(No sé qué tema poner así que pongo esto de fondo jsjfsjjsf)
Los de arriba gritan, fervor generado por discusiones que los de abajo no entienden, mas son los de abajo quienes disfrutan de los problemas de los de arriba; un grupo de incoherentes perdidos entre sí mismos, se pelean sin conocer bien la razón porque ya se olvidaron, pero probablemente fue por algún problema de apuestas, porque entre los de arriba, el de sombrero blanco, infame por sus apuestas y estafas se encontraba.
-¡Yo tengo todas mis cartas en orden! ¡Que tengas pérdida de memoria no es mi problema! ¡Un full house le gana a un trío! Si te confudiste de cartas no es mi culpa-
Queja arbitraria que supuestamente recibía el de blanco por parte de un refinado hombre de las nieves, vestido completamente de blanco, como si viniese de otra aldea, de tierra de montañas blancas, de tierra de cabañas donde la leña es recurso primero a buscar y la lana de oveja es exceso de lujo. Pero donde hay tierra de lujos que se cosechan a mansalva, lujos no hay ninguno, pues lujos son de los que se carece, y de lo que más carecía el impostor del hombre de blanco era de su cuarta carta, él juraba tener una pareja de cuatro, y no un trío. Quizás la vista le falló, quizás se confundió por la tensión de haber apostado tanto en la mesa, o quizás con magia y un poco de inventos de mala sangre hayan cambiado una de sus dos cartas sin él haberlo visto a tiempo. Quizás sí fue así, quizás no, pero en el quizás de los quizáses sólo existía el primero; en un momento de distracción, el de sombrero blanco le arruinó la vida a su impostor cuando los demás no prestaron atención, el cómo se realizó tal hazaña no se sabe, no hay siquiera posibilidad de descubrir que hay un descubrimiento a descubrir sobre cómo se realizó tremenda labor de magia a plena vista de todos, pero lo importante es que un full house le gana a un trío.
Los de abajo se reían y los de arriba no paraban de gritar, pero entre los de arriba había uno que parecía pertenecer a los de abajo. Feliz el de sombrero blanco por haber ganado su gran apuesta, feliz único por tener más que motivo suficiente para retirarse de la mesa y unirse a los de abajo, feliz inigualable por estar apoyado ahora sobre la barra, retirado de los problemas, sin escuchar ya más a los de arriba, apoyándose más en el disfrute de los de abajo, y buscando un medio por el cual seguir el disfrute de semejante noche. Quién sabe qué le depararía el futuro, si alguien proveniente de los de abajo o los de arriba, o mejor aún, alguien quien de direcciones no conoce.
Los de arriba gritan, fervor generado por discusiones que los de abajo no entienden, mas son los de abajo quienes disfrutan de los problemas de los de arriba; un grupo de incoherentes perdidos entre sí mismos, se pelean sin conocer bien la razón porque ya se olvidaron, pero probablemente fue por algún problema de apuestas, porque entre los de arriba, el de sombrero blanco, infame por sus apuestas y estafas se encontraba.
-¡Yo tengo todas mis cartas en orden! ¡Que tengas pérdida de memoria no es mi problema! ¡Un full house le gana a un trío! Si te confudiste de cartas no es mi culpa-
Queja arbitraria que supuestamente recibía el de blanco por parte de un refinado hombre de las nieves, vestido completamente de blanco, como si viniese de otra aldea, de tierra de montañas blancas, de tierra de cabañas donde la leña es recurso primero a buscar y la lana de oveja es exceso de lujo. Pero donde hay tierra de lujos que se cosechan a mansalva, lujos no hay ninguno, pues lujos son de los que se carece, y de lo que más carecía el impostor del hombre de blanco era de su cuarta carta, él juraba tener una pareja de cuatro, y no un trío. Quizás la vista le falló, quizás se confundió por la tensión de haber apostado tanto en la mesa, o quizás con magia y un poco de inventos de mala sangre hayan cambiado una de sus dos cartas sin él haberlo visto a tiempo. Quizás sí fue así, quizás no, pero en el quizás de los quizáses sólo existía el primero; en un momento de distracción, el de sombrero blanco le arruinó la vida a su impostor cuando los demás no prestaron atención, el cómo se realizó tal hazaña no se sabe, no hay siquiera posibilidad de descubrir que hay un descubrimiento a descubrir sobre cómo se realizó tremenda labor de magia a plena vista de todos, pero lo importante es que un full house le gana a un trío.
Los de abajo se reían y los de arriba no paraban de gritar, pero entre los de arriba había uno que parecía pertenecer a los de abajo. Feliz el de sombrero blanco por haber ganado su gran apuesta, feliz único por tener más que motivo suficiente para retirarse de la mesa y unirse a los de abajo, feliz inigualable por estar apoyado ahora sobre la barra, retirado de los problemas, sin escuchar ya más a los de arriba, apoyándose más en el disfrute de los de abajo, y buscando un medio por el cual seguir el disfrute de semejante noche. Quién sabe qué le depararía el futuro, si alguien proveniente de los de abajo o los de arriba, o mejor aún, alguien quien de direcciones no conoce.