Preguntas [ Priv. Mei ]
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Última modificación: 27-05-2024, 10:14 AM por Onmyōji Noa.
Todo tenía que tener un comienzo, y el comienzo de la aventura que estaba por vivir Noa estaba por darse. Había perdido prácticamente todo en su vida, se había quedado completamente sola. Ahí donde antes podía encontrar un consuelo en su familia, ahora solo podría encontrar los restos de la vida de sus padres y un rastro inexistente de sus hermanos. Las preguntas no dejaban de invadir su cabeza, las preocupaciones de qué sería de ella. ¿Acaso todo estaba orquestado por una mano superior que desconocía? ¿Y si la aparición de aquellos yokais no tenía nada que ver? Envuelta en dudas solo encontró un modo de salir de ellas, que era comenzando a dar sus primeros pasos en busca de respuestas. No quería vivir en el constante sentimiento de venganza, sabía que aquello no le llevaría por el buen camino, pero no podía ignorar aquel sentimiento.

Por esas mismas razones era que estaba marchando a la Isla del Oeste, quizá en un intento de satisfacer ese rencor o dolor que pesaba en su pecho en todo momento, recordándole lo poco de lo que fue capaz y lo mucho que le quedaba aún por delante. No era desconocido que aquella isla aguardaba personas que quizá no iban a ser las más entregadas a dar la información que ella necesitaba, pero quizá le daban la pelea que su cuerpo y dolor pedía. No quería, de verdad no quería caer en ello. Sin embargo, parecía que estaba buscando el peligro al visitar un lugar como aquel, pero si lo pensaba bien.. « Quizá el lugar más obvio sea donde esté alguna pista de ellos...». Tenía creencia de la obviedad de que aquella isla pudiera tener algo sobre sus hermanos por lo sanguinaria que era su reputación, por los rumores de la misma. ¿Por dónde empezaba si no? No tenía nada, absolutamente nada, sobre dónde pudieran estar.

La rueda del destino había comenzado a dar su vuelta a un ritmo constante, no iba a detenerse por la conveniencia de Noa, y mucho menos ella encontraría paz en ello. No quería pensar constantemente en la pérdida, y era algo en lo que no paraba de caer, pero por suerte había llegado a una de las primeras aldeas del lugar y podría comenzar a hacer preguntas. ¿Qué tanto podría esconderse a sus hermanos? La mayoría eran pequeños, demasiado jóvenes, como para no llamar la atención. — Disculpe, ¿podría... — No, no podría. Se había acercado a una anciana que nada más Noa abrió la boca se acabaría marchando con un refunfuñar. ¿Así de complicado iba a resultar? Eso parecía. Se llevó la mano al cuello, masajeando el mismo para liberar la tensión que tenía acumulada del viaje que había realizado, oteando el entorno en busca de alguien a quien preguntar.

El lugar se veía lúgubre, apagado y con un silencio que resultaba ciertamente espeluznante. Lo más destacable era como en más de una ocasión había ciertas personas esquivaban a otras, que había juzgado como nativas dada aquella reacción. « No mentían con lo que decían de ellos... ». Detenida en medio de lo que parecía un cruce de calles, buscó a quien fuera que fuese, siendo una mujer de cabellos oscuros como los mismos de Noa la que acabase de llamar su atención. De tal modo fue que acabaría por dar unos pasos marcados, pero ligeros, hacia dicha persona para alzar ligeramente su mano en señal de detener. — Disculpe, ¿podría ayudarme? — Sería como se manifestaría sus palabras en esta ocasión. No sabía si era del lugar, pero igualmente tenía ojos funcionales según percibía... tal vez había visto algo. — ¿Ha visto alguien extraño con adolescentes? — Bien sabía que la isla podría ser propicia para ese tipo de misterios, o quien sabía, pero por preguntar no perdía nada. Tampoco sabía como hacerlo de otro modo. Desde que no tenía a su familia... se sentía perdida.
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¿Es alguien importante? — Es una pregunta que hace para saciar su curiosidad. El ninja al que más respeta le ha encomendado la misión de seguir y proteger a cierta mujer que se dirige a la peligrosa Isla del Oeste, aquel sitio en donde un paso mal dado o una palabra errónea puede desencadenar en ríos de sangre. Por lo mismo, no se quiere que aquella fémina de peculiar poder se encuentre sola ahí. Lamentablemente, Mei no recibe respuesta, al menos no una convincente. De todos modos, no insiste. Si esa persona le da una orden, ella la cumple al pie de la letra. No hay espacio para dudas dentro de su mente. Escucha y ejecuta, así de simple.

