Sobre la tierra, en un perenne ambiente de yermo, donde sólo había roca y tierra en enormes extensiones, casi como un desierto sin arena, sólo diferenciado de este por las enormes estructuras rocosas que se erigían sobre el suelo. El clima era templado, con algunas nubes blancas en el firmamento, nada que te protegiera del sol excepto las rocas.
Sin embargo, formaciones rocosas se erigían sobre la tierra, abriendo las fauces hacia debajo de una zona fantasmal, llena de ruinas de lo que fue una gran ciudad alguna vez. Esas entradas fortificadas de la aldea daban paso a un sistema de túneles subterráneos, perfectamente iluminados gracias a la energía eléctrica.
Era una zona de fantasía. Una enorme bóveda de roca encima de nosotros era nuestro cielo, y bajo tierra sí que había un fresco, además de una perpetua oscuridad. Yo, con mis ropajes negros que cubrían casi cada centímetro de mi cuerpo, ocultando mi piel roja, pero dejando ver mi rostro y mis extraños ojos rojos, y mis cuernos, hacían que la gente desviara su atención de mí a propósito, intentando no mirarme para no "provocarme".
Yo iba viendo la ciudad de la parte superior. Enormes edificios hechos de acero y enormes sistemas de engranajes, así como la marcha de cientos de trabajadores hacia las zonas de trabajo desde la planta baja.
El tren seguía avanzando sobre su línea, descendiendo por un túnel horizontal hasta atravesar la sección media, en donde vivía la clase media. Ahí, toda esperanza de un rayo de luz o una brisa de aire era prácticamente eliminada. Todo se iluminaba mediante sistemas artificiales. Todo parece una estructura minera, industrial y de ensamblaje. Una factoría gigantesca era prácticamente Iwa en estos momentos.
La locomotora lanzó su fuerte silbido antes de comenzar a bajar la velocidad. No llegaría al nivel inferior. Esa zona era demasiado oscura y pobre como para que siquiera fuera considerada que alguien pudiera pagar el transporte.
El tren bajó su velocidad y finalmente detendría su recorrido en medio de unas enormes torres- fábricas que hacían piezas de metal para la industria.
Descendí del tren, con las manos en los bolsillos. La gente que se topaba conmigo trataba de hacerse a un lado o, en su defecto, no pasar por donde yo pasaba.
-Un demonio en un tren, ¿donde habré visto esto antes?- dijo una voz masculina, mas grave que la mía. Se trataba de mi primo Yon Hwan, un oni de gran estatura y cuerpo musculoso, con dos cuernos en la frente y piel verde. Vestía con los ropajes rojos del uniforme de Iwa.
-Por suerte, ningún cazador de demonios apareció por aquí- le respondí sonriendo, chocando las manos.
-¿Te aburriste del ejército?- me cuestionó burlonamente.
-Me quedó pequeño, prefiero un lugar donde crecer más-le respondí, caminando junto a él. La gente nos miraba, pero para muchos otros ya éramos algo normal. Incluso, los demás ninjas no nos ponían especial atención, siendo que ellos ya conocían muy bien el clan, que pertenecía a su misma aldea. Aunque, para ojos curiosos, debía ser una sorpresa vernos.
-Perfecto. Por cierto, han pasado tus cosas a tu nueva casa, no es algo muy lujoso, pero debe servir bien. En nuestro clan al menos en eso nos ofrecemos apoyo. Pronto tendrás que devolverles el favor-dijo mi primo. Yo asentí con la cabeza. Era genial tener mi nueva casa, mi propia residencia.
Gracias a los contactos de mi clan con el ejército y el gobierno, y a la inversión que mi familia realizó, pronto llegaría a la que sería mi residencia.
Tras subir un poco por un túnel horizontal en donde guardias pedían identificación para pasar, llegamos a una zona de cuevas entre la zona media y la alta, en donde había varias casa-cueva de buen nivel. Finalmente, llegaríamos a mi casa.
