[Junrei] Cumbre de Amegakure
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[Imagen: E_kser6XEAUeVCr?format=jpg&name=large]

30 de Sangatsu (Marzo), 15 D.Y.
07:00 PM, Edificio de la Amekage, Amegakure no Sato, País de la Lluvia



Durante todo el día se habían sucedido caravanas y grupos de personas que los habitantes de Ame presumían importantes, pues se movilizaban por la avenida principal y las calles de la aldea, rumbo al Edificio de la Amekage, completamente custodiados por shinobis de élite y escoltas reconocidos de Nakano, líder de la Lluvia. Apostados en los edificios aledaños, los curiosos vecinos y habitantes buscaban conocer de quién se trataban tan importantes visitas, aunque los rumores ya se habían esparcido por el mundo desde hacia unos días: en Amegakure tendría lugar la nueva Cumbre de los Líderes, donde algunos de los líderes mundiales del Imperio Boshoku asistirían para debatir quién-sabe-qué asuntos de importancia y absoluta confidencialidad. La misma estaba pactada para ser el 5 del mes anterior, pero a pedido de las naciones se trasladó hasta casi el final de Sangatsu.

Aquellas reuniones eran lo que en la época de los antiguos Kages se denominaba "Cumbre de los Kages", pero como la figura del Kage sólo permanecía en Konoha entre las 4 grandes naciones, y en algunos otros países menores, se había pasado a llamar "Cumbre de los líderes".



Ya sentados en sus sillas, en una mesa amplia y redonda, a la cima del Edificio de la Amekage, en el último piso, se encontraban las principales figuras de los Países e Imperios que conformaban normalmente las juntas del Imperio: Oyuki Hozuki, Shodai Suijin del Imperio del Agua; Aiko Nezu, Juuichidaime Hokage del Imperio del Fuego; Dazui Iburi, Shodai Inari del Imperio de la Tierra; Nakano, Kage de Amegakure; Chao Min, Rey del País de la Hierba; Rokio Arashi, Shodai Senchō del Imperio del Rayo.

La gran y destacada ausencia de la jornada, quien solía estar siempre presente e incluso presidir en conjunto con la Shodai Suijin, la figura más destacada y probablemente el hombre más temido de la tierra en actividad, el Shodai Raijin, no había asistido a la reunión. En su lugar, envió a su Primer Oficial, Rokio, en su representación.

Cada representante estaba sentado en una silla con una pancarta en un lienzo con el símbolo de su respectivo país dibujado. Detrás, fuera del alcance de la vista de los líderes, se encontraban un escolta por nación, presentes para asegurar la seguridad de sus superiores y actuar ante cualquier amenaza o peligro.

— Ahora que todos estamos presentes, creo que podemos empezar, ¿no? — Comentó Nakano, acomodando una fila de papeles y poniéndola a su disposición frente a sí, en la mesa. — Bienvenidos a todos a la Cumbre de Amegakure. En esta ocasión, como su anfitriona, me corresponde darles una cálida recibida en mi Aldea y ponerme a su disposición. Espero que el viaje y la estadía los haya tratado bien. — Sonrió de manera generalizada y luego se aclaró la voz. — Iniciaré con el primer tópico que me parece correcto exponer, a pesar de que el principal destinatario no está ausente. — Soltó una pícara sonrisa y observó de reojo a Rokio Arashi. Tomó sus papeles y comenzó a leer. — Yo, Nakano, Amekage de la Villa Oculta de la Lluvia, quiero comenzar esta cumbre denunciando públicamente al Shodai Raijin, Yotsuki Raiden, por negligencia e incompetencia en el desempeño de sus funciones. Reportes de suma confianza provenientes de mis hombres y de otras naciones e Imperios, han dado cuenta de una filtración de información de muchísima envergadura proveniente del Rayo. Los hechos relatan que el día 29 de Ichigatsu, un grupo de rebeldes y criminales de origen desconocido, asaltaron el Templo de Kumogakure y sustrajeron un importante pergamino con datos sobre la búsqueda de la "Tierra Libre" mencionada por Taka no Ayō el día de su ejecución, y que desataron una marea de asaltos de la Rebelión en todo el mundo. — Realizó una pequeña pausa y observó a los presentes rápidamente, levantando la mirada. La rabia e impotencia contenidas por el Arashi eran notables, su gesto denotaba preocupación y miedo, pero el Raijin ya le había advertido cuando partió desde Kumo que algo así podría ocurrir. La Shodai Suijin, se mostraba tan alegre y con aquella característica sonrisa, como de costumbre. Chao Min no podía dejar escapar una sonrisa que intentaba contener lo más posible, y el Shodai Inari se mantenía neutro. Aiko Nezu, por su parte, se mantenía atenta a las palabras y bastante seria. — Pero eso no es todo. El Emperador intentó ocultar esta información y no darla a conocer al público, pero incluso intentó ocultarla al resto del Imperio, lo que consideramos una gran traición y un acto de desprecio absoluto a Yogensha-sama. Y este no es el primer episodio que el Shodai Raijin protagoniza, pues sus malas decisiones empiezan hace bastante tiempo, ya reteniendo a Taka no Ayō, fallando en su ejecución, no logrando la captura de su asesino, realizando una transmisión mundial, las cuales les recuerdo que están prohibidas por ley. El cúmulo de malas decisiones hacen que la gestión del Rayo sea de las peores a nivel mundial, incluso siendo el Imperio con más recursos y poderío. Por eso mismo, en nombre de esta junta, me gustaría denunciar a Raiden públicamente, pedir que se lo juzgue por sus actos y que el liderato del Imperio quede en manos de la Shodai Suijin hasta nuevo aviso. — Sentenció dejando los papeles sobre la mesa y replegándose un poco en su asiento, observando a todos los presentes. Todos estaban bastante estupefactos, pero en especial Rokio Arashi de Kumo.

