5 de Nigatsu (Febrero), ???? hs.
Enfermería del Castillo Houzuki
— ¿Cómo estás, Tokatsu? ¿Novedades del chico? Ni un movimiento, ¿no? — Comentó dándole el puño mientras llegaba Dendé, el ninja médico de Kusa que le salvó la vida al pobre Jikaro tras el mortal ataque de un shinobi de Kiri durante aquella trágica misión. — Lo mismo que ayer: absolutamente nada. — Dijo Tokatsu negando y levantándose de su asiento, ubicado justo en frente de la cama de hospital donde Jikaro Sarutobi reposaba, inconsciente. El rebelde de Konoha llevaba así 4 días desde que llegó al castillo, luego de haber perdido la consciencia por la falta de fuerzas y la brutal pérdida de sangre, sumado a un daño pulmonar y torácico que le hubiese producido la muerte de no ser por el tratamiento de excelente nivel que recibió. No por nada Kusagakure tenía a los mejores médicos del mundo.
Sin embargo, poco a poco sus sentidos comenzaban a reaccionar. Estaba conectado a un respirador artificial, con intravenosas en su brazo derecho, por donde recibía suero, donde le habían transfusionado sangre la noche en que llegó, y por donde le suministraban hierro y otras vitaminas esenciales para que recobre sus fuerzas. La morfina también era clave para calmar los dolores, pero el pequeño Sarutobi no había reaccionado, seguía en coma. Pese a estar así de indefenso, ambas muñecas estaban encadenadas con esposas a la misma cama, que estaba adherida al suelo, por lo que salir de allí sería imposible para él, porque también sus pies estaban esposados. — Están entregando un pollo brutal, ve rápido antes de que te quedes sin tu ración. Yo me quedo con él. — Dendé cabeceó el pasillo que llevaba a las otras salas del castillo, y sonrió a Tokatsu, su subordinado en aquel lugar. Mientras tanto, comenzaba a completar con un bolígrafo una planilla con los signos vitales y el estado del paciente, parado al pie de la cama y apoyado en un escritorio plegable con rueditas.
Aquellas voces no paraban de resonar en la cabeza del Sarutobi. Tenía vagos recuerdos de oír cosas distanciadas en el tiempo durante los días que estuvo en coma. Poco a poco, en ese momento, pudo empezar a mover los dedos de sus manos, a controlar un poco las mismas y a sentir cada fibra de su ser. Le costaba abrir los ojos, pero el despertar estaba pronto. Cada vez más voces le resonaban: "¿Sobrevivirá?", "si logras salvarlo Dakar te agradecerá toda la vida", "¿tanto vale este niñato?", "tú sólo asegúrate de que despierte. La información que puede darnos es vital para el futuro de la Hierba". Algunas voces femeninas, otras masculinas y familiares, o al menos que le recordaban a rostros concretos y situaciones de la batalla en la fortaleza imperial de Kush-Kuba.
Y al cabo de unos segundos, cuando Dendé estaba completando datos, al finalizar y alzar la vista, notó algo inusual. Los ojos del peliblanco estaban abiertos. Jikaro había despertado. — ¡¡TOKATSUUUUU!! ¡¡DESPERTÓOOOOOOOOOOO!! — Gritó agitando su zurda en señal de emoción. De verdad le había salvado la vida. — Ey, tranquilo. ¿Puedes oirme? — Le preguntó acercándose a su lado y revisando sus signos vitales en los aparatos electrónicos conectados a él. — No puedes hablar, es normal. No necesito que digas nada, alcanza con que muevas un poco la cabeza o pestañees dos veces. ¿Me oyes? — Comentó haciendo algunos ajustes y preparándose para quitar el respirador artificial. Enseguida, se lo retirarían y Jikaro ya respiraría por su propia cuenta. Le costaría, pero al cabo de unos minutos, podría comenzar a hablar un poco.