Ha pasado un tiempo desde que terminó su entrenamiento y casualmente no ha sido atacado por nadie. Sin duda ellos saben que el nivel de Samuru se ha elevado bastante, pero es literalmente imposible que simplemente quieran ser cautelosos por temor al nuevo poder de su blanco. Probablemente solo sea un plan en su juego. Esto molestaba a Samuru quien, a pesar de seguir practicando, quería enseñar su fuerza real en un combate contra uno de ellos. Por esto mismo es que decidió tomar una decisión arriesgada, pero no le importaba. Durante un mes se separaría de Hongli, para ver si por separado eran atacados. Por eso es que actualmente se encuentra solo en la isla O’uzu. Ha pasado mucho de que viajó solo, pero ya extrañaba esa paz mental y tiempo de reflexión, tiempo de estar solo consigo mismo.
Tan solo avanza por una zona llena de bosques y montañas, aún no se dirige a una civilización. Esto porque no quiere involucrar a civiles y porque quizás, estando solo, atraerá más fácil a sus enemigos. Y no se equivocó.
Unos shuriken fueron disparados hacia él desde su costado derecho, aunque por el sonido pudo darse cuenta y esquivarlos sin demasiada complejidad. Miró en la dirección respectiva, pero no había nada. Muy raro, así que se preocupó. No es un ninja sensorial, así que encontrar a los enemigos si es que esos sabían esconderse muy bien, le sería complicado. Comendó a girar lentamente en torno a su propio eje. No quería que nada lo tome por sorpresa.
— Vamos, sal de ahí. No alarguemos más esto. Te estaba esperando.
Parecía un diálogo muy personalizado, como si ya supiera quién era aquel que lo estaba acechando. De respuesta tan solo se escuchó una risita burlona, pero cuyo tono de voz era fácilmente reconocible por nuestro protagonista. Le molestaba que no diera la cara y en su rostro se notó de forma evidente la expresión de enojo. Sin embargo, sabía que debía mantener la calma, puesto que, si se dejaba llevar, caería derrotado antes de poder hacer algo.
De pronto, desde la izquierda apareció aquella figura amenazante y tan querida en el pasado. Portaba un Wakizachi en la mano derecha e intentó darle un corte severo directamente en el cuello, obviamente con la intención de matar a Samuru y definir la pelea con un único movimiento.
— Así que de verdad buscas matarme. De verdad eres mi enemigo. De verdad me engañaste con tu amistad. Creí que fuiste mi primer amigo, aquel que estaría para ayudarme cuando lo necesite. No quise creer todas las veces que me dijeron que de veras tú estabas detrás de todo esto. No quería aceptar la verdad. No quería. Pero ahora que ya lo sé, no me queda de otra que considerarte mi enemigo. Aquí es donde de verdad nos veremos las caras. La verdad se escribirá desde ahora.
Nuestro querido amigo tan solo extendió los brazos y una poderosa ráfaga de aire se expandió a su alrededor, arrasando todo a su paso, incluido Tabit, quien tras el choque quedó tirado en el piso, boca abajo, con una gran cantidad de cortes y sangre que derramaba el piso. No se esperó tanto avance de parte de Samuru y creyó que ese movimiento a alta velocidad sería suficiente.
— Eres un traidor.
¿Habrá sido suficiente para que la pelea termine o Tabit aún tiene mucho que demostrar?
Tan solo avanza por una zona llena de bosques y montañas, aún no se dirige a una civilización. Esto porque no quiere involucrar a civiles y porque quizás, estando solo, atraerá más fácil a sus enemigos. Y no se equivocó.
Unos shuriken fueron disparados hacia él desde su costado derecho, aunque por el sonido pudo darse cuenta y esquivarlos sin demasiada complejidad. Miró en la dirección respectiva, pero no había nada. Muy raro, así que se preocupó. No es un ninja sensorial, así que encontrar a los enemigos si es que esos sabían esconderse muy bien, le sería complicado. Comendó a girar lentamente en torno a su propio eje. No quería que nada lo tome por sorpresa.
— Vamos, sal de ahí. No alarguemos más esto. Te estaba esperando.
Parecía un diálogo muy personalizado, como si ya supiera quién era aquel que lo estaba acechando. De respuesta tan solo se escuchó una risita burlona, pero cuyo tono de voz era fácilmente reconocible por nuestro protagonista. Le molestaba que no diera la cara y en su rostro se notó de forma evidente la expresión de enojo. Sin embargo, sabía que debía mantener la calma, puesto que, si se dejaba llevar, caería derrotado antes de poder hacer algo.
De pronto, desde la izquierda apareció aquella figura amenazante y tan querida en el pasado. Portaba un Wakizachi en la mano derecha e intentó darle un corte severo directamente en el cuello, obviamente con la intención de matar a Samuru y definir la pelea con un único movimiento.
— Así que de verdad buscas matarme. De verdad eres mi enemigo. De verdad me engañaste con tu amistad. Creí que fuiste mi primer amigo, aquel que estaría para ayudarme cuando lo necesite. No quise creer todas las veces que me dijeron que de veras tú estabas detrás de todo esto. No quería aceptar la verdad. No quería. Pero ahora que ya lo sé, no me queda de otra que considerarte mi enemigo. Aquí es donde de verdad nos veremos las caras. La verdad se escribirá desde ahora.
Nuestro querido amigo tan solo extendió los brazos y una poderosa ráfaga de aire se expandió a su alrededor, arrasando todo a su paso, incluido Tabit, quien tras el choque quedó tirado en el piso, boca abajo, con una gran cantidad de cortes y sangre que derramaba el piso. No se esperó tanto avance de parte de Samuru y creyó que ese movimiento a alta velocidad sería suficiente.
— Eres un traidor.
¿Habrá sido suficiente para que la pelea termine o Tabit aún tiene mucho que demostrar?