Suena bastante fantástico, así que, tras agradecer, Mei recorre la zona queriendo hablar con el resto de civiles. Todos mencionan conocer la historia y, si bien como en toda historia de este tipo presenta cambios según quien la cuenta, el punto es el mismo. Ir hasta esa cascada es lo más importante y la única pista que posee.
Al llegar, se detiene bajo la misma, pero solo se encuentra una pared al otro lado. Le molesta un poco ir tocando toda la piedra encima suyo, ya que durante todo ese tiempo el agua cae con potencia sobre ella, mojándola por completo. — Vamos, vamos… Todas las historias tienen algo real… — Con ese pensamiento optimista aplica tacto en toda la enorme pared de piedra que lleva hasta una montaña. Utilizando su chakra logra escalar para abarcar más terreno, pero le toma horas para que ocurra el milagro. Cuando ya se encuentra a unos 20 metros de altura, finalmente da con el interruptor. Delante de ella se abre un espacio por el cual cae al ser tomada por sorpresa.
La caída fue dolorosa, pero alcanzó a activar su elemento viento para aligerar el impacto. Se toma la cabeza mientras se levanta. Le sorprende ver que se encuentra en una especie de templo oculto. Hay un pasillo por el centro que lleva a una especie de templo, mientras que a los costados está adornado el lugar con pequeñas cascadas. También se ubican tanto en agua como en tierra estatuas deterioradas, las cuales producto del paso del tiempo son imposibles de reconocer. Acheron no les da mucha importancia, simplemente avanza.
— Es increíble pensar que en el País del Agua hay este tipo de lugares escondidos. A veces la historia es desconocida para todos, pero si se investigara por completo sin duda sería emocionante.
Al llegar a la entrada del templo, el sitio tiembla un momento. Mei mira a su alrededor, pero no ocurre nada raro, solo fue un pequeño temblor. Apenas coloca un paso adentro, la tierra se remece de nuevo, provocando que retroceda ese paso que dio.
— ¿Es que acaso algo busca alejarme? ¿Qué tipo de poder protege este lugar?
Lamentablemente, nuestra bella protagonista no puede pensar demasiado, pues se escucha un pequeño gruñido que poco a poco incrementa la intensidad. Ella se voltea y, detrás suya, se crea una especie de cuadrilátero. Donde antes había un pasillo, ahora hay una plataforma de unos veinte metros cuadrados. Desde el centro emerge lo que parece ser un cuerpo humano, pero es solo oscuridad, no se le ve apariencia.
— ¿Quién eres? Identifícate. No quiero problemas. — Aunque no está muy segura de que decir eso sirva de algo.
Un segundo después, el desconocido se lanza a atacarla. Utiliza solo combate cuerpo a cuerpo, pero se le nota muy diestro. Mei desenvaina su Wakizashi y se defiende, pero le cuesta seguir la velocidad del rival. De hecho, varios golpes y patadas se lleva de gratis. Además, al estar mojada por pasar horas en las cascada, su ropa le pesa, así que sus movimientos también son más lentas.
El punto crítico se da cuando recibe un impacto de pierna en pleno rostro, ocasionando que escupa sangre y caiga al piso. El guardián del templo, asumiendo su victoria, avanza hacia su morada mientras habla, aunque su lenguaje no es humano, así que es imposible entenderle.
— Ey… Es muy pronto para que vayas a dormir, yo sigo aquí.
Lentamente, se va colocando de pie. Sus piernas tiemblan un poco, pero unos cuantos segundos de descanso le bastan para retomar el completo control de su cuerpo.
— Esta vez iré con todo, monstruo.
Innova en su estrategia. Utiliza el arma blanca para bloquear la ofensiva ajena, pero usa el gran poder de sus cuerdas vocales para arruinar la defensa ajena y así atacar ella. Ese es el combo que realiza. Bloquea, utiliza el poder Suzume y ataca. Le toma tiempo y desgasta bastante, sobre todo en sus cuerdas vocales, pero no importa. Lento pero seguro, termina venciendo a su enemigo. Cuando el otro cae, se transforma en arena que termina desparramada por el piso. Qué técnica tan extraña debió dejar ese monarca antiguo.
Esta vez, al entrar al templo, no ocurre nada. Dentro, específicamente en un altar, se haya una joya cuyo precio debe ser altísimo, tanto por su belleza como antigüedad. Sin embargo, es la responsable del dolor en el pueblo protagonista de esta historia. Mei toma una decisión brutal, opta por romper el objeto. Una vez esto ocurre, toda la cueva parece venirse abajo. Destrozar la joya activa el mecanismo de autodestrucción del escondite. Debido a su estado deplorable, a duras penas Acheron logra escapar y regresar a la refrescante cascada.
Tras un merecido descanso, regresa e informa de lo sucedido. Ya la gente puede seguir viviendo segura y en paz.