Hilos cruzados [ Priv. Asahi ]
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Había conocido a cierto genin que había resultado, en resumidas palabras, agradable. No estaba segura de si era porque confiaba todavía en el criterio de Mei, con el que parecía conocerse, o era porque a su propio juicio había resultado agradable. No había nada de malo en reconocer que alguien podía darte ese tipo de simpatía, jamás iba a ser algo que fuera a negar, pero no era la mujer más indicada para saber entablar las mejores relaciones sociales, cuando a penas estaba mejorando al respecto ahora que se veía obligada a relacionarse con el mundo. Puede que esa obligación fuera la que le llevó a pedir al mismo que quedasen en unos días siguientes para ir al mercado con la intención de que le ayudase con algunas preguntas, cuestiones respecto a su familia como también dentro del mundo ninja. Al menos, necesitaba corroborar que aun siendo mayor tampoco estaba tan equivocada en entregarse algo más a esa vida por poder ser más eficiente para proteger a sus queridos.

El punto para el encuentro había sido concretado en el recinto comercial, la entrada del mismo, a unas horas de madrugada para evitar el transito agobiante. Especialmente evitando las horas cercanas a las comidas para las compras de última hora. Su mirada inevitablemente estaba de un lado a otro en busca de peligro constante, como si de cualquier lado pudiera aparecer un yokai, mas no era otra cosa que sus traumas más recientes manifestándose en una paranoia constante que solo era capaz de abandonar cuando hablaba con otras personas por su cerebro se centraba en otra actividad que mantenía su mente entretenida. Tenía una inquietud interna que no era capaz de calmar, por mucho que aquello hubiera sido en el pasado una zona de confort para la pelivioleta. « ¿Estoy a tiempo de cancelar la quedada? ». Se llevó la mano a la frente, suspiró con los ojos cerrados y trató de calmarse.

Estaba apoyada en un poste que había, las manos las acabó llevando a la falda de su camisa ceremonial, entrelazando los dedos de las manos. La larga trenza, ancha con algunos mechones fuera de su lugar, colgaba por uno de sus hombros mientras miraba ligeramente hacia el suelo en un intento de comerse demasiado la cabeza esperando. No hacía mucho había visitado la cárcel en busca de un antiguo profesor, ahora estaba pidiéndole a un recién conocido que accediera a un paseo para ayudarle con unas preguntas. ¿Sabía a donde se encaminaba con todo ello? Quizá tan solo estaba buscando un modo de llenar sus días hasta que finalmente encontrase algo que pudiera ayudarle a avanzar de verdad. ¿Cuánto tiempo más iba a estar con aquellas vendidas de humo que se hacía a sí misma? Su parte más coherente, y con pies en la tierra, pensó que tal vez cuando no tuviera más elección que enfrentarse a la realidad y dejase de evadir lo más evidente.

Tras rozar aquella idea con las yemas de sus dedos, alzó la mirada hacia su entorno nuevamente. Esta vez buscaba a Asahi, no satisfacer su paranoia, y tardó unos minutos en poder localizarle. « Vine demasiado temprano, eso pasa... ». La formalidad rozando lo absurdo, porque de nada le había servido llevar ahí por lo menos media hora, pero no tenía la cabeza en su sitio. Últimamente nunca lo tenía. — ¡Aquí! — Alzó el brazo junto a su voz, agitando la mano para llamar su atención y que se acercase a ella, esperando con las manos sobre los muslos para hacer una ligera reverencia en cuanto llegase con la mayor formalidad no tan formal que podía entregar.
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— De, de seguro debe ser alguna costumbre Onmyoji... — pensó en voz alta mientras atravesaba los poco concurridos callejones de Kirigakure. Específicamente, sus pasos le llevarían hacia la entrada este de la zona comercial de la capital, pero... ¿Qué hacia nuestro querido Asahi en esos lares?

Pues era bastante sencillo, aunque extraño, debido a las altas horas de la madrugada/mañana. Asahi participó en una operación conjunta con otros activos del imperio. Aún más extraño fue haber recibido una invitación por parte de Noa, una de las integrantes de dicha operación. ¿Por qué habría ocurrido? Ni siquiera él mismo tenía la certeza, pero asistió sin dilación.



