Kirigakure
16 de Marzo, 13 D.K
16 de Marzo, 13 D.K
La pascua era de esas épocas del año en el que todos olvidaban por un instante preocupaciones y enemistades para participar, por alguna razón, en actividades multitudinarias y buscar huevos como si su vida dependiese de ello. El joven Heizu ignoraba la raíz de tales costumbres, quizás por haber crecido sin padres y no tener la iniciativa propia de preguntarlo a sus superiores a pesar del cierto grado de curiosidad que la cuestión le traía. Como muchos otros misterios que no existirían de haber tenido un toque más de suerte, este le traía sin cuidado la mayoría del tiempo. Pero cuando todo el mundo hablaba de ello era imposible no rebuscar entre el sepulcro mental y revivir tal curiosidad.
Por ello estaba un poco nervioso. Tenía frente a sí a un superior. Uno de los pocos que no le trataba del todo mal y con el que podía tener una conversación de tú a tú con un poco de constancia. Le habían llamado a la oficina para asignarle a una misión de aparente importancia para las festividades que estaban por ocurrir, y tras la larga lista de descartados por cualquier razón, era su turno.
— Esta es la información de tu tarea. No debería ser nada complicado. — Dijo el hombre, colocando un folio en el escritorio que compartía con Sevro. El chunin lo alcanzó y le echó una ojeada. Efectivamente la misión no le traería muchos problemas si la suerte estaba de su lado. Pero esa no era la cuestión. — Señor. — Respondió el chico tras conseguir el valor de preguntar. — ¿Si? ¿Alguna pregunta sobre la misión? — Al tiempo que hacía seguimiento a la duda, el oficial del imperio buscaría entre sus pertenencias un paquete de tabacos para encender uno. — ¿De dónde viene la pascua, señor? — La pregunta de Sevro fue respondida con una expresión amarga y una calada al cigarro. — La puta madre… — Murmuró el hombre. — Te contaré cuando termines la misión. — Agregaría en lo que le ordenaba a Sevro abandonar la oficina.
El Heizu no tuvo otra opción que seguir con la duda y partió a conseguir suministros para la tarea que debía llevar a cabo. La misión constaba de montar guardia en un punto cercano a las puertas de la aldea a velar por el bienestar de un cargamento de huevos de pascua que traían de otro sitio. Y los suministros que debía conseguir no eran más que algo de comida para el resto del día y algún libro para leer mientras vigilaba. Quizás encontraría un libro que hablase de la pascua, con algo de suerte.
Tras llegar al mercado se dirigió a sus establecimientos de confianza y compró lo necesario. Sin embargo, y por más que lo intentó, no consiguió ningún libro sobre la pascua, y terminó llevando el que tuviese la portada más interesante de entre todos. En este último puesto conseguiría el valor para hacer sus cuestiones al pobre hombre que se dedicaba a cobrar. — Señor. — Diría el Heizu mientras entregaba los productos que se llevaría. — Son 100 Ryos. — Respondió el contrario sin siquiera desviar la mirada del periódico que estaba leyendo. — ¿Sabe de dónde viene la pascua? — Preguntó, de nuevo, Sevro. El sujeto alzó la mirada, estudió con velocidad al ninja, y volvió a su periódico. — Paga y vete. Estás atrasando al resto. — Y así era. Sevro no se había percatado pero ya había fila detrás suya. Dejó escapar un suspiro y una moneda de 100 Ryos y partió de aquella tienda con otra derrota a cuestas.