En el estanque [Priv. Haruki Yuki]
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Un día de Enero del 15 D.Y.



Otro día ordinario, de lo que cabe decir. El estanque Suisamedou habría sido la atracción idónea para el Hoshigaki. Tiempo atrás, antes de haber sido cerrado, era uno de los lugares comerciales o turísticos que Kurosame visitaba con mayor frecuencia. Ahí, él era una especie de atracción cuando decidía nadar junto al resto de los tiburones los cuales, en cierto modo, consideraba su familia. El estanque en aquellos tiempos tenía vidrios en los cuales la gente podía ver públicamente a majestuosas criaturas, y entre ellas, de las más majestuosas: Yureisame.

Pero Yureisame eventualmente murió, o mejor dicho, fue asesinado por rebeldes protestando contra el Imperio de la Niebla. El estanque fue vandalizado y destruído por aquellos infelices y eventualmente tanto el estanque como el acuario cerraron para el público. Kurosame pudo usar su influencia como miembro del Consejo Shinobi para poder salvar a las criaturas marinas que allí habitaban, incluyendo varias familias de selaquiformos, y de vez en cuando las visitaba para nadar con ellos aunque en esta ocasión lo hacía en privado. Además, a veces utilizaba el acuario como una sala para reencontrarse con viejas amistades, ya que éste tenía poca vigilancia y mantenimiento; lo suficiente como para mantener los estanques del acuario vivos y bien mantenidos, pero no lo suficiente para abrirlos al público. Y mejor no abrirlos al público, ya que esto pondría en riesgo el acuario a ataques rebeldes nuevamente. Había quienes no podían aceptar la realidad del Imperio del Agua y su supremacía sobre sus tierras. No había de otra y Kurosame Hoshigaki, era un imperial hecho y derecho, dispuesto a acatar las más frías ordenes, incluso ante la carencia de plena convicción.

A pesar de estar cerrado, ciertos individuos cercanos al Hoshigaki todavía tenían acceso a éste. Entre ellos, Hikaru Yuki. 

Tiempo atrás nos conocimos por primera vez en este lugar, lo puedo recordar como si fuese ayer. Habría sido apróximadamente diecisiete años atrás. La Niebla habría sido invadido por el ejército Jashinista y la invasión habría destrozado gran cantidad de hogares; Kurosame estaba fuera en una misión para el momento de la invasión, y apenas era un genin mejorando en las artes shinobi.

Mientras esperaba al Yuki al lugar de encuentro, Kurosame enfocaba su cuerpo frente al estanque que se habrían conocido antes, cuando éste era público y el Hoshigaki era una mera atracción. Cruzado de brazos, miraba el nado de tres tiburones jugando con su comida dentro del estanque, divertido.
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Después de mucho tiempo, finalmente había llegado el momento de reunirse con su viejo amigo Kurosame. Y qué mejor lugar para ello que el sitio que los vio conocerse más de quince años atrás. Eran dos jóvenes completamente distintos a aquellos que compartieron una charla y alguna bebida fría en el estanque, pero al mismo tiempo conservaban perfectamente su escencia. 
Por supuesto, sus experiencias desde ese entonces fueron distintas y en base a distintos sucesos ambos terminaron forjando su presente, tomando rutas diametralmente opuestas en cuanto a lo que la ideología o mejor dicho el "bando" se refiere. Sin embargo, esto no era suficiente para separar a dos viejos amigos que, detrás de su cargo en la aldea y los sucesos que les había tocado vivir personalmente, no eran distintos a sus versiones 17 años más viejas.

-Tenía que ser aquí, ¿eh?-. Golpeó suavemente la espalda de su amigo, reincorporando luego su brazo derecho hacia delante. Recordaba como si hubiera sido ayer aquel primer encuentro. Inlcuso, si cerraba sus ojos por un momento, podía también imaginar las caras de sorpresa y fascinación de los niños que miraban deslumbrados las piruetas del Hoshigaki. -Qué bien tienes el estanque, Kuro. Me alegra ver que aún tienes un lugar tan propio a pesar de todos los cambios que sufrió nuestra querida aldea.- Su trato era el de siempre, fiel reflejo de la confianza que había entre ambos. Y sus palabras eran sinceras. Sabía por todo lo que había pasado su amigo y también sabía que, después de tantos golpes, cualquier cosa que haga a uno sentirse como en su casa cobra un valor enorme.

