Verdades más que evidentes
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Los ojos morados de Nintai descansaban sobre el techo. Cómo era costumbre aquella noche no durmió como esperaba, de hecho había olvidado la última lejana vez que haya podido conciliar el sueño con tranquilidad. Todas las noches era lo mismo. Una pesadilla que lo atormentaba... tan real que le terminaba costando diferenciar cuando estaba soñando y cuando en realidad había visto aquellos ojos misteriosos y peligrosos. Ojos amarillos, cómo si no fueran de este mundo y esa figura de aspecto bestial que perdía toda humanidad en apenas un pestañeo.

Cuando salía a la calle tenía miedo de encontrarse con esos ojos de verdad y así darse cuenta que muchas veces su sueño en realidad eran pasajes de la realidad. Por lo que podía escuchar pelear a sus padres a través de las delgadas paredes de su hogar, no era el único que tenía aquel problema para conciliar el sueño, su padre también sufría de aquello, pero en menor frecuencia (quizás una o dos veces por semana) pero con mayor intensidad (se despertaba a los gritos, cómo si realmente lo estuvieran lastimando). Nunca se había animado a preguntarle si tenía alguna idea de porque aquella cruz descansaba sobre sus hombros.

Su madre llamó a los dos a la mesa, había preparado un desayuno. El mismo de casi todos los días, algunas tostadas y una bebida caliente para combatir el frió en aquella oscura aldea donde habían terminado. - Buenos días Nintai. - Su padre lo observó caminar sin ganas hasta la mesa y reparó con especial atención en sus ojeras. Estaban peor que nunca. - Buenas. - respondió el muchacho, y con desganas tomó una tostada. Su madre cómo siempre evito el conflicto que sintió que se avecinaba entre esos dos y dio alguna excusa sin sentido para adentrarse a la zona comercial a comprar mercadería fresca. - Creo que deberíamos hablar de algo. - comentó el adulto responsable de la mesa, pero Nintai se encontraba escribiendo en su cuaderno algo innedito que recordaba de su reciente pesadilla, había sido capaz de descubrir el color de ojos del ser que siempre lo atormentaba. -¡Nintai! - gritó, dando un golpe sobre la mesa para llamar su atención, - Es evidente que tampoco podes descansar por las noches... eso en parte es mi culpa. - aquel tema le interesaba, puesto que un buen sueño solía ser algo que deseaba alcanzar. - No lo creo, ¿Por? - le consultó, la verdad su padre nunca aparecía en su sueño, normalmente eran personas que había visto el día anterior por la calle  y ya.

-Esos ojos amarillos. - comentó y termino de llamar su atención del todo. ¿Cómo sabía realmente eso? - Es una herencia de nuestra sangre... eres muy nuevo en todo esto pero... nuestro clan fue especialista en genjutsu desde hace mucho tiempo, ¿Sabes? - nunca había reparado en que su talento para esa rama del mundo ninja era en realidad algo heredado en cierto punto. - Hay algo adentro nuestro... que aveces no nos deja descansar. Las leyendas dicen que es un demonio. Da igual, pero que nos permite en cierto punto... ¿Jugar con la realidad? al menos a los ojos de los demás que estén en nuestro genjutsu. - él termino era quizás demasiado técnico para el muchacho, que tenía reciente habilidad con las ilusiones. - Es más peligroso de lo que parece. Si uno es capaz de cambiar la realidad para los demás... es difícil diferenciar cuando no estas cambiando la tuya propia. O cuando todo pudiera ser solo una ilusión implantara en nuestra cabeza. - Nunca se había sentado a pensar eso con detenimiento, pero tenía cierto sentido. Muchas más veces de las que le gustaría dudaba si lo que pasaba era realidad o estaba soñando, pero lo atribuía a su recurrente falta de sueño.

-¿Y cómo hago para descansar mejor? - preguntó, casí exigiendo. Ahora que tenía esta información sobre la mesa, una solución se le antojaba necesaria.
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