Última modificación: 16-01-2023, 12:14 AM por Narrador General.
Primer Saga: Nisei
(Segunda Generación)
Capitulo 1: ¿Tierra libre?
15 de Ichigatsu del 15 D.Y.
La vida era difícil de llevar, bajo el cielo desértico y nubes peatonales la tierra del Rayo daba un nuevo día al mundo. La mayoría de pequeños se despertaban antes del alba con el himno del país del rayo, una melodía instrumental bastante suave y esperanzadora; tal vez, una de las más bellas melodías opacadas por las acciones del imperio cada mañana. Los pequeños nacidos en esta nueva era tenían tanto privilegio que soñaban con pertenecer a sus filas, era tanto el fanatismo que muchas veces hijos terminaban entregando y delatando a sus propios padres, quienes en su mayoría terminaban con sentencia pública para el deleite de los ciudadanos.
Las leyes impuestas por el Shodai Raijin lo eran todo, acciones como leer y escribir estaban prohibidas y eran condenadas a muerte a excepción de ser ninja, o mantenerlo en secreto; aunque por su puesto, eran vigilados la mayor parte del tiempo. Sus casas, empleos, escuelas, e inclusive sus mentes, eran revisadas y custodiadas por el imperio, nadie podía tener pensamientos rebeldes ante la figura del Dios del Rayo y quién lo hiciera sería ejecutado en público.
Hace 3 días había sido anunciada la ejecución de hoy, se trataba de un hombre canoso y cansado. Vivió durante la generación pasada y conoció el mundo antes de que se impusiera el régimen actual, o eso se decía, pues en la mayoría de casos solía ser pasado por alto con adjetivos cómo: loco, idiota, o vago. Su sentencia iba más allá de leer o escribir, pues los telediarios dijeron que se trataba de blasfemia, traición, y asesinato. Algo que chocaba demasiado con la personalidad del anciano y aquellos cercanos a el lo sabían de primera mano. Era un viejo grosero y cascarrabias; pero, nunca heriría a nadie intencionalmente, por lo regular andaba contando historias antes del imperio y esto le causaba muchos problemas, pero en definitiva no era un asesino o esa esperanza mantenían sus allegados, sobre todo por protección a su pequeña niña de 10 años.
El himno del rayo finalizó en sincronía perfecta en todas las plataformas de audio y video, cómo de costumbre terminaba a las 0600 horas, dejando un pequeño ruido blanco en los próximos segundos para dar su famoso eslogan. “La justicia es la voluntad de Dios, el conocimiento la perdición de los débiles.” Aquellas palabras eran repudiadas por algunos ninjas, pero sobre todo por ancianos y gente que tuvo la fortuna de vivir antes del imperio, mientras los más jóvenes alababan el eslogan; de igual manera, estuviesen en contra o a favor, todos llevaban su mano derecha al corazón al escuchar estas palabras como símbolo de lealtad; pues de no hacerlo, serían encerrados y eventualmente explotados a manos del imperio.
Después del rutinario himno y frase se escuchó un sonido de interferencia bastante marcado, la voz de una mujer se iba esclareciendo poco a poco hasta tener total legitimidad en sus palabras.
— Atención a todos los civiles y shinobis del imperio del Rayo, por decreto divino se solicitará la presencia de todos los nativos y turistas en la plaza central a medio día, de lo contrario serán juzgados como traidores y se les brindará el castigo pertinente.
Nuevamente las generaciones eran divididas pues los más jóvenes esperaban un gran espectáculo, normalmente las ejecuciones públicas no eran anunciadas ni mucho menos se solicitaba la presencia de todos los presentes; por lo que sin ninguna duda, se debería de tratar de una gran ejecución; por otro lado, los más avejentados temían de las posibles repercusiones de dicha ejecución ¿Por qué era necesario presenciar está ejecución en particular? Se preguntaban sin respuesta alguna.
