Definitivamente, aquel día no era el más apropiado para ir a investigar o ir preguntando a las personas sobre unos ententes desconocidos. Quizá esa fuera la razón por la que se encontraba en la parte de los bosques de la propia aldea en sí misma, pues estaba rodeado de esto y, en ocasiones como aquella, perderse entre la espesura del bosque no debía ser mal lugar para encontrar un refugio más seguro que la isla a la que había visitado y conocía a Mei-san previamente, antes de la misión. Siendo así, la Onmyoji se encontraba sentada en lo alto de una rama con una pierna subida y la otra colada siendo balanceada por sí misma. « Si tan solo tuviera una pista, una idea... ¿O es que siempre estuvo frente a mis ojos la verdad que no me atrevo a ver? ». Sus pensamientos estaban ahí para castigarle, parecía ser, y era el único motivo por el que había decidido simplemente intentar no pensar más por aquel día.
No iba a lograrlo, y no había nada de malo en ello. Si bien podía dedicar su día a algo más productivo, como había hecho días atrás antes de llegar a la aldea, posiblemente no se encontrase en ese estado tan meditativo en el que se hallaba en aquel momento.
Se quedó mirando el paso de las personas, o la carencia del mismo. No es que hubiera tenido la motivación en sí de ponerse cerca de un paso hacia la aldea, tampoco estaba lejos de uno, simplemente se había adentrado lo suficiente para poder ocultarse entre los árboles de la ciudad y los caminos principales para tener algo de paz. Ahí en aquella rama, que era de las más bajas de la misma copa y la más robusta, jugaba con un la cuerda de su cinturón haciendo nudos fáciles de deshacer mientras miraba quién pasaba o no por ahí, animales o personas, todo era una fuente de distracción.
Lo que jamás se hubiera imaginado, menos aún en aquel día, era el tener la posibilidad de encontrarse con alguien de su pasado, un pasado no muy lejano para ser exactos...