En la búsqueda de lo prohibido
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Hacía ya tiempo de mi último viaje, corrían hacía más o menos unos años que no me movía por las tierras del País del Rayo, pero me había mantenido informada de todo lo que ocurría y de como cambiaban los bandos del mundo. Tras la completa bomba de humo que Yugure había hecho en el mundo yo me había dedicado a investigar todos aquellos mundos de lo prohibido que me interesaban, técnicas nuevas y nuevos jutsus donde jugar con el mayor de los miedos de todos los seres mundanos: la muerte. En mi caso corría ya poco peligro, pero siempre estaba la pequeña duda de hasta donde podía llegar para conseguir lo que me habían prometido.
 
Las calles estaban poco transitadas hoy. No todos los puestos donde se vendían frutas, verduras y demás cosas estaban abiertos, y seguramente fuera eso por lo que se podía caminar sin tropezar todo el rato con la gente. En el cielo se veía pocas nubes y los rayos del sol entraban sin ningún problema, el sol estaba en su más alto punto y corrían las dos de la tarde, justo acababa de salir de comer de una taberna donde la comida, a decir verdad, no estaba nada mal.  – Llevas tiempo sin hacerme mucho caso… Gea… – Y ahí estaba, la voz que me hablaba desde mi más interior y que durante mucho tiempo hizo creer que estaba loca, de nuevo me hablaba para reclamarme. – No te he dado este poder para que lo desperdicies… debes cumplir tu parte – Y de nuevo, otro reclamo. Sabía que llevaba tiempo sin ejercer mis obligaciones como portadora de la oración de Jashin y que seguramente tendría que correr la sangre más tarde o más temprano. Pero no, ahora no era el momento si no quería exponerme demasiado. Yo sabía el momento en que debía seguir con mi objetivo, y no era hoy.
 
Tenía que buscar el mercado negro, aquel sitio donde podía traficar con lo que fuese, estaba buscando algo que me ayudase con mis estudios, algo que me ayudase a continuar con mi objetivo, y no, no parecía que fuese a ser fácil. A día de hoy realmente por mucho que fuera una hoja movida por el viento, pues mi forma de trabajar había cambiado bastante, todavía debía ser cauta y saber a quién acercarme. ¿Qué se suponía que debía hacer?
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Mi cuerpo está cansado, he viajado demasiado como para no poder darme un maldito descanso. Claro está que este viaje fue fructifero para mi ser, pues, aprendí varias cosas en mi viaje para buscar información, fue practico para ayudarme a entender como funcionan las aldeas pequeñas, las cuales no tienen suficiente voz o voto para mandar sus problemas a alguien que los pueda realmente escuchar. El país del Rayo normalmente no ayudaba a esas pequeñas aldeas, todo ese conocimiento se deducía a más de 2 meses cruzando todo el país del rayo. Claro está que todos estos meses vi muchas cosas. Diría que todo era una injusticia, las minorías siempre pasaban por algo malo, mientras lo de Kumogakure vivían la buena vida, yo estoy acá para intentar ayudar a estas pobres aldeas.

No va a Funcionar.

En este caso, estas calles estaban muy desoladas realmente. No estaban los típicos vendedores de frutas y verduras haciendo que las calles se vieran como un lugar muy aburrido, ¿Lo era?, sí. Este lugar estaba aburrido. Habría que hacerlo divertido, pero realmente la pregunta es cómo, pues no había algo que no involucrara hacer un espectáculo en el centro para que estos se diviertan.[b]Toca hacer algo divertido. Vamos, Jikaro piensa, ¿qué puedes hacer para que el día no se torne aburrido? [/b]Con todo mi pesar suspire. ¿No habría alguna forma de divertirme?, despues de tener todo mi cuerpo cansado, algo tendría que haber qué me pudiera divertir, ¿no?

