– ¿En serio? – Expresé al ver el lugar donde tendría lugar mi siguiente batalla en aquel coliseo. Tras el dos contra uno de hacía un par de días, me habría habituado a aquel lugar con el simple y llano objetivo de ganarme un reputación y por qué escuchado de premios y sumas de dinero altas para ganadores y demás. Quizás fuera por eso por lo que querría seguir peleando, pero claramente no estaba del todo preparada para que los combates fueran en un gran espacio con tanta… cantidad de agua. Un claro gesto de disconformidad se notaría en mi rostro cuando daría los primeros pasos en aquella masa de agua. El mapa que hoy nos acompañaría sería un gran Dojo circular, de unos cincuenta metros de diámetro, todo ello repleto de una gran cantidad de agua con la profundidad de unos veinte metros o treinta metros. Tampoco me importaba el fondo, pues claramente no miraría para él. Tan solo esperaba no caerme y mojarme.
El árbitro de aquel encuentro diría mi nombre y daría un par de pasos para imbuir mi chakra en los pies. – Ella es… ¡Atsuko! – Expresaría a la vez que caminaba por aquella masa para colocarme a unos veinte metros del centro y cinco de la gran barrera que ahora se formaría para proteger al público que estaría expectante. – Solo me faltaba que ahora mi rival fuera experto en Suiton – Expresé saliendo las palabras y sin borrar aquella mueca de mala espina esperando a que mi rival saliese de su lado y comenzar la fiesta y terminarla lo antes posible. Para el día de hoy y para la pelea vestiría un conjunto morado, atado a mi cuerpo, y con las armas visibles en sus compartimentos en mis caderas. Así mismo, mi rostro estaría cubierto con una máscara de estilo barroco, con motivos y arreglos del mismo color que el conjunto. Mi cabello luciría suelto y se movería con el pequeño viento que movería el agua, aunque sin ser esta un peligro ni un impedimento para moverse con tranquilidad.
El árbitro de aquel encuentro diría mi nombre y daría un par de pasos para imbuir mi chakra en los pies. – Ella es… ¡Atsuko! – Expresaría a la vez que caminaba por aquella masa para colocarme a unos veinte metros del centro y cinco de la gran barrera que ahora se formaría para proteger al público que estaría expectante. – Solo me faltaba que ahora mi rival fuera experto en Suiton – Expresé saliendo las palabras y sin borrar aquella mueca de mala espina esperando a que mi rival saliese de su lado y comenzar la fiesta y terminarla lo antes posible. Para el día de hoy y para la pelea vestiría un conjunto morado, atado a mi cuerpo, y con las armas visibles en sus compartimentos en mis caderas. Así mismo, mi rostro estaría cubierto con una máscara de estilo barroco, con motivos y arreglos del mismo color que el conjunto. Mi cabello luciría suelto y se movería con el pequeño viento que movería el agua, aunque sin ser esta un peligro ni un impedimento para moverse con tranquilidad.