27 junio 15 D.K
Kirigakure
La aldea se podía notar algo triste el día de hoy o tal vez era solo percepción del joven genin que a paso lento cruzaba las calles, en su mano derecha el chico llevaba un paquete finamente atado con un lindo envoltorio, conforme avanzaba el genin tragaba grueso pensando en lo que le esperaba, desde el momento que un funcionario de la aldea cumplió en notificarle el deceso de su querido maestro la vida del genin se había vuelto un poco más oscura.
Después de hacer el camino lo más largo posible tomando todos los desvíos y al paso más lento posible, el genin por fin arribó a la entrada del cementerio, –En esto terminamos, ¿no?– murmuró el chico con la mirada levantada observando la señal en la entrada del cementerio, luego respiró profundo cruzando la entrada lentamente, el cementerio de Kirigakure no era nada especial o diferente a otros, tumbas a ras de suelo con nombres y fechas.
–Es increíble la cantidad de gente que se toma el tiempo de visitar a sus seres queridos, nunca había pensado en eso– pensó el chico con la mirada triste mientras observaba una gran cantidad de personas limpiando tumbas, colocando flores o simplemente rezando o conversando frente a una tumba, a pesar del vacío que sintió en el estómago el genin no detuvo su camino y siguió pasando las filas de tumbas, las filas estaban diferenciadas por placas con letras así que camino hasta llegar a la letra indicada, –Supongo que este es el punto de no retorno– dijo mirando a izquierda y derecha como si esperara a no ser visto para huir.
Horaime se armó de valor y dio un paso, luego otro, luego otro y así siguió hasta estar frente a una tumba, el chico bajó la mirada y leyó el nombre –Supongo que aquí es cuando deja de ser un tal vez o un puede ser otro y todo se confirma– dijo con una media sonrisa, repentinamente el genin se dejó caer sentándose en el suave pasto con las piernas cruzadas –¿Como estas cascarrabias?, a mi me va bien– comentó desviando la mirada a la izquierda siguiendo con la vista la fila de tumbas, –Estarás conforme, por fin te libraste de tus responsabilidades y de tu molesto alumno– comentó el chico volviendo la mirada a la tumba y pasando la mano quitando hojas viejas y algo de pasto que se había acumulado, –Traje esto…– y el chico levantó el paquete que llevaba en su mano derecha, –Los compre en lugar al que me llevaste, fue difícil encontrarlo de nuevo pero bueno… aquí esta– comentó mientras estiraba la mano y ponía la decorada cajita sobre la tumba de su maestro, –Tal Vez si te hubiera escuchado ese día no estaríamos aquí, no… corrijo, tal vez si el imperio no nos utilizara como objetos desechables no estaríamos aquí– dijo el chico con un claro resentimiento en la voz, era evidente que la repentina muerte de su maestro le había replanteado muchas cosas –Dicen los rumores que ni siquiera pudieron recuperar tu cuerpo, tal vez estoy hablando a una tumba vacía por que un grupo de imperiales decidió no hacer el esfuerzo, como siempre– murmuró mientras rascaba su barbillas con un pulgar apoyando su codo derecho en su pierna, –Vendré seguido a hablar con tu tumba vaciá, no te preocupes… se que no te gustaba estar solo, aunque siempre quisieras demostrar lo contrario– el genin suspiro, –Seguiré atento y te prometo buscar a la serpiente no importa donde se esconda, o si llega a ser el imperio mismo, te traeré todas sus cabezas para que te hagan compañía...— prometió poniéndose de pie y preparándose para marchar, –Oh… parece que comenzó a llover– fueron las ultimas palabras del genin mientras levantaba la mirada al repentinamente despejado cielo de la aldea, ese día no llovió una sola gota.
“Que las Valquirias te den la bienvenida
y te guíen por el gran campo de batalla de Odin,
que canten tu nombre con amor y furia para que lo
escuchemos alzarse desde las profundidades del Valhalla
y sepamos que has tomado el lugar que te corresponde
en la mesa de los reyes,
porque ha caído un gran hombre,
un guerrero,
un maestro,
un amigo"
Dedicado a Shokan, maestro que solo me enseño un jutsu.