventar la bomba de humo, el cuerpo de Yukine se habría desplazado hacia el muro derecho de la cueva y allí habría entrado en efecto Tobidasu, se habría colocado lo más que podía contra éste y utilizaría la actual falta de visibilidad sobre su cuerpo para hacer un falso efecto de haber desaparecido por completo, siempre que dependiera exclusivamente de sus cinco sentidos. Su cuerpo además se había colocado por encima de la herida a la altura de su esternon, presionando para bloquear la salida de sangre que pudiera delatar su posición. 

Ahora solo quedaba ver si se creía su estratagema y podía marcharse del lugar caminando, con la cautela que fuera necesaria.
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Con una furia asesina, La Origami se lanzaría contra el recién llegado, buscando clavar el filo de su Kunai en la carne de su cuello para obviamente, mandarlo al otro mundo, no podía dejar a nadie vivo ahí. Aquella cueva del País de la Tierra se llenó completamente con el sonido metálico de los Kunais chocando, por un lado, una chica con una sed asesina y por el otro, un chico intentando defenderse y salir vivo de ahí.

Kurami comenzaba a hartarse de tanto choque, detestaba tener la misma destreza o incluso, una inferior a su rival, quien parecía manejar su arma con extrema habilidad, todo lo contrario, a la Origami quien, a pesar de saber usarlo, no tenía la misma destreza que el recién llegado. Por alguna razón, la mente de Kurami se llenó de varios flashbacks de todos tus actos, múltiples cadáveres manchados de sangre en el suelo y a una chica con una sonrisa sádica en su rostro, disfrutando de la muerte y el dolor de los demás, Kurami no sabía porqué justo en ese momento empezaba a ser atormentada por sus actos, como si alguien quisiera que recordara sus pecados, en un acto de ira hacia esos recordatorios, logró deslizar la hoja de su Kunai por la hoja del Kunai del chico, logrando hacerle un corte bastante profundo en su tórax, la sangre salpicó por los suelos, el brazo y la cara de Kurami, quien al sentirla, sonreiría

(Ya te tengo…)

Una sonrisa llena de sadismo se dibujaría en el rostro de la Kunoichi de la Roca, ya lo tenía, había logrado hacer un corte en el pecho del contrario, básicamente, Kurami ya se hacía con la muerte del albo en sus manos, pero… ¿El chico se dejaría matar?, obvio no y él reaccionaría con bastante rapidez al tomar la muñeca de la chica y tirar de ella para asestar un fuerte rodillazo en su abdomen, Kurami sintió un dolor enorme recorrer todo su cuerpo, no gritó, apretó los dientes y su sonrisa sádica fue reemplazada por una mueca de dolor, incluso, un poco de sangre salió por su boca debido al fuerte golpe, la chica luego sería arrojada, cayendo de espaldas al suelo, la chica doblaría sus rodillas y de un salto se podría de pie nuevamente notando una gran nube de humo gracias a la poca iluminación que otorgaban las velas. Con ira, la chica lanzaría el Kunai en esa dirección, pero lo único que escuchó fue un sonido del metal chocando con la roca, el albo había abandonado el lugar.

(¿¡A donde mierda se fue!?)

Pensó Kurami para después colocar sus brazos alrededor de su abdomen mientras se enconchaba un poco y apretaba sus párpados y sus labios

(Te encontraré… ¡Y te mataré!)