Vi a un niño pequeño, era algo raro realmente. Tenía una aura de como querer escapar de algo. Es verdad que mi cuerpo estaba cansado, pero si yo pudiera salvarlo no iba a quedarme de brazos cruzados. Con rapidez, logre hacer malabares para subir arriba de un techo, realmente quería ver a dónde iba el niño. Iba saltando de techo en techo intentando no perderlo de vista. Se iba metiendo en callejones y esquivando a todas las personas. Parecía que hubiese robado algo, pero no. Simplemente, tenía que entregar algo, me di cuenta cuando llego a un lado de la aldea donde había gente que vendía cosas extrañas. Baje de los techos y me acerque a donde estaban todos los aldeanos, quería ver que vendían. Y si podía desmantelar esto.
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Alcé la capucha por encima de mi pelo acortando mi campo de visión a los lados, pero sumando algo de discreción por mi parte. Debía encontrar algún indicio, algo que me llamase la atención sobre aquel mercado negro que se decía se creaba allí todos los días, pero estaba claro que no estaba a la luz del día, estaba claro que no sería sencillo llegar y que sería alguien el que me tendría que llevar hasta él. ¿Pero quién? Ahí es donde me tocaba averiguar, intentar la lectura por encima de las apariencias de las personas. Podía buscar por mediación del chakra, pues claramente alguien que tuviera contacto o quizás algo que me pudiese ser de ayuda no sería un cualquiera sin chakra. Por otra parte, no quería que nadie me pudiese descubrir mientras que usaba chakra en un lugar tan tranquilo. El lado de la justicia del que siempre había estado ahora formaba parte de mis enemigos… simplemente por mi ambición. Necesitaba contactos, necesitaba información, y el dinero era algo que a todo el mundo le gustaba, por eso me iba donde mejor me pagaban, y claramente esa parte estaba del lado del Imperio.

La situación estaba tranquila, las calles más o menos estaban sosegadas y a pesar de andar durante más de veinte minutos y cruzándome con gente y sitios, no encontraba a nadie con el que poder entablar algo más que una conversación. Todo eran ancianos, niños, y gente de bien que no parecía haber roto un plato en su vida. Fue ahí donde, por encima de uno de los tejados, pude ver a un hombre que vigilaba a alguien desde las alturas, seguía caminando y cuando me di cuenta de que lo que estaba siguiendo era a un simple niño, me asombré. Seguramente aquel niño hubiera robado algo, pero, ¿tanto era como para acecharlo? No era asunto mío, por lo que no me iba a meter, pero era algo peculiar.

Tras un par de minutos más caminando pude llegar a una plaza en la que se podía leer una pequeña aura de tensión, no sabía porque, pero algo me escamaba. Conclusión: Era el lugar perfecto donde la delincuencia podía llevarme hasta mi objetivo. Pero debía ser cauta, nunca se sabía donde las fraguas rebeldes podían esconderse y llamar a sus perros. No era que yo estuviera del todo con el Imperio, pero actualmente me pagaban bien… por lo que por el momento seguiría con ellos.
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Jikaro… ¿Qué hacemos persiguiendo a un menor de edad? — Mi mente me bombardeaba con esa clase de preguntas, porque. Al final del día tenía razón. No tenía mucho sentido perseguir a un menor como si fuese un superhéroe sin padres, que tiene complejo de animal. Me detuve por un momento, gracias a Dios el niño no se dio cuenta de mi presencia. Siguió corriendo, pero no llegó muy lejos porque un decrépito señor apareció y le tomo por el cuello, como si de un animal de feria se tratase. Y empezó a caminar a un callejón, en donde entró en lo que parecía ser una caseta. Era un burdel, en realidad, ¿abierto a las 12 de la tarde?, sí. Hasta a mí me sorprendió, lo único que pude ver fue como el niño soltó un grito desgarrador. Necesitaba, bueno. Necesito entrar a ese burdel, quizás ahí guardan toda la información que busco. ¿No? — Quizás haya más niños ahí. Debo buscar, debo entrar. Maldita sea, pero una acusación así de la nada me va a buscar un problema. Quizás me pueda dar cuenta dependiendo sus actuaciones… Entraré. — Fue lo último coherente que pensé pues sin dudarlo salté del edificio donde estaba a un callejón.


