La propagación de la misteriosa neblina era mucho más densa y evidente durante el despertar de un nuevo día. Aquello simplemente no tenía una explicación lógica como tal porque el simple hecho de saber la estación del año actual y la posición geográfica de la Aldea entre la Neblina no lo indicaba todo. Las evidencias no eran lo suficientemente contundentes para deducir una razón excelentemente elaborada, ya que, a su vez, los ingredientes que desatan a este fenómeno natural simplemente no existían siempre: especialmente en los climas frígidos donde la humedad era casi nula. En un principio, quizás la ciencia no puede explicar aquel rompecabezas; sin embargo, existen otras hipótesis más aceptadas por el público de la aldea. Y aunque no todo el mundo ninja lo supiese, la razón por la que se emanaba tanta neblina en el País del Agua era debido a una técnica secreta del clan Terumi la cual nunca se supo deshacer. En lo personal, no sabía si debía estar del todo feliz o del todo triste ante las acciones desmesuradas de mis ancestros. Aunque sí tenía algo en claro y es que, por algún motivo u otro, se hizo de esa forma. Por lo menos, me siento muy honrado al pertenecer a un clan tan importante para la aldea. A final de cuentas, el clan Terumi fundó toda esta aldea y ser el sucesor de un nombre que logró hazañas monumentales en toda la historia de éste, me obliga de forma directa e indirecta proteger la zapata donde yace el esfuerzo y los fundamentos que lograron crear lo que hoy se conoce como la Gran Aldea Escondida entre la Neblina.
Pero la realidad es que lo que se vivía en el presente dentro de la aldea y de toda la nación, era simplemente intratable. Aunque no estuviese de acuerdo con muchas leyes del actual gobierno, mis ideales se mantenían intocables, al menos por ahora como para ir completamente en contra del imperio actual. Empero si realmente tengo que volverme lo suficientemente fuerte para demostrar que mi propia aldea puede descansar segura, no me cabría la más ínfima duda en hacerlo. Creo que sería una respuesta casi instantánea a ese estímulo. Son tantos los caminos ninjas por los que puedo transitar, pero el más imprescindible siempre será el de proteger la integridad de mi aldea. Por esa misma razón he vuelto al servicio marcial de Kirigakure como portador del rango más bajo de todos, no sólo para contribuir con su economía y su renombre mundial, sino también para salvaguardar la voluntad del agua y velar por que ésta se cumpla sin ningún óbice que tropiece su misión. Era cierto que el sacrificio que ejercía era grande, dejar a mi familia en las tierras adyacentes de la aldea para convertirme en el defensor de una idea primitiva no era algo para tomarse a la ligera y tampoco era algo sencillo de llevar a cabo. No obstante, estaba más que convencido de que tarde o temprano lograría mantener lo que una vez prometí: sea de la forma que sea.
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¡Oye! ¿¡Cómo lo haces!? No es posible que ya haya jugado tres rondas contigo y las tres veces me hayas vencido ¡No tiene sentido! —Vociferaba con cierta furia aquel hombre con corpulencia ancha y grasosa que sólo vivía de los vicios del bajo mundo. Estaba tan enfadado que sólo se dignó a embestir fuertemente la superficie de la mesa donde una partida de Shogi acababa de terminar. La razón de su actitud remonta en la negatividad de aceptar sus derrotas y, ciertamente, tenía que admitirlo: aquel furioso hombre no tenía la más mínima idea de crear planes de juego y tácticas. Es por eso por lo que se me hacía bastante fácil ganarle. Quizás pensaba que con los trucos básicos que siempre usaba contra aquellos que tenían poco conocimiento del juego iban a funcionar conmigo. Para su mala fortuna, eso no sería así. Mis ojos se fijaron en la mirada ajena y luego no dudé en delinear una sonrisa ladina que se formaría casi de forma natural en la comisura de mis labios—
Ha sido divertido. Según recuerdo, el quien ganase tres rondas se llevaba el dinero apostado ¿No es así? —Mi voz era como una pesadilla que resonaba en los oídos del testarudo hombre y, aunque realmente le doliese admitir que perdió tres partidas ante los ojos de todos los aldeanos que estaban contemplando las diversas rondas, no tuvo otra opción que ceder y cumplir el tratado que se hizo desde un comienzo. Mientras me levantaba del asiento donde jugaba y recibía mi compensación, no dudé en despedirme de todo aquel que estaba en la sala. Mi salida fue un tanto repentina, puesto que realmente era la primera y última vez que pisaría aquel lugar. Pensé que el desafío iba a ser grande, pero todo resultó en una farsa para mí.
El día estaba completamente frío. La misma nieve ornamentaba los toldos de los pequeños establecimientos móviles de los comerciantes y también reposaba en las esquinas insípidas de cada edificio. Lo bueno es que la misma gente mantenían sus negocios a la intemperie, expectantes a recibir sus clientes con mucho cariño, pero, sobre todo, atención. Me agaché levemente para tomar un bento de comida que ofrecía uno de los negocios de comida. Era mi puesto favorito, puesto que cada día venía a buscar algo simple para comer y poder mantenerme. Al realizar la compra y luego agradecer, hice una media vuelta para continuar con mi camino, pero desgraciadamente no pude anticipar la presencia de otra persona que estaba tan cerca del puesto, haciendo que mi torso colisionara abruptamente contra la espalda ajena, encadenando un leve empujón me retrocedería unos pocos centímetros atrás. La bolsa donde tenía mi comida había caído al suelo y, preocupado ante el estado de la otra persona, no pude evitar hacer una pequeña reverencia como símbolo de resignación─
¡Lo lamento mucho! No fue mi intención molestarlo de esa forma ¿Se encuentra bien? ─Mi tono sonaba bastante tranquilo, simplemente quería escuchar el estado de la otra persona y asegurarme de no haber hecho algún daño irreparable.