Barrer, limpiar, sacudir. Labores comunes en cualquier hogar, pero esta vez el protagonista no se encuentra en su propia casa. Bueno, para empezar, ni siquiera tiene una. Es un nómada. Sus pasos lo trajeron hasta este hermoso bosque en donde los árboles no son la única atracción, sino que también hay distintos templos supuestamente habitados por espíritus. ¿Serán reales? Por ahora esta respuesta no es importante. Retomando las estructuras, hasta hace muy poco no se les otorgaba más cuidado que simplemente dejarlos tranquilos. Sin embargo, una familia del Fuego optó por darles un mínimo mantenimiento, por lo que contrataron a alguien que pueda limpiarlos. La paga es muy buena, por lo que Samuru, aun siendo un comerciante, impulsado por la ganancia económica aceptó.
Balde con agua, escoba, trapos, lo normal. El calor le molesta pero poco, solo en el peak de temperatura se sentía agotado. De resto, todo bien. Y ojalá hubiera continuado de esa forma, pero las historias llenas de paz no son interesantes ni impredecibles, lo que tiende a buscar la audiencia. — ¿Hmm? — Un pequeño ruido le alerta, pero es demasiado tarde. Todo ocurrió en un instante, no pudo hacer nada para defenderse. Varias explosiones, una tras otra, ocurrieron en el templo que limpiaba actualmente. Seguramente un ataque desde el exterior. La cantidad de polvo que se levantó el bosque arruinó todo le trabajo de limpieza al que le dedicó horas en su avance. Pero peor aún, Samuru terminó debajo de los escombros. ¿Lo atacaron a él o al templo?
El ruido obviamente llamó la atención en las cercanías, por lo que la familia contratista se acercó al lugar, encontrándose con el desastre. Pidió ayuda a otra gente para poder mover las tablas hasta dar con el cuerpo inconsciente del humilde trabajador. Inmediatamente un doctor de la zona lo trató, logrando que despierte pasadas unas horas. Se vio con vendas en brazos, piernas, incluso en la cabeza. — ¿Qué fue lo que pasó? — Le costó recordar lo que sucedió antes. No le entraba la idea de que pudo haber muerto si el atentado hubiera sido con una potencia mayor. Lo curioso es que no se percató de una presencia ajena hasta el último instante, por lo que el o los autores debían ser habilidosos para movilizarse sin dar a conocer su ubicación.
Su jefe temporal le preguntó si recordaba algo que ayude a dar con la explicación de lo ocurrido, pero Samuru solo negaba con la cabeza. La cual, además, le dolía de forma horrible.
— ¿Ha ocurrido algo así antes? — Preguntó el de cabello azul. La respuesta fue negativa, además le entregaron el dato que ya avisaron a la villa y comunicaron que muy pronto un ninja vendría a investigar. Esto relajó un poco al comerciante, pues significaba que podría dejarle la carga de esto a otro. De todos modos, él no se desentendería. Tenía curiosidad por averiguar si son los templos el objetivo, o lo es él.
Intentó ponerse de pie, pero sus piernas tambalearon. El doctor le pide que descanse un poco más. Se encuentra fuera de peligro y todo, pero esforzarse apenas despertó no era le mejor idea. Por ahora, lo óptimo es esperar al segundo protagonista de la jornada.
Balde con agua, escoba, trapos, lo normal. El calor le molesta pero poco, solo en el peak de temperatura se sentía agotado. De resto, todo bien. Y ojalá hubiera continuado de esa forma, pero las historias llenas de paz no son interesantes ni impredecibles, lo que tiende a buscar la audiencia. — ¿Hmm? — Un pequeño ruido le alerta, pero es demasiado tarde. Todo ocurrió en un instante, no pudo hacer nada para defenderse. Varias explosiones, una tras otra, ocurrieron en el templo que limpiaba actualmente. Seguramente un ataque desde el exterior. La cantidad de polvo que se levantó el bosque arruinó todo le trabajo de limpieza al que le dedicó horas en su avance. Pero peor aún, Samuru terminó debajo de los escombros. ¿Lo atacaron a él o al templo?
El ruido obviamente llamó la atención en las cercanías, por lo que la familia contratista se acercó al lugar, encontrándose con el desastre. Pidió ayuda a otra gente para poder mover las tablas hasta dar con el cuerpo inconsciente del humilde trabajador. Inmediatamente un doctor de la zona lo trató, logrando que despierte pasadas unas horas. Se vio con vendas en brazos, piernas, incluso en la cabeza. — ¿Qué fue lo que pasó? — Le costó recordar lo que sucedió antes. No le entraba la idea de que pudo haber muerto si el atentado hubiera sido con una potencia mayor. Lo curioso es que no se percató de una presencia ajena hasta el último instante, por lo que el o los autores debían ser habilidosos para movilizarse sin dar a conocer su ubicación.
Su jefe temporal le preguntó si recordaba algo que ayude a dar con la explicación de lo ocurrido, pero Samuru solo negaba con la cabeza. La cual, además, le dolía de forma horrible.
— ¿Ha ocurrido algo así antes? — Preguntó el de cabello azul. La respuesta fue negativa, además le entregaron el dato que ya avisaron a la villa y comunicaron que muy pronto un ninja vendría a investigar. Esto relajó un poco al comerciante, pues significaba que podría dejarle la carga de esto a otro. De todos modos, él no se desentendería. Tenía curiosidad por averiguar si son los templos el objetivo, o lo es él.
Intentó ponerse de pie, pero sus piernas tambalearon. El doctor le pide que descanse un poco más. Se encuentra fuera de peligro y todo, pero esforzarse apenas despertó no era le mejor idea. Por ahora, lo óptimo es esperar al segundo protagonista de la jornada.