-¿Cómo va todo, qué cuentas?- La pregunta era típica y a menudo usada como carta de salida ante una situación incómoda con algún desconocido, pero en este caso no había mejor forma de empezar la charla.
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El eco vacío de los pasos de Hikaru resonaría en la sala y Kurosame advertiría su presencia. Sin embargo, no voltearía a verlo directamente ni subiría la guardia; por alguna razón confiaba en el Yuki lo suficiente tras conocerlo de muchos años, aunque sin duda ante las obvias diferencias de ambos no se sorprendería si Hikaru lo apuñalaba por la espada, lo merecía después de todo. Si bien Kurosame habría cobrado la vida de tantos rebeldes en los múltiples años de la supremacía del Imperio de Agua, el tiburón todavía sentía cierta debilidad por aquellos que había conocido antes del reinado de Kami-sama. Deseaba casi inconscientemente que alguno de sus compañeros de su pasado lo castigara por sus decisiones y  así sufrir las consecuencias de sus actos, pero lo que respectaba con los nuevos rebeldes en contra del Imperio, todos podían morir sin piedad ni misericordia. Aquella era una contradicción que el tiburón aún no reconciliaba.

Es lo mínimo que podía hacer por estas criaturas. Voltearía y ofrecería una sonrisa genuina  a su amigo, quien afortunadamente no lo había apuñalado. Nuestra querida aldea, sí… Diría con un tono casi nostálgico. Lo recuerdo muy bien, aquella época. Casi puedo extrañarla, aunque el mundo ha cambiado totalmente, para bien o para mal. Y no quería admitir que quizás era para mal, los sesgos de su bando y el cargo poseían le impedían pensar así. Kurosame, a fin de cuentas, se mantenía fervientemente fiel al imperio y a la Shodai Suijin.

Todo va bien. Aunque no cuento mucho. Y claro, no podía revelar mucho de su día a día ante las convicción de su amigo, pero aún así, prefería conservar esa amistad y no ofrecer muchos detalles. Últimamente vengo aquí mucho más seguido, este es lugar donde puedo encontrar más paz y quietud. Es lo único que, sabes, me ata al pasado, querido Hikaru. Podía permitirse mostrar un poco más de vulnerabilidad ante su rival ideológico, aunque ambos sabían que las convicciones de cada quién no cambiarían en lo absoluto. En el estanque, sin embargo, podían ser solo dos amigos de antaño.
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-¿Recuerdas el día en que nos conocimos, justo aquí?- Por algún motivo, las palabras de ambos lo llevaron inmediatamente a reflotar algo que creía enterrado en su memoria.
Si algo tenían ambos jounin en común, era el amor que sentían por Kirigakure. Aquello había quedado claro el mismo día en que se conocieron, en el que Kurosame le preguntó a él y a Yoishi cuál era su motivación para ser ninjas. Una pregunta algo profunda para un trío de genin, pero que derivó en un mayor conocimiento entre ambos y puso sobre la mesa más de una forma interesante de ver la vida.

-Estábamos con Yoishi también, y nos preguntaste acerca de nuestra motivación para convertirnos en ninjas.- Hizo una pausa, esperando que el tiburón tuviera algún mínimo recuerdo, aunque dejaría algunas pistas que podrían servirle para ello.
-Yoishi contó que su sueño era ser un ninja médico. Tenía conflictos con su padre que ahora mismo no puedo recordar con claridad, pero que de alguna u otra manera servían también como motivación para él. Si bien tuvo un trágico final, me alegra saber que al menos uno de nosotros pudo cumplir su sueño.-

La nostalgia se apoderaba también de él. No alcanzaba a entender cómo todo se había desmoronado tan "rápido" para encontrarse actualmente en una situación diametralmente opuesta. Para él, mucho peor sin duda.

-Me alegra oír que vas bien. Entre tanto caos, creo que siempre es lo más improtante.- Con el tiempo, el Yuki había logrado darle una gran importancia a sentirse bien con uno mismo. El poder dormir tranquilo de noche no tenía precio.
-Entiendo, sí.- Y de verdad lo hacía. Si bien no compartía la visión de Kurosame, sí conocía su contexto y cómo todas las cosas que lo ataban a la vida e ideales que llevaba antes se fueron desmoronando una por una. A esta altura, le sorprendía incluso que el Hoshigaki pudiera mantenerse en pie. -Por más que todo se haya ido a la mierda, es bueno tener siempre un lugar al que regresar.-
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Lo recuerdo. Aquellos tiempos eran mucho más… normales. No podía admitir mucho más allá de eso; para aquel entonces, la guerra contra el País del Rayo se avecinaba y Kurosame sería enviado contra Kumo a experimentar la muerte. Al final viviría, pero se quedaría con un recuerdo en el pecho de una shirasaya. 

