(Sayuri vs Hashira)
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El escenario estaba dispuesto, cada elemento en su lugar, aguardando el inicio de un combate que prometía ser inolvidable. Me encontraba estratégicamente posicionada a unos diez metros al oeste del epicentro de la batalla, un espacio que pronto se convertiría en el teatro de nuestras confrontaciones. Entre mi adversario, cuyo nombre aún permanecía envuelto en misterio, y yo, se erigían dos imponentes rocas, testigos silenciosos de la inminente lucha. Estas formaciones naturales, de aproximadamente tres metros de altura y una circunferencia de cuatro metros, se alzaban como posibles aliadas o incómodos obstáculos en el desarrollo del enfrentamiento. La roca más cercana a mí, situada a tres metros al frente, y su gemela, a unos diez metros, esbozaban un escenario táctico que requeriría de ingenio y destreza para ser aprovechado.

A mis espaldas, a una distancia similar, se extendía un gran charco de agua que serpenteba hacia el sur, abarcando una porción significativa del terreno. Este elemento añadía una capa adicional de complejidad al campo de batalla, al igual que otro cuerpo de agua, más modesto en tamaño, que se encontraba en la esquina opuesta. La presencia de estos espejos de agua no solo influiría en nuestra movilidad, sino que también podría ser clave en la estrategia a emplear.

Los muros del coliseo, aunque imponentes, se perdían parcialmente de vista, ocultos tras una densa cortina de árboles que los rodeaba. Estos gigantes verdes, con alturas que rondaban los seis metros, ofrecían un velo de misterio al escenario, permitiendo apenas vislumbrar la cima de las estructuras y, con ella, a la multitud que había acudido con ansias de ser testigos de nuestra contienda. El muro, con sus siete metros de altura, se erigía como el límite final de nuestro mundo, más allá del cual solo existía el eco de las voces de los espectadores, ansiosos por el espectáculo que estaba a punto de desplegarse. Des donde empiezan los arboles hasta el muro, habria una distancia de tres metros. 

Para este momento me envolvia una túnica de tonos grises, amplia y fluida, que ondea suavemente con cada movimiento, como si capturara la esencia misma del viento. Mis pantalones, de un violeta profundo, están meticulosamente equipados para la batalla: porta kunais a un lado, donde mis dedos pueden alcanzarlos con una facilidad casi poética, y un porta utensilios al otro, asegurando que cada herramienta necesaria esté al alcance de la mano en el calor del combate. Completando el atuendo, llevaba unos zapatos negros, firmes y silenciosos, permitiéndo que me moviera con la gracia y la precisión de una sombra danzante. 

La anticipación del inminente enfrentamiento comenzó a electrificar cada fibra de mi ser, enviando ondas de emoción que se propagaban por mi cuerpo como relámpagos en una tormenta de verano. Mientras el eco de mis propios latidos resonaba en mis oídos, una voz, potente y resonante, cortó a través del aire cargado de expectativa, llegando desde las profundidades del coliseo hasta el rincón más remoto de mi conciencia.

-Señoras y señores,- comenzó el narrador, su voz tejiendo una capa de solemnidad sobre la multitud, -dirijan su atención hacia el oeste del escenario, donde se revelará ante sus ojos un espectáculo sin igual. Les presentamos a la primera combatiente, la maestra de los vientos gélidos, la artífice de tempestades heladas... ¡Sayuri Yukiiii, la Hija del Hielo!-

Campo


Estadísticas de Sayuri Yuki

Vida: 170/170
Chakra: 575/575


Inventario
Pasivas
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El último de su linaje, entró al campo de batalla, yendo a un andar tranquilo y relajado. No tenía nada más que mostrar a excepción de esa sonrisa que revela tales puntiagudos y filosos colmillos draconicos. Lo que más resaltaba, era aquella bandada de la Aldea Oculta bajo las Nubes, que colgaba en su cuello. Para la desconocida, quizá le parezca extraño encontrarse con otro Shinobi que posee una dentadura similar a los de su País y aldea, donde más se suelen encontrar. ¿Lo identificaría como un posible reptil? No lo va a saber, hasta que la dura batalla de un inicio.

Posicionado a diez metros de la fémina, Hashira choca un puño con la palma, lo que dejaría escuchar un fuerte sonido. — ¿Por qué no llevas tu pálido culo de regreso a tu aldea? Aquí sólo combaten los más fuertes. — La fragilidad que percibía en la delicada Yuki, trataba de tomar eso como provocación, su físico y también su género. — Que seas una Kunoichi, no quiere decir que yo vaya a contenerme. — Sonreiría ante tales palabras, esperando generar algún efecto que le haga perder el control, cuando la contienda de inicio de una buena vez. Hashira , el pilar del clan Tokage, se caracteriza por ser un adulto bastante agresivo, contra quien sea.