Y caí.

Con estilo logré bajar con tranquilidad, pero ese no era el asunto. Realmente el simple hecho de buscar una forma de pasar como un comprador de cosas turbias me tenía un poco paranoico. Tengo que hacerme pasar por uno de ellos, así que con facilidad saqué una caja de cigarrillos, una de las más exóticas, pues su sabor es uno exquisito dependiendo del paladar de cada uno. Pocas de estas se habían visto por aquí, pues son fabricadas con especias nacidas en las dunas de Suna. Me puse uno en la boca y tomé camino hacia mi destino. Con tranquilidad entré, no pude poner un pie dentro y ya había dos damas de compañía intentando llamar mi atención. Con tranquilidad las rechacé mientras deslizaba mi mano derecha hasta mi boca, la cual tenía el cigarro. Gracias al cual di una bocanada de humo. Si había gente fanática de los cigarros, podían darse cuenta de que eran exóticos. Con rapidez visualicé una mesa de póker, parecía haber gente relacionada con esos negocios sentados ahí. Con una paz me acerque, el dealer me miró y me dedicó la palabra. [b]Bienvenido, señor. ¿Desea jugar?, la apuesta inicial son 3,000 ryos. [/b]Miro mi mano con el cigarro en ella, sonrío. Pareció haberlo conocido de algo. [b]Poco es, entro. [/b]Con tranquilidad me senté en la mesa, me otorgaron mis fichas y todo iba a comenzar tarde o temprano, pero un chico. Al otro extremo de la mesa me miró y sonriendo dijo.[b]Hace tiempo no consigo dinero de un chico de ciudad. [/b]Dijo mientras me miraba fijamente, no pude evitarlo, sonreí. Me subestimaron, no estaban preparados para perder.
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No sabía la manera en la que había caído allí, pero allí estaba con un par de naipes en la mano y apostando dinero que tenía reservado. ¿A quién le importaba? Necesitaba información y quizás aquella partida genuina me la iba a dar.

Tras haber seguido a aquel chico que a su vez estaba siguiendo a aquel niño, acabé entrando por un lugar donde lo primero que habría recibido sería un amable recibimiento por dos meretrices que no me harían ni caso al percatarse de mi género. Una pena pensar que todavía la sociedad en los más bajos fondos mantenida una actitud completamente heterosexual. Que pereza. El caso es que tras aquel pequeño viaje por la carpa acabaría por sentarme en la misma mesa que aquel joven acosador de menores. En aquella mesa estaríamos sentados seis personas, dos de las cuales seríamos dos mujeres y el resto todos hombres. Dos de ellos serían los míticos catalogados como piratas del mar con su gran barba y su calva ya de hacía años, mientras que los otro dos eran un hombre con gorra y gafas, seguramente para que no pudiéramos leer su mirada, y por último aquel tipo de cabellos blancos casi grises. Entre tanto las cartas serían repartidas y cada uno pondríamos su parte. Uno de los hombres haría intercambio de palabras con el recién incorporado mientras que mencionaba algo de una procedencia, me hubiera gustado saber de qué procedencia se refería, pero lo mejor era no llamar demasiado la atención.

También me habría dado cuenta de que aquella mujer no me quitaría ojo, quizás era por el hecho del género que compartíamos o que le habría llamado la atención no ser la única. Me habría dado cuenta de que quizás manejaba algún tipo de combate cuerpo a cuerpo dadas las trenzas boxeadoras que llevaría en el cabello y los guantes de cuero que tapaban todo menos los dedos que sobresalían por los agujeros preparados para ello.

