Un día como cualquier otro en la aldea oculta entre la niebla, la metrópolis continuaba vislumbrando las calles con extrañas luces de neón que incluso durante el día se notaban y resaltaban, esto era a causa del clima en la aldea, el cual desde tiempo inmemorables solía ser nublado y opaco, creando esta atmosfera en la aldea de que casi siempre era de noche. De igual manera, y gracias a las luces de los establecimientos, las calles siempre se veían llenas de vida, el único detalle, sin embargo, era que las sombras de sus calles eran más pronunciadas, llevando a muchos crímenes, algunos pequeños y otros no tanto.
Ese día en particular, a eso de las trece horas del día, Kaen se encontraba caminando en dirección a un dojo popular, uno de dónde lo habían vetado hace un par de meses atrás, pero, gracias a su poderoso benefactor, dicha prohibición fue levantada en poco tiempo, permitiéndole al sujeto volver para pelear nuevamente como método de entrenamiento, ¿cuáles habían sido las razones por las cuales lo vetaron? El uso excesivo de fuerza en un entrenamiento amistoso podía ser una, pero la verdad es que mandar a su contrincante directamente al hospital había sido la más importante.
Llegó entonces frente al dojo, un edificio con luces de neón que animaban a un sujeto pateando el aire, entró, percibiendo casi de inmediato el montón de miradas en su dirección, todas y cada una de ellas poseían terror e ira, incluso sin dar muchos pasos dentro del local, los rumores empezaron a esparcirse: —¿No lo habían vetado?
—Shh, calla, su padre de seguro pagó para que lo dejasen pasar.
—¿Quién crees que será su presa hoy?
El cuchicheo no era molesto para el Kaguya, poco le importaba lo que los demás pensasen de él, avanzó y se anotó en una gran pizarra cerca del mostrador principal, allí, todos los que estuviesen dispuestos a un entrenamiento debían registrarse, colocando la “arena” en donde estarían esperando para el combate. Una vez terminó de hacerlo, se dirigió a la arena número tres, misma que se encontraba dos pisos abajo del local, estos espacios eran especiales, siendo cubos casi perfectos de quince por quince metros, relativamente cerrados, pero construidos de tal manera para que los combates que tomasen lugar allí no fuesen retenidos por una estructura débil.
Solo quedaba esperar entonces a su contrincante, Kaen simplemente tomó una esquina y se arregostó en la pared, era poco probable que alguien conocido lo visitara, pero siempre estaban aquellos visitantes que deseaban probar su valía contra algún local, uno de ellos, que no sabrían de su pasado, caerían allí, dispuestos a entrenar sin conocer el peligro.