La chica había perdido el combate si se podría decir, ya que no logró su objetivo que era asesinar al tipo, un gran sentimiento de rivalidad y enojo inundó a la chica, jurando que si algún día lograba verlo, lo mataría, ¿Cómo lo encontraría?, no lo sabía… o talvez sí… aquella herida en su pecho… fue lo bastante profunda como para dejar una marca… era lo único que Kurami tenía para encontrarlo, pero obvio no iba a ir con cada hombre que viera quitándole la camisa para ver si tiene una marca pero el destino es raro y seguramente ya los podría a los dos juntos nuevamente. Por ahora, su misión estaba completa, la chica se acercaría a su Kunai en el suelo y lo tomaría para guardarlo, comenzando a caminar a paso lento debido al dolor en su abdomen hacía la salida más cercana de la cueva dejando tras de sí una masacre de unos cuantos bandidos
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Última modificación: 08-01-2024, 06:13 AM por Yukine.
Una movida en extremo improvisada de su parte pero que milagrosamente había funcionado en contra de la asesina de mente afilada. A veces, las improvisadas estratagemas que emergían de su cabeza salían mejor de lo que él mismo podía esperar y se sentía en la obligación de soltar un suspiro pesado en señal exteriorizada de cada músculo de su cuerpo relajándose al alejarse del peligro. Una acción instintiva que en este caso no llegó a darse jamás, pues el sonido de tal movimiento de aire acabaría por delatar su posición de la forma mas torpe posible. No, al contrario, su garganta se cerró con tal fuerza que se aseguró que ningún sonido saldría de ésta, y con ello ningún sonido.

Ambos habían dejado una marca en el cuerpo del otro, algo que les saldría mucho mas caro de lo que cualquiera de los dos podía esperar y a muy poco plazo. Pero por lo pronto, lo último que podía permitirse pensar era en la naturaleza de ésta herida. Profunda como había conseguido ser, sentía el ardor respectivo de la herida cortante escocer en su piel y carne al punto en que el esfuerzo por no gesticular la sensación se volvía tan difícil como canalizar una técnica. Requería cada pizca de concentración que no estuviese asignada a otra tarea ya, como lo era la de mantener su camuflaje, pero al final conseguiría demorar el instinto lo suficiente como para permitir la huida bajo engaño de la silueta femenina. 

Esperó varios minutos a la salida de la figura desconocida, hasta que incluso el eco de los pasos se perdió en toda la extensión de la cueva y cualquier repetición dejó de existir. Por fin, se permitió dar rienda suelta al ritmo de su respiración; si bien intentaba cuanto podía para mantenerla a un volumen bajo y rítmico intentando recuperarse y amortiguar el dolor, no era difícil observar la diferencia. Sus pulmones ahora si hacían el esfuerzo que se merecían, intentando inundar al cuerpo de muy necesario oxígeno para dar lugar a su recuperación.

Se recostó contra la pared rocosa más cercana, dejando caer su peso contra ésta y disipando la técnica de viento que le mantenía oculto al ojo desnudo. Su mano paseó por la herida, reflejándose una clara molestia al mínimo tacto y posteriormente observando el líquido carmesí brotar de la nueva apertura en su pecho. La molestia era lo último que le preocupaba, necesitaba limpiarse la herida cuanto antes si no quería enfrentar una infección posterior. -Quien quiera que fuera... Definitivamente es peligrosa. Si llego a encontrarla nuevamente, tendré que actuar antes que ella.- Murmuró para sí mismo, un enorme supuesto en el escenario en el que un reencuentro tuviera lugar, y fuesen capaces de reconocerse con la poca información a su disposición. -Pero por ahora necesito atender a otras prioridades.- De su portautensilios removería un frasco diminuto, una cantidad apenas suficiente de alcohol para una única desinfección para ocasiones como ésta. Apretó los dientes, preparado para maldecir a todos los muertos de cuatro generaciones al momento en que la primera gota cayera sobre su herida. 

--Una semana después, de vuelta a la actualidad (Del tema)--

Su estadía prolongada en el País de la Tierra se atribuyó mayormente a una investigación mayormente personal que había estado conduciendo por sí mismo, un tema de interés que le llamaba la atención no para poder pertenecer al grupo del que investigaba, sino por la preocupación que le generaba los mencionados Jashinistas que rondaban en el mundo Shinobi.

La información sobre ellos era ridículamente escasa, y cualquier nombre que pudieran haber encontrado estaba en un nivel de resguardo suficiente para solo dar acceso a personas con rango Jonin para arriba pertenecientes a cada respectiva aldea. Sin duda no le soltarían tal nugget de información al primer mindundi que la solicitara, a falta de decir que cualquiera abiertamente interesado tendría cuatro filos a sueldo en la garganta en el primer callejón oscuro que cruzara.  

