[S+] Asalto a Shoseki
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Última modificación: 24-06-2024, 11:33 PM por Musacus.
Fortaleza Shoskei


[Imagen: aca18b7e542a20e11a8b7ea0e8b6e02b.jpg]



Primero de Junio en Kirigakure, 16 D.K
15 hs en el acceso Oeste al Archipiélago, Océano

 En el medio del océano y bajo los cálidos rayos del sol de verano, una nave rebelde atraviesa las olas en dirección al País del Agua, también conocido por su innumerable cantidad de Islas y diversas aldeas. En el centro de este Archipiélago, la isla central y más grande que funciona como capital del País, y a sus costados otros cientos de aldeas e islas menores, una de ellas, ubicada al oeste de la capital, se corona como una de las máximas prisiones del mundo actual y se remonta a más de cien años de antigüedad,  hoy día, como en su pasado, sigue cumpliendo su función a la perfección. Aquellas lejanas tierras se caracterizan por sus crueles y letales castigos, conservan su propia esencia a lo largo de la historia, a diestra y siniestra contra cualquiera que ose subordinar o contradecir sus leyes y deberes. 
 
 
 Aunque la fama de sus shinobis no sea tan amigables (espadachines sanguinarios), el propio País cuenta con diversas aldeas, algunas más simpatizantes que otras, pudiendo encontrar en ocasiones algunas islas que fomentan el turismo y reciben huéspedes de otras aldeas. De este modo, hay islas donde sus habitantes son abiertos, tolerantes y amigables, y hay otras donde sus habitantes son huraños, desconfiados e incluso agresivos hacia los forasteros. Por lo general, la mayoría de la población vive del mar y de los recursos y posibilidades que este les ofrece.




 Las olas rompen con la madera de aquella pequeña barca que la noche anterior había partido rumbo a Kirigakure, o más precisamente hacia la isla donde se encuentra la Fortaleza Shoseki, con el pasar del tiempo y algunos mareos propicios de las turbulencias, los shinobis junto a su tripulacion condujeron el embalse hasta lo que sería un primer acercamiento a la isla distante. Era el momento para descansar y planificar los acontecimientos venideros, desde allí, en el medio del no tan calmo mar, se presencia en el horizonte la inmensidad de aquella estructura construida en roca y acero, que a su vez, estaba rodeada de otras pequeñas islas y abismales acantilados los cuales implicarían una ingreso por lo menos desafiante. 
 
 OYYYYYYYYYYYYYYY ESTAMOS CERCA DEL DESTINO  gritó el capitán
 Según el mapa que llevan con ustedes y lo investigado con antelación, la Fortaleza cuenta con un ingreso en la cara Norte de la Isla, un gran muelle de madera que por lo menos ocupa 200 mts de largo y finaliza en una pequeña playa de cemento, la cual deriva en unas amplias escaleras de piedra que ascienden hacía el portón principal de la prisión. Y un segundo ingreso en la cara Sur con un muelle secundario y más pequeño, donde abunda aún más la vigilancia y custodia. Aquella vieja prisión cuenta con seis torres e vigilancia, una por cada cara y dos linderas a sus murallas. El edificio alcanza un máximo de 250 mts en altura (sin contar los acantilados), con algunas pequeñas ventanas circulares enrejadas y alguno balcones de vigía.
 
  
 El ingreso a la prisión supone grandes riesgos y desafíos, infiltrarse sería tarea de expertos y asediarla sería una locura, aun así llevan consigo algunas pistas de posibles ingresos ocultos y entradas subacuáticas, rumores provenientes de historias olvidadas que describen épicos escapes y temerosas masacres, qué quizá, con cierta precaución, podrían resultar de utilidad.
 
 
aclaración

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Última modificación: 25-06-2024, 01:03 AM por Nakai. Razón: fallo en corchetes
El vaivén de las olas indicaba una posible temporal que se aproximaba, aunque a decir verdad, eso era el menor de los problemas.
Carraspé, me levanté de mi asiento. Habíamos llegado al archipiélago.

-Es hora- dije, levantándome. Vestía con mi capucha blanca y mi máscara estilo anbu de serpiente. Coloqué el mapa sobre la mesa- tenemos 2 entradas, una al norte y otra al sur. Hay rumores de entradas bajo el agua, y mencionándolo, sugiero que en cierto momento, podríamos romper los muros submarinos para inundar las zonas inferiores y atacar desde abajo. Sobrevolar la zona conlleva un riesgo, y serían objetivo de todos. Aunque una distracción podrían darles oportunidad. Propongo ingresar mediante las entradas secretas, pero no descartemos un asalto si es necesario. La infiltración será la clave y propongo que usemos aquello que los rumores nos dicen sobre entradas secretas. Tendremos que llegar sin ser vistos, podríamos atracar en un islote cercano y desde ahí movernos, usando métodos de ocultación y el henge no jutsu

Tras esto esperé a que dijeran sus propuestas y sugerencias. Sin regresar al asiento, seguí analizando el mapa, disponible frente a todo aquel que quisiera leerlo.