Tras haber dado la primera salida de dinero y que comenzara la partida, me habría dado cuenta fácil de que mi mano no era ganadora, con apenas un siete y un dos estaría seguramente para el arrastre, pero intentaría seguir la mano hasta ver por lo menos la primera tirada de cartas y tras eso, ver que no tenía nada y que además empezaban a levantar la apuesta, decidí bajarme de esa ronda y rendirme. – No sigo – Expresé. Pero aún así me mantendría ojo avizor a los demás, sobre todo a la mujer y al hombre de cabellos cenizos, eran los que más me llamaban la atención. Contaba con algo a mi favor… mi maestría mi dejaría ver si mentían, pero necesitaba que me respondieran.
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A la mesa habían llegado dos personas más, siendo específicos, dos mujeres. Una parecía una típica luchadora de peleas callejeras. Tenía unos guantes como que si viniese a atacarnos, se veía bien en realidad. Esas trenzas pegadas se veían como serpientes. Como una figura que alguna vez logre ver, una mujer con serpientes en vez de pelo. Me sorprendió, no más que la otra. Parecía una niña, era muy pequeña, sonreí. Tampoco se veía mal, deseaba su pelo. Sonreí otra vez, esta fue un poco más gracioso por así decirlo. Tomé mi cigarrillo y le di otra bocanada de humo. Los piratas, esos calvos me miraron. Parecían haberlo conocido de algo, esos tesoros que se encuentran quizás ahí lo vieron. — Vamos a jugar…

Empezó el juego.

El Dealer entregó las cartas, por causas del destino entregándome el botón a mí, tuve que empezar con 1,000 ryos. Donde todos pagaron, al parecer no había mucha gente cuerda por aquí. Mire de nuevo mis cartas mirando a todos los de la mesa, me había tocado un 10 de picas y un As de corazón. El flop era una J de tréboles, Q de diamantes y 5 de corazones. Me convenía, podía ligar una escalera y ganarme el dinero de estos hombres y damas presentes, aunque ese no sea mi objetivo. — Muy conveniente. Este flop podría servirme. — Pensé mientras miraba al chico que me dijo que era un niño de ciudad. Era un tonto, le mire fijamente, mire mis cartas y devolví mi mirada hacia él, le dedique una sonrisa. Me parecía un poco estúpida su forma de ser, quizás sería más como un niño pequeño que quiere demostrarle a sus padres que puede ganarle a cualquiera… ¡Eso es!, él quiere impresionar a alguien. Pero… ¿Quién?, eso aún no lo descubría. Mientras me destruía la mente pensando en la próxima jugada, la chica que su nombre aún desconozco dijo que se rendía. Raro realmente, le miré. Ella parecía convencida de su jugada, me miró también. Parecía expectante, sonreí. ¿Me conocerá de algún lugar?, no lo sé, quizás simplemente soy demasiado lindo y no podía quitarme los ojos de encima. La entiendo si es eso. No cualquiera se resiste a mis encantos. — Te diría buena jugada, pero no lo sé. Tuviste que pagar para que el de lentes me diera más dinero. ¿A qué se refería?, en plan. El chico de lentes prácticamente lo odiaba, nadie sabe por qué, de seguro, se refiere a que si ella apostaba el chico de lentes se veía obligado a apostar o subir. Sí, de seguro era eso. Sonreí y decidí esperar a ver que hacía el Dealer o aún mejor. El chico de los lentes.
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Era gracioso ver como aquellos hombres se empezaban a medir sus miembros viriles y ver como intentaban amedrentar al otro de manera agresiva, entre tanto yo ya me habría rendido, pero aquel chico de cabellos cenizos que parecía lucir bastante seguro de su acción, expresaría un comentario hacia mi jugada. El tipo me sonreiría a parte y yo le haría una sonrisa entrecerrando los ojos para que entendiera que no me interesaba demasiado lo que tuviera que opinar sobre lo que hacía o dejaba de hacer. – Mejor preocúpate de no quedar como imbécil siguiendo una jugaba perdida – Expresaría siendo clara y volviendo de nuevo a llevar una barrida de mirada a la mesa. La única mejor que había en la mesa aparte de mí habría sonreído a mis palabras, así como asintiendo lo que yo había dicho. ¿Quizás estaba de acuerdo en que su jugada también era la mejor? No lo sabía, aunque parecía que estaba de acuerdo conmigo en que normalmente los hombres tornaban a explicar siempre a las mujeres lo que podían o no podían haber hecho.