El encuentro había sido pactado a tempranas horas de aquel día. Aquello fue lo más raro de todo, pero no evitó que Asahi se presentara. — Casi lo olvido, mis guantes, guantes. — Dio media vuelta para tomarlos de la pequeña mesa de madera que yacía a un costado de la puerta de salida y partió. 

La entrada este no estaba muy lejos, probablemente a unos 10 o 15 minutos desde su casa. A partir de allí solo serían unos cuantos minutos más hacia el punto de encuentro; además, las calles estaban bastante vacías. 

A esas horas eran pocos los aldeanos que solían moverse por Kirigakure, a excepción de aquellos que trabajaban en altas horas de la noche y apenas regresaban a sus hogares con las ganancias. Podría decirse que la aldea tenía su propia vida nocturna, una aldea que no dormía.

— Ah, ya te vi. — Diría en voz baja al escuchar el llamado de Noa, quien añadió una pequeña reverencia que no tardaría en ser correspondida por el Heizu, aunque quizá con un poco más de formalidad que la ajena. — Muy buenos días, Noa, Noa. — Sonrió ligeramente mientras se refugiaba en sus guantes y la capucha de su abrigo; el frío era notable y así mismo la densa neblina que recorría la zona.

— ¿Cómo ha ido todo? — preguntó. Era lo normal según él. Su última interacción fue hace unos cuantos días y consideró correcto preguntarlo, pero no dio tregua e hiló otra pregunta más a su secuencia. — ¿A dónde iremos? — Con ello, resguardó silencio y cedería la palabra a la kunoichi.
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Última modificación: 29-05-2024, 11:29 AM por Onmyōji Noa.
Había acudido, aquello era lo que importaba. No sabía bien como manejar aquella situación en la medida que no tenía claro si estaba haciendo algo correcto. No tenía malas intenciones, quizá solo era una excusa para algo de contacto humano con alguien que no fuera de trabajo. A veces se carcomía la cabeza más de lo que debía, y es que la inestabilidad emocional estaba aun pendiente de los hilos del destino. Debido a la costumbre que había cargado desde siempre de ocultar sus emociones, aquello realmente no era perceptible por alguien que aún no conocía a la mujer, pero ella por dentro seguía angustiada por las pérdidas. — Muy buenos días, Asahi — Se le hacía extremadamente extraño usar su nombre, lo cual le llevó a la siguiente cuestión. — ¿Sigue siendo apropiado que le llame por su nombre de pila? — Aunque tampoco es que ella hubiera planteado preocupación alguna por el nombre propio que a ella le correspondía.

No tuvo mucha capacidad de corresponder la sonrisa, tampoco tenía ella claro de si aquella sonrisa que pudiera ofrecerle le fuera a asustar al contrario, siendo ella tan neutral como era porque no estaba acostumbrada a tratar con desconocidos, o no tan conocidos. Fue por ello que se tuvo que detener a pensar en la respuesta sobre su estado desde la última vez que se vieron, no porque no supiera cómo había estado... más bien porque no sabía como decirlo sin sonar borde. Con su familia realmente todo fluía de manera totalmente distinta, pero las relaciones con otras personas externas le ponían algo nerviosa para lo mujer que comenzaba a ser. — He estado bien, no tuve problemas... ¿Qué hay de ti? — Devolvió la pregunta, ladeando muy ligeramente el rostro hacia uno de sus lados, una inclinación que denotaba cierta curiosidad genuina que no era capaz de expresar de otro modo.

Ajustándose las mangas de su camisa ceremonial que se subieron con el gesto de alzar el brazo, como la falda de la misma, se podía apreciar que ella llevaba lo más abrigado por capas debajo de la misma con varias camisas de distintas telas, al menos las que se dejaron ver debajo de las largas mangas anchas que poseía. — Pensé que podríamos pasear por el mercado mientras hablábamos, no sabía qué podría serle más cómodo... — ¿Había metido la pata con ello? No lo sabía, tampoco era de ese tipo de personas, como podía intuirse, que invitaba a hacer cosas sociales a otras. Sus pasatiempos tampoco sabía si eran de su agrado. — Quizá haya onigiris recién hechos dentro de un rato a los que pueda invitarle para desayunar... ¿Le gustan? — Preguntó con serenidad, comenzando a caminar hacia el pasillo principal de aquel mercado, siendo que los lugares parecían prepararse para la atención de los clientes que estuvieran por llegar. — Creí que esta hora sería la más cómoda para ello. — Quiso aclarar entonces para no quedar de rarita, aunque no sabía si eso ayudaba.