La hora por fin llegó, el reloj marcaba las 1200 horas y con ello las personas, ninjas, rōnins, y comerciantes de paso por estas tierras comenzaban a aglomerarse en la plaza central. En la misma se había construido una plataforma hecha de madera y unida por algunos clavos y bases de hierro, algunos toques de jade y un gran parlante a un lado de la misma, con una altura de 20 o 24 metros, para que inclusive la gente más alejada de la plaza pudiese ver la ejecución.
El cuarto de hora pasó y con el llegaron algunas cámaras, presentadores, equipos de transmisión, y un par de shinobis custodiándolas, cada uno de cada aldea existente. La duda entre la trifulca comenzó a aparecer como pequeños destellos de ansiedad y algún que otro grito quejándose por la espera. Finalmente, los tambores al son de guerra aparecieron en la zona, abriendo la gran trifulca con su paso. Algunos ninja ayudaban a la tarea sirviendo como guardias de la banda de guerra.
Un total de 22 músicos fueron los primeros en aparecer, sosteniendo la forma de un cuadrado mientras marchaban, acompañados por una vocalista usando velo y vestido blanco en medio de la figura; representando la vida, por el contrario de la vestimenta del resto, quienes usaban cogullas negras, semejando la muerte. La melodía entonada fue fácilmente identificada por los expectantes, aquella voz aguda en compañía de cuerdas y tambores provocaron cierto fanatismo en los presentes. Algunos gritando por emoción y otros uniéndose al cantico entre lágrimas, y algún que otro desmayo. Los estandartes del imperio fueron los segundos en aparecer, provocando que todo mundo llevase su mano al corazón, justo como lo hacían cada mañana, mostrando su fidelidad al imperio.
Las cámaras enfocaron rápidamente la caravana imperial comenzando sus grabaciones y transmisiones pertinentes. El anciano apareció en escena, con el cabello alborotado, el cuerpo golpeado, y las prendas suficientes para cubrir sus partes más íntimas. Utilizando un total de 6 grilletes encadenados a una gran carroza de oro sólido con algunos detalles en diamante y jade. Los grilletes sostenían el cuello, muñecas, cintura, y tobillos, los cuales tenían algunas heridas expuestas a causa de jalar la pesada carroza; cómo si fuese poco, el hombre era escoltado por 2 ninjas imperiales los cuales se ocupaban de mantenerlo con vida utilizando ninjutsu médico, alargando su sufrimiento todo lo posible.
Como pudo finalmente llegó a la plataforma para ser liberado únicamente de las cadenas, manteniendo los grilletes en sus sitio. Con ayuda de los ninjas que lo escoltaban subió a la cima de aquella estructura de madera, para nuevamente ser encadenado. La música se detuvo por completo y un silencio absoluto reino momentáneamente, las puertas de la carroza de oro se abrieron de par en par, saliendo el legendario Shodai Raijin de la misma.
Sus manos fueron levantadas a la altura de sus hombros, con las palmas mirando hacia abajo, exigiendo ser adorado por los presentes y así fue, todos se arrodillaron mostrando aquel respeto al dios hecho hombre. Manteniendo aquella posición un par de minutos, hasta que el Raijiin comenzó con la ejecución.
— Ciudadanos, guerreros, comerciantes, todos han llegado al llamado del legítimo dios. Cómo gran patriarca del Rayo he sido piadoso y bondadoso con mi gente, todos los presentes aquí pueden dar fe de esto. Los he cuidado, protegido, y perdonado; aún así, la gente continua ciega, pensando que yo soy el enemigo cuando soy el único que procura su salud… inclusive los he salvado de ustedes mismos y esos pensamientos pecaminosos. Y a pesar de aquello la gente sigue engañando y traicionando a su único y legítimo dios, para dar una muestra de mi perdón, dejaré que se pongan de pie para presenciar la ejecución a pesar de mi presencia divina.
