La llama desea ser compartida [Priv.Azazel]
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Carta


Este día era lo más esperando, pues él Sarutobi deseaba, y tenía una edad que podía otorgar su sabiduría, y técnicas a los shinobis que vea con mayor potencial. También, debía hacer algunas cosas que tendrían un peso a futuro. Debía forjar una nueva nación con su pensamiento, algo que sentía que iba perdiendo peso, y eso no deseaba a su difunto maestro. Era hora de tomar riendas a este proceso del presente, así sea posible un mejor futuro. Él era el alumno que debía comandar a los siguientes, y seguramente, dando ejemplos de su maestro, osea Kazuki. Él chico con solo pensarlo sé estremecía pensando en lo que podía hacer,  y ejercer en esta nueva tutoría.

El Sarutobi, sin dudarlo con su nuevo traje que sentía que podía estar a la moda o bueno, odia usar ese chaleco que todos usan. Su saco gris escondía un pergamino chico en donde está su corazón, podía mostrarlo si ocurren varias cosas. Su trasero, por otra parte está apretado por estar sentado en un banco que al frente una mesa de madera que unía las dos partes. Apoya sus manos sobre esa mesa, y las junta entrelazando los dedos, esperaba pacientemente a su primer, y potencialmente alumno o eso deseaba. –Algo...tan delicado, puede ser que sea un tiro por la culata si él está disconforme, y con una ideología aparte a la mía.– En su mente lo pensaba, era un proyecto a futuro, necesitaba hacer muchas cosas en estos cortos días, y puede ser malgastar su tiempo acá no era lo mejor, pero, y si...

Continua divagando sin dar una respuesta hecha hasta tenerlo a él acá. Solamente si sale todo bien, es mantener en secreto sus verdaderos planes, puede ser que esos esquemas mentales, no lo tenga en sus filas por su bien...Aunque si todo sale mal, estará en filas equivocadas.
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Azazel se despertó con el resplandor del sol filtrándose por la ventana de su habitación. Después de un breve estiramiento, se calzó las zapatillas y salió al aire fresco de la mañana. Con paso ligero, se dirigió al campo de entrenamiento ubicado cerca de su casa. El césped aún húmedo por el rocío mañanero crujía bajo sus pies mientras se movía con agilidad. Inició su rutina matutina con ejercicios de calentamiento, seguidos de rápidos movimientos de taijutsu y práctica de lanzamiento de shurikens. Su Sharingan parpadeaba ocasionalmente mientras perfeccionaba sus habilidades, tratando de emular las técnicas que había observado durante su formación. Después de horas de entrenamiento intenso, Azazel se retiró a su hogar para ducharse y tomar un merecido desayuno. El sol brillaba alto en el cielo cuando, con el estómago lleno y la mente enfocada, Azazel notó la llegada de un mensajero con una carta en mano.

Al abrir el sobre, sus ojos escanearon las palabras escritas en la nota. "Azazel Uchiha, le comunicamos que debe asistir a las 11:50HS del próximo día que le llegue la carta a la Academia Ninja, en los bancos que están en el patio del colegio. Atte: Kazuki Sarutobi."

Intrigado, Azazel no perdió tiempo y se presentó puntualmente en la academia en la fecha indicada. Los bancos en el patio lo esperaban, y al llegar, divisó a Kazuki Sarutobi. Con las manos en los bolsillos, Azazel se aproximó, preguntándose sobre la naturaleza de la convocatoria. Cuando sus miradas se encontraron, saludó a Kazuki con su característico gesto de la mano derecha.

-- Hola Kazuki, ¿de qué se trata? -- preguntó el chico con curiosidad.
narro / [pienso]--hablo-- 
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Palmadas sobre la mesa esperando que llegue justo a los minutos dados, la puntualidad es de las mejores ventajas de un shinobi en estos momentos importantes. A la lejanía había aparecido el Uchiha, con un semblante delicado así que la sombra lo delató mientras pasaba por las rejas de madera que rodeaban el instituto público y educativo. El Sarutobi sonrió para levantar su mano para que lo identifique y venga, aunque era él único en el jardín del colegio.

