Mangaka
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Tras una serie de eventos, finalmente fui aceptado en la aldea oculta de la hoja. Mis días de errante habían acabado, y aunque seguía siendo pobre, al menos podía asegurarme un refugio y tres comidas al día. 

Como siempre, cuando salía por la calle solía llamar bastante la atención. A mi alrededor, decenas de ratones de caricatura, hechos de tinta, de aspecto "cartoon" merodeaban mis alrededores y me advertían de lo que sucedía. Así mismo, otro aspecto que llamaba el interés de los transeúntes era aquel ser de tinta, de aspecto cartoon, el cual me acompañaba mientras cargaba mis cosas en la mochila de su espalda. Esta vez, su apariencia era la de una chica con los típicos "brazos de fideo", enormes ojos, enorme sonrisa y rasgos suavizados. 

Los niños la veían y señalaban, reconociéndola de la televisión. Yo, por mi parte, me dirigía a los cuarteles de la aldea, debido a una llamada que había recibido.

En cuanto me vieron me reconocieron, y aunque se mostraron incómodos con las caricaturas que me seguían, me dejaron entrar.

-Oye, ¿traer eso es necesario?- me cuestionó uno de los guardias.

-Eh, si. Trae mis cosas-dije sonriendo, con los ojos cubiertos por mi cabello. Aún no había cambiado mis ropas, me gustaba su estilo, pero ahora llevaba la bandana de la aldea en un brazo- ahora, ¿donde veo al teniente Toyotaro?

Tras hacerme una seña, me dirigí por el pasillo hasta que un guardia me detuvo en una puerta.

-Nagato Emaki, pase por favor- dijo el guardian, haciéndole el gesto de "detenerse" a mi caricatura. Ella sólo se mostró triste y se despidió. Tomé la mochila y entré en la habitación.

La habitación estaba completamente blanca con una plancha metálica en medio. Un grupo de de shinobis me esperaban y, entre ellos, un alto cargo, el teniente Toyotaro.

-Señor, Nagato, se me hace conocido ese nombre... ejem, lo estábamos esperando-dijo una chica de cabello azul corto, con bata blanca, pidiéndome que me acercara a un shinobi que yacía en la plancha, con el pecho descubierto. Aquel shinobi tenía unas marcas extrañas en su vientre.

-Fue a buscar un laboratorio oculto y su equipo cayó-dijo el teniente Toyotaro- pero él no sólo sobrevivió, sino que recibió este extraño "sello" en su pecho.

Efectivamente, el sello eran 3 puntos barrados, osea, con una pequeña muesca o pico sobresaliente hacia las manecillas del reloj. Un sensor ahí presente, junto con otro chunnin me informaron la presencia de "energía natural" ahí presente, además, bloqueaban una "señal" que provenía de su sello hacia el cielo.

Rasqué mi barbilla y observé el sello. Se parecía mucho a las técnicas de sellado comunes, pero esta tenía una variante.

-No conozco la ténica para liberar sellos, pero no creo que sea conveniente hacerlo. Este sellado tiene parecido con el que bloquea chakra, pero este fue usado para sellar algo en su interior, quizás algo con su propia fuente de chakra. Si se deshace el sello, morirá- les dije mientras me acercaba al sello para examinarlo.

-Debemos proceder a operar...-decía un ninja médico-quizás podamos aislar la parte sellada del resto del cuerpo.

-El Fuinjutsu no funciona así-dijo Toyotaro, sentándose en una silla, con las manos sujetándose entre sí y meneando la cabeza- maldición, Naruto, le prometí a tu hermana que te protegería siempre, y mira lo que hiciste, te dije que no estabas a la altura de la misión. He roto mi promesa por tu culpa, si viviera no podría verla a los ojos nunca más.

Me quedé pensando, examinando todavía el sello.

-Fue hecho por quemadura de chakra, no es tinta ni otra sustancia-dije hacia mí, pasando el dedo por la zona- quizás...

-¿Eh? ¿Que es?- cuestionó el ninja sensor.

-Podríamos separar su consciencia, sellarla en algo y liberar el sello. Sí, su cuerpo quedará destruído, pero podríamos hacer con él algo a futuro. Quizás regresarlo a un cuerpo prestado o un médico lo reconstruya- le dije al ninja, volteando a ver a Toyotaro.

-Traigan a Akane Uchiha, experta en Yin y manden a traer a Yoo de su misión, él sabe deshacer sellos. Rápido-ordenó Toyotaro, movilizando a sus subordinados.

Tras llegar una chica chica baja, de cabello rojo y ropa tradicional china, ésta con sus técnicas logró extraer el "alma" o la mente del sujeto, la cual preparé para sellar dentro de un recipiente. Desde mi pergamino, creé un cuerpo de caricatura el cual liberé, tratando de copiar los rasgos físicos del muchacho, para después, dirigirme a una habitación aislada para preparar el altar.

Con la fórmula preparada, la chica llevó el alma del sujeto y yo logré colocar el kanji en la caricatura, para después, sellar la mente dentro del cuerpo de tinta. 

Fue un gasto monumental de chakra, un esfuerzo que nunca había realizado, y me esforcé mientras unía los cordones de ambos seres, completando el sellado.

La caricatura, sin consciencia, siguió recostada, sirviendo de recipiente al alma del ninja.

-¿Ya está? ¿Funcionó?- me cuestionó Toyotaro.

-Funcionó. Su alma está en el cuerpo, aunque no creo que pueda moverse. No debe recibir daño o puede desaparecer. Guárdenlo muy bien en algún lugar-dije al teniente, sonriendo.

-Excelente. Ahora procederemos al "dessellado"-dijo el teniente, retirándose del lugar. Tras descansar un rato junto a Akane, la cual había hecho un esfuerzo realmente agotador con su propia técnica, nos dirigimos hacia otra ala del cuartel, en donde procedieron a liberar el sello del cuerpo inerte del sujeto, apareciendo en medio del todo una especie de esfera de arcilla del tamaño de una pelota de playa.

-!Atras!- gritó el teniente, ordenando a todos que se retrocedieran. El equipo de sensores analizaron el artefacto, el cual emitía una señal al cielo, la cual lograron bloquear, mientras que en el interior de dicha esfera encontraron una cantidad masiva de chakra natural. 

-Señor, es una bomba-dijo uno de los sensores- si la orden de detonación llega hasta la esfera, explotará. Logramos bloquear la señal, pero no sabemos bien de donde viene. 

-Sáquenla al mar y mándenla al fondo, lejos de la costa. Necesitamos que quede lejos en caso de explotar-dijo el teniente, dirigiéndose junto con otros hacia afuera, ordenando que la esfera se introdujera en una caja de acero mientras era escoltada a las afueras de la ciudad.

Cuando pasaron cerca de mí, el teniente me agradeció salvar el alma de aquel shinobi. Agradecí y me incliné en señal de respeto.

Él sonrió y continuó su camino, en espera de desactivar la bomba en un lugar seguro o detonarla de modo controlado. Había servido bien y ahora necesitaba descansar.
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