Los presentes se incorporaron mirando al poderoso hombre, algunos otros desviaban sus miradas, y otros tantos miraban la precaria situación del anciano ¿Esto significaba la salvación? Un hombre torturado, apenas vivo y con un sufrimiento alargado gracias al uso de chakra, no era la mejor descripción del mundo perfecto; aún así, la multitud gritaba alabanzas al Raijin. Dando credulidad a sus palabras anteriormente mencionadas, y gritando cualquier cosa al anciano. Pecador, asesino, proxeneta, corrupto, eran solo algunos adjetivos para describirlo. Una media sonrisa se marcó en el rostro del dios, pues ahora confirmaba que la sociedad apoyaba su figura.
— Di tu nombre – Grito el Dios del rayo, el parlante fue encendido dando un tono de prueba y se acercó un micrófono al sentenciado hombre.
— T… Ta… – El anciano estaba muy lastimado y cansado para responder, una vez más solcito su nombre el dios, haciendo que uno de sus hombres golpease fuertemente al anciano dejando una herida en el labio inferior.
— Taka no Ayō.. — De no ser por el parlante, seguramente no se abría escuchado absolutamente nada, pues hablaba entre susurros, al parecer su cuerpo no daba para más.
— Taka no Ayō, es el nombre del hombre que corrompió el nuevo mundo, quien buscó guerra, quien buscó matanzas. El imperio siempre ha procurado la salvación de la humanidad mientras tipos como este buscan la perdición de la misma.
Poco a poco sus palabras se iban intensificando entre rabietas y tonos de voz más elevados por el enfado. Entre la trifulca se encontraba su pequeña niña presenciando todo, las lágrimas comenzaban a brotar por la situación de su padre.
— Taka no Ayō es el padre, responsable, y maldito humano que trajo a Taka no Ame al mundo; por lo tanto, el es tan responsable como su maldita hija del daño al que se sometió el nuevo mundo, fue quien robó sus sueños, esperanzas, y libertad. Pero soy un dios justo, así que dejaré que ustedes sean quienes decidan su castigo.
El alarido de la gente se intensificó demandando torturas demasiado abruptas, inhumanas, e inclusive rozando algunas ideas que solo un psicópata tendría en el día a día; sin embargo, aprovechando el silencio del dios. El viejo utilizó el resto de sus fuerzas para gritar las últimas palabras a su hija.
— Mi corazón y cuerpo se quedan aunque mi alma se vaya, pero a pesar de esto no quedarás sola. Pues te dejo el reflejo de mi luz y esperanza a ti, refúgiate en el lugar de los sueños, de la libertad, el único lugar donde no es pecado pensar por ti mismo, pues incluso en esta tierra existe un lugar alejado de esta corrupción. Crece y lucha como tu hermana y entonces…..
Las palabras terminaron, en la lejanía un hombre había lanzado una lanza la cual atravesó el pecho del anciano, todos se quedaron atónitos incluyendo al Raijin, desesperado comenzó a solicitar a sus hombres encontrar al responsable; además, tendrían que buscar a la persona a la que se refería antes de su muerte. El cielo comenzó a nublarse y los estruendos del rayo comenzaron a aparecer como si fuese una extensión más de la furia del dios.
Algunas bombas de humo fueron desatadas entre la multitud, gritos se hicieron presentes y en ese mismo momento las grabaciones y transmisiones terminaron abruptamente sin advertencia alguna ¿Qué había sucedido? Nadie tenía total conciencia; sin embargo, era seguro que las facciones buscarían aquella tierra libre y a la pequeña para sus propios fines, este era el inicio de la guerra silente. Guerra que sería llevada por la segunda generación y seguramente de ahí saldrían las nuevas leyendas y deidades.
Otras naciones aprovecharían dicho caos para hacer tratados, comercios, y todo tipo de artimañas, evadiendo fácilmente la seguridad del imperio. La segunda generación había comenzado, la única pregunta que quedaba era: ¿Cómo tomarían las riendas?