Algunos puestos estaban subiendo las maderas de sus expositores, otros colocando la mercancía y a poco las hogueras de las cocinas comenzaban a caldear el interior de aquellos pasillos despejados, con apenas transeúntes a parte de ellos. — Debo confesarle que me sorprende que haya accedido, pero estoy agradecida de ello, me gustaría poder hacerle unas preguntas por si podría ayudarme. — ¡Que atrevida de su parte! Pero la necesidad le empujaba a ello. Solo que antes de adentrarse en aquella conversación, prefería ir comprobando las reacciones del contrario mientras le miraba ladeando el rostro hacia él, quien caminaba junto a ella por entonces si le había seguido, sin ser muy cuidadosa de no mirar directamente hacia los ojos ajenos.
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— Sí, no hay problema. — En aquel instante pudo notar algo llamativo en la forma en que Noa se dirigía a él; le apenaba un poco. ¿Era demasiado formal o solo era su percepción? Especialmente porque no era algo que a él le importase realmente, mucho menos habiendo dejado en claro que las formalidades no eran lo suyo durante aquella misión en la isla. Extraño que siguiese con aquellas preguntas, no obstante, respondió sin más.

— Lo usual. Papeles, encargos y demás, nada importante, imporante. — Complementó la respuesta de la joven. Las manos de Asahi se resguardaron entre los bolsillos de su abrigo y bajó ligeramente la cabeza para cubrirse. Aún le causaba curiosidad el origen de todo esto, pero ya tendría tiempo para indagar al respecto; por el momento, debía centrarse en la interacción. — Honestamente, no se me ocurre nada. — Comentó.

— Aunque, aunque a decir verdad, un paseo nunca suele fallar. — Añadió para dar un poco de tranquilidad a la idea del paseo. Algo sencillo, simple, pero que solía solucionar muchas veces el plan de las personas. Asahi dio unos cuantos pasos de un lado a otro, dejando entrever que estaba ligeramente inquieto antes de su siguiente respuesta. — De hecho, creo que hay un sitio en particular que los hacen muy bien, bien. — Luego de aquello calló, incluso ante el último comentario de la joven en aquella línea de diálogos. ¿Realmente consideraba que la casi madrugada era un buen horario para salir a pasear o comer? Bueno, ¿quién era él para juzgarla, siendo alguien que no solía salir demasiado?

Habiendo cerrado aquella sección, ambos marcharon hacia el interior de las secciones comerciales. Los comercios, valga la redundancia, en general, apenas comenzaban a armarse y preparar sus fogones, implementos, cartelones y fachadas. Realmente estaban muy temprano allí; incluso se llevarían alguna que otra mirada de "¿Qué les pasa a estos?", durante los primeros tramos del recorrido.

— Y a mí me sorprendió mucho tu invitación, invitación. — Negó unas cuantas veces, intentando restar importancia al asunto; después de todo, eran conocidos. ¿Qué habría de extraño en aquello? — ¿Preguntas? — Su cabeza giró hacia un costado, curioso, profundizó la duda. — ¿Qué tipo de preguntas? Y claro, si es para ayudarte, no tengo problema en responder, responder. — Aclaró.

El comercio en cuestión estaba casi al final de la primera sección o segunda sección de comercios de dicha entrada. No lo recordaba con exactitud, pero de seguro perderse en aquel sitio sería la última de sus preocupaciones en aquel momento.
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No comprendía, en muchas ocasiones, por qué no se le daba tan bien el entablar relaciones con otras personas. Justamente, en aquella plaza, se podía notar la torpeza de la violeta cuando no se trataba de una misión. Estuvo a punto de preguntarle sobre el asunto de repetir las palabras a final de frase, lo cual al principio era hasta preocupante en cierta medida porque le ponía nerviosa, pero fue algo que creyó que era mejor ahorrarse para no incomodar al contrario. — No suelo concertar encuentros con otros compañeros, pero últimamente parece que eso está cambiando. — Quiso informarle, dando a entender de ese modo que estaba hablando también con otros y que, quizá, de ese modo no tuviera nada que preocuparse por no ser un tema extraño a tratar. ¿Lo era? Para Noa era un asunto importante cuanto menos.