La jugada siguió y yo mantuve la mirada puesta en todos los jugadores que todavía seguían apostando. Las siguientes manos serían dadas y las cartas seguían cayendo en la mesa hasta que la última del round fue levantada, ahora solo quedaba ver que tenía cada uno, que tan buena era la jugada y cual era el que había quedado como estúpido yendo a un round con un dos y un tres. No era algo raro, de hecho, pues muchos jugadores acababan perdiéndolo todo simplemente con un farol, un intentar medir su hombría con un ego y una clara mano que les haría perder todo su dinero… ¿Este sería ese mismo caso? De momento ningún habría ido con un All In, así que estaría tranquila en que todavía habría dinero para desplumar.
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La de la coleta era diferente, me podía dar de cuenta, pues me hablaba de tú a tú. No cualquiera lo hace al presenciar a una persona de casi dos metros hablarle. Esa chica poseía una increíble valentía, algo de envidiar para cualquier persona vergonzosa. Quizás alguno de los presentes lo eran, ¿Tenía pruebas?, no. Pero tampoco dudaba de mi instinto. Que la mayoría de veces nunca me fallaba, lo hacía, pero realmente esas veces también me dejaba llevar de la situación y no actuaba con sentido, claro está que mi intuición me llevaba a hacer algunas cosas moralmente inadecuadas. Pero realmente, utilizaba mi cerebro, aunque no se demostrara. — Voy a farolear. — Los pensamientos así me volvían loco, al ver mi mano y ver lo que había salido lo pensé mucho, pues no podía hacer algo más que falorear. No logré ligar nada, ni full house, ni escaleras. Absolutamente nada, mire mis cartas. Mire a la de coleta, le sonreí y volví a mirar a los de la mesa. Todos habrían foldeado al ver lo que estaba en la mesa, menos el de lentes, el cual en un movimiento de desesperación fue all-in, tirando 3,000 ryos a la basura. Lo miré fijamente, vi mis cartas y aposté 3,000 también. Faltaba el river, el dealer algo molesto, pues odiaba su trabajo como cualquier otro trabajador de un pequeño pueblo de segunda. No quería seguir trabajando, pero ese no era el punto.

