[One-shot] El comienzo de un hombre ambicioso. [Priv.]
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¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que se podía caminar por unas tierras llenas de vida? ¿Cuándo fue la última vez que las personas decidieron unirse en hermandad y buenas intenciones?

Los tiempos de guerra ciertamente trajeron avances, pero el costo de ellos fue muy alto, ahora el mundo se encuentra dividido entre dos supuestos bandos, uno claramente superior al otro, envueltos en pequeñas disputas aquí y allá que no hacen más que traer caos a los que los rodea, después de todo, la guerra no es más que un gran ejército cometiendo suicidio.

¿Por qué se pelea? ¿Ideales, poder, libertad? Pareciera que hubo un momento en el que la línea que separaba todas esas se disipó, dejando tan solo la miseria y la muerte detrás de las acciones de sus soldados.

Deikum pudo conocer todo esto de primera mano desde el momento en que nació, su vida como nómada lo forzó a ver escenas horribles, guerras sin sentido, sangre y campos completamente llenos de cadáveres que probablemente murieron llenos de miedo y sin lograr nada, tales escenas malditas fueron las que llenaron su mente desde pequeño.

Su carácter se fue forjando con el tiempo, llevándolo a tener pensamientos muy grandes para su mente de joven, sus deseos, quizás como los de cualquier otro, anhelaban la paz, deseaban poder ver un nuevo día que solamente existía en sus sueños; quizás fue allí cuando sus planes empezaron a ponerse en marcha, pero no fue sino mucho tiempo más adelante que lograría ponerle un nombre a sus actos.

Por supuesto, para todas esas cosas debía pensar exactamente de quién era la culpa y quién era su enemigo, pero la realidad con la que se encontró lo llenó de una intensa ira. El imperio era ciertamente el bando que más encajaba en la descripción del bando malvado, de ser la raíz de todos los problemas que se presentaban en la época actual, ¿sus enemigos? Un bando denominado como los rebeldes, un grupo de soldados ocultos que luchan por liberar nuevamente a las aldeas y luchar contra este ideal “malvado”.

Pero, ¿qué hay del resto? De aquellos que no parecieran aceptar ni un bando ni el otro, estos parecían caer en el término de “criminales”, personas sin alianza que de una manera u otra terminaban trabajando para alguno de los dos bandos como soldados a sueldo o buscaban hacer cambios por su cuenta, escondidos entre las sombras.

¿Eso era todo? ¿No había entonces algún grupo que diera la cara en plena luz y se declarase a sí mismo como un nuevo retador? ¿Cómo alguna de las opciones ya presentes traería paz o calma al pueblo que verdaderamente estaba siendo suprimido con miedo y ansiedad?



—Deikum, oye, levántate, es hora de irnos…

Una voz conocida llamó su nombre, sus ojos se abrieron, dejando ver sus orbes azulados a la figura de quien provenía la voz. —Sellie… —dijo el rubio con calma, observando poco a poco una cantidad progresiva de detalles mientras su adormecimiento se disipaba, la mujer frente a él claramente parecía preocupada— ¿Qué sucede?

—Estamos en el medio de lo que pronto será un campo de guerra, necesitamos movernos. —La urgencia en su tono era clara.

Con aquello dicho, el Chikamatsu empacó lo más rápido que pudo y comenzó a movilizarse hacia el norte, ruta que no tomarían sino dentro de un par de días, en el trayecto, la mente del rubio se fue aclarando y varias incertidumbres comenzaron a aparecer, ¿cómo Sellie había obtenido esa información si llevaban viajando juntos desde hace un par de años y nunca se habían separado?

En este mundo, la confianza era una riqueza de la que pocos podían disfrutar y aquello era aún más cierto en el mundo de los nómadas, personas que usualmente viajan en grupos pequeños o de plano, en solitario. ¿Será que había encontrado a la compañera equivocada? Cada quién tenía sus razones de por qué volverse nómada y viajar, dichas razones casi nunca eran compartidas, representando el mayor secreto de cada individuo.

Era aquello mismo lo que entonces presentaba el enorme problema que se tenía ahora, cuando la desconfianza empezaba a nacer entre dos individuos que de una u otra manera se habían confiado sus vidas. El ojos azules no tenía un gran nombre ni muchas riquezas, por lo que no podía pensar por qué Sellie desearía viajar con alguien como él, pero quizás si ella estaba en realidad trabajando como una vendedora de información, podría necesitar de una fachada y de alguien que inevitablemente la defendería si algo malo se presentaba en sus caminos, o al menos eso pensaba ella.