Por ese motivo es que en la actualidad se encuentra en la isla, quizás, más peligrosa del País del Agua. No es la primera vez que visita estas tierras, pero eso no significa que sienta un pequeño temor. De cualquier forma, es más fuerte que la última vez que vino, por lo que confía que podrá mantenerse segura tanto a ella misma como a esa persona que debe cuidar. El problema es que salió luego de ella, por lo que aún no ha podido encontrarla. No olvidemos que tiene serios problemas para orientarse y es común que se pierda. Ha realizado muchas misiones de forma solitaria buscando obligarse a mejorar en este aspecto, pero se le complica bastante. Probablemente sea uno de esos defectos que le persiga por el resto de su vida.

Lo normal en este tipo de misiones es mantenerse entre las sombras y observar desde la distancia, algo que no le es difícil a Mei por el tipo de persona que es. No se caracteriza por intentar ser el centro de atención ni nada, pasar desapercibida la mayor parte del tiempo es uno de sus gustos. Pero esta vez es diferente, desde el comienzo falla en el plan.

Palabras emitidas por una voz femenina llaman su atención. Entiende que son dirigidas a ella, por lo que se voltea para dar una respuesta. — Sí, cla… — Obviamente, se le enseñó con anterioridad una fotografía de la persona de nombre Noa, así que no hubo tiempo para dudar. Nuestra protagonista simplemente traga saliva y se maldice por dentro. Todo va de mal en peor. — Si veo el lado positivo, al menos ya di con ella. — No tiende a ser la persona más positiva del mundo, pero intenta no caer en los pozos de tristeza.

Aclara su garganta mientras escucha la pregunta ajena. — Bueno, extraños me parecen todos los que habitan esta isla. — Es sincera. Probablemente Noa ya se ha dado cuenta de que interactuar con los habitantes de la isla es en extremo complicado, sobre todo cuando vienes desde el exterior. Las miradas se centran en ellas de forma amenazante, juzgante, desde todos los rincones posibles. Es normal sentirse acosadas en ese momento, peor lo primordial es ignorar y no relacionarse mucho con gente que no inspire confianza. ¿Acaso alguien la inspira en ese lugar? Siempre hay milagros.

Por lo que veo, no eres de aquí. Te diría que no andes sola, es peligroso. — Rápidamente ingenia un nuevo plan. Si no puede vigilarla desde la distancia, lo hará desde su lado. Así el menos podrá garantizar su seguridad. O eso espera. — Si me das más detalles de aquellos que buscas, quizás pueda ayudarte. — De pronto, fuertes pisadas se oyen acercándose. Un tipo gigante, más de dos metros posiblemente, se acerca a ellas con una cara de pocos amigos. Mei lo ignora, aún no está en un rango cercano que signifique peligro. ¿Noa podrá comportarse con la misma naturalidad o se preocupará? Ella es la protagonista de esta historia, los focos están en su persona.
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Debía encontrar el modo de controlar a poco los nervios que siempre aparecían por su cuerpo en los momentos que se enfrentaba a las respuestas de las preguntas que realizada referente a su búsqueda. Nadie le apetecía escuchar que no había visto nada, no conocía a nadie o que incluso pudiera haberle visto muerto a alguno de ellos. Cualquiera de esas respuestas eran posibles, justo cuando vio a aquella mujer también pensó en todas esas preocupaciones que le invadían. No fue hasta que la otra persona contestó que todos los nervios se le bajaron por completo, dándole sudores fríos. No era costumbre en ella, ni siquiera sabía porqué pasaba esas cosas porque siempre había sido extremadamente confiada en sí misma. Teniendo en cuenta las reacciones contrarias, tenía la preocupación de que fuera a ponerse molesta por unas preguntas piadosas que podía hacer respecto a las personas que buscaba, pero... No fue así. ¿Había respondido normal? No debía ser local, deseaba que no lo fuera. Por la referencia que hizo respecto, entendía que no era el caso.