Motivación para convertirse en ninjas. El tiburón ya ni sabía, era solo el mundo en el que estaba acostumbrado. El otro día, conocí a los hijos de Yoishi, Saito y Aiko Yamamoto. Al menos el recuerdo de ellos persiste ahora, como imperiales. Lo último diría por lo bajo, aunque Hikaru podría escuchar, no era una provocación, tan solo un hecho. 

Tras Hikaru terminar sus palabras, Kurosame se movería por la sala, en completo silencio. No pensaba mucho del pasado, no deseaba hacerlo, pero en un ambiente nostálgico, la presencia de Hikaru invadía el recuerdo del fantasma de su pasado, de quién era Kurosame Hoshigaki antes. Tras caminar en silencio, voltearía para acercarse y mantener una distancia de un par de metros de Hikaru, mirando al techo del estanque y con las manos agarradas detrás de la espalda.

Dime, Hikaru. No podía contenerse tras tantos años de amistad, ignorar la realidad de ambos. La realidad es que ambos tenemos ideologías muy diferentes. Pausaría. Sé que no soy un héroe ni un noble guerrero. Lo admitiría, su cargo y sus comodidades lo habían corrupto. Has tenido varias oportunidades. Implícitamente era claro que se refería a todas las oportunidades que Kurosame había bajado la guardia ante Hikaru, esperando que éste lo liberara de aquel mundo terrenal. ¿Qué harás el día que nos veamos fuera de este estanque, en el campo?
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-Qué casualidad, yo conocí también a Saito unos días atrás. Trabaja en el hospital y fue quien dio de alta a mi tio.- El siguiente comentario denotaría la edad de ambos, pero así y todo no pudo evitar hacerlo. -Ese chico es un calco de su padre. Además, también se está formando como ninja médico.- sonrió, como si aquello lo acercara un poco más a su difunto amigo.

Sus palabras dejaron pensando al Hoshigaki. Si echaba la vista atrás, no recordaría un comportamiento similar de su amigo en ninguno de sus más de diez años de amistad. -Claro, ¿qué ocurre?-  Pero ni intentando con todas sus fuerzas habría conseguido adivinar lo que el tiburón diría luego.

-Mierda, Kuro. Qué pregunta más profunda.- Kurosame no se mostraba orgulloso de su posición actual, parecía como si la despreciara al mismo tiempo que se aferraba a ella con todo su ser. Seguía siendo el mismo tipo recto e inflexible, pero su convicción ya no estaba ahí.
-Mira, yo no las llamaría oportunidades. Nunca cargaría voluntariamente contra ti, ni aunque supusiera un avance significativo para alcanzar mis objetivos.- Hizo una pausa, como si buscara la forma de hacerse entender mejor.
-Ya en caso de que sea la guerra quien nos enfrente, claro que intentaría neutralizarte. Pero creo que, incluso si significara ir en contra de mi ideología, sería incapaz de eliminarte.- Más allá de si sus habilidades se lo permitirían o no, cosa que dudaba bastante, era claro que hablaba desde otro lado. Una sonrisa se dibujó en su rostro al percatarse que, después de todo, si había heredado algo del "idealismo barato "que tanto le recriminaba a su tío cuando era chico. 
Por supuesto, con el tiempo había perdido toda sensibilidad en el campo de batalla, llegando al punto de matar sin siquiera pensar en quien tenía enfrente. Pero la pregunta de Kurosame le dejó en claro que incluso su ideología tenía un límite, y aquel eran sus seres queridos.

-Puede que sea una forma de traicionarme a mi mismo. Pero tampoco podría vivir en el mundo que busco sabiendo que maté al único compañero que me quedaba para alcanzarlo.-
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He cometido muchos errores y mis seres queridos han sufrido por ellos. Habría escuchado atentamente todo lo que Hikaru tenía que decir, respetaba enormemente a su compañero y aquél era el único vestigio de un pasado ideológico del cual Kurosame no quería dejar de aferrarse, aunque todo hubiese cambiado.

Nunca me he negado ante las órdenes de mis superiores, mucho menos si son con el fin de mantener la supremacía y el poder de la Niebla, esa siempre ha sido mi prioridad. Respondería, todavía críptico. Pero creo que nuestros intereses no van directamente en contra, y verdaderamente no quiero cometer otro error más, mucho menos con un amigo. No deseaba expresarse con completa claridad, pero era claro que se refería a que no deseaba quitarle la vida a su compañero en lo absoluto, jamás se lo perdonaría. Sin embargo, era cierto que Kurosame todavía sentía que lo merecía ante todo, y la muerte no era suficiente como para reivindicar los errores de su pasado.