Su llegada era lo habitual, y preguntó sobre su convocatoria en este lugar. Debía serle concreto a lo que diría, pero no podía serle directo, y sienta una obligación a tomar una decisión. —¿Conoces la historia, Azazel?— Comenzó su charla con una voz calmada, invitando que se siente frente a él. —Podría contarte la historia general que se conocen en los libros o de ancianos...¡Y yo no soy anciano aún!. Pero quiero concederte algo de mi pasado.

Acomodó su trasero en el asiento, debía recorrer su pasado, pues está información podría saber, y darle pista por donde llevaría esta charla. —A los 12 años tuve un maestro, Adán Senju, un shinobi de alto calibre donde pudo forjarme algo en mí, no tanto la fuerza o técnicas...Una llama escondida en mi corazón que hizo chispas para prenderse globalmente en mi cuerpo. A los 12 años también, estuve en la guerra de Yugata, sanguinaria guerra donde nos enfrentamos a un dictador del rayo...Ese día también perdí mi ojo por consecuencia de dar mi vida por aliados.— Observaba el cielo, y cuando miraba los árboles lo recordaba como si fuera ayer. El viento chocaba su rostro, y la humedad se metía en sus narices. —Hasta di mi vida para que puedan escapar muchos aliados míos, siendo perseguidos por varios shinobis que me superaban. La llama de mi corazón no deseó apagarse ese día.

Cerraba sus manos por que la historia tomaba un rumbo no deseado, así que lo saltó de su mente, y lo miró al uchiha con determinación. Sacando de su bolsillo un pergamino, aunque lo mantendría cerrado todavía. —Konohagakure a tenido los mejores shinobis de la historia, pero no viene de un poder, sino de una voluntad. Yo te voy ayudar, Azazel. No podemos saber nuestro potencial si no extendemos nuestras alas, y  tampoco no tener a alguien que nos enseñe a abrir las alas..— 

Abro el pergamino, los ojos de los dos sé iluminó para ver algo totalmente en blanco. Y de forma mágica, sacó de su mano izquierda un fibron negro. —Con tu firma, serás el próximo Heredero de la voluntad de fuego. Bajo mi tutela, te haré ser un shinobi importante, y si ocurre algo conmigo, te acariciaré tu alma para expandir tu potencial al máximo posible. Para dejar mi tutelaje de forma oficial, es venciendome en un combate. ¿Qué piensas?

Contar su historia, y proponer su docencia en ayudarlo puede serle  favorable, sin embargo, incluir la historia de la guerra no es pura casualidad, él vivirá lo mismo, y como trabajo del Sarutobi, es mantenerlo en una mejor forma a lo que fue el propio chico en su adolescencia en Yugata.
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Kazuki planteó una pregunta intrigante que capturó la atención de Azazel, quien, con su característica despreocupación, aceptó la invitación y se sentó frente al Sarutobi. Estaba listo para escuchar, con su postura relajada pero con una atención aguda. A medida que Kazuki compartía fragmentos de su pasado, mencionando a su maestro Adán Senju y la guerra de Yugata, donde sacrificó su ojo por la defensa de sus aliados, Azazel escuchaba respetuosamente. La narrativa de Kazuki se fusionaba con la brisa del momento, creando una atmósfera donde los recuerdos parecían más tangibles, como si las hojas en movimiento llevaran consigo sus historias.

-- Dar tu vida por otros, eso es algo impresionante, Kazuki -- comentó Azazel, con una mirada respetuosa dirigida al cielo. La casualidad o el destino se manifestaban en el hecho de que Adán, el maestro de Kazuki, lo entrenó a los 12 años, y ahora, Kazuki se preparaba para ofrecerle su guía a Azazel a la misma edad.

La revelación del pergamino y el fibron negro desató la intriga en los ojos de Azazel. La propuesta de convertirse en el próximo Heredero de la Voluntad de Fuego bajo la tutela de Kazuki lo sumió en un silencio reflexivo, procesando la magnitud de la oferta. La idea de tener un mentor y la perspectiva de expandir su potencial resonaron en sus pensamientos.

