Última modificación: 02-07-2024, 02:58 PM por Kyoshiro.
Vengo de: https://shinobigaiden.net/showthread.php...6#pid20736
Luego de finalizar sus últimos experimentos, Kyoshiro emprendió un viaje hacia el norte, ingresando a la aldea de Kusagakure no Sato. Esta gran aldea, ubicada casi en el centro del País de la Hierba, era conocida por su próspera agricultura y ganadería. Sin embargo, su verdadero tesoro radicaba en la aldea oculta, que alberga los hospitales más avanzados del continente y algunos de los mejores ninjas médicos del mundo. Estos ninjas médicos no solo dominaban las técnicas de curación más complejas, sino que también investigaban constantemente nuevas formas de usar el chakra para mejorar la medicina ¿Qué mejor lugar para aprender si no ahí? Pero no, hoy no. Hoy solo iba a descansar y organizarse antes de seguir su camino.
Al llegar a la entrada de la aldea, Kyoshiro presentó sus papeles reales. No tenía nada que ocultar, al menos no por ahora. Había sido cauteloso, evitando portar cualquier objeto peligroso y no mostrando afiliación a ningún grupo que pudiera causar problemas. Sus investigaciones ya habían sido enviadas a Ryuushi para que las pusieran en el registro, y no llevaba consigo más que viejos manuscritos de investigaciones antiguas, sin rastro de sus nuevas investigaciones de índole controversial. Los guardias revisaron sus pertenencias, encontrando solo las herramientas de un estudioso dedicado, lo cual facilitó su ingreso sin mayores complicaciones.
Con el poco dinero que le quedaba de su trabajo en la posada anterior, pagó tres noches en el motel más barato que pudo encontrar. El alojamiento era sencillo, pero funcional; una pequeña habitación con una cama limpia, una mesa de madera desgastada y una lámpara de aceite que parpadeaba al menor soplo de viento. No tenía intenciones de experimentar durante su estancia. Sabía que en las aldeas grandes, donde se concentraba el mayor número de usuarios de chakra, era prudente no llamar la atención. Le costaba mantener un perfil bajo en tales lugares, pero era consciente de que la discreción era esencial para su supervivencia y éxito. Pasaba las noches revisando sus viejos manuscritos y planeando su próximo movimiento.
Pasó el último día de su estancia de manera rutinaria. Paseó por los mercados, observando a los comerciantes y a los habitantes de la aldea en su vida diaria. Sabía que su próximo destino, Ciudad Io, le tomaría unos nueve días a pie y un poco menos si viajaba en caravana. No le agradaba la idea de perder tiempo, por lo que decidió usar algunas de sus últimas monedas para asegurar un lugar en una caravana. Durante el viaje, tendría mucho que escribir. Ciudad Io, la segunda ciudad más importante del País de la Tierra, le atraía por razones personales. Quería aprender más sobre una antigua afición suya: la capacidad de manipular la realidad de las piedras a su alrededor. En los mercados, se abasteció de provisiones básicas y se aseguró de no olvidar su cuaderno de notas, su bien más preciado.
Horas más tarde, Kyoshiro se encontraba registrando su salida de la aldea. En el registro siempre ponía la verdad: era un estudioso y viajaba con fines de estudio. No había mentiras ni dobles intenciones en sus anotaciones oficiales. ¿El motivo de sus estudios? Eso era otra historia y nunca de la incumbencia de los demás. Con la misma discreción con la que había llegado, se marchó, listo para emprender su próxima aventura en busca de conocimiento y respuestas a sus interminables preguntas. Mientras la caravana se ponía en marcha, Kyoshiro sintió una mezcla de anticipación y nostalgia. Sabía que cada nuevo destino traía consigo la promesa de descubrimientos y revelaciones, pero también la incertidumbre de lo desconocido. Aun así, estaba decidido a seguir adelante, guiado por su insaciable curiosidad y su deseo de entender las complejidades del mundo y del chakra.