Oye, felizmente retírate. No tienes una mejor mano que yo. Estás perdiendo el tiempo. — Vocifere mientras miraba las fichas que tenía. Fui all in, lo volví a mirar. — Anda, vas a perder tu dinero por querer demostrar que eres mejor que yo. Piénsalo. — Estaba intentando convencerlo de que iba a perder todo su dinero si seguía apostando. Quizás me estaba creyendo o no, pero se lo estaba pensando mucho. El Dealer le miro, todos los ojos estaban en sus fichas y cartas, parecía haber subido la temperatura, pues él estaba demasiado sudado, estaba inseguro de hacerlo. Le miré fijamente, no lo pensó mucho y tiro sus cartas con la cara hacia abajo. Se había rendido, Jikaro al ver esto soltó una sonrisa pícara. Tomando todo el dinero y soltando sus cartas de la misma forma. Miró al chico y tomo aire. — Eres más tonto de lo que pensaba, no tenía nada. — Soltó entre una carcajada, dejando todas las fichas que conseguí esta vez organizadas. No quería que se viese mal, pues al parecer el de lentes se había enojado bueno, normal, le mentí en la cara. Se puso demasiado rojo, estaba demasiado enojado. Parecía ser que prácticamente lo odiaba de una forma horrible. El hombre saltó de su silla destruyendo las mismas en varios pedazos. — ¡Maldito! ¿¡Cómo te atreves a insultarme de esa manera, maldito estúpido!? — Gritó enojado, Jikaro en este caso saco otra sonrisa pícara, el dealer, sin embargo, le miro fijamente. Mientras que el mismo dealer deslizaba su mano derecha hacia abajo de la mesa, al parecer iba a sacar algo para atacarle, pero con rapidez algunos seguridad que se encontraban en el local lo neutralizaron y lo llevaron hacia afuera. Pero antes de salir, vocifero. — ¡Nos veremos maldito! — Me sorprendió, miré al dealer el cual me devolvió la mirada. Sonreí y miré a todos en la mesa. — Tienen que aprender a jugar póker o les pasará algo así. — Dije mientras reía un poco, fue un movimiento arriesgado realmente, pero ese era el chiste. Si no lo intentaba iba a perder y él cayó. Fue un movimiento demasiado arriesgado, pero bueno. El que es bueno, es bueno donde sea. Mire a la de coleta, de seguro me iba a decir que fui un tonto por falorear de esa manera tan rata, quizás sí. Es verdad, pero creo que lo hice de una manera inteligente, además. Funciono, no me podía quejar de mucho. 
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La partida siguió de forma tranquila mientras que los que jugaban seguían enseñando más sus cartas. Varios estaban aún en juego e iban cayendo a medida que las cartas iban siendo reveladas. Yo por mi parte no tenía interés en jugar una mano que de primeras ya estaba perdida y por eso mismo me había retirado desde el primer momento, por eso y por ver cuanto sería capaz de seguir aquel juego, que tipo de jugadas iban a usar, los faroles… lo típico en una partida de póker. Entre tanto y que mis contrincantes de juego iban haciendo sus jugadas las cartas ya habían sido puestas todas en la mesa y tocaba seguir, solamente dos jugadores habían quedado en juego hasta el último momento y quedaba analizarles de manera efectiva. Por una parte, teníamos a un hombre de gafas que claramente no sabía mucho a lo que estaba jugando, y por otra parte a aquel tipo que me había mirado en alguna ocasión y cuya sonrisa me parecía algo intimidante. No todos los días te sonreía la gente así como así, por lo que me llamaba algo la atención.