Aun así no se rindió, sentía que estaba cerca de una pista importante como para tirar la toalla tan pronto y por tan poco. El mencionado intento de hallazgo se encontraba en una biblioteca de Iwagakure, propiedad de uno de los hombres con sospechosas cantidades de dinero que seguramente se ganaba la vida haciendo tratos por debajo de la mesa.

Un tema en el que él no indagaría en demasía siempre que no consiguiera absolutamente nada de ello; si encontraba la información que quería en la mencionada biblioteca y carecía de formas para sonsacarla sin despertar sospecha alguna, seguramente optaría por utilizar la información del hombre adinerado a favor del albo. Intercambio de bienes, si podía llamarlo así. 

En primera instancia intentaría realizar el acercamiento civil: Acceder de primera mano como un visitante casual de las instalaciones, ubicar el trozo de información que buscaba e intentar removerlo de la instalaciones sin que nadie se percatara. Si esto fallaba, intentar sacar cuanta información pudiera del pergamino en la propia biblioteca. Y si no había manera de siquiera llegar a él sin alertar a todo el personal, abandonar el plan y proceder por la vía sigilosa Shinobi.

La herida en su pecho ya había sanado e iniciado a cicatrizar, aunque aún era claramente apreciable a ojo desnudo si cualquiera hacía el esfuerzo específico de buscarla. Al fin y al cabo, no era de todos los días tener una marca que trazaba una linea recta a la altura del esternón, mucho menos tan fresca que aún podías observar el inicio de la cicatriz formándose. 

Avanzando directamente hacia las estanterías donde el ordenador de uso público mencionaba se guardaban todos los textos acerca de leyendas sobre cultos, el joven albo empezaría a escanear con la mirada el sitio en busca de un diseño en los pergaminos o una tapa en los libros que delatara al culto Jashin, aunque fuesen puramente supuestos.

Después de todo, en toda leyenda siempre había un fragmento de realidad. Y todo fragmento de realidad podía rearmarse y llenar vacíos hasta hacer una imagen, por opaca que ésta fuera.
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Cuarto Secreto de la Mansión Origami / 2 Días antes de la Actualidad (Del Tema)
En medio de la penumbra, un cuarto apenas alumbrado por una pequeña lámpara de aceite, se encontraba un hombre algo golpeado y lleno de moretones, acababa de recibir un golpe en la cara y se estampó en las paredes de roca, un golpe dado por Kurami, quien lo miraba con desinterés, parecía que sólo se estaba dedicando a golpearlo, pero, todo lo contrario

- ¿Ya me dirás con quien hiciste aquellos tratos sucios?, o, ¿Tengo que seguir golpeándote? -

El hombre ya bastante asustado decidió hablar y soltar todo, haciéndola de soplón, con la información lista, la Origami parecía que se iba a retirar del cuarto, pero no… cuando ya se encontraba en la entrada y el hombre se hacía salvado, Kurami regresó rápidamente hacía el con la velocidad de un ninja. Lo último que vería aquel tipo sería a la pelinegra con un Kunai en su mano, apuñalando su cuello antes de caer al suelo desangrándose para finalmente morir

Calles de Iwagakure, Biblioteca de Iwagakure / Actualidad (Del Tema)
Kurami caminaba a paso lento por las no tan concurridas calles de Iwagakure, esta vez, con su vestimenta típica de misiones, ahora ya estaba más cómoda y lista para el servicio, no como en aquella vez… Un vestido elegante bastante incómodo para una batalla, una batalla que, la Origami tenía grabada en su mente, quería vengarse de aquel que le hizo aquel enorme moretón en el abdomen, aunque él no se salvó pues, seguramente se habría ido con una gran cicatriz a la altura del esternón, solo era cosa de encontrarlo y matarlo, o eso pensaba Kurami. Por ahora, tenía un asunto del cual tenía que ocuparse y su objetivo estaba en la biblioteca de Iwagakure.

