[EVENTO HALLOWEEN] Benji and the ink machine
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Había un lugar abandonado en ese lugar, entre la niebla y los enormes árboles. Una zona abandonada en el tiempo, en donde hacía años un artista vivía y desarrolló un imperio de animación, lleno de lujos, beneficiándose del advenimiento de la nueva era tecnológica, como la televisión a color y la imprenta masiva.
Hoy en día, sólo era un edificio en ruinas, con mobiliario rústico apolillado y una estructura tan vieja que crujía con el viento, las pocas veces que soplaba en ese lugar de niebla.

Las leyendas locales mencionaban que ese artista, Benji, venido de Konoha, aún se aparecía en ese lugar, a su vez, la gente que había pasado cerca decían que una mujer de mirada siniestra se asomaba desde la ventana de ese lugar abandonado, sin embargo, nadie podía demostrarlo, y no por falta de valientes, sino porque nadie que hubiese ido había regresado.

En estas fechas era común que en Halloween los niños se reunieran a contar historias de terror, y esa mansión era un clásico que no podía faltar, aunque fuera una vez, pues con el tiempo la leyenda se había ido perdiendo.

-Esa es una leyenda de antes de la quinta guerra mundial-le dije a uno de los niños que iba disfrazado como Frankenstein, mientras el grupo de niños disfrazados también escuchaban las anécdotas.

-Eso es porque tienes miedo- dijo otro chico, uno con una sábana encima como si fuera un fantasma.

-¿Sabes que soy un shinobi?- le cuestioné.

-Uno miedoso- replicó.

-Vale, iré a esa casa a investigar. Es más, iremos todos y el que se quede será un gallina- les dije. Era bueno tomarme descansos del trabajo en "Mangagakure" el parque de atracciones que estaba construyendo.

Tras acordar que iríamos, nos dirigimos hacia la casa. Sin embargo, mucho antes de llegar a ese lugar, algo me advertía de no pasar. Sentía que algo o alguien me miraba desde las copas de los árboles, me parecía escuchar susurros y, en cierto momento, todos oímos una leve risa que provenía de los árboles cercanos a esa mansión.

Uno de los chicos quiso retirarse, pero el líder de ellos, un chico rechoncho y de cabello rosa corto, lo jaló del brazo para impedir que se fuera.

-Manténganse juntos- les advertí- si hay "alguien" viviendo aquí, no quiero que nos tome por sorpresa.

-Sólo entremos- dijo el líder, vestido como un luchador de Sumo- no tengo miedo, sólo quiero regresar a pedir dulces.

Tras empujar la pesada reja metálica, ingresamos a un jardín abandonado hasta llegar al edificio que era la mansión.

Abrí la puerta, la cual crujió al abrirse, mostrando una oscuridad inmensa.

Con mi chakra eléctrico, generé una bola de luz para iluminarnos. Avanzamos, escuchando el soplido del viento por dentro, y el crujir de la madera. Las cortinas se elevaban por los aires ante el soplido del viento. El salón recibidor era bastante grande, con muebles lujosos pero viejos y varios papeles en el piso. Recogimos los papeles, viendo en ellos bocetos de dibujos animados muy viejos.

-Mi abuelo veía estas cosas de niño- exclamó uno de los niños.

Tras ingresar en el salón recibidor, me pareció ver una silueta que se movía a gran velocidad por el fondo del corredor. 

-Quédense aquí- les dije, avanzando a ver lo que ocurría del otro lado del corredor, pero era un lugar sin salida. Al regresar al salón recibidor, no había nadie. Volteé a todos lados, saqué mi kunai y esperé a que algo apareciera.

Algo pareció asomarse detrás de un sofá, y cuando me acerqué me percaté que se trataba del disfraz y la ropa del "líder" de la banda de niños que me acompañaba. Había dejado también sus dulces.

Una risita femenina, seguida de unos pasos rápidos, corrieron por el fondo del salón, justo hacia otro pasillo. De mis pergaminos saqué unos ratones y les ordené buscar a los niños.

Seguido de eso, creé un "sirviente de tinta" y me dirigí a toda prisa hacia ese salón. En las paredes se veían vocetos de dibujos antiguos, pero todos ellos muy siniestros, como si sufrieran, viendo al espectador. Sin embargo, de reojo noté que movían sus ojos, siguiéndome. Lancé mi kunai hacia uno de ellos. El kunai atravesó el dibujo, dejando escurrir sangre de éste. Me acerqué a verlo.

No tenía sentido que sangrara, era un dibujo, sin embargo, esa sangre estaba mezclada con algo familiar pero inusual: tinta.

Seguí mi camino, y en cuanto abrí la puerta, un enorme león de tinta se abalanzó contra el sirviente de tinta, sellándolo de un golpe en un pergamino. Otro león salió hacia mí, pero con un Chakura Domu, me protegí de quedar sellado.