Una pequeña sonrisa fue la que apareció en sus labios, de modo muy sutil, cuando habló del paseo, especialmente porque consideró que en algo había podido acertar, no sintiéndose tan idiota con la idea de verse con el pelirrosa. — Para estirar las piernas siempre viene bien, sobre todo tras tanto papeleo... — Y menudo rollo debía ser el trabajo de oficina, algo que ella tenía suerte de evitar muchas veces a causa de la necesidad de tener que ir a investigar y cazar otros yokais para exorcizarlos. — ¿Conoces uno? Quizá podamos ir a ese si desea, el lugar en el que hablemos es indiferente. — Y asintió mientras le hacía el gesto de ir hacia delante, para adentrarse en la zona más comercial, con toda la tranquilidad e ignorancia de las miradas que pudiera recibir en el alrededor.

Cuanto más se adentraban, más puestos pasarían y finalmente llegarían al final de aquella parte, la siguiente, junto a ellos, eran locales que ya estaban en pleno funcionamiento y comercios más centrados en la alimentación producida, no la venta de alimentos primarios. — Son preguntas para ayudarme a encontrar a mis familiares. — ¿Demasiado directa? No creía que tuviera que dar una vuelta al asunto antes de hacerle saber, especialmente cuando él aceptó ir al encuentro a ciegas de lo que podía esperarse. — La otra vez vi que Mei-san confiaba en usted, intuí que pudieron conocerse de antes, y aunque no fuera el caso... considero que es de fiar. — Quiso hacerle saber mientras detenía su paso para mirarle, queriendo ofrecer detenimiento en lo que iba a decir. — También es más experimentado que yo como genin, me preguntaba si podría ayudarme a encontrar a mis hermanos. — Y ahí iba la primera de sus preguntas, quizá un movimiento arriesgado. — No tiene porqué responder hoy, menos aun sin conocimiento de causa, pero quiero queden clara mis intenciones, o mis objetivos más actuales, antes de continuar la conversación... si está dispuesto.
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— Sobre todo eso. — Añadió Asahi, reflexionando. Para Noa, la situación laboral podría ser muy distinta, aunque el Heizu no tenía conocimiento de esto. Imaginarse en un ambiente mucho más movido como las actividades espiritistas de los Onmyoji sin duda era mejor que luchar contra tantos dinosaurios y papeles en las instituciones Imperialistas, un verdadero martirio.

Todo parecía demasiado importante. Por un instante, Asahi no pudo evitar preocuparse por lo que podrían discutir. ¿Qué era tan relevante? ¿Lo era tanto como para invitarlo específicamente a él? No se consideraba una persona con plena confianza en sí mismo, especialmente en temas así, a pesar de ser medianamente sociable. El aura y el preludio de una conversación de suma importancia le causaban un poco de revoltura en el estómago. ¿Estaría a la altura? Se preguntó.

— Ah… — Un suspiro escapó justo al finalizar su corta intervención. No tenía una idea clara de los motivos o el origen de la invitación. No se hacía ideas raras ni se precipitaba; simplemente le preocupaba no poder ayudar a Noa. — Entiendo. — Añadió.

Su rostro y movimientos tomaron ligereza, como un balde de agua fría, pero para bien. ¿Confía en mí? Pensó Asahi ante las palabras de Noa. ¿Realmente Mei podría confiar en alguien? La consideraba una joven peculiar, más práctica que confiada. — Bueno… — Intentó continuar, pero Noa aún tenía cosas por decir, así que calló.

¿Tus… hermanos? Los ojos de Asahi se abrieron ligeramente. ¿Estaba genuinamente sorprendido? Quizá, aunque siquiera, él era capaz de describirlo correctamente. — Claro. ¿Supongo que ahora somos amigos, no? — Preguntó, pero no dio espacio a respuestas. — Siempre, siempre estaré dispuesto a dar una mano dentro de mis posibilidades. — Añadió.

— Con respecto a Mei… — Hizo una ligera pausa. — La verdad es que hemos colaborado anteriormente durante la época de adiestramiento en las filas del imperio. Colaboramos en alguna que otra pequeña operación, rutina de ejercicio, simulacros, lo usual, usual. — Tomó aire y aclaró su garganta. — No, No estoy seguro de su confianza hacia mí. Quizá confía más en mis habilidades que en mí como persona, es un poco complicado, supongo. — Negó ligeramente ante su propio comentario.