Una vez dentro, miró a sus alrededores con su mirada penetrante dejando algo asustados a aquellos que la miraban a los ojos, volteando su cabeza rápidamente para cortar las miradas con la Kunoichi de la Roca. Ella ignoró todo eso, solo caminó por los grandes pasillos de la Biblioteca sin mencionar una palabra, solo quería ver al dueño de aquel lugar lleno de libros. Recientemente, había obtenido algo de información sobre un hombre que se encontraba haciendo tratos ilegales en Iwagakure para hacer crecer sus riquezas y la familia de Kurami, una familia de nobles bastantes leales al Imperio, ya se encontraban en búsqueda de aquel sujeto para enjuiciarlo, o deshacerse de él, lo que fuera les iba y con la información dada por el sujeto que Kurami capturó y golpeó, ahora sabía que se trataba del dueño de aquella biblioteca.

Mientras caminaba por los pasillos, casi de reojo, pudo ver un libro, un simple libro, acompañado de más libros, posiblemente para otras personas, aquel libro no sería de mucho interés, pero para la Origami si que lo era, sin dudarlo, tomó aquel libro y se lo llevó consigo para echarle una leída rápida mientras caminaba. Aquel libro hablaba de lo poco que se sabía sobre el Jashinismo, la misteriosa secta llena de gente con poderes extraños que adoran a Jashin, una secta que Kurami llevaba años buscando, anhelando aquel poder para ella y lograr otra de sus muchas venganzas en mente

(Espero esta cosa sirva de algo… estoy empezando a desesperarme por no encontrar nada útil… ni si quiera sé una ubicación exacta)

La Origami saldría de sus pensamientos cuando a escasos centímetros de ella, pudo visualizar a un chico bastante atractivo y de cabellos blancos, un ligero sonrojo apareció en las mejillas de Kurami mientras admiraba la figura del chico, pero rápidamente tomaría de nuevo su compostura, su actitud fría y desinteresada para acercarse a él con el pretexto de querer ayudarlo, pues se veía algo atareado buscando algún libro que muy posiblemente ni tenían o eso pensaba ella. Pero algo era claro, el chico le había interesado y no podía perder su oportunidad para acercarse

- ¿Qué estás buscando? -

Serian sus palabras sin más, con un tono casi frío una vez estaba lo suficientemente cerca del albo, aunque por dentro la chica estuviera nerviosa y todavía admirada por el físico del peliblanco. Ella aún poseía aquel libro que hablaba sobre el Jashinismo en su mano derecha, a un lado de su cintura. Pero, ¿Qué había del dueño de la biblioteca?, eso podía esperar, ahora Kurami tenía algo más importante en mente, un claro ejemplo de su bipolaridad…
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Última modificación: 24-01-2024, 07:41 AM por Yukine.
Sus manos pasearon poco por los contenedores literarios organizados impecablemente en las estanterías frente a él, en enorme contraste con la extendida danza que su mirada sí realizo en cada fragmento de espacio que le permitiera escudriñar para el beneficio de su propia investigación. Después de todo, la naturaleza del documento que él buscaba bordaba los requerimientos para considerarse secreto, fallándolo a duras penas, suficiente como para meter en una bóveda, tirar la llave y enterrarla bajo tierra si la mayoría no fuesen fragmentos de mitos que pasaron de voz en voz. O quizá tan solo creían al público lo suficientemente inocente como para catalogarlo como fantasía. Arriesgada pero efectiva estrategia. 

Mas de una vez pensó haber encontrado lo que tanto buscaba, solo para inclinar el diseño en un ángulo que fuese más amigable con la vista y finalmente revelar que tan solo se trataba de un engaño a sus ojos, un dibujo que compartía similitudes pero al final del día tenía poco a nada de relación. Y en las pocas tantas que si consiguió encontrar lo que decía, fuesen diseños relacionados con el Jashinismo o una referencia directa a los mismos, abrir el libro en cuestión revelaba ser completamente inútil al tratarse de pensamientos al respecto, auto-reflexiones sobre la secta y sus métodos, o una malformada combinación que ambos capaz de repelar aún al mas tenaz de los lectores. 