-¿Que mierda?- exclamé mientras saltaba hacia atrás, lanzando una lluvia de senbon eléctricos, la cual iluminó el lugar antes de estalla contra el suelo. No había nadie en ese lugar.

Al final de ese lugar, una puerta se cerró.

Lancé un kunai explosivo a la puerta, destruyéndola. Esa puerta dio paso a unas escaleras que bajaban hasta el sótano.

-Quien sea que lanzase esos leones, debe ser alguien de buen nivel- dije, creando un sello para aplicármelo sobre mi mismo, incrementando mi control de chakra y la regeneración del mismo.

Tras bajar, abrí la puerta haciendo uso de otro sirviente de tinta. Esta puerta era diferente, pesada y metálica.

Había varios escritorios de dibujando, polvosos y apolillados, varias hojas amarillentas con bocetos antiguos y lápices regados por doquier. Notaba la presencia de alguien, pero no sabría decir donde o quién era. Simplemente me sentía observado.

Las luces se encendieron, y al final de ese lugar se abrió un telón, en donde se veían a los niños que me había acompañado, todos convertidos en dibujos y atrapados en lienzos. Se retorcían sobre el lienzo, intentando escapar.

Antes de que pudiera ir, una grabadora de disco vieja y con la música distorsionada comenzó a sonar. De un lado de ese "escenario" salió una figura femenina, joven pero que se movía macabramente, como si algo no humano intentase moverse como uno. Su apariencia asemejaba un humano, pero también al de un demonio y un ángel.

[Imagen: 8a386ab5a06b3ebea9e37f2171ec705e.jpg]

-¿Quién eres?- le cuestioné.

La chica sonrió y se acercó a los dibujos.

-Ya nadie sabe quién soy ¿no es así? Si tan sólo uno de ellos hubiera dicho mi nombre, quizás se hubieran salvado- me dijo aquel ser con voz femenina. 

Me aproximé lentamente, mientras concentraba chakra en mis manos. La chica, con sus uñas, rasgó levemente el lienzo donde estaban los niños.

-!Aquí yo tengo el control!- gritó la chica, enfurecida brevemente.

Su apariencia me sonaba de algo, pero no me quedaba claro. Pronto reconocí su imagen, parecida a los bocetos que ví en el suelo.

-¿Eres... eres? Te reconozco, no me digas que tienes que ver con Benji Mazda- le cuestioné. La chica pareció enfadarse más, pero pronto su expresión se tornó en uno de tristeza.

-No tengo nada que ver con ese mequetrefe, no después de lo que me hizo. Hace mucho tiempo, ambos teníamos un show, yo era su favorita, me juró que siempre sería su estrella, su favorita, pero me engañó. Yo no era perfecta, y en cuanto logró perfeccionar el crear a otros "perfectos", se deshizo de mí... !se deshizo de mí!... todas esas promesas, mi fama, mi vanidad... todo se fue... y sin él, no hubo quien corrigiera mi imperfección. Pero aprendí de él, y desde entonces experimento para lograr obtener el secreto que me fue arrebatado- dijo la chica, llorando lágrimas de tinta.

-¿Y para que quieres a los niños?- le cuestioné- ¿te los vas a comer?

-¿Qué? Ya no hago eso... seguido... a la gente que capturo la uso para tratar de extraer su esencia y darme una nueva a mí misma- me dijo el dibujo viviente- y en mi posición ventajosa, ahora que estoy al control una vez más... me ayudarás a obtener el secreto de Benji y su máquina de tinta.

Alcé una ceja. Ya había escuchado de esa dichosa máquina de tinta, la primera vez fue en "La torre de papel".

La chica se acercó a otra puerta metálica, de metal más grueso, y con una gran fuerza la abrió con dificultad. Dentro, se oían gruñidos, quejidos y risas.

-¿Que es ese lugar?- le cuestioné.

-Todas las creaciones fallidas las guardó ahí abajo, pero es muy peligroso bajar- dijo la chica.

-¿Pudiste crear un jodido tigre de tinta sella gente y no puedes contra ellos? ¿que te hace pensar que yo podré?- le cuestioné.

-Las técnicas de tinta Emaki es lo único que conozco, tú por otro lado, como ninja, eres más completo. Busca los documentos de Benji y traémelos, y la tinta de esa máquina. Sé que es tinta especial- me dijo- o me veré obligada a escurrir la tinta de esos niños para beberla.

Tras realizar un sello, mis pupilas se iluminaron. Tenía la visión nocturna de un ave de presa.

Bajé las escaleras, llegando un pasillo oscuro en donde esas voces se hacían más fuertes.

Sin embargo, yo seguía pensando en ese genio de Benji. El maldito había creado varios seres vivientes de tinta, y yo apenas podía "redibujar" a la gente.

