[Común] Reunión de Cazadores [Priv Nakai y Kaito]

Había pasado ya un tiempo desde que había hablado con Kaito. Muchas cosas habían pasado, y desde nuestra última reunión en el desierto, donde tratamos de rastrear shinobis. Quizás había sido tiempo suficiente desde que dejó la misión personal para ir a combatir al torneo de las artes marciales que se organizó a nivel mundial.

Salí del desierto, de la avanzada de los oasis para adentrarme de nuevo en la ciudad. El coliseo quedaba a las afueras de la ciudad en ruinas, en donde había participado tantas veces. Era un buen lugar para conocer peleadores asombrosos, y en especial, shinobis y clanes y técnicas únicas y extrañas. Era un excelente lugar para buscar.

Entraría al coliseo en donde ya me "conocían".

-Ah, el reptiliano ¿vienes a pelear de nuevo?- me cuestionó el encargado del libro de peleas. 

-Esta vez no, esta vez busco a Kaito, participa en el torneo- le respondí.

Esperaría a poder ver a que el hombre me respondiera para poder entrar. Una vez ahí, en la zona común en donde el público esperaba para la próxima ronda y no estar todo el rato en las gradas.

Había puestos de comida, ventanillas de apuestas, vendedores ambulantes y mucha gente esperando. Había enviado un mensaje a Kaito para verme ahí después de su ronda, para hablar con él e invitarle algo de los puestos.

Me senté en una mesa de un restaurante, pedí te de jazmin y una chuleta asada de camello. Comida típica del País del Viento.

Estaba deseoso de preguntarle muchas cosas y tenía algunas más que proponerle.

El lugar parecía tranquilo, por ahora, quizás era un tiempo entre eventos. La gente en la zona de comidas comía plácidamente, muchos felices por sus ganancias y otros simplemente enfadados o con la mirada perdida por sus pérdidas económicas.

La ventanilla de apuestas tenía fila, y la fila para anotarse en el libro de combates iba achicándose cada vez más.

Comí un filete de carne jugoso, con la superficie frita en su propia grasa, la cual también estaba frita.

El té de jasmin estaba fresco ¿de que podía quejarme?

Esperé a mi compañero, el cual debía seguir en combate o en espera del mismo. Había mandado a llamarlo desde hacía un buen rato, pero era entendible su demora.

La arena del desierto, como siempre, hacía sentir el piso terroso, áspero, y las ocasionales polvaderas hacían que todo se fuera cubriendo de polvo lentamente.

¿Compraría un boleto de apuesta? No conocía a nadie, salvo a Kaito, de ahí en fuera, no sabía quien era el resto e investigar a los ganadores iba a llevar tiempo.

-Chico, ¿que tantas técnicas, clanes y estrategias interesantes estarás enfrentando?- me preguntaría en mi mente, para después encogerme de hombros y seguir comiendo el filete que tenía enfrente.

El coliseo estaba en su momento de calma, un breve respiro entre las intensas rondas de combates. Nakai, sentado en una mesa del restaurante, saboreaba su té de jazmín y un filete de carne jugoso mientras esperaba a su viejo amigo Kaito. A pesar del bullicio alrededor, los rápidos ojos de Kaito no tardaron en divisar la pálida figura de su amigo.

De repente, una figura familiar apareció entre la multitud rompiendo la monotonia con su delgada y oscura figura. Con una sonrisa que denotaba la camaradería de años, Kaito se acercó a la mesa de Nakai.

—¡Nakai! —exclamó Kaito con entusiasmo mientras tomaba asiento frente a su amigo—. Es bueno verte, ¿cuánto tiempo ha pasado desde nuestra última aventura en el desierto?
Kaito dibujó una sonrisa mientras tomaba asiento.

— Este torneo está lleno de peleadores impresionantes, no me parece raro ver a alguien de tus intereses en el lugar. Pero dime, ¿cómo has estado tú? ¿Qué te trae por aquí?

Kaito rió, tomando un sorbo del té de Nakai antes de pedir su propia bebida a un camarero cercano. Mientras tanto, el bullicio del coliseo continuaba a su alrededor, pero en ese momento, solo importaba la conversación entre dos viejos amigos, listos para enfrentar nuevos desafíos juntos.

Ya había pasado un tiempo desde que había hablado con Kaito. Desde mi asiento, observaba el tablón de peleadores y trataba de anotar los nombres de los peleadores.

El torneo ya estaba cerca de su final, pero había habido cosas interesantes en éste. Algunos de esos nombres debía contener clanes en sus apellidos, o simplemente ser gente importante.

Mientras degustaba mi comida, pude dislumbrar la silueta oscura de mi compañero, moviéndose entre la gente que iba y venía en la arena. Respondí su sonrisa y bebí de mi té.

-Kaito- respondí- ya ha pasado tiempo desde que nos vimos. La última vez no nos fue muy bien, pero seguro que no comenzamos la búsqueda en el lugar correcto.

Mencioné con una sonrisa maliciosa en el rostro. Tras tomar asiento, respondí.

-Pues supe que hubo un torneo mundial y vine a ver clanes y peleadores interesantes, ya sabes, mi gusto por las cosas exóticas. Ciertamente hay peleadores interesantes aquí, y es por eso que vine y en cuanto vi tu nombre pensé que debías haberte topado con gente interesante- le respondí mientras él ordenaba su bebida.

Me acomodé mejor en el asiento, para que lo que dijera no escapara de ahí.

- Vine aquí motivado por obtener muestras y jutsus interesantes de los luchadores. Ya sabes, lo que Yamikusari hacemos, pero al verte aquí, me hace preguntarme ¿que tal han estado tus peleas? ¿has conocido a luchadores especiales o jutsus raros? Hacer algo ahora durante el torneo atraería mucho la atención, pero tengo pensado en averiguar sobre los luchadores para sorprenderlos fuera del coliseo... claro, podemos hacerlo juntos si lo deseas- le dije con una sonrisa en mi boca, mirándolo a los ojos un momento. 

El camarero trajo la bebida de mi compañero, haciendo yo un breve silencio y un cambio de tema.

-Así que cuéntame, ¿que has visto?- le pregunté.

Por suerte, el bullicio de la gente dificultaba escuchar algo desde lejos, pero debía ser cuidadoso. Actuaría más tarde, como había mencionado, pero por ahora charlaría con mi viejo amigo.