La Serpiente y El Muro
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La festividad de la Tierra era un buen momento para ingresar a la ciudad. El sistema cavernoso era bueno, pero las defensas de la ciudad eran mejores

¿Porque quería entrar al País de la tierra? El simple rumor de la presencia de ADN raros, pero en especial, los prisioneros que el imperio tenía en su prisión. Clanes de técnicas y ataques fantásticos, habilidades impresionantes y un sin fin más de poderes que podrían serme útiles. 

El festival era un gran revoltijo. Música por doquier a gran volumen de orquestas y bandas, búsqueda de huevos por doquier por parte de chicos y grandes, puestos de comida repletos que ocupaban las calles, dificultando que el carro donde iba con los repartidores pudiera avanzar bien, y todos los adornos y cosas de esa temática hacía que todo fuera un bullicio. 

Al llegar a un cierto nivel del nivel inferior, en una especie de bodega abandonada, los repartidores, quienes eran traficantes de especies, vaciaron su carga, colocándolas en celdas. Lobos, felinos enormes y, en especial, una gran serpiente blanca que llevaban en una caja con algunos pequeños orificios para respirar.

Dejaron las cajas en el almacén clandestino, resguardado por algunos mercenarios.

Era el día siguiente de la Festividad de Pascua, cuando finalmente la serpiente hizo "puf".

Uno de los guardias escuchó ese sonido y se acercó a ver de donde provenía. Los gorilas, lobos, felinos, lagartos, aves y demás animales gruñían y gritaban al sujeto, y este golpeaba los barrotes de las jaulas para hacerlos callar. En un momento, se acercó a la caja de la serpiente. A través de los orificios no pudo ver nada, pero cuando intentó abrir la caja, una serpiente blanca envolvió su cuello y cabeza, amordazándolo, y otra lo metió a la caja, envolviendo su torso y cintura.

Después, la caja cayó y salí de esta. La "serpiente sorpresa" era un medio en donde yo estaba, me transporté en su vientre. De haberme detectado, con un kunai habría deshecho la serpiente, transportándome de regreso hasta otro país.

Mis brazos habían sofocado al guardia, y tras drenarle el chakra, lo dejé ahí encerrado. 

Activé mis sensores, detectando a mis alrededores los guardias y demás animales. Me escabullí haciendo el mínimo de ruido, avanzando entre las cajas y demás cargas arrumbadas en el almacén. Otro guardia se acercó, pero no vio nada, de hecho, tampoco veía a su compañero.

Disparé las agujas envenenadas a quemarropa, extendiendo mis extremidades. El rostro del guardia quedó agujerado, abanicando su espada un par de veces antes de caer de espaldas. Tras cortarle el cuello con un kunai, lo oculté entre las cajas. 

Seguí avanzando entre las cosas, acercándome a una ventana. Extendí los brazos, y salté por la ventana. Se escuchó un ruido, pero al ir a ver no escucharon nada. Estaba pegado a una pared, recubierto por una capa que me camuflaba. 

Esperé unos minutos en lo que me dejarían solo. Avancé sin hacer ruido gracias a un jutsu, huyendo entre las casuchas y los barrios bajos. Con un henge, me hice pasar por un niño pobre, con el rostro lleno de ollín y la ropa enmendada y parcheada. El alboroto en el almacén se escuchó hasta donde estaba, pues al desaparecer 2 de los guardias, decidieron buscarlos, encontrándolos muertos.

Seguí infiltrándome entre los barrios bajos, avanzando entre casuchas, cabañas y demás, hasta llegar al gentío de los trabajadores de las minas. Pasaría un tiempo escondido en las zonas bajas, haciéndome pasar como más de los pobres y pordioseros, a la espera de realizar mi siguiente movimiento.
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