Hacía unos días que la kunoichi había llegado a la tierra del Viento. Si bien no le faltaba dinero, no perdería la oportunidad de estar en tierra de la Yakuza para acudir a Sabakugami, sede mundial del combate y las peleas del submundo criminal. Su historial y reputación como mercenaria y Jounin de la Niebla la avalaban, pero en el bajo mundo, al menos en el circuito de peleas del coliseo, Kiyoko no tenía un nombre consolidado. Sí, seguramente varias personas habían oído hablar de ella, pero su rival de aquella tarde era mucho más renombrada y un rostro familiar para los espectadores.
La Kurama ya se relamía de solo pensar en aquel enfrentamiento. Las autoridades la emparejaron directamente con una luchadora que venía de racha, al registrarse como "Kiyoko Kurama". En todos los registros de los últimos días, en las pantallas del bar de Sabakugami y en el boca a boca, Shiva aparecía. Repeticiones de sus batallas y comentarios de su poder llegaron a oídos de la chica del parche, que cada vez se crecía más, y sus expectativas respecto a la batalla eran altas. ¿Podría la Iwanin saciar su sed de sangre y acción? Como si de una bestia se tratase, la joven se alimentaba únicamente del peligro de muerte y de los verdaderos retos. Quizá una de sus únicas motivaciones para vivir, aunque en los últimos tiempos hubiesen aparecido otras. Pero sin hacerse más fuerte, no podría cumplir con lo que ansiaba.
En la arena convencional de Sabakugami, la principal de 25 metros de diámetro, se enfrentarían las dos kunoichis. Ningún escenario especial se presentaba, y desde las gradas y palcos, numerosos espectadores podrían disfrutar del combate. La racha ganadora de Shiva seguramente inclinaba la cuota en favor de Kiyoko, la cual pagaba más por ganar. Sin embargo, sería un enfrentamiento donde el dinero circularía bastante.
— ¡EN ESTE NUEVO DUELO DE SABAKUGAMI...! ¡POR UN LADO, DESDE KIRIGAKURE, TENEMOS A KIYOKOOOOOOOO! — Comentó con gran emoción el narrador, que como de costumbre, ponía toda su energía en anunciar a los combatientes. — ¡Y DESDE IWAGAKURE, SHIVAAAAAAAAA! — El público vitoreó a ambas ante sus salidas. Kiyoko simplemente salió del túnel de acceso por su puerta y elevó la diestra, en gesto de saludo. Sin embargo, su expresión era aquella que siempre tenía antes de una emocionante pelea: dientes afilados y una amplia sonrisa, mirada fija en su rival (en caso de que pudiese encontrarla con la mirada) y lengua afuera.
Acercándose hasta el centro y esperando que su rival hiciese lo mismo, Kiyoko, con la zurda sosteniendo su katana envainada en el lado izquierdo, para que no se desacomode, realizó una reverencia y extendió el puño hacia Shiva. — Ara, ara, que sea un buen combate. Enserio, no aceptaré otra cosa. — Amplió su sonrisa durante un momento. Si la Ashira aceptaba su saludo, de inmediato daría un salto hacia atrás, para ubicarse de nuevo en la salida de su puerta, lista para cuando el combate inicie.