Por otro lado, aunque había sido la legendaria fortaleza de Orochimaru, tras tantos años y la ocupación de facciones, ya nada debía quedar allí por lo que no sería de mi interés buscar ahí algo relacionado a él, aunque el hecho de que estuviera repleto de ninjas era algo que llamaba mi atención. Bastante ADN disponible. Yo mismo había vivido gran parte de mi vida en Kiri, y sabía de sus clanes como los que se convierten en agua.

Por otro lado, los rumores de entradas subacuáticas, como la de una ventana con barrotes que daba a los niveles inferiores en donde se decía tenían un hombre tiburón, podrían funcionar. La construcción era masiva, por lo que no sabía si atacarla con la Sanhebi serviría de algo.

-Propongo que vayamos en equipos, así nos será más fácil escapar y combatir en caso de ser vistos. Yo propongo que mi equipo busquemos la entrada submarina- dije.

Esperaría a saber sus respuestas e ideas.

Nakai
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A lo lejos, emergía como un coloso etéreo flotando sobre el espejo del agua aquella imponente fortaleza. La prisión de máxima seguridad, inquebrantable bajo la atenta vigilancia de sus guardianes, leales siempre al Imperio Boshuku y miembros devotos de la élite militar de Kirigakure. En el archipiélago del País del Agua, la monumental Fortaleza Shoseki erigía su sombra sobre incontables almas condenadas, donde la luminosidad del sol era un privilegio bastante escaso, concedido escasamente en minutos fugaces. Para algunos, cuyas culpas los sepultaban en la oscuridad de sus crímenes, ni siquiera aquella migaja de luz podía redimir su existencia ya marcada.

El desafío que se erguía ante nosotros era de proporciones titánicas. Infiltrarse en aquella fortificación inquebrantable sería una hazaña solo para los más audaces. Pero debía hacerlo, sin importar el método o el riesgo, porque dentro de esos muros podría estar la clave para liberar a mis padres... o al menos, eso anhelaba con desesperación. 'Por favor, que estén ahí. No soportaré otra incursión de estas, y que no estén ahi...', divagaba entre pensamientos, sintiendo el golpeteo insistente de las olas que azotaban el casco de la embarcación mientras surcábamos nuestro destino incierto. 

Quien se detuviera un instante a observarme, percibiría de inmediato mi incertidumbre latente. Mis ojos se posaban sobre la cubierta del navío, evitando fijarse en el horizonte o en el cielo nublado. Apenas asentía ante las órdenes susurradas por mis superiores o por el capitán de la embarcación, sin rastro de la Sayuri vivaz y risueña que solía ser. En aquel momento, mi ser estaba eclipsado por una marea de nervios que me devoraba segundo a segundo, con cada metro que nos aproximábamos a ese siniestro destino. Mis dedos, en un acto reflejo de ansiedad, se enredaban y rascaban compulsivamente los cueritos de mis uñas.

A mi lado, compartiendo el reto y la carga de esta misión suicida, estaban los camaradas de la organización secreta a la que me había afiliado hacía apenas unos meses. Cada misión previa nos había aferrado más en la búsqueda de nuestros objetivos comunes y, ahora, nos enfrentábamos quizás a la encomienda más peligrosa de todas. También entre nosotros, destacaba un hombre de piel morena, a quien conocí en mis días de gladiador en el coliseo del País del Viento. Su nombre era Zeta, un guerrero cuya mera presencia me infundía un cierto alivio, pues sabía que su astucia y habilidades serían cruciales para nuestra infiltración en la prisión. Ya adentro... Lo desconocido alimentaba nuestro temor, pero también nuestro ímpetu.

Escuche las palabras de otro invitado a nuestro asalto. Parecía ser un conocido del líder, así que suponía también era poderoso como él, por lo que intente prestar atención a su charla. -Zeta y yo nos infiltraremos...- Comente con una voz y una actitud bastante fría, totalmente inexpresiva. -Lo más seguro, quizás... es que esas entradas estén debajo del agua.- Añadí a su comentario final. -Así que vamos con usted.- 


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