[Autonarrada C] - En busca de aventuras
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La llegada, si, la llegada del barco al puerto del País del té, fue una escena bastante peculiar, mucha gente estaba en el puerto, pero no porque quisieran recibir a los pesqueros, sino porque venían a comprar sus productos marinos. La joven Ulti estaba maravillada por el mar de gente, había turistas, comerciantes y diversas otras personas que venían al país del te por sus enormes playas y bello mar, por su recolección de productos marinos y otras riquezas del mar… si, la joven muchacha se había empezado a cuestionar si acaso estaba en el lugar correcto.

Cuando bajo del barco, se despidió amigablemente de aquellos barqueros, muy simpáticos y amables, habían hecho un viaje muy ameno y bastante trabajólico para Ulti, esta estaba bastante feliz de haberlos conocido, y también los grumetes y el capitán de aquel barco pesquero.

Cuando la muchacha de la minifalda se fue, los enamorados grumetes y el agradecido capitán observaban con añoranza su camino por el puerto, viendo como su cabeza con grandes cuernos desaparecía de entremedio de los civiles, las personas que estaban por ahí para turistear y aquellos mercantes de verano simplemente ignoraban la importancia que esta niña pudo tener en el corazón de todos esos marinos… bueno, no todos los días ves a una jovencita de largas piernas usando minifalda y subiéndose al mástil de un barco sin preocuparse de si le ven o no por debajo, si, eran unos pervertidos, pero fueron amables con Ulti.

Es aquí donde la joven sin experiencia ni conocimientos del mundo inicia su viaje, por fin y por primera vez dentro de aquel nuevo continente, aburrida y sin una guía se dirige a donde las viejas historias siempre narran sus historias, donde aquellos juegos de calabozos y dragones solo hacen mención al inicio y al fin de una narrativa, si, estaba ella y se dirigió a una taberna.

Nuestra historia inicia en una taberna, todo recubierto de madera y olor a roble, con adornos de bollas de cristal rodeadas de mallas de cuerda, surcando la vista en aquellas vigas de madera en lo alto de la cantina, candelabros de vela de cera prendidos a medio quemar y un gran trofeo de cabeza de tiburón disecada adornando el mostrador, rodeada por un sinfín de botellas de licor con diversas etiquetas de barba negras y calaveras ambulantes. La cantidad de marinos y borrachos era bastante abrumadora y la llegada de una muchacha en minifaldas simplemente hizo que más de alguno se incorporada para verla, silbarle y gritarle un improperio, para luego volver a caerse en sus tragos tan habituales que ya la cirrosis en estos marinos sin chispa de valor podría montar… si… para ella ser una mujer de mar, esto era casi como sentirse en el hogar.

La muchacha se acercó al tabernero, este sin mucho reparo le sirvió un vaso de zumo de naranja y ella empezó a consultar sobre diversos problemas que podrían generarse en las inmediaciones. El hombre sin mucho ánimo le comento que en las noches un grupo de personas estaba robando los molinos de té que se encontraban al norte, alejados ya del mar. Para la joven, era la primera vez que vería los molinos en su vida, era una experiencia única que podría contar cuando volviera a sus tierras natales.

Al atardecer, la muchacha emprendió viaje al norte, armada con un simple palo y muchas ganas de pelear. No era la mejor combatiente, sin embargo, algo podría hacer, lo que le sobraban eran agallas y ella lo iba a hacer posible.

Al llegar a los molinos, la joven quedo maravillada por su simpleza y potencia en diseño y arquitectura, eran gigantes construcciones de piedra y madera con velas de tela que giraban con el viento, era obvio que esta gente estaba acostumbrada a construir esta clase de arquitecturas, pero no se dejó estar, pues al llegar rápidamente pudo notar como los granjeros se encontraban en un enfrentamiento con un grupo de ladronzuelos de poca monta. Eran todos jóvenes, vestidos con harapos de color tierra y armados con cuchillos y espadas romadas, la joven no lo dudó ni un segundo y se abalanzo en contra de los bandidos.

La pelea fue extensa, ella apoyo a todos los granjeros en su contienda, estos armados con trinchas y antorchas mientras que la joven Ulti solo con su palo golpeaba sin cesar a los bandidos, los pudieron espantar fácilmente y es que la misma ayuda de Ulti no fue la gran cosa en comparación con el grupo de granjeros que ahí se avisto, sin embargo, esta gente era muy agradecida y decidió compartir con la joven Ulti un poco de té verde recién procesado, no era tan rico como el que ya está añejado, pero aun así ella lo recibió con gusto, estaba alegre de ver a la gente feliz festejando su hazaña.
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