El cielo se oscureció dejando a la zona con las luces de los negocios, eran tenues y albergaban cierta tranquilidad en el lugar pues bien o mal no habían tantos problemas en las zonas residenciales dónde se encontraba la mayoría de civiles en las villas. Sazaki regresaba de un entrenamiento regular pues no tenía mucho que recibió el título de Genin teniendo aún mucho camino por recorrer si quería llegar a ser alguien distinguido en su tierra natal, no hace mucho tomo el trabajo de guardián de una pequeña de siete años la cuál presumían sería el futuro del Rayo aunque para el espadachín aún era difícil de creer que la tierra cambiaría con el pensamiento de una niña inmadura y tierna.
El festival no hacía mucho que tuvo lugar en la zona y algunos establecimientos aún tenían decoraciones y promociones debido a las festividades. Por muy imperio absolutista que hubiese la verdad era que el trato era bueno si se seguían las reglas y condiciones de los mandatarios, los bares estaban en su mayoría llenos y algunos otros comenzaban a sacar a los borrachos para cerrar los locales y por fin ir a descansar. — Nunca cambian… — Pensó en voz alta mirando a uno de los borrachos del lugar, continúo su caminó entre la penumbra de la noche.
Entre si recorrido encontró un viejo bar, este no estaba tan lleno de gente y por su aspecto seguramente pertenecía a la facción criminal del Rayo dónde se encuentran trabajos como mercenario o apuestas y protecciones extra oficiales. Sazaki nunca había entrado a un lugar como este pues siempre visito cavernas y bares más imperiales o civiles por lo que la curiosidad en realidad llamó su atención. Su habilidad era buena con la espada o por lo menos la suficiente para entrar a este tipo de lugares sintiendo aún seguridad al portar sus características shirasayas.
Al entrar al recinto pudo ver qué la ambientación del lugar era completamente diferente al que estaba acostumbrado, peleas, insultos, y alguna botella rota sobre el suelo o las mesas, el joven espadachín se introdujo a la barra para tomar asiento a lado de algunos ninjas con cara de pocos amigos. — Una botella de sake… — Dijo al camarero quien en seguida le dio el vaso y botella para cumplir con su requisito, pero la educación no era algo que se practicara o por lo menos eso parecía.
Algo en el bar llamaría la atención de todos. —¡Maldita sean los imperiales! — Grito un borracho solo para que el resto de ninjas a su alrededor le dieran una paliza por maldecir el imperio, podrían ser criminales pero las mismas reglas se seguían aplicando a ellos después de todo. — ¿Siempre son así? — De nueva cuenta pensando en voz alta.