Decidí continuar el camino, mi improvisado viaje cada vez se teñía de nuevos y mejores colores, quería experimentar todo aquello que me negué por hacer lo correcto o por simplemente tratar de sobrevivir. Salí de la aldea aquella radiante mañana, esperanzada por lo que el día me depararía. A medida que mis pies tocaban el sendero que se extendía ante mí.