Debía darle la razón respecto a que todos parecían extraños, pero tampoco se atrevía a dar más descripciones que a los demás pudieran hacerle sentir atacados. — Tiene razón, supongo no ayudé mucho para poder identificar... — Tampoco tenía por el que identificar nada, ni siquiera sabía si había sido culpa de un humano aún, realmente... ¿No debería de estar buscando yokais? Solo que no todo el mundo podía verlos, lo que implicaría que la misión de encontrarlos se complicarse. Eso hacía que también deseara que todo aquello fuera una pesadilla o que fuera un humano detrás de todos sus problemas. Al menos de aquel modo podía culpar a alguien que no fuera a sí misma. Mas justo cuando iba a añadir algo, comprobó que todo su entorno parecía sentirse demasiado amenazado por la presencia de aquellas dos mujeres. ¿Había hecho algo mal? ¿Hablado demasiado alto? ¿Dicho algo inapropiado? No sabía si era torpeza, inexperiencia social o ingenuidad de creer que la gente podía vivir ignorándola a ella.

Los ojos de la cazadora de yokais se dirigieron directamente a los contrarios con cierta seriedad. —No es algo que pueda ocultar... — No, no era de esas tierras, de seguro eso no le hubiera dado problemas. — No tengo mucha opción. — Respondió respecto a lo de ir sola, pero quizá eso cambió en el momento que la contraria pareció ofrecerse a ayudarla. Una pena que no tuviera esa información. — No tengo ninguna información al respecto... — Y en cuanto empezó a sentir la presencia de aquella persona ajena a la conversación inicial, habló más bajo de lo que ya pudiera hacerlo. Del mejor modo que puede, lo ignora con la única intención de meterse en problemas, bastante tenía con lo propio. — Ni siquiera sé si busco a "alguien". — Confesó con un tono más serio aún si se podía. — Busco a unas personas desaparecidas sin mucha información... parto de la sospecha de que fue alguien, por ir descartando. — Comentaría, sin mucho apego a esa información y contándolo como algo normal. ¿La contraria entendería que aquello era importante para Omnyoji? — ¿Te parece si vamos a las afueras a hablar? — Preguntó en un susurro dando unos pasos más cerca a ella, mirando de reojo con disimulo al entorno. Después de aquella pregunta, le haría el gesto de ir delante, invitándola a caminar para seguirla a donde le guiase.
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A ver, algo hay de raro en la respuesta que da la mujer. Sabe que busca a alguien extraño con adolescentes, pero nada más. Su superior al darle la misión no le otorgó información extra, así que desconoce qué es lo que realmente persigue Noa. Por consiguiente, Mei coloca la mano en su mentón, pensando un momento. Más dudas azotan su pensamiento al ni siquiera saber la contraria si busca a una persona. Todo comienza a marearla, pues ella no conoce sobre el clan Onmyoji, solo de nombre y que pertenece a Kirigakure, así que no se le pasa por la cabeza que pueda haber fantasmas involucrados o algo así.

