[Simple - D]: A volar, Gyojin. Hago esto solo.
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¡He dicho que no, Gyojin! —alzó la voz Gogetsu, harto ya de las súplicas de su hermano menor.

Días atrás, el Jōnin había cuestionado el comportamiento de Gyojin durante las misiones que se le asignaban, aclarando que de seguir así nunca llegaría a convertirse en un Chūnin. Gogetsu no mentía. Para que Gyojin lograra ascender de rango necesitaría más que fuerza bruta. Los ninjas de rango Chūnin necesitan demostrar cierto nivel de madurez así como también un mínimo de capacidad de liderazgo. Gyojin no contaba ni con una ni con la otra.

Pero quiero trabajar junto a ti, hermano —suplicó Gyojin una vez más.

Gogetsu había sido asignado a una misión de alto rango que le obligaba a dejar la aldea durante toda una semana, y además de extrañarle sin que siquiera hubiese partido, Gyojin también quería participar en la misión junto a él. Estaba más que claro que no podía unirse a su hermano mayor en aquel trabajo, pero Gyojin se negaba a entenderlo.

Bueno, tengo una idea —exclamó Gogetsu tras varios minutos más de súplica.

Aunque creía que terminaría arrepintiéndose, el mayor ideó un plan para deshacerse de su hermanito y, al mismo tiempo, encargarse de algunas tareas que le sobraban.

Tengo una misión —comenzó, pensando en que diría exactamente—. Especial para ti.

¿En verdad? —preguntó el pequeño, emocionado.

Sí, trabajarás conmigo de forma indirecta —agregó, sonriente.

Tras ello, el joven Jōnin entregó un sobre con instrucciones para Gyojin. Aquella era una carta con información resumida sobre su próxima misión: cuidar de un ninja jubilado. Claro que, con todas las formalidades que se tomaban los altos rangos de la aldea, y la forma en la que su hermano endulzaba una historia totalmente inventada, Gyojin terminó convencido de que se trataba de una misión de alto riesgo.

¿Está en el libro bingo? —se sorprendió Gyojin, observando la foto del hombre a quien debía "vigilar".

Sí, y es muy peligroso —advirtió su hermano—. Pero, recuerda. Debes mantenerte en personaje en todo momento.

Claro, eso haré —aseguró Gyojin, contento por su nueva misión.

Me darás un resumen de todo cuando yo vuelva —indicó su hermano mayor justo antes de darle una palmadita en la cabeza.

¡Gracias, Gogetsu! —gritó Gyojin felizmente antes de dejar la casa para ir a cumplir con su misión.

Un par de horas más tarde, Gyojin se encontraba frente a la humilde morada de Ao Hozuki, el supuesto criminal de alto rango que le había encomendado su hermano. La casa era sencilla, casi austera, reflejo de la vida tranquila que llevaba el ninja jubilado. Sin embargo, para Gyojin, aquella era la guarida de un hombre peligroso.

Con un profundo suspiro, Gyojin tocó la puerta. Una voz ronca y amigable lo invitó a pasar. Al entrar, se encontró con un hombre de cabello blanco y rostro curtido por el tiempo, que lo recibió con una cálida sonrisa. Gyojin, sin embargo, no pudo evitar sentir un escalofrío recorriendo su espina dorsal.

Bienvenido, muchacho —dijo Ao con voz amable—. Adelante, siéntete como en casa.

Gyojin, siguiendo las instrucciones de su hermano, se mantuvo en guardia. Observó cada movimiento del anciano, cada gesto, cada palabra. Ao, por su parte, parecía no notar la tensión del joven ninja. Se dedicó a preparar un sencillo té de hierbas mientras conversaban sobre la aldea, el clima y el estado de la academia.

A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, Gyojin no pudo evitar sentirse incómodo. Cada sorbo de té le parecía un potencial veneno, cada crujido del piso una posible señal de alerta. La paranoia se apoderaba de él, nublando su juicio.

Ao-san —comenzó Gyojin, tratando de sonar natural—. ¿Me permite preguntarle algo?

Por supuesto, jovencito —respondió Ao con una sonrisa—. Pregunta lo que quieras.

He estado revisando su expediente —dijo Gyojin, fingiendo leer en un papel inexistente—. Y veo que ha estado involucrado en algunas misiones bastante peligrosas.

Ao asintió con la cabeza

Oh sí, pero esos días han quedado atrás, chico —dijo con un dejo de nostalgia en su voz—. Soy un viejo retirado.

Y... ¿alguna vez ha estado en peligro? —preguntó Gyojin, tratando de ocultar su nerviosismo.

Peligro es parte del trabajo de un ninja, muchacho —dijo Ao—. Pero siempre he sabido cuidarme. Y ahora, estoy disfrutando de una merecida jubilación. Luché para defender la aldea de Kiri durante décadas. Ahora, tu generación me defiende a mí.

Las palabras de Ao calmaron un poco a Gyojin. Se dio cuenta de que tal vez su hermano había exagerado un poco la situación. Tal vez este Ao Hozuki no era el criminal peligroso que él imaginaba.

Me alegro de que esté disfrutando de su retiro, Ao-san —dijo Gyojin con una sonrisa tímida.

Y yo me alegro de tenerte aquí, muchacho —respondió Ao—. Tu compañía me hace sentir menos solo.

Gyojin pasó el resto del día en casa de Ao, conversando con él, escuchando sus historias y ayudándolo con algunas tareas domésticas. Poco a poco, la tensión inicial se fue disipando. Gyojin descubrió que Ao era un hombre sabio y amable, con un gran sentido del humor. Y, para su sorpresa, no había nada peligroso en él.

Al final del día, cuando Gyojin se despidió de Ao, se sentía aliviado y feliz. Había cumplido con su misión, pero lo más importante, había hecho un nuevo amigo. Y tal vez, solo tal vez, Gogetsu se daría cuenta de que Gyojin no era tan inmaduro como él pensaba.

Al regresar a casa, Gyojin preparó un informe detallado sobre su día con Ao Hozuki. No mencionó sus miedos iniciales, ni la paranoia que lo había invadido. Se enfocó en las historias que Ao le había contado, en sus consejos y en la agradable compañía que le había brindado.

Una semena después, Gogetsu, al leer el informe, no pudo evitar una sonrisa. Aunque no lo admitiría en voz alta, estaba sorprendido por la madurez y la responsabilidad que había demostrado su hermano menor. Tal vez, después de todo, Gyojin sí estaba madurando.
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