— Esto es... un despropósito. ¿Conoces las consecuencias que tendrá pedir un juicio al Raijin? Él no...-- — Comenzó a decir Rokio cuando fue interrumpido por Chao Min. — Él no está en una posición de poder quejarse de nada, Senchō. Ya deberías saberlo. Con esta falta de respeto, el Emperador ya no está en tela de juicio: merece las consecuencias. — Negó varias veces. — Como Shodai Suijin, pese a mi gran cercanía y amistad con el Raijin, quiero aclarar que estoy de acuerdo con la decisión de acusarlo y apartarlo del liderato del Imperio, al menos temporalmente. Kumogakure ha demostrado incompetencia en el manejo de la información, en la persecución de la Rebelión, y todos esos actos han tenido gravísimas consecuencias. Es justo responsabilizar a alguien, pues los rebeldes están más activos que nunca en la historia, atacando bases imperiales y buscando la Tierra Libre.

— ¿Enserio piensas dejar que eso quede así? ¿Sabes lo que es un despropósito? Que estemos todos recolectando información y buscando evitar que la información caiga en manos equivocadas, y Raiden no sólo tenía datos importantes, sino que los ocultó al resto de la alianza. ¿Cómo se mantiene la confianza en alguien así? El Rayo debería... Dios... — Suspiró Aiko Nezu. Se la veía notablemente sacada. Su faceta amable y dulce parecía haber quedado atrás, y la indignación era palpable. El Shodai Inari, se mantenía distante, y Chao Min le colocó la diestra en el hombro a la Hokage. — Tranquila, Hokage-dono. Entiendo su frustración. Es momento de tomar determinaciones. Adhiero a la idea de Nakano de dejar a cargo solamente a la Shodai Suijin de la guía del Imperio, al menos temporalmente. — Nakano asintió, al igual que el silencioso hasta ahora líder de Iwa. — Pese a que somos una junta, el rol protagónico ha sido del eje Rayo-Agua desde hace tiempo, y el rumbo de las decisiones es marcado por ellos, reconozcámoslo. Blanqueado esto, creo que el Raijin no puede continuar dirigiendo nuestras decisiones, dada su incompetencia. Todavía es un milagro que no estemos poniéndole precio a su cabeza y ordenando su ejecución. — Colocó un cigarrillo en sus labios y le dio fuego con un mechero que luego arrojó sobre la mesa con desgano.

— Seamos sensatos. El Shodai Raijin es de gran confianza para Yogensha-sama, así que no deberíamos ya emitir juicios y asumir ejecuciones en vano. — Chao Min carcajeó, y tuvo una mirada cómplice con la Hokage. — Por favor, mi señora. ¿De verdad importa en quién solía confiar Yogensha? ¿Por qué no decide él entonces? ¿Alguien puede decírmelo? — Akio reventó de rabia finalmente y dio un golpe sobre la mesa, señalando con el índice al rey. — No te atrevas a dudar de la supremacía de el Kami-sama, hijo de mil putas. Lávate la boca antes de volver a mencionar su nombre de esa manera. — Chao Min se fue a los humos y se levantó de su silla. El representante de Kumo hizo lo propio, y rápidamente las pancartas de tela detrás de los presentes flamearon y aparecieron en medio de las figuras, chocando espadas, sus escoltas: Dakar de Kusagakure y Zuko Kidou de Kumo. — Un sólo paso más y el Rayo y la Hierba tendrán graves problemas, más de los que ya tienen. — Sentenció Oyuki firmemente, y las aguas se calmaron.

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