Mirada baja, la subiría lentamente enfocándose en el brillo de los ojos de su enemigo. Yo tampoco haría lo mismo. Aprecio tu honestidad, Hikaru. Espero estar en una Niebla donde ambos pudiéramos reconciliarnos. Y terminaría posando la mano sobre el hombro del chico, dándole unas palmaditas.

Pero bueno, basta de esta charla pesimista y nostálgica. No nos hace bien a los dos. Diría cambiando completamente su tono de voz a uno más positivo y sonriendo. Dime, ¿tenías algo que contarme, o solo vamos a jugar otra partida de cartas y terminarnos el sake secreto que tengo guardado debajo del estanque?
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La postura de Kurosame era extraña, como si su posición actual en la vida lo proveyera de una sensación constante e insoportable de incomodidad. Si bien a Hikaru le dolía asimilar la situación de su amigo, no le costaba entenderla.
En muchos sentidos, su rol en el imperio iba fervientemente en contra de varias de las cosas que el antes pregonaba, incluso en contra de algunas de las personas que más quiso. Sin embargo, no debía equivocarse. Su objetivo, a lo que verdaderamente apuntaba, aún se mantenía puro.

-Es cierto lo que dices. De hecho, nuestro objetivo conicide. Los dos, tal y como hablamos aquí hace casi veinte años, luchamos por el bien de la Niebla y su gente. Honestamente, poco nos improta lo demás.- Habían llegado al punto común, por lo que desde ahí la conversación fluiría con mayor facilidad. Sin vueltas, el Hoshigaki lo invitó a exponer el motivo de aquella reunión, el cual el Yuki demoraba cada vez más. No era algo buscado, sino culpa de la nostálgica conversación que logró cautivarlo.

-Ja. Tienes razón. Aunque luego no te salvarás de abrir ese sake, ¿eh?- Volvió la vista hacia el rostro de su amigo, para comenzar lo que tenía para decir. -Verás, Kuro... el motivo por el que te pedí de reunirnos, es porque tengo algo para contarte.- Lo miró fijamente y su rostro cambió de un momento a otro, dejando entrever la seriedad del asunto.
-Honestamente, no pensaba darte toda la información. No porque no quisiera, sino porque es algo que te pondría en peligro o al menos en una posición incómoda. Lamentablemente, veo que ya estás en un aprieto similar, por lo que entre eso y tus palabras, deduzco que lo mejor es que sepas todo.- No mentía ni un poco, ni siquiera ocultaba información. Lo que Kurosame estaba a punto de escuchar supondría una presión muy grande para él dada su relación con el imperio, incluso lo llevaría a tener que tomar una decisión. Fuera cual fuera el resultado, Hikaru confiaba en su amigo. Aún si era lo último que hacía.
-Como dices, ambos buscamos el bien de la aldea por sobre todas las cosas. Pero según mi punto de vista, el régimen actual está muy lejos de ser lo mejor para nuestra gente. Ya no sólo hablando de la aldea, sino del país. Claro, visto desde el punto de vista político somos una de las potencias, pero aún así no somos libres. Nuestra gente vive en constante conflicto entre sí. Así como existe nuestro caso, debe haber miles de personas que pasaron de ser familia a enemigos mortales, muchas veces concretando esto último por la orden de alguien a quien ni siquiera le importa su nación.- Primero establecería su punto de vista, para luego sí exponer su idea.
-Por supuesto, por más cierto que sea esto, no es algo que uno pueda cambiar. Por lo tanto, mi objetivo a largo plazo es reunir a quienes sí puedan. No tiene que ser un grupo demasiado grande, pero sí tienen que ser los mejores.- Su idea empezaba a tomar forma, por lo que se detuvo para observar por un momento la reacción del Hoshigaki.
-Si esos shinobi de excelsas habilidades pusieran sus manos en las legendarias espadas de la niebla, creo que podríamos comandar un grupo independiente capaz de devolver la libertad a nuestro pueblo.- Claro, aquello tomaría mucho y estaba lejos de ser tan simple como Hikaru lo hacía sonar. Sin embargo, por más utópico que fuera, era el plan que más le cerraba al Yuki después de meses investigando al imperio y sus opciones. -Además, sería una forma de hacer más fuerte a la aldea.-
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