El rubio entonces comenzó a preguntarse a sí mismo de qué manera podría escaparse de tal situación, si Sellie de verdad era una especie de espía o vendedora de información, entonces en cualquier momento serían encontrados y sus vidas correrían peligro, ¿era ella de verdad alguien importante para que él sacrificase su vida? La respuesta no vendría sino tiempo después.

Durante los viajes, la mente del rubio comenzó a identificar cosas en la actitud de su compañera que lo llevarían a sospechar cada vez más de ella.

—Debemos movernos un poco más arriba de la montaña, por aquí pasará un grupo de rebeldes y es mejor no involucrarnos —diría la joven pelinegra mientras observaba una pequeña colina al noroeste de donde ambos se encontraban.

¿Cómo sabe eso? Se preguntaba Deikum, comenzando a sentir una inmensa ansiedad sobre los peligros que representaba seguir estando acompañado de esta mujer, ¿será que sus planes, que para ese momento aún no se habían formado del todo, habían sido descubiertos? ¿Estaba siendo cazado por algún bando como un peligro potencial? El ojos azules conocía sus habilidades, sabía su fuerza, pero hasta ahora se había mantenido lejos de cualquier conflicto que lo pudiese arrastrar a algún bando.

Los días siguientes fueron desesperantes, el Chikamatsu no podía siquiera dormir, temeroso de que una vez cerrase los ojos sería víctima de cualquier plan macabro que Sellie tenía en mente. La desesperación y locura se apoderaron del marionetista, quien con un simple plan en su mente, llevó a cabo un asesinato que nadie descubriría, quizás por el resto de su vida.

Todo comenzó mientras atravesaban un sendero montañoso, recomendado por parte de Sellie, quien había ya dado indicio de que podría haber peligros esperándolos si tomaban la ruta principal, ya fuese por la amenaza de los soldados del imperio o por presencia de ciertos grupos rebeldes. Ya para este punto el vaso había sido desbordado, por lo que más comentarios que aumentaran o disminuyeran las sospechas de Deikum eran prácticamente ignorados.

Allí, entre el terreno montañoso, el rubio usaría sus habilidades como shinobi, despachando de una manera bastante rápida a la pelinegra, quien inmediatamente fue sepultada en una fosa hecha por uno de los elementos que el marionetista dominaba. De esa manera, una sospecha que había estando creciendo por semanas se disipó y para cuando la figura del ojos azules descendió de la montaña, la existencia de quien lo había acompañado sería olvidada.

A esto llevaba la guerra, a un sin fin de incertidumbres, dudas, dolor, miseria, locura, una mezcla sin fin de negatividad que actuaban como catalizadores para esos actos violentos. ¿Qué pensaría el rubio si supiera que Sellie era en realidad una sensora muy buena y que solo trataba de evitar conflictos innecesarios porque anhelaba la paz? Nunca lo sabremos, la verdad es lo que los ganadores deciden que sea.



Los conflictos nunca se detendrán, incluso si llegase a ver un claro ganador, siempre habrá alguien que piense lo contrario, es esa semilla de lucha, de proteger un ideal, lo que mantendría a los engranajes de la guerra siempre andando.

—Pero, ¿qué tal si no? —Se diría a sí mismo el rubio mientras caminaba en dirección al país del fuego— ¿Podría quizás haber una manera de crear un gobierno al cual todos quieran pertenecer? Uno donde la lucha sea por lo necesario y no por disputas de poder o de terreno. —Su mente estaba corriendo ante la idea, quizás crear un grupo no sería la peor de las ideas, pero, ¿dónde encontraría a voluntarios dispuestos a unírsele? Ciertamente, sería difícil, estaba pensando en algo muy ambicioso y que, de concretarse, lo dejaría en la mira de todos.

—Zeon… —diría en un aliento bajo, todo comenzaba con un nombre, con una idea. Ahora tenía un propósito, olvidaría su andar sin rumbo, después de ese día comenzaría un camino arduo del cual solo podría salir victorioso o muerto, los ojos azules se vieron llenos de una nueva determinación, este sería el inicio del viaje de un hombre que no pararía hasta completar lo que necesita.

La historia de Deikum Chikamatsu inicia ahora...
La Torre
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