La conversación fue llegando a lo más alto y los faroles que se estaba tirando el chico de la sonrisa eran bastante obvios, yo por mi parte no diría absolutamente nada pues ya estaba fuera del juego, pero era algo bastante lógico que por mucho que dijese se notaba que no tenía nada. De hecho, me hacía gracia que incluso yo con las cartas de pacotilla que tendría hubiera ganado esa mano si hubiera seguido. El juego terminó al mismo momento que aquel hombre lanzó en cólera y se levantó tirando todo a su paso, yo por mi parte me levantaría de la silla rápido y aprovechando el jolgorio haría un pequeño mutis por la sala y agarraría un kunai con la mano derecha para agarrar con la izquierda y rodear con mi brazo el cuello del que llevaba el juego allí. Mi kunai iría hacia su garganta y lo apoyaría con decisión. Los matones de seguridad tendrían al alborotador con los brazos hacia atrás y le soltarían rápido al ver la acción que había tomado contra el que llevaba allí el juego. El alborotador aprovecharía para irse corriendo mientras que el resto de la sala miraría hacia mí. – Así me gusta, todos quietitos si no queréis que me lo cargue – Expresaría apoyando de nuevo el filo del kunai contra la garganta del Dealer. – Tranquila por… – Intentaría expresar aquel hombre al que no le daría tiempo a seguir hablando. – ¡Estoy muy tranquila! Pero me cansé de jugar al póker, ¿dónde está el mercado negro del País del Rayo? – Preguntaría sencillamente mientras que el hombre que tendría agarrado no opondría resistencia. Los que si se movieron sería dos de los hombres que estarían en la mesa los cuales haría el mismo movimiento que el primero que se iría y abandonarían la sala. – ¿Alguno que quiera contestar? – Preguntaría a los dos matones que tendrían el cuerpo en posición para atacar en cualquier momento pero que seguramente no lo harían por su preocupación, ya que a juzgar por el parecido entre los dos matones y el Dealer juraría que serían familia. Entre tanto aún habría en la mesa dos personas, el chico de las sonrisas y la mujer de trenzas que estaría uno justo en frente del otro cada uno a un lado de la mesa en frente de mí, y más atrás los dos matones, todos expectantes de que era lo siguiente.
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Todo tomo un aire demasiado raro, todos estaban un poco alterados. Quizás mi farol reanimo sus ánimos haciendo que estos hagan un poco de buen show, no lo sé, pero parecía que el estallido de cólera hizo que mi compañera de coletas. Ay, pobre chica pareciera como que no la quieren en su casa, pues se movió sacando un kunai de supongo su portakunai porque ella no tenía nada en que guardarlos, pues su vestimenta no parecía la de un ninja, sonreí tal vez iba a tener una buena anécdota, pero… ¿No tenía que hacer otra cosa?, caí en cuenta de eso cuando me acordé de que había visto a un niño ser perseguido. Es raro porque no hice nada para evitarlo, es extraño. No lo sé, tuve o bueno tendría que ayudarlo, por eso entré, pero todo pasa por algo. Quizás jugar póker era mi destino oficial y no creerme un líder estúpido. — Algo bueno tenía que tener este día.Pensé mientras miraba expectante. Todo lo que pasaba, no pude evitar levantarme rápido para tomar de sorpresa a uno de los matones con una patada directo a sus tobillos y lo tome de la camisa, con mi mano izquierda y con la derecha saque un tanto y se lo apunte al otro. ¿Fue necesario?, no, ya que la de trenzas actuó tomando al mismo del cuello con un jab directo a su nariz. Sorprendente, así que sí sabía boxear. Al parecer buscaba lo que la de coletas y yo. Sé que eres una chica sorprendente. Pero, ¿fue necesario hacer eso? Al final el que tenía contactos era el de lentes. Sonreí, se me hacía muy sencillo hacerlo cada que la veía. Estaba demasiado celoso de ese cabello sedoso. Mire a la de trenzas la cual asintió. Entendí que también lo buscaba.

Paren.Su voz estruendosa hizo que todo el burdel sintiera una presión gigante, la mayoría hicieron lo más sensato salir corriendo del lugar como los viejos que parecían piratas. No quedaron nadie más, solo la de la coleta, la de trenzas, el dealer, los dos matones y como no. Jikaro, el mejor de este pobre burdel. Mire mis manos. Intente ver donde estaba la voz, porque no fueron ningunos de lo que estaban en el burdel. Miré un poco desconcertado. Pero se vio como un viejo, de algunos 70 años, subía las escaleras con una mirada vacía. Al parecer era el de la voz, pero eso no importaba, había un maldito sótano abajo de este burdel. Lo miré, no pude evitar sonreír maldita sea. O sea, todos tuvieron miedo de un viejo enano, es raro. ¿Por qué sonríes joven de negro?Lo miré, sonreí y simplemente mire a todos los matones y el desastre que había. ¿Por qué no hacerlo? Pregunte mientras sonreía, no podía evitarlo. Es que es algo que me sale natural. Todos se quedaron expectantes a ver que quería este viejo. Bueno, oí que querían mercado negro. Están en el lugar correcto. Pero primero, por favor. Suelten a mis trabajadores. Se irán.Lo miré fijamente, la de las trenzas hizo lo mismo. Pero sorprendentemente le hizo caso, pero lo noqueo primero. Yo miré al mío y bueno, no podía hacer más. Le di un golpe en la nariz dejándolo noqueado. La de coleta debería hacer lo mismo, poco va a hacer si no hace caso. El viejo nos miró. Y dio una sonrisa pícara.Vengan, síganme al sótano, por favor.Jikaro no lo haría primero, esperará que sus compañeras decidan si ir o no, si muere aquí quiere tener una buena excusa.
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