En las grutas más profundas y alejadas del Nivel Bajo, en donde los barrios más pobres, sucios y aislados tenían lugar, en donde las bodegas abandonadas y escombros tenían lugar, allí es donde en una de esas bodegas de una antigua minera se erigía un pequeño coliseo.
Pobres, mendigos, vagabundos, criminales y locos acudían a luchar, buscando ganar dinero en las apuestas e, incluso, por su propia pelea. No había reglas.
Había acudido a observar el lugar. No era del interés de la aldea lo que ahí sucedía, pero no por ello debía ser ignorado. El aire era frío y húmedo, con olor a humedad y maderas podridas y hongos que crecían sobre los escombros. Varios "gladiadores" salían en camilla o cojeando, llenos de heridas y sangre.
Deslizándome entre las sombras, me acerqué hasta ese lugar, caminando por las paredes y el techo, el cual estaba lleno de estalactitas.
Desde ahí observé los combates. Eran muchos principiantes y pocos profesionales. Sin embargo, en un momento dado, se hizo una pila de lesionados y heridos, todos en torno al desafío al combatiente "preferido", el evento de la noche. Era una mole de dos metros o más, con la piel llena de heridas. Cuello ancho, cuyos trapecios se fusionaban con sus enormes hombros y una musculatura impresionante.
Llegaban vagabundos con armaduras improvisadas y locos con armas, pero aquel monstruo no sólo no parecía sentir dolor, sino que era increíblemente fuerte... y sádico.
Tras observar el combate, un sujeto encapuchado se acercó y lo curó con un resplandor verde de sus manos. Estaba invicto.
Descendí hasta las gradas, quienes vieron un demonio bajando caminando por las paredes. Caminé por las gradas para acercarme a la arena.
-¿Es que nadie va a derrotar a Goliath?- decía la presentadora, una chica en bikini de cuero negro con picos, gritando casi retando a los observadores.
Avancé hasta la arena. Los guardias no intentaron detenerme, ya que además de un demonio, tenía una bandana ninja.
-Yo quiero probar-dije mientras encaraba a ese enorme sujeto, al cual su "dueño" retenía con cadenas.
-!Aquí un shinobi demonio! ¿será suficiente? !Hagan sus apuestas!- gritó la presentadora. Aquel enorme sujeto sonrió maliciosamente. Sólo vestía su short deportivo y vendas en los antebrazos y espinilleras.
Me coloqué al otro lado del ring y dieron la campanada.
Aquel monstruo esperó a que me acercara.
Tras correr hacia él, realicé unos sellos, creando un clon ilusorio. El monstruo golpeó el clon ilusorio, el cual comenzó a deshacerse.
Me lancé con un Gouken Ryuu, golpeando su estómago, encadenando enseguida un combo de cincos golpes en puntos específicos de su cuerpo, buscando empujarlo con el último golpe con ambas manos. Pareciera que todos mis combos fueran en vano. Me alejé, pero el poderoso golpe de ese sujeto logró rasgar mi ropa con sólo rozarme.
El sujeto dio un poderoso salto, elevándose varios metros en el aire. Logré esquivarlo antes de que me cayera encima. Rompió el suelo al caer con un pisotón.
Alargué las uñas de mi mano y tras correr hacia él, le propiné un arañazo (golpe blanco), seguido de un Gouken Ryuu. Su brazo recibió ambos impactos, y con el otro, con una palmada, me arrojó 5 metros.
La gente gritó emocionada.
Me reincorporé y realicé sellos, lanzando una bola de fuego hacia mi rival, el cual se cubrió con ambos brazos y emergió de la lumbre sacudiéndose las ascuas.
Realicé otro jutsu, y tras dejar que un ratón de fuego avanzara bajo tierra, emergió a sus pies con una explosión. El enorme sujeto apenas retrocedió un par de pasos. No dejaba de sonreír.
Se lanzó con la pierna extendida, y contrataqué con mi patada con la pierna extendida. Ambas patadas chocaron y yo retrocedí un par de metros.
La gente aún no aclamaba y él se regocijaba en esa atención. Dio un golpe en el piso, haciéndolo vibrar, sacudiéndome sin hacerme caer.
Generé en mi mano una espada de fuego. Corrí hacia él, lanzando otro clon ilusorio, el cual ya no alcanzó a distraer al musculoso, sin embargo, sí que mi espada de fuego logró chocar contra su puño. Pese a quemarse, siguió empujando su puño, caminando, mientras me empujaba hacia atrás pese a oponer resistencia.
Con mi otra mano sostuve mi Kanabo e hice crecer las púas en él, solté la espada para tomar mi kanabo, haciendo que el sujeto cayera al no tener resistencia. En ese momento, haciendo uso de la inercia, me giré para impactarlo en la cabeza con mi arma.
Fue un golpe seco, poderoso, que retumbó por todo el lugar. Se hizo el silencio unos segundos, pero entonces ese sujeto me tomó del tobillo. Volví a golpear su cabeza, la cual sangraba, sin embargo, se levantó y comenzó a girarme.
Dando vueltas sobre sí mismo, me arrojó contra la pila de heridos. Enseguida, levantó las manos y se puso a disfrutar de las aclamaciones de la gente.
Ese sujeto era demasiado para mí, por ahora. No sabía de donde había salido, pero sabía que no podía vencerlo. No sabía como.