Comencé a investigar, creando ratones de tinta para buscar la máquina de tinta, sin embargo, varios de los ratones murieron al poco tiempo. Algo los estaba destruyendo.

Eran pasillos de madera viejos, con más bocetos que me miraban cuando pasaba. 

Una especie de payaso deforme salió de una habitación, corriendo de algo mientras gemía de miedo. Pronto, un enorme ser de tinta pasó también, persiguiendo a ese payaso. Todos eran dibujos imperfectos, pero vivos.

Más ratones murieron.

Unos seres de dibujo emergieron del suelo e intentaron atacarme con tuberías arrancadas de la pared, pero lancé mis chidori senbon, destruyéndolos. Sin embargo, más seres comenzaron a acercarse.

Un payaso deforme se aproximó hacia mí, sosteniendo un fémur como arma. Lancé hacia él mi kunai, el cual tenía un sello explosivo. Le hice estallar, salpicando tinta por todos lados. Otros seres más, deformes, se me acercaron.

Comencé a correr, dejando detrás a esos seres, todo mientras un gran rugido y bramido sonó en el fondo de un corredor. Los seres de tinta mostraron miedo y decidieron retirarse para esconderse.

Me cubrí con una manta ninja para hacerme pasar por pared, para observar a ese monstruo.

Un enorme ser amorfo, hecho de tinta, salió de una enorme puerta al final de ese corredor, azotándola para rugir. Tras eso, comenzó a recorrer los pasillos. De pronto, de una habitación sacó un ser de tinta y tras aplastarlo con el cerrar de su puño, lo exprimió para beber de su tinta.

Avancé, aprovechando que estaba distraído, para acercarme a la puerta de donde salió. Podía ver la máquina de tinta y varios baúles. Pero ese ser, tras terminar de consumir ese otro ente, se giró y me vio. Rugió como una enorme bestia, y se abalanzó contra mí.

Tras dos segundos de canalización, lancé un tornado de pétalos contra él. Los pétalos se encajaron en su gruesa piel, pero se atascaron ahí, deshaciendo el tornado. 

Seguí corriendo, pensando. Realicé sellos, me giré y tras lanzar una zona de chakra a los pies del monstruo, quedó paralizado, sin embargo, aún temblaba, como si quisiera resistirse al sello.

Me apresuré y cerré la enorme puerta detrás de mí. Dentro, varios baúles de madera alrededor de la máquina de tinta eran todo lo que se veía. Sin embargo, uno de los baúles estaba lleno de dibujos de gente sellada.

Otro baúl tenía varios pergaminos, otro tenía varios ryos, y el último tenía frascos de tinta. Tomé varios frascos de tinta, algunos pergaminos y cuando me disponía a salir, esa bestia destrozó de una embestida las puertas.

Invoqué un halcón, lanzándolo contra el monstruo. Tras impactar su rostro, la tinta que conformaba su rostro se deshizo, pare luego volverse a rehacer.

El monstruo sacó unas enormes garras e intentó atacarme, pero apenas pude esquivarlo. Tuve que convertirme en una bandada de pájaros para escapar de ese ser. Ese monstruo comenzó a perseguirme. Tras rematerializarme, lancé mis chidori senbon hacia sus piernas, haciéndolo tropezar.

Dejé escurrir tinta en el piso, generando serpientes de tinta que atraparon al monstruo, pero usando su fuerza bruta, logró romperlas.

Tras unos sellos, hice crecer mi cabello, para protegerme de uno de sus puños, lanzándome contra la pared. Casi me hacía desactivar mi protección. Con otros sellos, hice crecer más mi cabello, punzando todo el cuerpo de ese monstruo, como si cada cabello fuera una aguja filosa y muy dura.

Tras la apuñalada, ese monstruo cayó al piso de rodillas, sangrando tinta, pero se seguía regenerando. Liberé mi sello para recuperar chakra. Estaba ya agotado.

Comencé a concentrar chakra en una mano, mientras ese monstruo se volví a levantar para atacar. Se volvió a abalanzar contra mí, mientras yo generaba en mi mano el cho odama rasengan para impactarle de vuelta.

De un golpe, ese ser fue destruído, rompiendo su cuerpo de tinta en varias partes. La explosión lo hizo salpicar por todos lados.

Finalmente, volví a subir las escaleras, donde la chica me estaba esperando.

-¿Lo lograste? Fuiste muy rápido-dijo la chica.

Tras darle lo que obtuve, la chica me dio los pergaminos de vuelta.

-Vete, con un "rompe sellos" normales debe bastar, ahora necesito recuperar mi gloria- dijo la mujer, empujándome hasta la salida.

Tras descansar un rato para recuperar chakra, rompí el sello, haciendo que emergieran de los pergaminos.
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