17 Ichigatsu, Aldea Kisargaki, País del Fuego
La luz en medio del cielo hacía que cubriera todo lo que llamábamos vida. Sin duda aquel día era un día bastante tranquilo, incluso aburrido, donde todas y cada una de las cosas que me podían pasar estarían simplemente quedarían a un aburrido lado. Caminaría tranquila por las calles de una aldea a las afueras de la aldea oculta de la hoja. Sus habitantes, al menos los que había conocido, ya me habrían demostrado su fuerza y, sin duda, me había quedado bastante expuesta a semejante poder. Las ideas me rondarían la cabeza hasta el punto que no sabía si debía seguir o no con los experimentos. Me miraría las cicatrices en mi parte interior al codo, esas pequeñas punzadas donde habrían introducido la jeringuilla para experimentar con mi propio cuerpo. Aquellos pequeños puntos simulaban la derrota en muchos aspectos, pues aunque me dolía admitirlo, debería pensar el hecho de que necesitaba de nuevas metas y nuevos sujetos de investigación. Y eso solo significaba una cosa: tener que conseguirlo haría que me metiera en problemas.
Las calles estarían bastante llenas, la gente iba y venía y seguía su camino sin muchas preocupaciones. Vestiría como de costumbre, ropajes azules que se mimetizaban bastante bien con el ambiente, aunque por esta vez habría optado por llevar el pelo en una coleta baja que caería por mi nuca. Vestiría un top y una chaqueta que cubriría los hombros y que se juntaría por un cinturón con el pantalón corto. Mis manos irían cubiertas por unos guantes, pero tan solo los puños, pues los dedos se podrían escapar por los cinco agujeros de cada falange. Para finalizar llevaría unas botas ligeras que subirían hasta la mitad de mis gemelos.
Varias fuentes de chakra de las que no me tenía que preocupar pasarían por mi lado sin mucha preocupación, el ambiente era tranquilo, se movía un aire tranquilo sin precedentes que me haría sentir como si la tranquilidad me invadiera. Estaría bastante cerca de la aldea de Konohagakure no Sato, sabía de su existencia pero no sabía muy bien cómo llegar a ella, era de esperar que los militares estarían bastante cerca de aquellas puertas grandiosas como se describían en los libros de arte oscuro que nombraba todos los secretos, o al menos los más jugosos. Conocía los clanes emblemáticos pero no sabía más que información suelta que no solía ayudar mucho. Entre tanto, algo pasó… no sabía como pero parecía que aquella respuesta a todas mis preguntas habrían entrado en mi radar. Todavía no lograba verle porque las gentes iban y venían, pero sabía que estaba cerca, como a unos diez metros y acercándose… pero sabía que estaba ahí, aquel color y sabor del chakra era delicioso. ¿La respuesta? Parecía ser que sí.