La misión asignada era sencilla: Conseguir el chocolate más rico del mundo, para que así los huevos de pascua del kage fueran los mejores del mundo.
Quizás era para el evento de Pascua, quizás para sus más fieles subordinados o para medirse con los otros kage, pero la misión era clara. Fuera quien fuera el objetivo, debía deleitarse con sus huevos.
Una carta entró por mi ventana, arrojada por algún shinobi que iba pasando y repartiendo las misiones. Me levanté y me dispuse a prepararme para mi día.
Mi casa ya estaba repleta de sirvientes de caricatura, quizás era hora de comenzar a llenar la ciudad también, pero por ahora hacían un excelente trabajo manteniendo mi casa limpia. El desayuno estaba listo y fue ahí cuando, sentado frente al desayuno, me llegó la misión.
OTROS shinobis podrían unírseme en dicha búsqueda, era lo más probable, pero el verdadero problema era que el cargamento se había extraviado.
El chocolate especial se confundió de orden y ahora había sido utilizado para hacer otros huevos. La kage no podría darle a degustar huevos ajenos a cualquiera, sólo los más deliciosos y eran los que habían hecho especialmente para ella. Ni los propios pasteleros sabían bien en dónde habían quedado, pues al ser cientos de pedidos, y haber cometido el error desde el almacenamiento, había mucho por donde buscar.
Me dirigiría a la pastelería responsable, ya que si podía conseguir un trozo de dicho chocolate como referencia, podría entonces rastrear con ayuda de mis ratones el paradero del chocolate.
-¿Chocolate dulce, amargo o salado?- me preguntaba mientras caminaba- definitivamente, los huevos del kage no debían ser amargos, sino dulces, y quizás salados, pero eso dependía del gusto.
Esperaría a poder conseguir un trozo o muestra de dicho chocolate, de lo contrario, tendría difícil poder encontrarlo. También esperaba encontrarme con otros shinobis que ofrecieran su ayuda, sino, habría una crisis de huevos.
Quizás era para el evento de Pascua, quizás para sus más fieles subordinados o para medirse con los otros kage, pero la misión era clara. Fuera quien fuera el objetivo, debía deleitarse con sus huevos.
Una carta entró por mi ventana, arrojada por algún shinobi que iba pasando y repartiendo las misiones. Me levanté y me dispuse a prepararme para mi día.
Mi casa ya estaba repleta de sirvientes de caricatura, quizás era hora de comenzar a llenar la ciudad también, pero por ahora hacían un excelente trabajo manteniendo mi casa limpia. El desayuno estaba listo y fue ahí cuando, sentado frente al desayuno, me llegó la misión.
OTROS shinobis podrían unírseme en dicha búsqueda, era lo más probable, pero el verdadero problema era que el cargamento se había extraviado.
El chocolate especial se confundió de orden y ahora había sido utilizado para hacer otros huevos. La kage no podría darle a degustar huevos ajenos a cualquiera, sólo los más deliciosos y eran los que habían hecho especialmente para ella. Ni los propios pasteleros sabían bien en dónde habían quedado, pues al ser cientos de pedidos, y haber cometido el error desde el almacenamiento, había mucho por donde buscar.
Me dirigiría a la pastelería responsable, ya que si podía conseguir un trozo de dicho chocolate como referencia, podría entonces rastrear con ayuda de mis ratones el paradero del chocolate.
-¿Chocolate dulce, amargo o salado?- me preguntaba mientras caminaba- definitivamente, los huevos del kage no debían ser amargos, sino dulces, y quizás salados, pero eso dependía del gusto.
Esperaría a poder conseguir un trozo o muestra de dicho chocolate, de lo contrario, tendría difícil poder encontrarlo. También esperaba encontrarme con otros shinobis que ofrecieran su ayuda, sino, habría una crisis de huevos.