— ¡Pasen! Dentro de poco el clima empeorará y el frío no dará tregua. Mejor estar adentro, chicos. — Exclamó vitoreando el encargado de la recepción del sitio. Era un lugar modesto, sin destacar por nada en particular, pero generaba un buen ambiente. Luces tenues y pocas proyecciones de luz hacia el interior a esas horas.

El lugar estaba bastante vacío. Algún que otro comensal en mesas separadas. Había espacio de sobra. Asahi se adelantó y accedió, tomando una de las mesas a la mitad del local. Los asientos estaban acolchonados y cómodos, con una mesa un tanto separada para tener suficiente espacio. — Lo siento. No quería escuchar otra vez esos cantos, cantos. — Se excusó.

— Como, Como te comentaba, es un poco complicado, pero estoy dispuesto a ayudarte en lo que pueda. — Con aquello, dio por finalizada su intervención. No había más comentarios, ni nada más que agregar por su parte, al menos por ahora. Quizá Noa tenía mucho más material bajo las mangas y él probablemente no estuviese listo para ello, sin embargo, intentará responder lo mejor que pueda.
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Se planteó en aquel momento si eran amigos, ¿realmente podía hablar de amistad estando acudiendo a él por pura necesidad? Asintió. — Creo que así nos llamarían, su acudo a ti es porque veo potencial en ello. — Aseguró, no podía hablar de una amistad pura y para toda la vida, eso solo el día a día lo demostraría. Ahora, sin duda era una persona que había demostrado en combate que podía dejar su espalda algo refugiada en él como para poder pedirle ayuda y una guía de cómo iba a poder orientar todo aquel marrón que se le había presentado en la propia vida. — Me alegra que estés dispuesto a ayudarme, espero lo sigas estando cuando te comente la situación... — Pues entendía que no tuviera que ser de agrado para todos el tener que descubrir que eran los yokais o hasta qué punto el poder de los mismos podía ser considerable.

Tras escuchar sobre Mei, comprendió mejor la situación de aquel día en el lago y el por qué pudieron tratarse de ese modo. No sabía bien como distinguir ambas cualidades de confianza, pero entendía que era una confianza puramente enfocada al combate y no tanto en una confianza que ella esperaba de él. — No importa, eso también habla de tu persona, más si os conocéis de esos tiempos. — El Imperio, algo que en cierto modo quería creer que le había ayudado a que su vida fuera más casual, cómoda. — Si confía tanto en tus capacidades físicas y de combate, es una gran parte de lo que puede que te pida de ser necesario, la confianza personal estará en ti demostrarme si puedo. — O así es como ella lo veía, una visión prácitca enfocada a la muestra de acciones o experiencias que veía en su entorno. Posó entonces la mano sobre el hombro de Asahi y trató de mostrar una sonrisa, o ella creyó que lo hacía, pero tan solo restó algo de neutralidad a penas perceptible, a no ser que se fijase con detalle. — También yo tengo que ganarme tu confianza. — Asintió con firmeza, porque lo que ella pediría o preguntaría tampoco era fácil.

Ante el grito, el ver el cielo y notar como se pronunciaba la incomodidad del ambiente por las temperaturas que amenazaban... Noa siguió sin dudar demasiado de la decisión que había tomado el pelirosa junto a ella, sentándose a un lado de él en la mesa. — Está bien, un lugar perfecto como cualquier otro. — Restó importancia, y es que para ella realmente no la tenía. Hubiera sido igual un sitio que otro, que ella le hubiera seguido... sólo quería estuviera cómodo para hablar de lo que acontecía.

Una vez sentados, tomó una de las cartas de papel con unos platos de todo un poco que ofrecían, al igual de bebidas, que compartía dicha visión con el acompañante. — ¿Alguna vez has escuchado de los yokais? ¿Has tenido alguna experiencia? — Miró entonces de reojo hacia Asahi, esperando ver su expresión con respecto. — Cualquier cosa, aunque sea leyendas... ¿Algo? — Quizá si recordaba el apellido de ella, pudiera saber por donde iban los tiros.
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Última modificación: 14-06-2024, 08:38 PM por Asahi Heizu.
— Entiendo. — Fue lo único que pudo responder. ¿Qué era eso del potencial? ¿A qué se refería Noa cada vez que hacía hincapié en esa palabra? ¿Potencial social? ¿Quizá lo evaluaba como un prospecto para sus relaciones sociales? Eso sería un poco extraño, nunca lo había vivido en carne propia, pero de cierta forma, le llamaba la atención al ser algo poco peculiar, tal como lo era él.

