[Autonarrada - C] El entretenimiento de los poderosos
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Misión




[Imagen: 4jmOt5q.png]



Después de una mañana tranquila, en la que por primera vez en muchas semanas Samuru ha podido tomarse el suficiente tiempo para realizar su ritual matutino sin presión, el marionetista había tomado su equipo ninja y, revisando una vez más la nueva misión que le había sido asignada, marchó en dirección, una vez más, a la capital del país del fuego.
 
Al parecer la aldea había decidido que, en un caos de guerreros sedientos de sangre, el joven perteneciente al país del Viento era, de hecho, una buena elección a la hora de misiones que implicaran un mínimo carácter diplomático. Había ocurrido con la escolta humana hace meses, ocurrió de nuevo con las investigaciones en el mercado y finalmente, tras varias misiones intermedias in importancia, volvería a ocurrir aquel día, en el cual sería elegido para realizar una escolta casual en un evento al que acudiría gran parte de la nobleza del país. 
 
Para la caída del sol, varias horas más tarde, el shinobi ya había llegado a su destino, deteniéndose ante un gran edificio decorado con todo tipo de luces y colores festivos "Con semejante despliegue no me extraña que contraten a ninjas como vigilantes... Básicamente se están poniendo una diana en la cara; pero supongo que tienen suficiente poder y recursos como para no importarles en lo absoluto".
 
Samuru se vio detenido justo antes de entrar por un par de guardas, más grandes que intimidantes, a la espera de que les fuera entregada algún tipo de invitación. En su lugar, el shinobi sacó el pergamino de su misión y se lo mostró a los gorilas, que, tras sorprenderlo demostrando capacidad para leer el contenido del mismo, le dejarían pasar sin más distracciones que las conllevadas del tiempo que gastarían en entregarle un paquete que, al parecer, entregaban a todos los ninjas asistentes. "Está bien ver a matones de alto standing de vez en cuando, podría acostumbrarme". Sin embargo, su complacencia desapareció en cuanto abrió el paquete que le había sido entregado y vio en su interior una máscara de porcelana completamente plana, sin decoraciones o coloreado de color alguno "Supongo que la idea es que, con esto puesto, ahí dentro todos seamos exactamente iguales, a excepción de aquellos cuya existencia celebramos... Ególatra, pero previsible". Una sonrisa recorrió su rostro ante la aparición de una idea incendiaria "De acuerdo, si tanto lo desean, cubriré mi rostro". Guardando su máscara en el interior de la chaqueta, realizó unos sellos con rapidez mientras continuaba andando hacia la sala de festividades.
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El tiempo pasaba lento y tedioso para quienes ya se encontraban en el interior de la sala festiva, en su mayoría shinobi o damas de compañía a la espera de la llegada de sus "clientes". Algunos de los guerreros se veían ligeramente distraídos por la presencia de las exuberantes mujeres, pero la mayoría sencillamente realizaban su trabajo completamente estáticos, con sus ojos, la única parte que se veía a través de sus máscaras, carentes de destello alguno de vida o jovialidad; y sin embargo, el interés despertó algunas de estas miradas cuando el marionetista entró en la estancia.

Ataviado con su vestimenta normal, pero con un símbolo de Konoha que lo marcaba claramente como ninja, no portaba una máscara como el resto de los allí presentes, más bien su rostro era la máscara. Habiendo realizado un jutsu básico de transformación, el shinobi había hecho que, visualmente, su piel y huesos parecieran haber formado un rostro completamente plano, en el que solo se veían sus ojos y que, pese a todo, gozaba de cierta elegancia, si... pero principalmente un aura bastante inquietante. Ante la mirada atenta de uno de los ninjas más cercanos a Samuru, el mismo simplemente entrecerró los ojos con clara malicia y le dedicó unas palabras.

- Se habían quedado sin máscaras y he tenido que improvisar - Aquella frase ganaba un nuevo matiz de tenebrosidad por el hecho de que ni un solo músculo se había movido en el rostro plano del shinobi durante la mención de las mismas. Algo que pese a causar gracia a la mayoría de los shinobi, produciría un escalofrío a las damas, algo menos acostumbradas a los "misterios" del ninjutsu.
Y sin embargo la idea pareció agradar a unos pocos, que, imitando al marionetista, ejecutarían varios sellos para "integrar" su máscara a su piel. Ahora eran una unidad de entes irreconocibles, tal y como era la idea de los nobles, pero... Habían ganado cierta distinción.

El tiempo pasaría, y los objetivos de interés comenzarían a llegar. Algunos individualmente, otros en grupos, y todos ellos quedarían fascinados por la belleza de las doncellas que les recibían... Y por la tétrica tez de muchos de los guardias presentes. Pero, oh la ironía, ninguno de ellos se tomaría a mal aquella iniciativa. En parte porque los primeros en llegar ya estaban borrachos, en parte porque lo0s que no lo estaban pensaban que había sido idea de alguno de sus congéneres y les parecía más gracioso que insultante. En cualquier caso, la festividad empezaría con normalidad, y durante las siguientes horas, los shinobi no podrían hacer más que mantenerse estáticos, vigilando el evento, mientras un grupo de personas nacidos con sangre especial disfrutaban de los placeres y los productos imposibles de producir para ellos y creados por quienes la mayoría, en su propia mente, consideraban seres inferiores.

Varias horas más tarde, los nobles mejor educados o aquellos con más enemigos ya habrían abandonado la celebración sobre sus propias piernas, mientras que el resto, haciendo gala de su entrenamiento vitalicio en el noble arte de beber como un sapo que ha pasado tres días en el desierto, serían llevados de vuelta a sus carruajes y posteriormente hogares por su guardia personal, terminando así la que, muy posiblemente, habría sido la misión más aburrida del marionetista en todo lo que llevaba como ninja; el cual, mientras abandonaba el lugar con intención de volver de inmediato a konoha, cobrar su sueldo y olvidar aquel día, fantasearía con la idea de que, de haber tenido más suerte, algún terrorista podría haber matado a uno o dos de aquellos sujetos, aunque fuera solo para animar la noche a los shinobi.

- Otra vez será... - Murmuró entre dientes, mientras con el sol saliendo nuevamente por el horizonte, ponía rumbo de vuelta a casa.

| Misión Finalizada |
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MISIÓN FINALIZADA
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