Al final, todo tiene una respuesta. Solo debemos encargarnos de buscarla. — Llega el momento en que es casi imposible no centrarse en el gigante que se acerca. En Mei cambia la expresión de su rostro, de aquella calmada a una que expresaba seriedad infinita. — Iremos donde quieras, solo dame un segundo. — Pasa por el lado de la otra genin para avanzar a paso lento hacia aquel que quiere mostrarse agresivo hacia las forasteras. Juzgando su físico intimidante y que no tardó en presentarse para hacer de las suyas, intuye que se trata de un abusón que le roba a los forasteros.

La kunoichi desenfunda la Wakizashi que lleva en la espalda y, con un movimiento veloz y elegante, se encarga de asestarle distintos cortes por todo el cuerpo, provocándole una caída. Aquello puede servir para que Noa confíe en ella, o al menos vea en ella alguien que transmita seguridad a través de su fuerza.

Rápidamente, sangre inunda la escena del “crimen”, y de inmediato gente en los alrededores se levanta. No creen que uno de los tipos más respetados del barrio fue vencido de esa forma. Claro, algo que no se dice es que esa zona de la isla es la menos peligrosa de todas las que hay. Ambas kunoichis deben tener cuidado de cuánto más avanzan, o se darán con una pared imposible de superar. Además, ni siquiera saben qué buscan, pero Mei tiene claro que su labor es no despegarse de Noa.

Regresa con su nueva “compañera” y toma el atrevimiento de sujetar su mano. — Creo es momento de irnos de aquí. — Casi a la fuerza la jala para retirarse de la zona poblada, pudiendo adentrarse en cuestión de segundos en el bosque, sintiéndose nuevamente seguras. Gracias a la velocidad superior a la media que poseen los ninjas, huir de los maleantes de antes fue un auténtico juego de niños. Aun así, antes de detenerse del todo, mira en todas las direcciones por si logra percatarse de algún posible.

No, no hay moros en la costa.

Suelta su mano y le da espacio, buscando asiento en una gran roca que le permite descansar. La verdad es que no se ha tomado ni un respiro desde que salió de la aldea, aunque tampoco desea reposar mucho. Se encuentra interesada en la misteriosa búsqueda de Noa, así que quiere más información.

Bien, recapitulemos. Buscas a un extraño con adolescentes, pero… ¿dices que ni siquiera sabes si realmente son personas? ¿Humanos? — Intenta que las piezas encajen dentro de su mente, pero es imposible. No llega a ninguna premisa que le sirva para ayudarla. Debe ser algo importante, por algo la enviaron a cuidarla. — ¿Podrías explicármelo un poco mejor? Siento que hay algo que no me estás diciendo. — Exige, en buenos términos, confianza.

Oh, es cierto, olvidó algo importante, muy importante. — Soy Acheron, lo siento.
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Las palabras de la contraria estaban cargadas de razón, una razón que le hizo temblar un poco los cimientos de su interior, los más inquietos y fáciles de mover. Quería pensar que estaba buscando, que estaba haciendo todo lo posible. No se trataba de tan solo de ir a un lugar, hacer acto de presencia y pregunta, debía ser una búsqueda de verdad con todas sus implicaciones. Si debía, se metería en problemas. ¿Aquello formaba parte? Si tenía que embarrarse para encontrar una pista debía hacerlo. ¿Qué tanto le ayudaría el imperio? Siempre quiso creer, o al menos creció con ese pensamiento para hacer su vida mucho más sencilla, aunque posiblemente el imperio no pudiera hacer nada ante la inminente quasi-extinción de su clan, o de tantos otros clanes. Si aquello tenía algo que ver con sus antecesores, Noa no lo conocía hasta el momento. ¿Podría tener a caso algo que ver con sus hermanos? Comenzaba a desviarse.