Y nuevamente, Asahi se sentiría en un pozo sin fondo. ¿Por qué se empeñaba la fémina en hacer que todo fuese tan misterioso y preocupante? Quizá era su forma de ser, quién sabe. Solo esperaba que aquello fuese un mal hábito o un comentario involuntario, quizá una mala entonación, simplemente una percepción sin más. — Ya me estás asustando, otra vez — comentó.

Todo el tema de Mei y la confianza era un poco confuso para Asahi, especialmente porque Mei ni siquiera recordaba su rostro aquella vez que se toparon para un encargo. ¿Era realmente alguien a quien Mei considerase “apto”?

La pregunta quedaba un poco al aire, difícil de resolver sin la presencia de la persona que la generó, Mei o Acheron o Viajera, como sea. Finalmente, ya sentados en el sitio en cuestión, Noa empezó a introducir al Heizu a la información vitalicia… ¿yokais?

— La verdad es que nunca he tenido la experiencia de interactuar con uno, uno — explicó. Sin embargo, a su mente sí que llegó una especie de episodio, anécdota o como quieran llamarle, y no dudó en plasmarlo sobre la conversación. — Ahora que lo mencionas… — ejecutó una ligera pausa. El chico quería ser cauteloso con lo que iba a comentar. — Me, me da un poco de vergüenza, pero… — su rostro se ruborizó ligeramente, pero, aun así, lo soltó — Escuché que hace ya mucho tiempo, había un sacerdote del clan Onmyoji que dedicaba sus días y habilidades a mantener relaciones íntimas con féminas de la aldea. — Suspiró, en su cabeza todo sonaba diez veces peor — De hecho, el epicentro de dicho rumor apunta a que utilizaba clones espirituales, yokais y otro tipo de habilidades para llevar su rendimiento al máximo, máximo. — Tragó con dificultad y bajó ligeramente la cabeza. — Es todo lo que sé.
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Última modificación: 24-06-2024, 12:34 PM por Onmyōji Noa.
Se quedó completamente confusa cuando hizo referencia a meterle miedo, ciertamente no era una reacción que esperase del contrario porque creía que estaba siendo clara. Había distancia entre lo que ella pensaba como lo "normal" y lo que el contrario pensaba al respecto, y estaba quedando evidenciado que no estaba tomando las mejores palabras para hablar con él por sus reacciones. — ¿Otra vez? ¿Cómo te asusté? Disculpa. — Se quedó mirando con cierta seriedad al contrario, especialmente porque quería que viera que su disculpa era completamente de corazón, pero quizá quedó demasiado seria. Torpe, intentaba arreglar las malas patas que había tenido, quizá era cuestión de tiempo que el contrario se diera cuenta más del porqué ella reacciona así.

Siguió adelante la conversación, ya para entonces estaban acomodados en el interior de aquel lugar. Ambos estaban compartiendo el papel del menú, o ella se lo compartía para que viera, un triste menú escaso para ser exactos, o quizá podrían decirle cosas a parte de la carta. — Supongo que es mejor de ese modo, no siempre son pacíficos. — Y lo sabía por propia experiencia, tampoco es que fuera a hacer de más a los yokais, menos cuando el contrario había admitido haberse asustado previamente por las palabras de la pelivioleta. Entonces, mientras el contrario respondía, ella tomaba la decisión de pedir un té, cuando se acercase el mesero.

Claro que lo que le acabó contando le hizo abrir los ojos de una sorpresa inmensurable. — ¿C-Como? — Se llevó una mano al pecho, su corazón se encogió en desagrado y su ceño se frunció. — No puedo creer lo que me estás contando... Vaya profanación del Clan. — Estaba totalmente indignada en aquel momento, agachó la mirada y se ensombreció el rostro. — ¿Tienes el nombre del mismo? O una descripción... — Volvería la mirada hacia Asahi, dejando de lado los problemas personales de su familia para algo que había escalado también en importancia. — No pienso tolerar esas actitudes dentro del Clan, es una deshonra que tales rumores estén esparciéndose de mi linaje. — La determinación se mostró en su mirada. — Pero... ¿Los yokais también los usaba como las féminas de la aldea? — Agachó la mirada, queriendo despejar esa duda de la cabeza. — Si quieres puedo un día llevarte a un sitio a conocer más de ellos, aunque no podrás verlos... Tal vez así puedas comprender de lo que te hablo mejor para ayudarme con mi familia, si estás dispuesto... yo lo agradecería.

