You sure make me do a whole lot of labour (Priv. Shizuku)
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Tal vez fue la vida la que la hizo así, quizás simplemente había llegado al punto en el que se había cansado… Si, había tenido que trabajar demasiado, esforzarse mucho, vivir, crecer cuando no le había tocado. 

No había tenido infancia, adolescencia, había tenido que sobrevivir, no vivir, trabajar y seguir trabajando. Explotar de vez en cuando era razonable, muy razonable.

Pero la gente no solía esperarlo, no solía entenderlo.

Todos a veces necesitaban una válvula de escape, y ella nunca tenía demasiada paciencia, siempre era muy impulsiva, muy drástica. Se cansaba, claro que lo hacía, era normal lo que acababa de pasar.

-¿Ves?... Siempre os aviso, una y otra vez, pero nunca se cumple.-Si, debía de ser eso, tenía que ser que los avisaba y ellos no hacían caso. Todos los hombres, mujeres, todos se habían intentado aprovechar a su manera.

Todos le daban demasiado trabajo.

No sabe en qué momento,el hombre la ha guiado hasta aquel callejón, ha intentado levantarle la ropa y ella simplemente ha suspirado, pasado las manos por sus hombros con calma. Había pasado sus dedos por su nuca y entonces.

Le había cortado el cuello.

Toda la sangre de su cuerpo había empezado a salir y en algún momento había manchado su ropa, su piel. Había sacado uno de los pañuelos de seda de las mangas y había empezado a limpiarse el rostro, las manos.

Tranquilidad, era todo lo que la envolvió, como si hubiera hecho aquello demasiadas veces, como si tirar de un cadáver por el fondo de un callejón fuera sencillo, como si la vida no significara nada. Realmente no tenía valor ninguno, la gente como él no tenía nada que ofrecer.

¿No era buena? Le estaba haciendo un favor a la humanidad.

-Claro… ¿Por qué no? -Y si alguien le preguntaba, bueno, era buena actriz, las lágrimas podrían llegar a sus ojos fácilmente y pedir ayudar, decir que había sido una defensa y todos la creerían a ella.

Solo era una bonita dama de ojos de oro y cabello de plata que había aprovechado un descuido de su captor para salvarse. Escuchó entonces algo en aquel callejón, se tensó un momento, tiró el cuchillo al suelo con un simple gesto, sin embargo no se giró simplemente espero un instante.

-¿H-hay alguien ahí? - ¿Cuántas veces había hecho exactamente eso? Demasiadas, dar pena para salvarse de la justicia, buscar esa manera de sobrevivir contra todo y todos.

Pero bueno, la vida era así.
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¿Lo ha visto? ¿O lo ha oído?

Para empezar, ¿importa aquello, máscara ochenta y cinco? Cuando es el olor quien la golpea primero, invadiendo su olfato. Fresca y rica sangre, tan espesa que casi puede saborearla. Responsable no es ella, pero la oportunidad tomará sin duda o miedo. De existir en ella, el temor sus pies sujetaría para que quieta se quedase, solo que la curiosidad fue más que otro sentir.

Oh, ¿cuál sería el gran misterio ese día?

«Deberías esperar a que se vaya. ¿Y si te hace algo? No, sal y averigua qué pasa.»

Por ninguna de las opciones convencida se ve ella, y no es el miedo, sino la paciencia quien decidida reprime sus movimientos, interesada únicamente en que el escenario perfecto del crimen se arme. ¿Un minuto? ¿Tal vez dos? ¿Cuántos quiere su coprotagonista? ¿Cuántos le darías tú? Por sí misma ella está dispuesta a averiguarlo, saliendo de su escondite y dejando que los cascabeles tintineando adviertan de su presencia en el callejón. 

¡Ja, qué sorpresa! En definitiva, el cadáver en el suelo no es el que esperaba, tampoco lo es la responsable de aquel suceso. Desde atrás se ve delicada, demasiado cuidada… Sin embargo, no nos mintamos, hasta tú dudas de que una señorita de alta clase pasee por estas calles tan descuidadas, por estos rincones tan sucios.

Preguntas cuando ya conoces la respuesta —Diversión es lo que destilan sus palabras pese a lo temerosas que se oyen las palabras de la desconocida. Veo que sientes pena por ella, máscara ochenta y cinco, pero hoy Shizuku es una detective arrogante, no una persona dispuesta a ayudar. —¿Quizá la emoción del momento te ha hecho mal?

De sus propias ropas un pequeño cuaderno saca junto a un bolígrafo y anota algo en el papel, nada que pueda ver quien ha decidido mejor será la protagonista. ¿Por qué no? ¿Acaso a la gente no le gustaba en las obras ver a personas bonitas sufriendo? —Aunque para empezar, tu nombre me gustaría conocer… —Y los ojos alza para verla directamente a ella, a su rostro. ¿Es alegría lo que dibuja la sonrisa en su boca? ¿O burla?  Qué linda es, todo lo contrario al hombre que a su lado se encuentra hecho un desastre, ahogándose en su propia sangre. —Uno falso si deseas.

O ella misma iba a tomar atribuciones que no le correspondían. O tal vez lo haría de todos modos. Tú y yo nos hemos dado cuenta de que normal no es, ¿verdad?
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-Es de buena educación, además, sirve para identificar las acciones de la persona que está cerca.- Puede notar ese tono, esa misma burla que ella siempre tiene, aunque esta vez no hay tal cosa en sus ojos de oro opaco. Kaida sospechaba que no debe andarse con tonterías con su nueva visita, pero tampoco le interesa buscarse más problemas.

-Creo que fue a él quien le traicionó la emoción, hasta tal punto que nunca entendió lo que significaba no.-Se limpió la sangre del cuello en un gesto casi distraído, casi monótono, mientras el mismo pañuelo pasa a limpiar su cuchillo.

-Curioso cómo la gente deja de escuchar cuando la respuesta no le interesa… ¿Verdad?-No está justificando, no está buscando hacer al hombre más culpable de lo que es, simplemente dice la realidad que existe.

Estaría vivo de no ser precisamente porque pensaba que podía tomar las cosas a su manera, con su propia fuerza y capacidad.-Kaida… No tengo que darte un nombre falso, no he hecho nada malo.-Se encoge suavemente de hombros, con una tranquilidad y confianza tan apabullantes como la serenidad de su mirada.

Como si en vez de haberle rajado la garganta a un hombre, hablara de salir a pasear, del cielo, del clima.

-¿Puedo saber el tuyo? Más que los interrogatorios, prefiero los intercambios, aunque quizás sea falso.- Sonriendo divertida por ello, mientras simplemente toma asiento en una de las cajas que hay en aquel callejón. Esperando ver si la mujer acepta su extraña propuesta.

-Una tú, una yo…¿Qué dices?- Quizás en otros momentos hubiera sido más consciente de lo que pasaba, más seria y centrada. Pero siempre pasaba igual cuando llegaba a su límite, cuando los demonios la arrastraban y ella soltaba las riendas a la oscuridad que había en su mente.

-Ya he preguntado por tu nombre, así que puedes preguntarme otra cosa si gustas.-No sabía si la mujer necesitaría ideas, mientras ella simplemente la miraba, con curiosidad por aquella libreta y bolígrafo. Dudaba fuera reportera, sin duda hubiera salido corriendo en cuanto la sangre entrara en su campo de visión.

Pero tampoco debía de formar parte de un cuerpo de justicia, se habría presentado como tal y a aquellas alturas ella tendría que salir de allí corriendo. Bueno, al menos había encontrado algo con lo que distraerse.

Algo con lo que dejar de pensar en todo lo que estaba pasando.
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