Sigue en: https://shinobigaiden.net/showthread.php?tid=13191
Luego de finalizar sus últimos experimentos, Kyoshiro emprendió un viaje hacia el norte, ingresando a la aldea de Kusagakure no Sato. Esta gran aldea, ubicada casi en el centro del País de la Hierba, era conocida por su próspera agricultura y ganadería. Sin embargo, su verdadero tesoro radicaba en la aldea oculta, que alberga los hospitales más avanzados del continente y algunos de los mejores ninjas médicos del mundo. Estos ninjas médicos no solo dominaban las técnicas de curación más complejas, sino que también investigaban constantemente nuevas formas de usar el chakra para mejorar la medicina ¿Qué mejor lugar para aprender si no ahí? Pero no, hoy no. Hoy solo iba a descansar y organizarse antes de seguir su camino.
Al llegar a la entrada de la aldea, Kyoshiro presentó sus papeles reales. No tenía nada que ocultar, al menos no por ahora. Había sido cauteloso, evitando portar cualquier objeto peligroso y no mostrando afiliación a ningún grupo que pudiera causar problemas. Sus investigaciones ya habían sido enviadas a Ryuushi para que las pusieran en el registro, y no llevaba consigo más que viejos manuscritos de investigaciones antiguas, sin rastro de sus nuevas investigaciones de índole controversial. Los guardias revisaron sus pertenencias, encontrando solo las herramientas de un estudioso dedicado, lo cual facilitó su ingreso sin mayores complicaciones.
Con el poco dinero que le quedaba de su trabajo en la posada anterior, pagó tres noches en el motel más barato que pudo encontrar. El alojamiento era sencillo, pero funcional; una pequeña habitación con una cama limpia, una mesa de madera desgastada y una lámpara de aceite que parpadeaba al menor soplo de viento. No tenía intenciones de experimentar durante su estancia. Sabía que en las aldeas grandes, donde se concentraba el mayor número de usuarios de chakra, era prudente no llamar la atención. Le costaba mantener un perfil bajo en tales lugares, pero era consciente de que la discreción era esencial para su supervivencia y éxito. Pasaba las noches revisando sus viejos manuscritos y planeando su próximo movimiento.
Pasó el último día de su estancia de manera rutinaria. Paseó por los mercados, observando a los comerciantes y a los habitantes de la aldea en su vida diaria. Sabía que su próximo destino, Ciudad Io, le tomaría unos nueve días a pie y un poco menos si viajaba en caravana. No le agradaba la idea de perder tiempo, por lo que decidió usar algunas de sus últimas monedas para asegurar un lugar en una caravana. Durante el viaje, tendría mucho que escribir. Ciudad Io, la segunda ciudad más importante del País de la Tierra, le atraía por razones personales. Quería aprender más sobre una antigua afición suya: la capacidad de manipular la realidad de las piedras a su alrededor. En los mercados, se abasteció de provisiones básicas y se aseguró de no olvidar su cuaderno de notas, su bien más preciado.
Horas más tarde, Kyoshiro se encontraba registrando su salida de la aldea. En el registro siempre ponía la verdad: era un estudioso y viajaba con fines de estudio. No había mentiras ni dobles intenciones en sus anotaciones oficiales. ¿El motivo de sus estudios? Eso era otra historia y nunca de la incumbencia de los demás. Con la misma discreción con la que había llegado, se marchó, listo para emprender su próxima aventura en busca de conocimiento y respuestas a sus interminables preguntas. Mientras la caravana se ponía en marcha, Kyoshiro sintió una mezcla de anticipación y nostalgia. Sabía que cada nuevo destino traía consigo la promesa de descubrimientos y revelaciones, pero también la incertidumbre de lo desconocido. Aun así, estaba decidido a seguir adelante, guiado por su insaciable curiosidad y su deseo de entender las complejidades del mundo y del chakra.
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