Aquello realmente fue un choque de realidad, creyendo que si había otros Onmyoji estarían ejerciendo sus capacidades de un modo más provechoso para el resto; tal y como les había enseñado sus padres en vida. Sentía que tenía una responsabilidad, un papel que cumplir por sus capacidades de poder verlos, pero nunca creyó que pudiera haber aquellos que se aprovechasen de su situación, como sentía por las pocas cosas que había contado el contrario. — Estos espíritus no siempre son agresivos, a veces puedes llegar a acuerdos con ellos y buscar la convivencia entre espíritu y humano... — Comenzó a contarle. — Hay por ejemplo espíritus cazadores, pescadores también, que han ayudado aldeas... Hay espíritus tiernos, otros curiosos, pero nunca escuché alguno usado para... otra índole más íntima. — Negó nuevamente, sin poder quitarse esa idea repudiante de su cabeza. — Si quieres un día puedes acompañarme a conocer unos yokais, y aunque no los veas... quizá conozcas algo de ellos y puedas tomar mejor la decisión de acompañarme en encontrar a mi familia...
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— ¿Eh? — El pelirosa tardó en darse cuenta de su expresión anterior. Simplemente, había pensado en voz alta, muy alta, a decir verdad. — Lo siento, creo que se me ha escapado un pensamiento, pensamiento. — Confesó el Genin, esperando reducir un poco la situación. — No pasa nada. He, He sido muy paranoico. — Añadió.

En aquel instante en que cruzó miradas con Noa, sintió una incomodidad palpable, como si un balde de agua fría cayera sobre su cabeza. ¿Habrían sido tan graves las palabras que dejó escapar? El Heizu no hizo más que rebuscarse entre el cuello alto de su abrigo y ocultar parcialmente su rostro mientras desviaba la mirada. Su mirada, fría y sin quererlo, penetraba en su calma, desestabilizándolo por un instante.

— Bueno… — musitó. Su rostro ligeramente ruborizado fue lo último que mostró durante aquella interacción.



— Sí. Tal y como lo has escuchado, escuchado. — Reafirmó su teoría o, bueno, en todo caso, era una teoría o relato ajeno. — ¿Un nombre? Lamentablemente, no. — Adhirió. El rostro de Asahi demostró cierta tristeza en aquel momento. Sin duda, hubiese deseado poder darle un poco más de información; no obstante, la misma era escasa, tomando en cuenta el origen de la misma, un simple relato o leyenda que con los años habría pasado de boca en boca como un simple rumor bochornoso del clan Onmyoji. Uno que algunos lectores no habrían apreciado y simplemente armaban revuelo sin entender la esencia de la intención detrás de todo.

“¿Yoishri? Quizá debería decirle…” Dudó. En su cabeza sopesó la posibilidad de acertar o dar un nombre aproximado, pero desistió rápidamente. Los efectos quizá podrían ser irreversibles y desviarían totalmente el motivo de esta reunión. — Me Me temo que es todo lo que sé. — Negó al culminar. Las manos de Asahi se entrelazaron en aquel instante. La motivación que nació en Noa por poner en cintura ciertamente era de admirar, aunque quizá unos cuantos reinicios tarde.

— ¿Conocer a los Yokais, dices? — Los ojos del Heizu recuperaron cierto brillo. La oferta sobre la mesa era cuanto menos interesante. — Claro, sería interesante, supongo. — ¿Tenía dudas? No concretamente, pero el hecho de no poder observarlos era algo que le causaba desánimo. No pretendía no aceptar la oferta extendida por la Kunoichi. — Hablo de conocer a los Yokais — aclaró. — Con respecto a tu familia, estoy dispuesto a brindar la ayuda que esté a mi disposición. — Asintió para acompañar su afirmación y quizá aclarar un poco su postura con respecto a todo el velo de la búsqueda familiar.

— Y bueno, quitando a los Yokais del medio, ¿hay algo que pueda saber con respecto a todo este contexto de la búsqueda? — indagó.
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