Concurso de comida
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Ese era un día triste, o al menos así daba la impresión debido a lo nublado del cielo; el sol no parecía querer salir por ningún lado, casi como si se estuviese escondiendo con total descaro. Al muchacho de cabellos negros poco le importaba aquello, en especial porque se encontraba ya en un lugar seguro por si llegaba a llover con mucha fuerza. No le temía a la lluvia ni mucho menos, pero desde que había partido su búsqueda en solitario había aprendido que es mejor no buscarse enfermedades o algo parecido - Tengo mucha hambre ya - dijo por lo bajo, esto debido a que delante de él había una fila de personas que esperaba su turno para poder comprar algo de comer. 

Y sí, el muchacho se encontraba ahí de pie, con sus vestimentas habituales como lo eran su camisa negra, su chaqueta clara, sus pantalones abombados y sus botas negras; todo para poder esperar comer algo. Al parecer había una gran cantidad de personas en el restaurante, cosa que provocó que el dueño les pidiera a todos lo que faltaban por comer que hicieran una fila frente al sitio de pago para así poder agilizar todo, cosa que era normal, pues se notaba que los dos camareros que había no se daban abasto. Podría resultar algo molesto el estar allí de pie esperando, pero la verdad sea dicha, para Kano la practicidad era lo importante, por lo que realmente le era mucho más sencillo el esperar allí a tener que moverse a otro sitio para buscar algo de comida. 

Tenía apenas unos cinco minutos allí de pie, tiempo que se le hacía eterno porque era evidente el hambre que tenía consigo en ese momento. Debido a esto último, el muchacho había decidido sacar de sus pertenencias un pequeño mapa que siempre le acompañaba, esto en señal de poder anotar cualquier pista que pudiese saber sobre la gente de su clan. Lo miraba con tranquilidad, visualizando su punto actual, el floreciente país de la hierba. Era su primera vez allí, por lo que tampoco estaba muy enterado de lo que podía haber a su alrededor, aunque antes de eso tenía que buscar alimentarse. Comenzó a dar pequeños toques al suelo con su pie derecho, haciendo que la madera sonara de forma casi imperceptible; esto en señal de ansiedad por el hambre que tenía. 

No obstante, una señal divina apareció de la nada, y es que el dueño salió nuevamente de sus aposentos para poder hacer un anuncio - Viendo la cantidad de gente que tenemos. ¡Hemos decidido hacer un concurso de comida! - subió un poco más su voz en la última frase, haciendo que todos los presentes se emocionaran por tal anuncio. - Los que quieran participar me avisan mientras preparamos todo - comentaba el hombre al tiempo que comenzaba a organizar las mesas de madera junto a sus ayudantes - ¡Yo participaré! - diría el joven Kano después de haber guardado su mapa y habérsele acercado al hombre.
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