La pelivioleta asintió a la tocaya de cabello, fijándose en el grandullón que se les estaba tomando cada vez más corta la distancia. Así de primeras, no se acercó junto a ella y a penas estaba mirando en un inicio de reojo. ¿Quería llamar más la atención hacia si misma? No temía, pero tampoco quería problemas. « ¿Realmente  busco una respuesta así? Callada y expectante ». Nuevamente pensó en silencio, observando la escena, que su momento llegaría más adelante y que tan solo tenía que ser paciente. Lo que presenció no es que le hubiera dejado más tranquila, si bien pensaba que estaba de su lado... no era agradable saber que tenía tales capacidades. Se puso ligeramente en alerta, o al menos lo suficiente para no apartar la mirada desde aquel momento de encima de la contraria. Había sido ella la que se acercó y no se paró a pensar de que quizá no había juzgado si pudo haber sido buena idea.

Cuando su mano fue tomado, y tiró de ella, el cuerpo de Noa acompañaría sin palabra alguna. Se limitó a seguir sus pasos y mirar hacia atrás como las personas cada vez se acercaba más al cuerpo rendido en aquel suelo, desbordando la sangre por sus heridas. Sus pasos pudieron además seguir los de la contraria, tan lejos como esta le llevase, y se quedó atenta al entorno tan pronto se detuvieran, escuchando las palabras contrarias. — Si, no sé si puedan ser humanos lo que buscamos. — No podía darle demasiada vuelta a eso, para Noa era completamente sencillo por la normalidad de su vida, pero a veces no caía que no era igual en los demás. Y era más que evidente que notase que había algo perdido en sus palabras, porque no lo había pronunciado directamente. — ¿Has escuchado alguna vez de los yokais? — Preguntó, cruzándose de brazos en modo de gesto de relajarse por un momento, tratando de recobrar su aliento del modo más sutil posible.

Posiblemente, aquello tampoco fuera suficiente información, pero la contraria sabía manejarse en combate, quizá no era tan mala idea tratar de conseguir algo de ayuda por si el peligro era mayor de lo esperado, aunque por el momento tan solo tantearía a la contraria... al menos cuanto pudiera confiar en sus intenciones, ya que en combate podría según lo visto. — Estoy buscando a mis hermanos, desaparecieron después de un ataque de yokais mayores — Y dependiendo de la reacción de la contraria, y de cuanto hubiera dicho que conociera del asunto, pasaría a sus explicaciones y detalles, pero por el momento se limitaría a plantear la situación para ver como iba a tomarse aquella información más directa.
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Bien… La mujer dice que busca a sus hermanos, pero ahora no sabe si lo que buscan son exactamente humanos. Cada vez se marea más la mente de nuestra protagonista. — No creo que él me haya enviado a cuidar a una loca. No, el rostro de esta chica me hace pensar que sabe más de lo que puedo imaginar. — Por lo tanto, no debe ser tan simplista a la hora de analizar la charla que tienen. Sin embargo, la contraria se apresura en entregar un nuevo dato, nombrando algo que resuena en su cabeza mientras hace memoria. Sí, algo encuentra.

Creo haberlo leído en un viejo libro de la biblioteca. Si no mal recuerdo, hay un antiguo clan que se relaciona a ellos, pero siempre he creído que era una simple historia vieja. — Desde que inició su educación como ninja, no solo se encargó de fortalecer su cuerpo, sino también su mente. El tutor que siempre le ha enseñado nunca dejó de darle énfasis al incremento de conocimiento, pues defendía a rajatabla que un ninja debe estar listo para ganar una batalla desde la información. Por lo mismo, leer en la biblioteca fue una de sus aficiones durante los primeros años de práctica.

Bien, un nuevo dato llega hasta ella. Los desaparecidos son los hermanos de la chica. — ¿Acaso no piensa decirme su nombre? Tal vez está demasiado concentrada en la búsqueda. — Así que no le pedirá directamente que le revele tal dato. Mei no tiene hermanos, pero intenta entender que debe ser muy difícil de llevar que desaparezcan y no sepas absolutamente nada. Ser una kunoichi correcta también es intentar ponerse en los zapatos de quienes necesitan ayuda. Esa es la verdadera forma de proteger a los habitantes de la aldea que tanto adora.