-- ¿Vencer en combate para dejar tu tutelaje? Interesante... -- murmuró Azazel, dejando que la propuesta se asentara en su mente. Su mirada, llena de determinación, se encontró con la de Kazuki. -- Solo tengo 12 años, aún tengo que forjar mi propia historia. Sin embargo, siento que cargo con la historia de mis padres. Ellos deseaban una Konoha llena de paz, prosperidad y justicia. Era muy pequeño cuando se fueron... pero llevo sus ideales dentro de mí. También noto que se asemejan a los tuyos. -- Azazel hizo una breve pausa, inclinándose ligeramente hacia adelante. Tomó el fibron negro con determinación y añadió mientras firmaba: -- Estoy dispuesto. Firmaré ese camino. --
narro / [pienso]--hablo-- 
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Azazel impresionado por lo que contaba él Sarutobi como si fuera una historia fantástica medieval, pues si tendría la voz más ronca, y con acento de pueblo sería más atractivo en contarlo. El Uchiha asimiló los ideales de sus ídolos al Sarutobi, pues seguramente tenían la llama los padres del joven en su corazón, y pudo transferirle a su alma, por eso, Azazel tendría una llama única en el eje de sus ojos, ya que los ojos son las puertas de la alma.

Firme acá, joven Azazel.— Como igual lo llamaba su maestro Adán a ese niño de hace 16 años. Hoy, ese maestro estaría atrás del Sarutobi, seguramente dándole la voluntad en encender la llama del corazón de Azazel, y pueda conceder un nuevo recuerdo eterno para él chico que tenía adelante.

Hoy conocerás el comienzo de una nueva aventura, un nuevo descubrimiento...¡este tutelaje no se trata en encontrarte a vos mismo Azazel!, es crearte a vos mismo. En un ser de voluntad inquebrantable, y en pos ayudar a todos. — Le entrega una pluma para que firme ese papel blanco, y cuando lo haga, unas letras empiezan a aparecer de forma desordenada, como si cayera una gota al mar y generará ondas. Lo que sé escribe sería "Hoy rompes el ciclo; hoy cambias los patrones; hoy cambias la narrativa; hoy haces temblar el mundo." 

Tu nuevo tutelaje sé aprenderá la filosofía, como igual técnicas para ser mucho mejor que el ayer. Cuéntame sobre tus habilidades y debilidades. — Lo expresaba con total naturalidad él sarutobi con una sonrisa, para el contrario, puede ser tomarle el pelo por que pidió como alumno a alguien que lo conoce en unas misiones y listo. Pero quería saber más del Uchiha si o si.
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Mientras firmaba el pergamino, Azazel sintió un cambio en el ambiente. Las letras que surgían parecían portar un mensaje más allá de lo visible, como si fueran ondas que resonaban en su interior. "Hoy rompes el ciclo; hoy cambias los patrones; hoy cambias la narrativa; hoy haces temblar el mundo". Las palabras, como ecos del destino, resonaron en su mente, generando una anticipación palpable.

-- Un nuevo comienzo, una nueva creación -- murmuró Azazel, reflejando la determinación en su mirada. La pluma que sostenía se volvía una herramienta simbólica para forjar su propio destino. La sonrisa del Sarutobi era contagiosa, transmitiendo la esencia de un viaje significativo.

-- Bueno, mi ninjutsu es la mejor arma de mi arsenal, normalmente me baso en mis estrategias para alcanzar la victoria, en cuanto a debilidades.. supongo que me seria complicado afrontar un combate cuerpo a cuerpo -- Respondería Azazel para revelar sus fortalezas y debilidades con sinceridad. 

-- Mi camino será forjado con nuevas enseñanzas y descubrimientos. Estoy listo para abrazar la transformación -- respondió Azazel, reconociendo la trascendencia de este momento en su viaje ninja. La llama única en sus ojos ardió con renovado vigor, marcando el inicio de una conexión más profunda con su mentor y un compromiso con un destino aún por desplegarse.
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