Azazel se encontraba en el cuarto de sus padres, su madre le ayudaba a ponerse un disfraz espeluznante, mientras su padre revisaba una bolsa llena de dulces que planeaban repartir a los niños del vecindario. Estaban a punto de comenzar la última Noche de los Espíritus Ninja que compartirían juntos como familia. Los tres se miraron en el espejo del cuarto y sonrieron. Azazel lucía como un auténtico demonio, su madre como una bruja y su padre, con su capa negra y sombrero puntiagudo, parecía un mago misterioso. Se miraban con complicidad, sabiendo que esta noche sería especial.
La aldea estaba adornada con faroles de calabaza y guirnaldas de murciélagos. El ambiente festivo se apoderaba de las calles mientras niños y adultos se preparaban para la diversión. Azazel, su madre y su padre salieron a las calles, unidos en su amor por esta festividad. Recorrieron las casas del vecindario, tocando puertas y compartiendo risas. Azazel recibía golosinas con entusiasmo y las guardaba en su cesto, mientras sus padres intercambiaban saludos amigables con los vecinos. La noche era cálida y acogedora, y el sonido de la risa llenaba el aire. Finalmente, llegaron al parque, donde un evento especial estaba en marcha. Había un concurso de disfraces, juegos y una casa embrujada que desafiaba a los valientes. Azazel, su madre y su padre participaron en el concurso de disfraces, y aunque no ganaron, se divirtieron mucho. La casa embrujada les hizo saltar de miedo y reír a carcajadas. Azazel nunca olvidaría cómo su madre fingió un ataque de arañas gigantes, haciendo que todos los visitantes gritaran. Su padre, con su voz profunda, les dio a todos un susto de muerte cuando se quitó la capa y apareció como un monstruo espeluznante.
La noche llegó a su fin, y regresaron a casa. Azazel estaba agotado pero feliz. Se quitó el disfraz y dejó su cesto de dulces en su cuarto. Sus padres lo acompañaron a la cama y le contaron una historia de fantasmas antes de apagar la luz. Azazel se durmió con una sonrisa en el rostro, rodeado del amor de sus padres.
Regreso al Presente: Nostalgia
Azazel cerró los ojos y suspiró, sumido en la nostalgia mientras caminaba por las calles de Konohagakure en la Noche de los Espíritus Ninja. Recordar esa última Noche de Halloween con sus padres le llenaba de sentimientos encontrados. Era un recuerdo precioso, pero también una prueba de lo mucho que los extrañaba. Mientras la aldea se sumía en el espíritu festivo, Azazel no pudo evitar pensar en cómo solían recorrer esas mismas calles como una familia, compartiendo risas y dulces. La festividad ya no era la misma sin ellos, y cada farol de calabaza y decoración espeluznante le recordaba su ausencia. A pesar de la melancolía que sentía, Azazel decidió que seguiría disfrutando de la celebración. Era una forma de honrar la memoria de sus padres y revivir los momentos felices que compartieron juntos. La noche aún guardaba sorpresas y desafíos, y él estaba decidido a enfrentarlos con la misma determinación que lo caracterizaba. Azazel continuó su camino, con la imagen de sus padres sonrientes en su mente y el espíritu de Halloween como compañía. La Noche de los Espíritus Ninja podía traer nostalgia, pero también ofrecía la posibilidad de crear nuevos recuerdos y mantener viva la alegría que sus padres le habían transmitido.
La aldea estaba adornada con faroles de calabaza y guirnaldas de murciélagos. El ambiente festivo se apoderaba de las calles mientras niños y adultos se preparaban para la diversión. Azazel, su madre y su padre salieron a las calles, unidos en su amor por esta festividad. Recorrieron las casas del vecindario, tocando puertas y compartiendo risas. Azazel recibía golosinas con entusiasmo y las guardaba en su cesto, mientras sus padres intercambiaban saludos amigables con los vecinos. La noche era cálida y acogedora, y el sonido de la risa llenaba el aire. Finalmente, llegaron al parque, donde un evento especial estaba en marcha. Había un concurso de disfraces, juegos y una casa embrujada que desafiaba a los valientes. Azazel, su madre y su padre participaron en el concurso de disfraces, y aunque no ganaron, se divirtieron mucho. La casa embrujada les hizo saltar de miedo y reír a carcajadas. Azazel nunca olvidaría cómo su madre fingió un ataque de arañas gigantes, haciendo que todos los visitantes gritaran. Su padre, con su voz profunda, les dio a todos un susto de muerte cuando se quitó la capa y apareció como un monstruo espeluznante.
La noche llegó a su fin, y regresaron a casa. Azazel estaba agotado pero feliz. Se quitó el disfraz y dejó su cesto de dulces en su cuarto. Sus padres lo acompañaron a la cama y le contaron una historia de fantasmas antes de apagar la luz. Azazel se durmió con una sonrisa en el rostro, rodeado del amor de sus padres.
Regreso al Presente: Nostalgia
Azazel cerró los ojos y suspiró, sumido en la nostalgia mientras caminaba por las calles de Konohagakure en la Noche de los Espíritus Ninja. Recordar esa última Noche de Halloween con sus padres le llenaba de sentimientos encontrados. Era un recuerdo precioso, pero también una prueba de lo mucho que los extrañaba. Mientras la aldea se sumía en el espíritu festivo, Azazel no pudo evitar pensar en cómo solían recorrer esas mismas calles como una familia, compartiendo risas y dulces. La festividad ya no era la misma sin ellos, y cada farol de calabaza y decoración espeluznante le recordaba su ausencia. A pesar de la melancolía que sentía, Azazel decidió que seguiría disfrutando de la celebración. Era una forma de honrar la memoria de sus padres y revivir los momentos felices que compartieron juntos. La noche aún guardaba sorpresas y desafíos, y él estaba decidido a enfrentarlos con la misma determinación que lo caracterizaba. Azazel continuó su camino, con la imagen de sus padres sonrientes en su mente y el espíritu de Halloween como compañía. La Noche de los Espíritus Ninja podía traer nostalgia, pero también ofrecía la posibilidad de crear nuevos recuerdos y mantener viva la alegría que sus padres le habían transmitido.
narro / [pienso] / --hablo--