-Tras años de dormir en las barracas, esto es un palacio- le dije a mi primo, maravillado por la casa cueva.
-Lo supongo. Aunque como ninja pasarás poco tiempo en tu casa, ya te lo digo- dijo mi primo, sonriendo.
Había una zona por donde la luz natural lograba pasar entre grietas, e incluso, había una zona de cascada que conducía a las zonas bajas. Un estanque con algo de naturaleza en cada casa era alimentado por aquella cascada.
Colonias de murciélagos volaban a través de las grietas hacia otras zonas cavernosas, donde sólo hongos bioluminiscentes alumbraban.
Se alejaba un de la monotonía industrial y mecánica del resto de la aldea, como si fuera parte de una zona completamente distinta.
-Algunos llaman a esta parte "el paraíso"-dijo mi primo. Varios sujetos militares, otros con bandanas ninjas y algunos con ropas que los identificaban como funcionarios del gobierno caminaban por esas calles adornadas con hongos bio luminiscentes.
Tras ingresar a la casa, una especie de arquitectura moderna y naturalista, con el paisaje cavernoso que le rodeaba, noté en la mesa de centro una especie de paquete. Era mi uniforme.
Una playera holgada de mangas largas, pantalones holgados y una pañoleta para la cabeza, todo en conjunto rojo. Sin embargo, lo que más llamó la atención era mi bandana ninja con el logo de la aldea.
-Tu uniforme formal, aunque podrás ir vestido como quieras a la academia y a ciertas misiones, en casos especiales deberás portar el uniforme- dijo mi primo- ahora, recuerda, temprano, muy temprano, deberás estar en la academia ninja para tomar clases. Verás alumnos mas jóvenes que tú, pero que eso no te desanime.
Asentí con la cabeza y, tras otro choque de manos, se despidió de mi.
Subí a mi habitación con mi nuevo uniforme y me recosté sobre mi cama. La luz que se filtraba en el patio iluminaba mi habitación, la cual ya tenía algunos muebles. Estaba emocionado, quizás daría una vuelta por mi nuevo vecindario antes de ir a comer. Mi camino ninja empezaba ahora.
Sin embargo, formaciones rocosas se erigían sobre la tierra, abriendo las fauces hacia debajo de una zona fantasmal, llena de ruinas de lo que fue una gran ciudad alguna vez. Esas entradas fortificadas de la aldea daban paso a un sistema de túneles subterráneos, perfectamente iluminados gracias a la energía eléctrica.
Era una zona de fantasía. Una enorme bóveda de roca encima de nosotros era nuestro cielo, y bajo tierra sí que había un fresco, además de una perpetua oscuridad. Yo, con mis ropajes negros que cubrían casi cada centímetro de mi cuerpo, ocultando mi piel roja, pero dejando ver mi rostro y mis extraños ojos rojos, y mis cuernos, hacían que la gente desviara su atención de mí a propósito, intentando no mirarme para no "provocarme".
Yo iba viendo la ciudad de la parte superior. Enormes edificios hechos de acero y enormes sistemas de engranajes, así como la marcha de cientos de trabajadores hacia las zonas de trabajo desde la planta baja.
El tren seguía avanzando sobre su línea, descendiendo por un túnel horizontal hasta atravesar la sección media, en donde vivía la clase media. Ahí, toda esperanza de un rayo de luz o una brisa de aire era prácticamente eliminada. Todo se iluminaba mediante sistemas artificiales. Todo parece una estructura minera, industrial y de ensamblaje. Una factoría gigantesca era prácticamente Iwa en estos momentos.
La locomotora lanzó su fuerte silbido antes de comenzar a bajar la velocidad. No llegaría al nivel inferior. Esa zona era demasiado oscura y pobre como para que siquiera fuera considerada que alguien pudiera pagar el transporte.
El tren bajó su velocidad y finalmente detendría su recorrido en medio de unas enormes torres- fábricas que hacían piezas de metal para la industria.
