Su campo de guerra no sería distinto al de los demás. Mientras, Musacus era guiado por los dos misteriosos sujetos, llegaría a la localización. Momento donde presencia con sus propios ojos o Dōjutsu, como todo era un desastre. Los soldados bajo el mando del Senchō, recobran las energías y entre gritos de guerra, sus ataques en contra del enemigo se intensificaban, esto sucedió un segundo después de haberse percatado de la presencia, de la figura de alto rango en las filas imperiales a la orden del actual Dios del Fuego — ¡Señor, estamos a sus órdenes! — Diría un chūnin pelicorto. — Nuestras bajas están aumentando señor, requerimos de su presencia en el campo de batalla. — Palabras que diría un militar adulto, con una herida mortal en el ojo, estaba cubierta por un parche cubierto de sangre seca. — Sí… Dicen que, allí se encuentra ese sujeto rubio. Es peligroso. —
Luego de un momento, una Kunoichi del Imperio golpearía el hombro del último que habló, ocasionándole un fuerte dolor debido a una fractura anterior. — ¡Cállate, tonto, nosotros ganaremos esta batalla en nombre del Dios del Fuego! — La discusión entre ambos compañeros continuaba, así que era un buen momento para que el Hyūga diera las órdenes necesarias, al otro lado del campo de batalla se encuentra su único enemigo, y su única misión. La gloria, riquezas, fama y poder le traerían la mayor fortuna del mundo, que todo hombre hambriento de poder desea, si cumplía con la orden del Dios del Fuego.
Adan, permanecería con los suyos. Desde su vista notaria como estaba ganando terreno, pero de repente, una nube de insectos se acumulan frente a ti y un grupo de tres Aburame aparecen cabizbajos y agachados.— Nuestra red de información confirma la presencia del Senchō Satoru Hyūga. Adan Yamanaka, su traición al Imperio ha quedado al descubierto ante los ojos de Boshoku. Así que, a partir de este punto ya no hay vuelta atrás.— Un ambiente serio podría invadir la mente del Senchō. — Ya no vivirás una vida normal, todos los días de tu vida vas a ser perseguido. Cómo uno de nosotros, aquel que derrotó en un combate mano a mano a la gran Miwa Hyūga. — Tras una leve pausa, el tercero alza la mirada e interviene clava esa aburrida mirada cansada, con sus anteojos oscuros en el Yamanaka. — Él vino aquí a matarte, así que ten cuidado. —
Antiguos compañeros se ven cara a cara en el campo de batalla, rodeado de trincheras, árboles y escombros. Un terreno adecuado para la contienda. Separados cada uno del otro a una distancia de máxima de treinta metros. En sus campos visuales, observan el transcurso de la batalla. Satoru notaria como los rebeldes al mando al mando de Adan, están altamente capacitados y la altura de sus hombres. Ahora… ¿Qué decisión tomarán? Ninguno de los dos, podría demostrar oposición a las órdenes directas, al menos no en medio de una guerra.
Luego de un momento, una Kunoichi del Imperio golpearía el hombro del último que habló, ocasionándole un fuerte dolor debido a una fractura anterior. — ¡Cállate, tonto, nosotros ganaremos esta batalla en nombre del Dios del Fuego! — La discusión entre ambos compañeros continuaba, así que era un buen momento para que el Hyūga diera las órdenes necesarias, al otro lado del campo de batalla se encuentra su único enemigo, y su única misión. La gloria, riquezas, fama y poder le traerían la mayor fortuna del mundo, que todo hombre hambriento de poder desea, si cumplía con la orden del Dios del Fuego.
Adan, permanecería con los suyos. Desde su vista notaria como estaba ganando terreno, pero de repente, una nube de insectos se acumulan frente a ti y un grupo de tres Aburame aparecen cabizbajos y agachados.— Nuestra red de información confirma la presencia del Senchō Satoru Hyūga. Adan Yamanaka, su traición al Imperio ha quedado al descubierto ante los ojos de Boshoku. Así que, a partir de este punto ya no hay vuelta atrás.— Un ambiente serio podría invadir la mente del Senchō. — Ya no vivirás una vida normal, todos los días de tu vida vas a ser perseguido. Cómo uno de nosotros, aquel que derrotó en un combate mano a mano a la gran Miwa Hyūga. — Tras una leve pausa, el tercero alza la mirada e interviene clava esa aburrida mirada cansada, con sus anteojos oscuros en el Yamanaka. — Él vino aquí a matarte, así que ten cuidado. —
Antiguos compañeros se ven cara a cara en el campo de batalla, rodeado de trincheras, árboles y escombros. Un terreno adecuado para la contienda. Separados cada uno del otro a una distancia de máxima de treinta metros. En sus campos visuales, observan el transcurso de la batalla. Satoru notaria como los rebeldes al mando al mando de Adan, están altamente capacitados y la altura de sus hombres. Ahora… ¿Qué decisión tomarán? Ninguno de los dos, podría demostrar oposición a las órdenes directas, al menos no en medio de una guerra.
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