Estaba abstraído en la actuación frente a él, su mundo tornándose mudo y borroso ante la falta de atención que sus sentidos le podían ofrecer a su alrededor para centrarse en lo que transcurría frente a él. Solo visible a ojos del peliblanco, una imagen traslúcida se sobreponía al desconocido y el escenario improvisado que utilizaba para demostrar su acto a Yukine; era un circo completo, una imagen del pasado que por un momento decidió manifestarse frente a los ojos del mercenario, un recuerdo sumamente cercano y de tantísimo valor sentimental que podía permitirse el lujo de invitarse a sí mismo sin permiso alguno al consciente de Yukine. Por supuesto, la naturaleza del recuerdo fue tan sutil que el albino no comentó nada; no sentía que necesitara comentar nada, ni siquiera lo sentía fuera de lugar como para ameritar un comentario. Se sentía completamente natural, como si la falsa imagen hubiera estado allí desde el primer inicio, aun cuando su cordura estaba en perfecto estado. Hacía tanto que no evocaba esa emoción, que algo tan simple y espontáneo fue suficiente para evocar el mencionado efecto.
Tan lúcido estaba él que fue capaz de discernir una señal de manos que realizó en respuesta a lo que había preguntado. Una señal simple que solicitaba cortés el silencio que el artista demandaba para desarrollarse en la totalidad de sus capacidades. Pero lejos de tomárselo de mala manera o siquiera con la misma pizca de vergüenza que se manifestaría de ser callado en el teatro por susurrar a un volumen demasiado alto, se lo tomó de muy buena manera gracias al gesto facial que se había dibujado en el rostro del chico cirquero. Una pequeña sonrisa que desmentía cualquier impresión de disgusto o enojo.
Encantado correspondió. Esbozando la misma pequeña sonrisa,
respondió gestualmente con el silencio que se le solicitaba. Unió sus dedos indice y pulgar como si atrapara algo entre ellos, con el resto de dedos estirados, y deslizó la unión de las yemas por encima de sus labios desde una comisura hasta la opuesta, culminando en abrir los dedos con un pequeño flick, una alusión a haber arrojado el imaginario objeto atrapado entre sus dedos.
El anuncio de asumir la coraza de un nuevo material surtió el efecto que ya podía predecirse en el peliblanco; nuevamente fue invadido por el gusto de observar una habilidad que nunca había visto, solo que esta vez era la misma habilidad mostrando poseer una mayor extensión de lo que mostró en primera instancia, algo que incluso consiguió responder una pregunta que aún no conseguía vocalizar y mucho menos emitir al pelinegro. Con eso ya contaba tres materiales en los que un usuario de esta habilidad podía transformarse, y de repente se volvió completamente plausible que existieran todavía más transformaciones las cuales pudiera aprovechar. Cada nueva idea pasaba conforme la apariencia del chico se hacía diferente, y aunque una parte de él buscaba soltar una a la vez pero sin reposo alguno, una parte mucho mas grande decidió dar prioridad al show.
Su pregunta le hizo inclinar su cabeza hacia un lado en seña de duda, una claridad que nunca llegó completamente hasta la cabeza del peliblanco. ¿Acaso estaba buscando a alguien en particular entre los suyos? ¿O quizá... no conocía a nadie más con ese don? Indiferente de sus razones y antes de formarse todo un relato en su cabeza, lo mejor que podía hacer para corresponder a la buena fe del desconocido era responder sin mayores miramientos. -
No, tristemente eres la única persona que conozco con ese arte.- Comentó, desalentador por mucho que quisiera lo contrario. -
Aunque puedo compartirte los rumores que he escuchado en mis viajes.- Complementó, esta vez en un tono mucho mas colorido, alegre. Desconocía si dar malas noticias afectaría o no al chico, aun así intentaría aportar cuanto pudiera a producir una emoción positivo.
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No es una garantía de que encontrarás lo que busque, pero... ¡Ey! Casi todos los rumores tienen una pizca de verdad en ellos, solo tienes que saber mirar la letra fina. Puede que te sirva como un sitio por donde continuar tu búsqueda.- Le ofreció información a cambio de nada, dejando que una sonrisa amplia se formara en su rostro.
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¡Pero! Tan pronto finalices el acto!.- Añadió y finalizó, esperando lo que siguiera. Y tan pronto él consiguiera lo que pedía, el pelinegro tendría todo lo que el peliblanco había recopilado en su cabeza, desde lo vago hasta lo puntual.