Descendí del tren, con las manos en los bolsillos. La gente que se topaba conmigo trataba de hacerse a un lado o, en su defecto, no pasar por donde yo pasaba.
-Un demonio en un tren, ¿donde habré visto esto antes?- dijo una voz masculina, mas grave que la mía. Se trataba de mi primo Yon Hwan, un oni de gran estatura y cuerpo musculoso, con dos cuernos en la frente y piel verde. Vestía con los ropajes rojos del uniforme de Iwa.
-Por suerte, ningún cazador de demonios apareció por aquí- le respondí sonriendo, chocando las manos.
-¿Te aburriste del ejército?- me cuestionó burlonamente.
-Me quedó pequeño, prefiero un lugar donde crecer más-le respondí, caminando junto a él. La gente nos miraba, pero para muchos otros ya éramos algo normal. Incluso, los demás ninjas no nos ponían especial atención, siendo que ellos ya conocían muy bien el clan, que pertenecía a su misma aldea. Aunque, para ojos curiosos, debía ser una sorpresa vernos.
-Perfecto. Por cierto, han pasado tus cosas a tu nueva casa, no es algo muy lujoso, pero debe servir bien. En nuestro clan al menos en eso nos ofrecemos apoyo. Pronto tendrás que devolverles el favor-dijo mi primo. Yo asentí con la cabeza. Era genial tener mi nueva casa, mi propia residencia.
Gracias a los contactos de mi clan con el ejército y el gobierno, y a la inversión que mi familia realizó, pronto llegaría a la que sería mi residencia.
Tras subir un poco por un túnel horizontal en donde guardias pedían identificación para pasar, llegamos a una zona de cuevas entre la zona media y la alta, en donde había varias casa-cueva de buen nivel. Finalmente, llegaríamos a mi casa.
-Tras años de dormir en las barracas, esto es un palacio- le dije a mi primo, maravillado por la casa cueva.
-Lo supongo. Aunque como ninja pasarás poco tiempo en tu casa, ya te lo digo- dijo mi primo, sonriendo.
Había una zona por donde la luz natural lograba pasar entre grietas, e incluso, había una zona de cascada que conducía a las zonas bajas. Un estanque con algo de naturaleza en cada casa era alimentado por aquella cascada.
Colonias de murciélagos volaban a través de las grietas hacia otras zonas cavernosas, donde sólo hongos bioluminiscentes alumbraban.
Se alejaba un de la monotonía industrial y mecánica del resto de la aldea, como si fuera parte de una zona completamente distinta.
-Algunos llaman a esta parte "el paraíso"-dijo mi primo. Varios sujetos militares, otros con bandanas ninjas y algunos con ropas que los identificaban como funcionarios del gobierno caminaban por esas calles adornadas con hongos bio luminiscentes.
Tras ingresar a la casa, una especie de arquitectura moderna y naturalista, con el paisaje cavernoso que le rodeaba, noté en la mesa de centro una especie de paquete. Era mi uniforme.
Una playera holgada de mangas largas, pantalones holgados y una pañoleta para la cabeza, todo en conjunto rojo. Sin embargo, lo que más llamó la atención era mi bandana ninja con el logo de la aldea.
-Tu uniforme formal, aunque podrás ir vestido como quieras a la academia y a ciertas misiones, en casos especiales deberás portar el uniforme- dijo mi primo- ahora, recuerda, temprano, muy temprano, deberás estar en la academia ninja para tomar clases. Verás alumnos mas jóvenes que tú, pero que eso no te desanime.
Asentí con la cabeza y, tras otro choque de manos, se despidió de mi.
Subí a mi habitación con mi nuevo uniforme y me recosté sobre mi cama. La luz que se filtraba en el patio iluminaba mi habitación, la cual ya tenía algunos muebles. Estaba emocionado, quizás daría una vuelta por mi nuevo vecindario antes de ir a comer. Mi camino ninja empezaba ahora.