¿Al menos sí puedes confirmarme que tus hermanos son humanos? ¿Acaso no recuerdas sus apariencias? — Sigue confundida, pero hace el esfuerzo de ir cada vez con mejores preguntas para así obtener información que, una vez hile todo, le dé algo concreto para saber dónde ir. También tener un panorama más visible les puede ayudar a saber en dónde pedir ayuda, pues el país está lleno de individuos peculiares que conoces con el paso de los años. Quién sabe que puedas dar con alguien que te dé los datos claves.

Aparentemente, los Yokais no son solo una historia que alguien puede considerar fantasiosa, realmente existen. Esto complica un poco que ella pueda ayudar al no tener información al respecto, pero eso no significa que pueda desentenderse del asunto. Mantenerse pegada a Noa es su obligación.

¿Hay algún motivo por el que decidieras esta isla para buscar? No me digas que solo escogiste al azar. Una pista necesitamos para buscar su rastro. Podemos dar con ellos, solo necesitamos saber por dónde empezar.

No hay forma de que la Omnyoji esté totalmente en cero, ¿verdad? No pueden buscar la nada misma dentro de otra nada. Sería imposible.
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Se planteó si aquello era a lo que se acabaría reduciendo su propio clan, había estado tanto tiempo aislada en ese aspecto de la vida que no era consciente que realmente no era lo común encontrarse a un Onmyoji. — No se trata de solo cuentos o leyendas, esas historias son ciertas. — Quiso hacerle saber de manera calmada, aun mirando de modo en alerta el entorno. No estaba dando todo junto, especialmente porque no quería ser tachada de loca y quizá, de este modo le hacía llegar a la lógica o conclusión de que se trataba ella misma de ese clan. 

Así se complicaba porque no tenía la experiencia necesaria para afrontar estos asuntos como lo pudo haber tenido su madre, que era la más sociable de la pareja de padres que tenía. — Aunque muchos han tratado de enterrar dicho Clan, es tan cierto como que el agua es trasparente. — Quiso asegurarse de que aquello quedase bien claro, insistiendo en la idea, porque sería la base de su historia. Lo que no creyó es que su forma de contar todo aquello por cuenta gotas fuera a generar la duda respecto sobre sus hermanos. ¿Volvía a meter la pata? No era de extrañar. — Si, mis hermanos son humanos, como nosotras. Y sí, recuerdo sus apariencias, también tengo imágenes, pero no es algo que quiera mostrar así sin más en estas tierras... — O al menos estaba tratando de ser todo lo precavida que podía, ya que la discrección investigando no era su punto fuerte.

Se abrazó a sí misma con los brazos, de brazos cruzados, pero era solo una postura cómoda en señal de incomodidad, por el lugar. — Elegí el lugar porque es el más sospechoso por las cosas que ocurren, desaparecieron sin rastro, pero en algún lado debe haber una pista... — Agacharía la mirada por unos instantes. — Soy Onmyoji, las historias de los yokais no son mentiras, tampoco los de mi Clan, y... en su día unos yokais poderosos mataron a mis padres. — Le explicó, sin saber si debía entrar en mucho detalle como lo había hecho con su sensei. — Cuando fui a proteger a mis hermanos... ya no estaban, no había más que la ausencia de ellos. Tengo tres hermanos. — A cada cual era más pequeño que ella. — No sé si pueda haber humanos involucrados, porque los yokais pueden hacer tratos en ocasiones, o tan solo ha sido yokais buscando evitar que mi Clan siga lidiando con ellos... — Suspira lentamente, aquella historia siempre era difícil de contar. 