Tras levantarme, quitándome un herido de encima, me rendí y me incliné para darle mis respetos al enorme sujeto. Tras esto, caminé hacia afuera de la arena. Abucheos y aclamaciones sonaron al unísono, mientras me alejaba del lugar.
Pobres, mendigos, vagabundos, criminales y locos acudían a luchar, buscando ganar dinero en las apuestas e, incluso, por su propia pelea. No había reglas.
Había acudido a observar el lugar. No era del interés de la aldea lo que ahí sucedía, pero no por ello debía ser ignorado. El aire era frío y húmedo, con olor a humedad y maderas podridas y hongos que crecían sobre los escombros. Varios "gladiadores" salían en camilla o cojeando, llenos de heridas y sangre.
Deslizándome entre las sombras, me acerqué hasta ese lugar, caminando por las paredes y el techo, el cual estaba lleno de estalactitas.
Desde ahí observé los combates. Eran muchos principiantes y pocos profesionales. Sin embargo, en un momento dado, se hizo una pila de lesionados y heridos, todos en torno al desafío al combatiente "preferido", el evento de la noche. Era una mole de dos metros o más, con la piel llena de heridas. Cuello ancho, cuyos trapecios se fusionaban con sus enormes hombros y una musculatura impresionante.
Llegaban vagabundos con armaduras improvisadas y locos con armas, pero aquel monstruo no sólo no parecía sentir dolor, sino que era increíblemente fuerte... y sádico.
Tras observar el combate, un sujeto encapuchado se acercó y lo curó con un resplandor verde de sus manos. Estaba invicto.
Descendí hasta las gradas, quienes vieron un demonio bajando caminando por las paredes. Caminé por las gradas para acercarme a la arena.
-¿Es que nadie va a derrotar a Goliath?- decía la presentadora, una chica en bikini de cuero negro con picos, gritando casi retando a los observadores.
Avancé hasta la arena. Los guardias no intentaron detenerme, ya que además de un demonio, tenía una bandana ninja.
-Yo quiero probar-dije mientras encaraba a ese enorme sujeto, al cual su "dueño" retenía con cadenas.
-!Aquí un shinobi demonio! ¿será suficiente? !Hagan sus apuestas!- gritó la presentadora. Aquel enorme sujeto sonrió maliciosamente. Sólo vestía su short deportivo y vendas en los antebrazos y espinilleras.
Me coloqué al otro lado del ring y dieron la campanada.
Aquel monstruo esperó a que me acercara.
Tras correr hacia él, realicé unos sellos, creando un clon ilusorio. El monstruo golpeó el clon ilusorio, el cual comenzó a deshacerse.
Me lancé con un Gouken Ryuu, golpeando su estómago, encadenando enseguida un combo de cincos golpes en puntos específicos de su cuerpo, buscando empujarlo con el último golpe con ambas manos. Pareciera que todos mis combos fueran en vano. Me alejé, pero el poderoso golpe de ese sujeto logró rasgar mi ropa con sólo rozarme.
El sujeto dio un poderoso salto, elevándose varios metros en el aire. Logré esquivarlo antes de que me cayera encima. Rompió el suelo al caer con un pisotón.
Alargué las uñas de mi mano y tras correr hacia él, le propiné un arañazo (golpe blanco), seguido de un Gouken Ryuu. Su brazo recibió ambos impactos, y con el otro, con una palmada, me arrojó 5 metros.
La gente gritó emocionada.
Me reincorporé y realicé sellos, lanzando una bola de fuego hacia mi rival, el cual se cubrió con ambos brazos y emergió de la lumbre sacudiéndose las ascuas.
Realicé otro jutsu, y tras dejar que un ratón de fuego avanzara bajo tierra, emergió a sus pies con una explosión. El enorme sujeto apenas retrocedió un par de pasos. No dejaba de sonreír.
Se lanzó con la pierna extendida, y contrataqué con mi patada con la pierna extendida. Ambas patadas chocaron y yo retrocedí un par de metros.
La gente aún no aclamaba y él se regocijaba en esa atención. Dio un golpe en el piso, haciéndolo vibrar, sacudiéndome sin hacerme caer.
Generé en mi mano una espada de fuego. Corrí hacia él, lanzando otro clon ilusorio, el cual ya no alcanzó a distraer al musculoso, sin embargo, sí que mi espada de fuego logró chocar contra su puño. Pese a quemarse, siguió empujando su puño, caminando, mientras me empujaba hacia atrás pese a oponer resistencia.
Con mi otra mano sostuve mi Kanabo e hice crecer las púas en él, solté la espada para tomar mi kanabo, haciendo que el sujeto cayera al no tener resistencia. En ese momento, haciendo uso de la inercia, me giré para impactarlo en la cabeza con mi arma.
Fue un golpe seco, poderoso, que retumbó por todo el lugar. Se hizo el silencio unos segundos, pero entonces ese sujeto me tomó del tobillo. Volví a golpear su cabeza, la cual sangraba, sin embargo, se levantó y comenzó a girarme.
Dando vueltas sobre sí mismo, me arrojó contra la pila de heridos. Enseguida, levantó las manos y se puso a disfrutar de las aclamaciones de la gente.
Ese sujeto era demasiado para mí, por ahora. No sabía de donde había salido, pero sabía que no podía vencerlo. No sabía como.
Tras levantarme, quitándome un herido de encima, me rendí y me incliné para darle mis respetos al enorme sujeto. Tras esto, caminé hacia afuera de la arena. Abucheos y aclamaciones sonaron al unísono, mientras me alejaba del lugar.