Dos sombras se deslizan entre la oscuridad de los callejones en la capital del Fuego... Moviéndose de esquina en esquina y sorteando las zonas concurridas por los tejados, se dirigen con rapidez a su destino, aprovechando todos los puntos ciegos de la guardia de la ciudad.
Unos minutos más tarde, paran ante una vivienda aparentemente normal, abandonada quizás hace años. En su interior no parece haber nada especial, pero a estas alturas de la misión Samuru, que es una de las sombras, ya sabe que es lo que están buscando; los terroristas a los que se ha unido como parte de su misión han estado buscando distintas zonas con un tramo de alcantarillado abandonado en la ciudad, y plantando sellos en lo más hondo de estos, donde nadie podría verlos. Cuando podían asaltar zonas abandonadas como aquella, era fácil. Cuando tenían que adentrarse en viviendas o negocios ocupados, simulaban atracos a modo de cortina de humo. Todo los había marchado relativamente bien, hasta el momento en que el País del fuego decidió que lo más seguro sería enviar a alguien a investigar los golpes.
- No parece que haya nadie vigilando - Susurra el marionetista tras asegurarse que nadie les observa - Este punto podría haber sido asegurado por una sola persona.
El shinobi se muestra escéptico ante la división en dos grupos que hablaron el día anterior, especialmente tras ver cómo su asignación es la más segura. Tanto el hombre que le acompaña como él mismo son los combatientes más entrenados; y sin embargo es improbable que el segundo punto de la noche (Al que se ha enviado a los dos hermanos) sea menos arriesgado que el que tienen delante.
- ¿Qué está ocurriendo Vas? ¿Por qué los miembros del grupo con más entrenamiento militar hemos sido asignados al punto más seguro? - En su tono no intenta ocultarse mínimamente la desconfianza del titiritero, que está tocando disimuladamente los pergaminos de sus títeres - Tienes un minuto para explicarte, antes de que me vuelva en tu contra.
El delincuente, que ya se encontraba dentro de la casa, buscando la entrada al alcantarillado, para y mira a su acompañante con cierto horror en el rostro, como si tras varias horas ocultándolo, estuviera a punto de derrumbarse. Al principio duda, pero en cuanto Samuru pasa a empuñar en una fracción de segundo un Kunai en su siniestra, y recordando la facilidad con la que anteriormente habían dejado una hoja de similares características en su cuello, tuerce la mirada y comienza hablar con desgana y pesadumbre.
- Nos han descubierto... Nuestro contacto ha hablado demasiado rápido - Hasta ahí, ninguna sorpresa para el marionetista, que ya ha recibido órdenes de concluir con la misión - Esta casa es el último punto verdadero, cuando plante aquí el sello habré terminado y pase lo que pase podré marcharme de este maldito País. Su ponto por otra parte... Tienes que entenderme...
El terror inunda el tono de un hombre que, normalmente, parece ser sereno y tener la situación bajo control. A la hora de la verdad, cuando han reventado todas sus tapaderas, solo queda un cascarón lleno de miedo e instinto de supervivencia.
- Los has traicionado... Y sin embargo has decidido no enviarme a mí a la misma trampa... - Samuru elige con cuidado cada una de sus palabras, mientras analiza las razones que pueden haber llevado al terrorista a salvar a un extraño y vender a sus camaradas - Sabes que existe la posibilidad de que salgan vivos de esa encerrona, pero tratándose de ellos o lo achacarán a una filtración de vuestro contacto o huirán... Sin embargo, si yo salía vivo, iría a por ti. Pero además, si demuestras ser útil, podría ofrecerte una nueva tapadera, un lugar en el que esconderte... ¿Es correcto? - Un lento asentimiento confirma las palabras del Shinobi.
- Ah, Vas... - Samuru suspira con resignación - Eso explica muchas otras cosas. Como el por qué decidiste creer tan rápido que yo no fuera la rata... En tu dura cabecita no quedaba ninguna salida limpia más allá de que, por algún milagro, yo decidiera ayudarte. Supongo que en ese aspecto los dos hemos tenido algo de suerte... Por un momento me preocupaba tu facilidad para descartarme como sospechoso. Si la mano ejecutora de esta operación resultara ser un imbécil todo esto no habría servido de nada.
A estas alturas, el criminal comprende que su última cuerda de seguridad acaba de arder como una tea. En su cabeza era una posibilidad, pero su verdadero ser, más cercano a una alimaña que a un humano, se agarraba a aquella posibilidad con una convicción hasta cierto punto encomiable.
- Por desgracia, si ellos son prescindibles... Significa que eres el único al que merece la pena sacar información - El tono de Samuru escala con rapidez a uno cruel, viperino y claramente colérico - Lo que significa que si les hubieras permitido retirarse antes de este golpe, habrían podido vivir su vida... Pero necesitabas un cebo, y ahora tienen una X marcada en sus espaldas. Lo que los lleva a poder terminar solo de dos maneras, muertos o torturados por los AMBU para extraerles una información que no tienen... Lo que les hará sufrir mucho más que a una babosa como tú, que no durará ni un día sin abrir la boca.
Vas se incorpora con toda la velocidad de la que es capaz. Ha dejado caer sus herramientas y el pergamino que ntenía que colocar en el lugar indicado, y empieza a correr sin ningún objetivo en mente, más allá de escapar de quien claramente ha sido enviado para atraparlo. En cuanto el criminal se incorpora, una pequeña explosión de humo se forma tras el shinobi, y la nueva silueta que surge como producto de la misma, no tarda ni un segundo en dar alcance al criminal, que se ve acorralado, empotrado y retenido contra la pared por una figura aterradora; formada por un cuerpo que al amparo de la oscuridad parece humano, hasta que te percatas de los seis brazos que surgen de su rostro, y las pequeñas hendiduras que recorren su cuerpo de madera y metal.
- Por tu culpa voy a tener que mancharme las manos en una misión que, de otra forma, podría haber sido sencilla... Así que al menos haznos un favor a Kuroari y a mí. Necesito que alertes a la guardia de nuestra posición y me ahorres tiempo de entregarte a los mismos - La marioneta separa cuatro de sus brazos del cuerpo del terrorista, manteniéndolo inmovilizado con solo dos de estos, mientras del resto surgen con un chasquido metálico cuatro cuchillas retráctiles - Pero tranquilo, que yo te ayudo.
Ante el rostro horrorizado de su víctima, y con un solo movimiento de su mano izquierda, Kuroari apuñala los codos y las rodillas del hombre en una simple pero brutal demostración de fuerza. Como respuesta evidente, un chillido desgarrador atraviesa la otrora silenciosa noche.
- Gracias por tu colaboración.
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