Estaba en un trance, clavado con cada neurona habilitada en su cerebro  en la recolección de los documentos necesarios, pero profundamente frustrado ante el prospecto de esto siendo mucho más difícil de lo que buscaba. ¿Tan lejos habían estado sus suposiciones como para equivocarse por tanto? No, debía evitar los pensamientos así. Había venido preparado para el prospecto de fallar incluso miserablemente en la primera parte del plan, o al menos pensaba lo suficientemente claro como para que esto no fuera una molestia para sí mismo; realmente hubiera querido evitar utilizar un acercamiento lejano al civil, y ello contribuía a la negatividad que ahora mismo experimentaba. 

O al menos esos eran los pensamientos que rodearon su cabeza por instantes y la rebosaban hasta el punto del derrame, hasta que algo lo arrancó de su estado alterado por la fuerza, un metafórico tirón que devolvió la sensación correcta de la posición y el momento a sus sentidos. Parpadeó un par de veces inclusive, en señal de procesar lo que para él fue un movimiento súbito en su psique, aunque esto pasaría perfectamente como una acción de lo más cotidiana, sin significado mayor a expresarse para cualquier espectador. La fuente de todo lo anterior habría sido una voz femenina que preguntaba por lo que buscaba.

Sus labios respondieron mucho antes de lo que su cerebro pudo formular una respuesta correcta, y aunque no llegó a soltar nada de lo que pudiera arrepentirse, quizá dijo un poco más de lo debido. -¡Oh! No, solo estoy buscando contenido sobre un... culto...- Se detuvo llegando al final, procesando lo que había salido como un acto reflejo que buscaba entregar una respuesta. 

Como pudo, ahora debía arreglar lo que había articulado sin ninguno de los muchos cuidados que usualmente tendría a la hora de compartir información con quien fuera, mas aún cuando se trataba de una posible civil. -¡Ah! No pienses que estoy interesado en unirme o que estoy en uno, ni nada a ese nivel. Es para una investigación informativa que estoy haciendo, puedes considerarme una especie de académico que quiere saber más de estas cosas.- Una mentira blanda y apresurada, pero que conseguía disfrazarse como algo creíble incluso para alguien diestro en sacar información; dado que no mentía sino tergiversaba la verdad en lo que decía, su cuerpo no llegó a exhibir las usuales muestras físicas subconscientes que conseguirían delatar a un mentiroso, como una alteración en las pupilas al arrojar la falsedad.

Se permitió dedicar un momento a observar la silueta de la chica frente a él, un atractivo que conseguía llamar su atención y que admitió conseguía distraer un poco su cabeza de buena manera; los ojos rojos que brillaban en ambientes iluminados como aquella biblioteca, en específico, le resultaban un rasgo profundamente llamativo. Incluso llegó a sentir un cierto Deja Vu, un esbozo de familiaridad con el cual no conseguía trazar causa ni consecuencia alguna. Asumió de ello un sentimiento más, como el de ver a dos personas con vestimentas similares las cuales confundiría con la otra torpemente, aunque en el resto de su aspecto fuesen colosalmente diferentes. Si realmente se trataba de algo importante, confiaba en su retentiva para recordárselo a su debido tiempo.

Finalmente, sus ojos llegaron hasta el libro que ella tenía en su agarre: Un libro que demostraba con calidad fotográfica uno de los símbolos mas prominentes de la esquiva secta, algo que cualquiera llamaría una mina de oro en información para quien estuviera en los zapatos de Yukine ahora mismo. Una fortuna que indudablemente no debía dejar pasar, pero que ahora debía considerar cómo llegar hasta la susodicha, siendo que no era la clase de persona capaz de robar a otros solo por sus propios intereses. 

-¡Ese libro! ¿Por casualidad... es de alguna organización religiosa? Juraría que he visto ese logotipo en los archivos importantes a buscar, pero no doy con un nombre concreto ahora mismo...- Y lo quisiera admitir o no, cuando le daban el suficiente tiempo para fabricar una maquinación al nivel de su mente, podía convertirse en un excelente mentiroso capaz de nadar en fábulas y mundos ficticios; ventajas de la imaginación hiperactiva producto de su ADHD. No era algo de lo que se sintiera orgulloso, ni mucho menos algo que usara libremente mas allá de un último recurso verbal en caso de que fuese la ruta más efectiva a lo que quería. Pero si alguien le preguntaba que era útil... Lo era, en demasía.
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