Ahora tocaba también poner un poco más en contexto de los yokais, porque por como iban enlazadas sus preguntas... entendía que sabía absolutamente nada y que cualquier duda podría generarse al respecto, quizá si contaba más le ayudaba a seguir mejor el hilo. — No todos los yokais son agresivos, ni todos buscan matar, a veces se puede dialogar... pero no sé qué pasó realmente. — Y aquello era todo, todo lo que en aquel momento era capaz de recordar, pues sería con calma que recuperase memoria de aquel suceso traumático. — Son Onmyoji Noa, de Kirigakure, todo lo que digo es cierto. — Posó la mano allá donde el corazón debía estar, formal y dando entender que iba en serio con todo aquello.
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Es interesante. Aquel clan realmente existe. No se puede culpar mucho a Mei por dudar, no olvidemos que no es oriunda de la aldea, sino que llegó una vez ya crecida. A pesar de que ya lleve varios años en la villa, no es una experta en todo lo que respecta, pero se esfuerza, ese punto hay que dárselo.

No abre la boca mientras escucha cada palabra de Noa, incluso fija su mirada en ella para que se dé cuenta de que tiene total atención de la kunoichi. Pero si algo le llama en especial la atención, es el hecho de que haya perdido a sus padres, confirmando su muerte, y perdido a sus hermanos. — O sea que buscas a la única familia que te queda. — Esto cala hondo dentro de la propia Mei. Desde pequeña, solo tuvo a su madre con ella. Lamentablemente, hace cuatro años que la perdió y, desde entonces, está sola. Por lo mismo, sabe lo mal que se siente el perder todo lo que se tiene.

Se levanta de la roca que, hasta ahora, ha utilizado de silla improvisada, e incluso se voltea, dándole la espalda a la otra mujer. — De acuerdo, Noa, me has convencido. — Eso sí, que ni piense que le dirá el motivo por el cual accede a ayudarla. Acheron no se caracteriza por ser muy expresiva con lo que los sentimientos de ella misma. Siempre muestra ese rostro impasible que transmite la rectitud que toma en su camino ninja. En ella vemos a alguien que intenta ser la representación exacta de lo que debe ser un shinobi.

Es una historia compleja, así que supongo que sabes que no podrás encontrarlo de un día para otro. — Ahora sí da una media vuelta para quedar frente a frente. — Pero desde ya me comprometo a intentar ser de utilidad. — Tal como le ofrece su ayuda a Noa, lo haría con cualquier otra persona de la aldea. Mei es muy nacionalista en cierto sentido, ama a la villa y a sus habitantes por la forma en que la recibieron en su llegada. Por ese motivo es que jamás les daría la espalda, tal como ahora.

Una seña es suficiente para pedirle que la siga. La Isla del Oeste se caracteriza por ocultar muchos secretos, algunos que ni en la capital del País se atreven a investigar. ¿Quién dice que no puedan encontrar una pequeña pista acerca de este caso? Al menos una guía que les permita saber por dónde empezar.

Los minutos pasan y nuevamente se encuentran con un pueblo, uno más ruidoso que el anterior pero solo por culpa de un participante. En medio de la calle se encuentra un tipo calvo y feo, pero cuyos ojos expresan una desesperación y terror que intimidarían a cualquiera.

¿Qué es lo que le pasa? Nadie sabe, pero se rumorea que lleva días en las que se pasa horas gritando. Como es obvio, han intentado deshacerse de él, pero les ha resultado imposible. No porque posea una fuerza sin igual, sino porque apenas se acercan, de su boca sale una especie de espuma que intimida a cualquiera. Mejor dejarlo estar y confiar que en cualquier momento se marchará,

¡Yo los vi! ¡Los vi! ¡No son de este mundo, lo arrasaron todo! ¡Háganme caso! — Los movimientos que realiza mientras vocifera son impredecibles. Incluso se coloca de rodillas en el piso y se da cabezazos contra la pared.

Está completamente loco.
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