Hashira, lentamente toman su bufanda blanca y la quita de su cuello, dejándola caer. Escuchando el anuncio del narrador, el Tokage sonríe y adquiere una postura de combate, muy característica de un arte marcial basada llamada como "Goken", golpes fuertes capaces de destruir a la víctima por dentro, con pura fuerza física sin el uso de chakra. Para él, quien conecte más golpes es el que gana.

Estadísticas de Hashira


off rol
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La bandana que llevaba firmemente atada alrededor de su cuello era un claro indicador de su procedencia: era de la Aldea de la Nube. 'Está bien conocer también cómo es el estilo de allá', pensé, manteniendo mi enfoque en la figura que tenía delante. Este joven, con su cabello rosado erizado en puntas, era una visión poco común en Kirigakure. De hecho, podría jurar que en todos mis años de vida, nunca había cruzado caminos con alguien de tal distintivo tono capilar. Pero lo que verdaderamente capturaba mi atención, más allá de su inusual apariencia, era su descarada falta de respeto, evidenciada cada vez que abría esa boca suya para hablar. Mis padres me habían inculcado el valor de la cortesía desde una edad temprana, por lo que estaba decidida a no descender a su nivel de vulgaridad.

-Escucha, terminemos esto de una vez por todas y ya. Y no te atrevas a dirigirte a mí de esa manera nuevamente-, le dije, mi voz teñida de una seriedad gélida, eligiendo ignorar deliberadamente las demás barbaridades que emanaban de sus labios. Palabras que, estaba segura, no eran más que una serie de improperios que no merecían mi atención. Mi postura era firme, un reflejo de la disciplina y el respeto que me habían enseñado, contrastando marcadamente con su actitud desenfrenada y despectiva. En ese momento, estaba determinada a demostrarle que, a pesar de nuestras diferencias, había límites que no estaba dispuesta a permitir que cruzara, especialmente cuando se trataba de respeto.

En un fugaz momento, capté cómo aquel joven adoptaba una postura que delataba su dominio en el arte del taijutsu. La observación de su bien definida complexión física, complementada por una musculatura prominente y bien esculpida, me llevó a deducir que su estrategia sería cerrar la distancia entre nosotros lo más rápidamente posible. Por ello, se posicionó estratégicamente a escasos diez metros de mí, eligiendo el punto central del área designada para nuestro enfrentamiento como su punto de partida.

-¡QUE COMIENCEN!- resonó la voz del narrador del combate, marcando el inicio oficial de nuestro duelo. Al instante, el público, sumido en una euforia que rozaba lo frenético, comenzó a lanzar al aire nuestros nombres en un torbellino de voces que se entrelazaban, animándonos con un fervor casi equitativo.

Con un ágil y calculado salto hacia atrás, me alejé rápidamente, sin perder de vista ni por un instante a mi oponente, quien, presumiblemente, ya estaría embistiéndome a toda velocidad. Aunque solo me desplacé un par de metros, ese breve lapso fue suficiente para que mis manos, en un frenesí de movimientos precisos, trazaran una serie de sellos frente a mi pecho. Al concluir esta secuencia de gestos, el cambio en el ambiente fue casi inmediato: una fina capa de escarcha comenzó a extenderse por el suelo que me rodeaba, alcanzando incluso la superficie del cuerpo de agua que yacía a mis espaldas.

El propósito de mi estrategia era claro y sencillo. Si mi adversario deseaba un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, mi deber era emplear todas las herramientas a mi disposición para entorpecer su movilidad, convirtiendo el terreno en un aliado que jugara a mi favor. Solo el tiempo revelaría la eficacia de mi táctica, pero era precisamente en el calor de estos combates donde se forjaban y probaban las estrategias más audaces. En ese instante, con el frío extendiéndose bajo nuestros pies, me preparé para enfrentar lo que viniera a continuación, consciente de que cada movimiento podría inclinar la balanza de este duelo. 
Hyōton: Myogen
Ck: 40-5(esp)-5(caut)= 30
Y por eso mismo seguia en mi plan de volver la situacion mas a mi favor, por lo que se podria apreciar a simple vista como mis manos tomaban una tonalidad azulada y bastante fria. 
Hyōton: Saihyouzuchi
Ck: 40-5(esp)-5(caut)= 30

Estadísticas de Sayuri Yuki
Vida: 170/170
Chakra: 515/575
-30-30
Off
Pasivas
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